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Categoría: Lésbicos

Una orgia en el bar swinger

El día que revente de emoción al dejarme coger como ellas quisieran

 

Tengo una relación muy estable con mi novia, las dos somos muy arrechas en la cama y ambas sabemos que en la variedad esta el placer. Cada vez que nos revolcamos en la cama evitamos repetir las mismas cosas que ya hemos hecho. Yo con ella he hecho de todo, siempre buscando que cada cosa nueva que probamos, mantenga la chispa encendida. Así que cualquier cosa que te imagines y te arreche, lo más seguro es que mi novia y yo ya lo hemos hecho.

No voy a entrar en detalles de lo que hemos probado, prefiero que dejes volar tu imaginación y que pienses cuantas cosas quieras de nosotras, pero te puedo asegurar que casi todo lo que se pueda hacer entre dos lesbianas, ya lo hemos probado.

Lo único que no hacemos es involucrar a otras personas, hacemos de todo, pero solo entre nosotras dos, esa es la regla que rige todas nuestras aventuras juntas.

Mi novia se llama Stefy, al menos así le digo yo de cariño, Stefy es el diminutivo de Stefania. Ella tiene una estatura promedio, tiene uno de esos culos que la obligan a uno a mirar, no es gorda, pero tiene una estructura gruesa, sus piernas forman curvas perfectas, anchas en los musglos gruesos y sus piernas se van volviendo más delgadas a medida que van bajando, tiene una cintura espectacular porque no es muy exagerada sino que crece hacia los lados de forma muy definida debajo de su estomago, unas tetas medianas que le quedan a la perfección, con unos pezones muy firmes que la hacen ver como si estuviera arrecha todo el tiempo, porque son largos y se marcan siempre en su camisa, tiene una cara de perra que caza a la perfección con su personalidad, unos ojos verdes achinados y un pelo que le llega hasta la cintura y que conserva así desde su adolescencia, para resumir la descripción de ella, se le marca lo latina que es por todas partes, a mi en lo personal me atrae demasiado su figura y sobretodo lo ninfómana que es, tanto así, que podemos tener sexo toda la noche y se levanta por la mañana a pedir más, menos mal yo me parezco a ella en ese aspecto y cuando me pide mas yo siempre estoy dispuesta a complacerla.

Un día que estábamos tomando vino, ya habíamos vaciado varias botellas y ella me contó una fantasía que había soportado en silencio porque rompía con nuestra regla de oro: nunca involucrar a otras personas. Pero ella había reprimido tanto esa fantasía que la estaba consumiendo por dentro. El problema de involucrar a otras personas es que eso genera inseguridades y despierta muchos temores que no voy a tratar de describir.

Ella en medio de los efectos de varias botellas de vino, no pudo callar más su deseo y me dijo que estaba loca por ir a un bar swinger conmigo y tener sexo con personas desconocidas, me dijo que moría de placer por verme a mí dejándome coger de una persona desconocida y dejando que me hicieran cuanta cosa se le ocurriera a esa persona. Por su parte ella sentía que quería hacer lo mismo que me describió pero con la idea de que ambas estuviéramos en el mismo cuarto para poder vernos mientras lo hacíamos.

Ella me confesó eso y mi reacción fue quedarme callada por un momento procesando lo que me acababa de confesar, porque lo primero que pensé es que ya no le bastaba con lo que yo le hacía, fue lo primero que pasó por mi cabeza.

Ella trató de suavizar las cosas poniéndose muy tierna conmigo y contó de donde había sacado la idea. Resulta que ella es muy amiga de una compañera del trabajo que se abrió con ella y le confesó que era lesbiana, Stefy también se destapo y desde ese momento se volvieron inseparables. La amiga del trabajo le contó que supieron de un bar swinger exclusivo para lesbianas y que sin pensarlo dos veces fueron allá y se sumergieron en el placer del intercambio de parejas. La amiga de Stefy le contó con pelos y señales todo lo que hicieron en ese bar y Stefy me confesó que se había mojado de la arrechera con todo lo que su amiga le describió.

