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Amalia y el mulato

Una tarde a principios de julio apareció por la puerta de casa un chico mulato de unos 30 años de nacionalidad cubana pidiendo si teníamos trabajo pues estaba sin empleo y no tenía donde vivir. Después de hablar con él durante un rato me pareció una persona de fiar y decidimos entre mi mujer y yo que podía hacer los trabajos del jardín de casa y ayudar en la finca a Alim el morito. Por lo que lo contratamos y se dispuso para él la habitación de servicio que está contigua a la cocina, para que se instalara mientras estaba en casa.

Pasaron los días y todo fue normal hasta que una noche a finales de mes a eso de medianoche me despertó mi mujer al levantarse de la cama pese que iba al baño. Yo hice como que seguía dormido, mi mujer no se dio cuenta que me había despertado. Al cabo de diez minutos y viendo que mi mujer no volvía, me imagine con lo caliente que es que había ido a ver como tenía la polla el mulato, sabiendo que le gusta tanto una polla. Bajé las escaleras que van del dormitorio a la cocina. A medida que iba bajando escuche a mi mujer hablando con el mulato que estaba en la cocina y pensé en espiarlos para oír de qué estaban hablando. Salí de casa por la puerta principal sin hacer ruido y me aposté detrás del ventanal que da al exterior de la cocina y efectivamente estaban hablando de Cuba. Mi mujer estaba de pie delante del fregadero y llevaba puesto un camisón blanco suelto que le daba algo más arriba de medio muslo y que al ser de una tela finita transparentaba por lo que se podía notar perfectamente sus pechos y ver además que no llevaba las braguitas puestas se le veía todo el coño con sus pelos.

El mulato estaba con el pecho desnudo y solamente llevaba puestos unos calzoncillos bastante apretados que marcaban perfectamente sus atributos masculinos que para que negarlo parecían que eran dignos de lo que se supone que tiene que tener un mulato entre las piernas. Yo notaba que mi mujer aunque intentaba disimularlo no dejaba de mirar el paquete que tenía delante y cada minuto que pasaba se la notaba más nerviosa y cachonda veían que se rozaba una pierna con la otra señal del que su coño estaba empapado. El mulato se estaba dando cuenta perfectamente de lo que le estaba pasando a mi mujer como me daba cuenta yo y me dispuse a ver hasta donde llegaban los acontecimientos. Pasados unos minutos mi mujer se dio la vuelta como para limpiar algo que había en el fregadero y el mulato sin pensárselo se acercó por detrás a mi mujer, la abrazó por la cintura poniéndole la polla entre los cachetes del culo y con una mano por delante empezó a darle con el dedo en la pipa.

Yo no podía escuchar lo que le decía pero sí que podía ver la cara de mi mujer. Tenía los ojos cerrados ladeaba la cabeza para que el mulato siguiera hablándole al oído y besándole el cuello, la mano se movía rápido de la paja que le estaba haciendo, en sus labios se notaba que decía. Sii, sii, sigue sigue méteme el dedo que me voy a correr que gusto madre.

El mulato estuvo sobando a mi mujer como diez minutos hasta que dándole la vuelta la colocó delante de la mesa de la cocina. Agarrándola por los brazos la sentó frente a él y echándola hacia atrás la colocó con la espalda apoyada en la mesa pero con las piernas colgando fuera. Se sentó en una de las sillas y colocó otras dos a los lados de las piernas mujer. Acto seguido abriéndole las piernas las colocó sobre los respaldos de las sillas. Algo así como la mesa de un ginecólogo. Le subió el camisón hasta más arriba de la cintura y empezó a besar las piernas. Primero los pies, siguió subiendo por las pantorrillas. Luego empezó a besar y a pasar su lengua por el interior de sus muslos para acabar lamiendo y chupando los labios de su coño y su pipa. Mi mujer ya estaba absolutamente abandonada a lo que le estaba haciendo sentir el mulato y anda que no ha follado con mulatos negros etc., lo que pasa que ella dice que cada macho es distinto. La imagen era de lo más ardiente.

Con el camisón por la cintura totalmente abierta de piernas delante de aquel mulato y acariciándose los pechos y gimiendo cada vez que sentía que su pipa era atrapada entre los labios del mulato. Llegó un momento que me di cuenta que ya no podía aguantar más y que necesitaba correrse. El mulato se dio cuenta también y para mi sorpresa le dijo. Sé que necesitas correrte. Que ya no aguantas ni un segundo más sin tener un orgasmo. Pero no voy a ser yo el que haga que te corras. Vas a hacerlo tú. Vas a masturbarte así como estas delante de mí. Quiero ver como una perra blanca como tú se masturba hasta correrse delante de este mulato, cogió un pepino y se lo dio para que se lo metiera por el coño, yo no podía creerlo, mi mujer empezó a metérselo en su coño diciendo absolutamente fuera de sí, joder que bueno pero yo lo que quiero es tu polla caliente no esto, y el mulato le decía tranquila jefa que ahora después la voy a follar, que suerte he tenido voy a tener trabajo y hembra a quien follar, Viva España.

