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El culo de la pequeña Trizia 2

El alcohol hacía ya tiempo que había desgastado y arruinado la, ya de por sí, escasa voluntad de Trizia. Se encontraba en la casa de Jorge. Los padres de este se habían marchado el fin de semana. El chico se quedaba solo y les pareció una oportunidad única para intimar. Tras colocarle a sus padres la clásica patraña de pasar la tarde en casa de una compañera de clase.

Jorge le había estado dando primero bombones de licor. Y poco a poco le convencía para tomar algún que otro licor. De tal modo que acabó bastante ebria.
Y allí se encontraba tirada en la cama de los padres de Jorge. Bocabajo con la blusa aflojada y la falda en la cintura. Las bragas yacían en el suelo hacía rato.
Trizia tenía una sensación agradable y confusa. Notaba el aliento de Jorge en diferentes partes de su cuerpo. Sobre su piel.
Poco a poco se dio cuenta de que, por primera vez en su vida, estaba húmeda. Y su humedad empapaba las sábanas.
Jorge no tenía, de momento, ningún interés en su coño. La ilusión, la gran ilusión del pervertido chaval era meter su polla dentro del culo de aquella niñita de quince años. Y por ello sólo hacía que calentar en horno del cuerpecito de aquella Patricia colegiala, bella y virginal.
Mientras besaba su piel degustaba el rico sabor que esta tierna carne junto al jabón NENUCO que usaba la muchacha. Y la lengua horadaba la virginidad. Acababa con la virginal presencia de ella.
Entonces se acercó a su nuca. Empezó a oler su precioso pelo color trigo de verano. Y buscó con sus labios, tiernamente su nuca. Al llegar a ella la besó. Trizia sentía enloquecer su cuerpo. Había perdido el control de su cueva. Que segregaba y empapaba sus muslitos y la sábana.
Así pasaron media hora. Pero Jorge se cansó. Y fue a su objetivo. Le susurró al oido:
- Mi amor, voy a comerme tu culito para que goces. Esta noche serás mía por detrás
Ella no sabía que responder porque estaba mareada, confundida y excitada. Así que emitió un triste gemido y continuó con los ojos cerrados.

El sodomita puso un cojín bajo su cadera. De este modo aquellas magníficas nalgas cuya descripción es inútil se abrieron ante los hambrietos ojos del pervertido joven. La piel, ya de por sí tersa, de los glúteos se tensó como la de un tambor. Aquellas dos lunas pálidas eran lo más apetitoso que hubiera visto. Así que las conquistó con sus manos. Las amasó y mimó. Las besó y las mordisqueó con mimo.
-¡Qué culo, Dios mío!- pensó para sí. Y la respiración se le disparó.

Entonces abrió más aún las algas con sus manos. Ahí vio el objeto que llevaba toda la noche buscando: el ano de Trizia. Sabía que el camino de la perversión de la pequeña rubita pasaba por ese estrechísimo orificio. Aquel rosadito, redondo y estriado agujero era la entrada sin retorno para todas sus pútridas fantasías. Si hubiera sabido entonces Trizia lo que aquella noche comenzaba se habría vestido y marchado a casa sin volverle a ver jamás.

Pero Jorge no tuvo piedad. Acercó su cara a ese rosado anillo y aspiró su aroma. Era casi tan dulce como el resto de su cuerpo. Húmedo como su boca pero con un regusto ácido que le excitaba aún más. Lo besó con mimo y Trizia gimió. Quizá esperaba eso desde que aquel chico introdujera parte de su dedo en su culo en el cine. Pronto pasó a lamerlo con mimo. Lo lamió y lo lamió. Lengüetazos largos. En círculos. O cortos incidiendo en cada uno de los rebordes del esfínter. Ella enloquecía. Finalmente metió la lengua tensándola.
Y aquella gruta anal cedió el paso a su húmedo invasor. El gemido de Trizia fue aún mayor. Y notó como los diques que contenía sus jugos vaginales definitivamente cedían para regar aún más las sábanas.
Cuando hubo lamido y relamido el ano de Trizia, Jorge separó la cara. Observó el ya no tan virgen ano de Trizia y se fijó en que temblaba, se abría y se cerraba como un pez boqueando fuera del agua.
Entonces se acercó a su cara y la cubrió de besos. Mimos y caricias que la relajaron aún más. Rebuscó en sus bolsillos y cogió un poco de ácido. Lo puso en su boca y le dio tiempo para que ella abandonara lentamente aquella consciencia.

Así pasaron los minutos y hábilmente Jorge consiguió tener metido todo el dedo corazón de su mano derecha metido en el culo de la pequeña Trizia. Lo empezó a follar sin que esta ofreciera resistencia. Bien al contrario empezaba a ser una sodomita devota. Aunque aquella sodomización era muy leve (pensaba Jorge). Por ello separó aún más sus nalgas relajando la presión que aquellos grandes grupos de músculos que eran sus nalgas ejercían contra la invasión de sus corruptos dedos. Así las cosas y con Trizia totalmente ajena a la realidad. Sumergida en un universo de goces y abandono. Tardó poco en introducir el dedo índice de la misma mano. Con lo cual el culo de Trizia alojaba ya, y enteros, los dos dedos más largos de Jorge. No sentía dolor no presión alguna. Si no un maravilloso goce que hasta entonces había ignorado que existiera.
Jorge se lo folló con los dedos durante unos minutos. El ano de Trizia comenzaba a estar enrojecido. Así que, antes de que el ácido cediera en su efecto narcótico se decidió a penetrarla con la polla.
Así que se la sacó. La tenía bastante endurecida. Pero la meneó un poco. Aunque le bastó la visión de aquel ano abierto cuyas paredes se iban cerrando muy lentamente tras el abandono de sus dedos.
No aguantaba más. Apoyó su glande y empezó a presionarlo. Trizia se sacudió. Pero la polla entraba muy bien en su culo. Jorge estaba exhultante. Estaba dando por culo a la chica más sexy que conocía. Y ella era más bien poco consciente. Cosa que le emocionó aún más. Presionó y la polla encontraba mayor resistencia a su perforación anal. Pero entraba, entraba. Cuando metió tres cuartas partes empezó a bombear. Que rico, que rico.

Trizia estaba siendo dada por culo por primera vez en su vida. Y empezaba a despertarse entre sacudidas. A medida que recuperaba la consciencia mayor presión notaba entre sus nalgas. No estaba segura de qué pasaba. Pero le gustaba de una forma extraña. Que cosa más rara... y rica.
Jorge era un mar de sudor. Sentía que iba a eyacular. Su corta edad y su poca pericia amatoria le hacían propenso a la eyaculación precoz. Y se corrió dentro del culo de Trizia. cayendo desfallecido sobre la niña. Le devoró el cuello con sus besos y ella se sintió feliz. Allí estaba ella. Flotando, con el chico que tanto le gustaba sobre ella. Con su polla metida por el culo. Abandonada, feliz. Se empezó a sentir como una zorra. Y creyó que aquello le gustaba.
Datos del Relato
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1 comentarios. Página 1 de 1
Arte Hispano
invitado-Arte Hispano 01-12-2003 00:00:00

Me gustaría que los que lean este relato me esriban para sugerirme ideas acerca de él.

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