Cuando Stefy me contó eso yo me sentí más tranquila, deseché la idea que me había invadido al pensar que ya no se satisfacía conmigo y me relajé. Yo conocía demasiado bien a Stefy y sabía lo arrecha que es.

La cosa quedó así, no volvimos a tocar ese tema, pero yo seguía pensando en eso y me decía a mi misma que quería que Stefy disfrutara de su fantasía, pero al mismo tiempo tenía pensamientos encontrados, porque en el fondo sentía que darle rienda suelta a esa fantasía era como abrir una caja de pandora y que el final de abrir esa caja era perder a Stefy. Pero por otro lado me sentía tranquila porque sabía lo feliz que era Stefy conmigo, que las ideas que compartíamos las dos, es decir las cosa que teníamos en común, sobretodo en los que se refería al sexo me hacía sentir tranquila. Además yo conocía demasiado bien a Stefy y sabía la clase de perra que era, y sabía también que esa idea la estaba consumiendo y eso si me hizo sentir más temor porque sí ese deseo era tan fuerte para ella, quizá la pudiera perder al no compartir con ella la fantasía que tenía.

Por fin, después de poner todos mis pensamientos en una balanza, el resultado fue que yo quería hacer feliz a Stefy, y muy lentamente la idea hizo meya en mí, y como ella es toda una perra arrecha, yo, al igual que ella soy una perra arrecha también y terminé por pensar que yo también iba a disfrutar como ella de eso.

Así que fui yo quien sacó el tema a colación, pero lo hice en el momento que estábamos arrechas las dos follandonos y mientras me hacía gozar de placer lamiéndome el coño, le dije que iba a hacer realidad su fantasía, y me sentí tan arrecha al decirle eso que a pesar de que yo no llegaba al orgasmo tan rápido, me vine a los pocos segundos después de decirle eso.

No quería perder la emoción que sentía, así que le propuse que fuéramos el próximo viernes después de salir del trabajo, pero yo le agregué picante a la fantasía y le dije a Stefy que si íbamos a ser un par de putas, que lo fuéramos  por lo alto, así que esa semana todo giro en torno a eso, así que empezamos por comprar lencería, la que más se acomodara para vernos lo más perras que pudiéramos, nos hicimos arreglar el pelo, las uñas, las cejas, no dejamos un solo pelo en nuestro cuerpo a punta de cera, pero lo más importante fue que durante toda esa semana no dejé que me pusiera ni un solo dedo encima, le dije que la única condición que le ponía era que se aguantara la arrechera y la dejara salir en ese bar.

Debo confesar que esa semana se me hizo larga, yo me deje impregnar por esa fantasía y una vez tras otra pensaba y me imaginaba en lo que iba a hacer, me arrechaba la idea de sentirme acariciada por unas manos extrañas, y como lo que quería Stefy es que me comportara como una putica que se deja hacer lo que quiera un extraño, así que me hice a esa idea y me dejé consumir de la arrechera y guardé todas esas ganas para desfogarlas el viernes. Era tanta la arrechera que sentía que varías veces me sentí a punto de dejarme de la debilidad y darme una buena revolcada con Stefy mientras me contaba en la perra que se iba a poner cuando estuviera sumida en su fantasía.

Y se llegó el día, desde que nos levantamos sonrisas van y vienen, a Stefy se le salía la felicidad por los poros, estaba mas tierna que de costumbre, los ojos le brillaban, hablaba más suave que de costumbre, las comisuras de los labios parecían  que se las hubieran pego hacia arriba y por mi parte me sentía feliz de ver así a Stefy, pensaba en todo el amor que sentía por ella que me sentía muy segura para poder hacer feliz al amor de mi vida.

No voy a darle vuelta al tema del tiempo, pero que maldito día si se hizo eterno, yo ese día estuve en el trabajo pero estorbando, miraba el reloj y los que yo sentía como una hora en realidad eran cinco minutos, afortunadamente era viernes y de por sí la gente trabaja menos que de costumbre y al mismo tiempo pensaba en el infierno en el que estaría Stefy, ya que al fin y al cabo la de la fantasía era ella.