Mientras que con una mano se acariciaba la pipa se metía el pepino dentro de su coño cada vez con más fuerza y más velocidad hasta que arqueando la espalda empezó a temblar y tuvo una corrida formidable dándole al mulato lo que le pidió. Casi no había acabado de correrse cuando el mulato acercó la cara a su coño y empezó a besarlo, lamerlo, chuparlo mordiéndole la pipa en otras palabras una comida de coño diciéndole tiene gusto a pepino jaja.

Al cabo de unos minutos mi mujer no hacía más que mover sus caderas y con sus dedos abría sus labios del chocho para sentir mejor la comida de coño que le estaban dando. Empezó a llorar y a gemir como nunca la había visto y no paraba de decir. Por favor no pares sigue así. Ese hombre la estaba llevando a un estado en el que mi mujer no era ya consciente de sus actos solo quería sentirse mujer cachonda como es ella. Y de verdad que lo fue. Esa noche por segunda vez en menos de cinco minutos tuvo otra corrida todavía más fuerte y largo que el primero con el pepino. Volvió a arquear la espalda. Su cuerpo pareció tensarse como la cuerda de un violín y explotó con una corrida salvaje llenando la cara del mulato de los jugos que salían a chorro del coño. El mulato seguía chupando y comiéndoselo. Y sin darle tiempo para relajarse se levantó y mientras con una mano seguía acariciando y metiendo los dedos dentro del coño de con la otra se desnudó dejando al descubierto una polla descomunal. No exagero nada si digo que debía medir casi 25 cm. pero es más gorda que la del morito.

Acercó ese pollón al coño de mi mujer y empezó a restregarlo de arriba abajo lubricando bien. Al mismo tiempo agarrando el camisón, se lo subió hasta el cuello dejándola totalmente desnuda. Los pechos los pezones tiesos y duros como resultado del polvo que le estaban echando. Ella intentaba levantarse para ver la polla del mulato pues sentía su tamaño al restregárselo por el coño pero debido a la postura que tenía, acostada y con las piernas sobre los respaldos de las sillas no podía hacerlo solamente levantaba la cabeza. El mulato se dio cuenta y le dijo. Quieres vérmela verdad. Ella le contestó. Si por favor. Necesito verla. Entonces el agarrándola por los pezones y apretándolos empezó a tirar de ellos hacía arriba subiendo a mi mujer hasta dejarla sentada. No sé si la cara que ponía era de dolor o de placer. Pero empezó a llorar y a gemir cayéndole las lágrimas por las mejillas. Ya sentada podía ver con claridad y en toda su dimensión la polla del mulato. Se quedó como hipnotizada viendo lo que el mulato tenía entre las piernas y le decía.

Dios mío es enorme. Es cuatro veces la polla de mi marido y más gorda que la de Alim. Es preciosa. Por favor fóllame ya. Quiero sentirla dentro de mí. Quiero sentirla moverse dentro de mí. El mulato le dijo. Esta polla te va a follar hasta que revientes de gusto. Después de tenerla dentro no vas a querer otra polla que no sea la mía. Voy a hacer que te corras como nunca te has corrido en tu vida. Hoy te voy a enseñar como follamos los cubanos. Cómo nos follamos a nuestras mujeres. Ella no podía más y como suplicándole le dijo. Por favor fóllame ya. No puedo más. Pero no me hagas daño. Nunca tuve dentro de mí una polla tan grande como la tuya y eso que me han follado de todas clases. Necesito sentirla pero no me hagas daño. El mulato colocó la punta de su polla en la entrada del coño y empezó lentamente a meterla dentro, ella dijo joder es algo más pequeña que la de Alim pero más gorda primero le metió la cabeza, la sacaba y volvía a meterla un poco más. La volvía a sacar y la metía un poco más. De esta forma entrando y saliendo al cabo de unos minutos mi mujer tuvo toda la polla dentro. Estaba claro que el mulato sabía cómo meter su polla en un coño como el de mi mujer totalmente chorreando.