Por fin llegamos por la noche a la casa, todo estaba dispuesto para ese día, lo que paso en aproximadamente dos horas fue algo como mecánico, nos pusimos la lencería que habíamos comprado esa semana, los vestidos que nos pusimos fueron los más atrevidos que teníamos, teníamos actitud de putas en ese momento, nos concentramos en que lo que tuviéramos puesto no dejara mucho a la imaginación.

Cogimos un taxi, el carro se quedó en la casa, por mi parte quería que el licor llegara a mí sin miseria, yo cuando tengo licor en mis venas me pongo más arrecha que de costumbre y sabía que Stefy era igual que yo en ese sentido, yo sentía un nudo en el estomago mientras nos dirigíamos hacia el bar, depronto sentí un vacío como el que se siente en las montañas rusas, porque habíamos planeado tantas cosas para ese día pero nunca nos sentamos a pensar en que cuando estuviéramos allá que se suponía que íbamos a hacer, eso me hizo sentir torpe y más mariposas en mi estomago, lo que me relajó un poco es que la de la fantasía era Stefy y suponía que ella le había sacado suficiente información a la amiga del trabajo, así que me encomendé a la sabiduría de Stefy, yo al fin y al cabo iba con la mentalidad de una puta de calle que se deja llevar sin oponer la menor resistencia y dejé el pudor y la vergüenza en la casa e iba preparada para todo. Yo sentía muchas mariposas en mi estomago, pero me quedé cayada, no le hice el menor comentario a Stefy, era ella la que dirigía la orquesta esa noche, y yo iba a marchar al paso que ella marcara.

Lo primero que pasó al entrar al bar era que había que quitarse toda la ropa y cubrirse con una toalla, así que a la mierda la lencería y los vestiditos de putas que llevábamos, eso me desencajó un poco porque yo me sentía más arrecha dejando que me vieran con la lencería puesta, pero con esa toalla me sentía indefensa y me puse un poco tímida. La cosa fue que nos pusimos las benditas toallas y Stefy y yo nos sentamos en un sofá, yo por mi parte estaba más que perdida, sin saber que hacer, y para colmo Stefy no musitaba palabra alguna.

El bar estaba repleto, yo me dediqué a deleitar la vista, había mujeres de todo tipo, altas, bajitas, culonas, tetonas, de todo lo que se pueda imaginar. Yo le eché el ojo a una monita con cara de ángel, cada cuanto cruzábamos las miradas y cuando estaba besando a su pareja se quedaba mirándome fijamente a los ojos, tenía unos ojos grandes y azules, las tetas pequeñas y me moría de ganas de verle el culo, pero ni modo, estaba sentada, así que estaba a la espera de que se parara para podérselo ver, lo que más me arrechaba es que tenía la piel muy blanca, parecía toda una princesita inocente, y a mí eso me mata de la arrechera, me encanta corromper a una niña inocente y volverla toda una puta en mis manos.

Estaba tan arrecha de que la monita se hubiera fijado en mí, que agarré a Stefy del pelo y le di un delicioso beso para darle rienda suelta a mi arrechera.

Le conté a Stefy de la monita, le dije que no me quitaba los ojos de encima, así que se la mostré a ella y no dijo nada, pero su sonrisa me dio a entender que le gustaba que yo ya hubiera entrado en el juego. Mientras le besaba el cuello a Stefy le pregunté al oído que cuál era la mujer en la que ella se había fijado. Se quedó mirándome a los ojos, me agarró del cuello y me preguntó que si en verdad me arrechaba que ella estuviera mirando otras mujeres, yo la volví a agarrar del pelo y le dije que sí, que esa noche éramos un par de perras y que todo estaba permitido. Stefy la señaló, era una peli roja despampanante, con una nariz muy pulida, labios gruesos y unas pecas en la cara que le daban un aspecto de muñeca de lo más hermoso que uno se pueda imaginar, pero Stefy me dijo que ni una sola vez ella había volteado a mirarla, mientras que Stefy no le quitaba los ojos de encima.

Lo cierto es que la noche fue pasando y el alcohol empezó a hacer efecto, se podía ver a las parejas besándose y tocándose sin el más mínimo pudor. A mí esa situación me tenía al borde de un orgasmo, ver a tantas mujeres semidesnudas, con esas toallitas que poco lo cubrían a uno, me hizo sentir como un niño en una juguetería; así que le pregunté a Stefy que qué era lo que íbamos a hacer, y ella se encogió de hombros y me dijo que no tenía ni la más mínima idea, pero que ella se moría de las ganas de revolcarse con esa peli roja pero que no sabía por donde empezar.

Yo no podía aguantar más las miradas de la monita, así que empecé a acariciar a Stefy igual que hacían las otras parejas del bar, pensé que así íbamos a atraer a otra pareja que quisiera intercambiar con nosotras, y valla sorpresa la que me llevé al tocar el coñito de Stefy, estaba tan mojada que mis dedos se deslizaron suavemente dentro de ella, los saqué y mis dedos quedaron llenos de su jugo blanco, y se los metí a ella en la boca, para que se saboreara ella misma. Volví a poner mis dedos en su coño y empecé a acariciar su clítoris, lo tenía enorme y duro, no me tomó mucho tiempo en hacer que se viviera, y noté que cuando se vino fijó su mirada de perra en la peli roja mientras me mordía el labio inferior, me mordió tan duro que me sacó un poco de sangre.

Llegó la media noche y sonó una campana, era la hora del gran atractivo del bar, era un juego en el que por medio de la suerte se sacaba un papel con el nombre de una de las jugadoras y con otro papel se sacaba lo que debía de hacer delante de todos los demás jugadores que se volvían en simples espectadores. No todas las parejas jugaban, era un juego muy pesado en el que una de las jugadoras debía de tener sexo con una desconocida delante de todas la otras parejas. Yo me arreché de solo pensar en lo que podía terminar el juego y le dije a Stefy que nos apuntáramos, y ella en medio de su arrechera me dijo que sí.

Las jugadoras hicimos un circulo y como mecánicamente las toallas volaron fuera, casi todas las parejas empezaron a frotarse los coñitos mutuamente a la espera del gran sorteo, en el circulo se empezó a sentir el ambiente del morbo que provocaba el juego, todas se tocaban desinibidamente dispuestas a todo.

Stefy me tenía entre sus piernas, me frotaba el coñito mientras me besaba en la espalda, me metía los dedos, se los chupaba, me volvía a frotar el coño, y para mi suerte la monita y su pareja se habían apuntado al juego, así que pude ver el cuerpo de esa princesota completamente desnudo mientras su pareja le frotaba el coñito; yo me quedé como estupefacta mirándole las caras que hacía mientras la hacían gozar, eso, sumado a las dulces caricias en que me tenía Stefy, me hicieron venir.

Por fin, el famoso sorteo. La anfitriona sacó un papel de un sombrero, se tomo su tiempo para abrirlo, creando un ambiente de expectación y vaya sorpresa, pronunció mi nombre. A mí se me enfrió todo, me invadió un pánico terrible, en el fondo yo sólo esperaba ser una espectadora más, pero ahora tenía la certeza de que iba a follar con una completa desconocida y que multitud de parejas se iban a masturbar mientras me miraban, pensándolo bien da un poco de morbo la situación, pero mi segundo pensamiento fue en lo que iba a pensar Stefy, pues la fantasía era de ella pero la que iba a follar con una completa desconocida era yo.

Ahora faltaba lo más morboso del juego, que me iba a tocar hacer; volví a sentir ese vacío en el estomago, la anfitriona metió la mano en el sombrero y al leerlo pronunció la palabra “orgía”; se me enfrió todo, miré a Stefy y ella me miró con esa cara de perra que me hizo temblar de deseo.