Con esos movimientos lograba que mi mujer se fuese dilatando y aceptando dentro de ella el pollón del mulato. Entonces empezó a bombearla. Primero despacio hasta que el ritmo fue frenético. Mi mujer acompañaba las embestidas moviendo las caderas al ritmo que marcaba el mulato. Gemía, gritaba, lloraba, resoplaba, se acariciaba los pechos y no paraba de decir. Dios mío Siii, siii. Sigue por lo que más quieras en el mundo sigue follándome no pares. La siento dentro de mí la siento toda dentro de mi. De repente abrió los ojos. Se agarró con las manos a la mesa y dando un grito estalló dentro de ella otra corrida formidable. Su cuerpo se arqueaba, empezó a temblar desde los pies hasta la cabeza y entre gritos llanto y gemidos decía, Dios me estoy corriendo. Me estoy corriendo y no para no para. Mientras tanto el mulato seguía follándosela sin disminuir el ritmo de mete y saca ni la fuerza de las embestidas, el

Mi mujer estaba teniendo el orgasmo mas largo y salvaje de toda su vida. Creo que nadie había logrado llevarla hasta donde el mulato la estaba llevando. Estuvo corriéndose sin parar como dos minutos y en cada embestida se oía un chapoteo producto de los flujos que salían a borbotones de dentro de mi mujer. El mulato estuvo follándosela sin cambiar de postura durante 45 minutos durante los cuales llegué a perder la cuenta de las veces que llegó a correrse mi mujer. Estaba como loca. A cada orgasmo que tenía le suplicaba al mulato. Dame otro por favor dame otro. Necesito otro mas. Sigue follándome. Por favor no pares. Pasados esos 45 minutos el mulato muy lentamente la fue sacando la polla de dentro de mi mujer y cuando la tuvo toda fuera le bajó las piernas de los respaldos de las sillas y la agarró otra vez por los pezones y tirando de ellos la obligó a ponerse de pie. Sin soltarlos se sentó y volviendo a tirar de ellos colocó a mi mujer con las piernas abiertas con su coño encima de su polla. Entonces le dijo. Siéntate y cávatela. Ella flexionando las piernas empezó a meterse por el coño los 30 cm que tenía entre las piernas.

Empezó metiéndosela muy despacio y subiendo y bajando se la fue metiendo hasta que lo único que se veía eran los huevos del mulato. En ese momento la volvió a agarrar por los pezones y tirando de ellos de arriba abajo le marcaba el ritmo de bombeo diciéndole. Cabalga perra cabalga. Así, así. Métetela entera. Hasta los huevos. Mi mujer gemía, lloraba de placer, se retorcía para sentir la polla dentro. No respiraba. Eran bocanadas de aire las que entraban y salían de sus pulmones y a cada corrida que tenía echaba la cabeza hacía atrás y no paraba de decir. Dios mío otro más. Tengo otro más.

El mulato cada vez que veía que mi mujer tenía otra corrida la agarraba de los pezones y le decía. Eso es perra córrete, córrete. Mi mujer estuvo clavando esa polla durante media hora más o menos hasta que el mulato le dijo. Levántate y ponte de rodillas. Ella se puso de rodillas y al hacerlo la polla del mulato le quedó a un palmo de su cara. Él le dijo. Ahora quiero ver si sabes chupar una polla. Vas a chupármela hasta que me corra. Cuando me esté corriendo dentro de tu boca seguirás chupando y te tragaras toda mi leche hasta la última gota. Agarrándola por la nuca le metió la polla en la boca y empujándola le metió como diez cm. Ella la tenía agarrada con las dos manos y con la boca chupaba y succionaba el pollón del mulato metiéndolo y sacándolo.

De repente el mulato le agarró la cabeza para que no la moviera y empezó a follase la boca de mi mujer. Cada vez que la metía a mi mujer le daba una arcada pues casi se la metía entera en cada embestida hasta que le dijo. Ya haz que me corra ya. Entonces ella hizo lo que sabe hacer mejor. Se sacó parte de la polla de la boca y dejó solo dentro el capullo y un poco más. Aumentó el ritmo de masajeo con las manos y empezó a chupar y a mover la lengua sobre la punta de la polla del mulato. Le estaba haciendo una mamada bestial Cuando mi mujer hace eso no tardas ni un minuto en correrte y así fue.

El mulato tensó su cuerpo. Empezó a respirar más rápido diciendo. Como lo haces perra como lo haces. Tú sí que sabes cómo se chupa una polla y diciendo esto empezó a soltar toda su leche dentro de la boca de mi mujer. Ella tragaba la que podía pues parte le salía por la comisura de los labios. Cuando acabó de correrse le dijo a mi mujer. Cuando folles con tu marido piensa que tienes mi polla dentro de ti. Te gustará más si te la imaginas dentro de ti.

Después de esto me fui a la cama, ella subió y se metió en el baño, al volver me dijo al oído, cariño sé que has visto lo que he hecho con el mulato y has visto que tiene más polla que Alim, creo que lo vamos aquí en el chalet de jardinero y mayordomo y de paso disfruto de esa polla descomunal que tiene, mañana cuando tú te vayas quiero que me llene mi coño de leche, porque ya ves que hoy me la he tragado, yo le dije haz lo que te salga el coño y ella dijo como te quiero por lo que me dejas hacer, me dio un beso y se dio la vuelta para dormir.

Datos del Relato
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