La anfitriona me dijo que seleccionara a 5 mujeres con las que iba a tener la orgía, que las bases del juego eran las siguientes: me iban a vendar los ojos y me iban a follar como ellas quisieran, que me podían penetrar, abrirme el culo, que se podían revolcar en mi boca, en fin, que me podían hacer todo lo que ellas decidieran. Yo les dije que aceptaba a hacer la orgía con una condición, que le hicieran lo mismo a mi pareja, todos estuvieron de acuerdo, así que las dos íbamos a ser tratadas como unas putas por cinco desconocidas.

Yo lo primero que hice fue echarle mano a la monita, luego después de mirar bien a todas las mujeres elegí las otras cuatro: una morena con un culazo enorme, una veterana con un cuerpo de envidia, una trigueña con unas caderas enormes y tetas pequeñas, y una adolecente de ojos verdes y achinados, muy flaquita, pero con una cara de perra que no me hizo dudar en elegirla.

Por su parte Stefy se salió del circulo y agarró de la mano a la peli roja, aunque ella no estuviera en el juego, Stefy le dijo algo al oído y la peli roja se dejó arrastrar hasta el circulo, ella no pudo elegir a las otras cuatro porque eran las que quedaban y no creo que a Stefy le importara mucho eso, yo creo que con tener a esa peli roja ya quedaba feliz.

El resto de personas que estaban en el bar se fueron acercando al circulo para contemplar la orgía. A Stefy y a mí nos vendaron los ojos y nos acostaron en el centro del circulo, la cabeza de ella quedó contra la mía y con el cuerpo mirando para el sentido contrario la una de la otra. Yo sabía que parte de la fantasía de Stefy era que pudiéramos mirarnos la una a la otra, pero ni modo, las reglas del juego era que ambas íbamos a estar con los ojos vendados y que no podíamos oponer la más mínima resistencia, es decir, nos teníamos que dejar hacer lo que a las otras chicas les diera la gana de hacer, eso a mí me subió la arrechera al nivel más alto, yo sabía que ese día me iba a convertir en una ramera, pero nunca me imaginé que a semejante nivel.

Yo puedo contar lo que me hicieron a mí, quién sabrá lo que le hicieron a Stefy. Para ser muy sincera yo me olvidé por completo de Stefy, y me concentré en disfrutar por completo de lo que me iban a hacer a mí.

No podía ver nada pero sí sentir que había  personas a mi alrededor. Sentí de un solo impacto que varias manos se posaron sobre mí, eran delicadas, y sentí como un montón de dedos recorriendo mi cuerpo, los sentía pasar de arriba abajo, delicadamente, explorando mi cuerpo, recorriéndolo todo con una hermosa sensualidad, pensé que iban a explorar mi coño, pero no, se concentraron en acariciarme, se tomaron su tiempo, no tenia afán, tenían toda la noche por delante y sabían que estaba completamente rendida a que hicieran conmigo todo lo que su imaginación les dictara, después de un largo rato de caricias sentí una lengua en mi pie, subió por toda la planta hasta los dedos y una boca mojada tenían mis dedos dentro de una boca con un movimiento de su lengua dentro de la boca; era maravillosa la experiencia, después de semejantes caricias que exploraron todas mis zonas erógenas me sentí trasportada a un mar de placer sin  límites, un cumulo de lenguas mojadas recorrían mi cuerpo, de pies a cabeza, era difícil prestarle atención a todas al mismo tiempo, me tenía que detener y concentrarme en cada una de ellas, una por una cada vez; me tenía como loca la que se concentró en mi cuello, es una de mis partes más sensibles. Estaba una concentrada en mis pies, otra en mis senos, otra en mi cuello, otra cerca de mi pubis; yo resollaba de placer, y me desesperaba que aun no me hubieran tocado el coño, de verdad se estaban tomando su tiempo; la que estaba concentrada en mi cuello, dejó deslizar su lengua por toda mi cara y  me dio un delicioso beso, con su lengua recorría mis labios, me volvía a besar, me dijo que abriera la boca y sacara mi lengua, cuando lo hice sentí que dejó chorrear su saliva dentro de mi boca y acto seguido me chupó la lengua, pero lo hizo de una manera tan sensual que me hizo sentir rendida a sus pies, dejó deslizar sus dedos en mi cabello, lo acariciaba y me besaba al mismo tiempo, por otra parte la que me estaba chupando los pies empezó a subir lentamente por mis piernas movía un poco su lengua y a medida que iba subiendo me chupaba la piel; la de mis senos me daba pequeños mordiscos en mis pezones, la de mi pubis subía la lengua hasta mi ombligo y volvía abajar a mi pubis pero lejos de mi coño. Me tenía desesperada, yo sentía mi coño chorriando jugo en grandes cantidades, sentía la necesidad de tocar mi clítoris y puse mis dedos en él, pero inmediatamente me quitaron la mano de el él y me dijeron que estaba prohibido que me tocara; me tenían como loca de desespero, de verdad sentía la necesidad de que me dieran placer en el coño, pero me estaban haciendo sentir que esa parte era para después, para cuando ellas se apiadaran de mí; pero no tuve que esperar mucho, la que me estaba chupando las piernas ya había subido hasta mis musglos, estaba tan cerca de mi coño que podía sentir su respiración chocando contra mi coñito, me concentré en ella, yo me retorcía de placer, subía y bajaba mis caderas, era un movimiento que ayudaba a darme algo de placer, yo con cada empujón apretaba mi coño para darme algo de placer, de verdad necesitaba placer en mi coño, lo deseaba locamente, y por fin llegó el momento tan esperado; llegó hasta lo más alto de mis piernas y empezó a pasar su lengua alrededor de mi coño, pasaba de un lado al otro, me chupaba cerca de mi coño y por fin sentí como con sus dedos me separo los labios y subió su lengua desde mi ano hasta el clítoris y empezó a chuparlo, yo me concentré completamente en ella, y dejaba que todas esas lenguas restantes me dieran todo el placer que pudieran, pero mi atención estaba puesta en el placer de mi coño. Por un momento fantaseé que la que me estaba chupando el coño era la monita, eso me hizo tener mi primer orgasmo, me retorcí como poseída por el demonio; fue un orgasmo largo que me electrizó todas las partes de mi cuerpo, quedé temblando de placer, sentí como la piel se me ponía de gallina, pero en vez de esperar sentir un reposo después de venirme, ellas continuaban haciéndome gozar como si nada hubiera pasado. Después de ese deliciosos orgasmo pensé en Stefy y prestando la mayor atención que pude la escuche gimiendo, Stefy es muy escandalosa y no le importa si la escuchan gimiendo cuando está gozando de placer; me dio una curiosidad enorme de verla gozando como lo hacía yo; pero mi atención en Stefy no duró mucho, mi cuerpo explotando de placer me hizo regresar a mi realidad, y mi realidad era que esas cinco chicas me tenían gozando como nunca; Stefy me hace gozar como nadie más, pero el estar rendida a la voluntad de cinco mujeres usándome como les diera la gana me hizo sentir tanto placer como nunca lo había sentido.

Me moría de las ganas de saber cual de todas las cosas que me hacían provenían de la monita; es que era tan hermosa y con todas esas miradas que cruzamos me dejó marcada hasta los huesos.

Todo lo que había experimentado hasta ese momento era un baño de sensualidad de la más pura, pero de un momento a otro las cinco chicas cambiaron de lado la moneda, ahora esos cinco ángeles se convirtieron  en un mar de depravación; me dijeron que sacara bien la lengua, yo esperaba otro chorro de saliva en mi boca, pero a cambio de eso sentí un coñito mojado en mi lengua y ese coño se revolcaba en mi boca con fuerte envestidas, presionándose fuerte contra mi boca, y como si eso no fuera suficiente, sentí como me agarraban duro del pelo para hacer más presión  contra ese coño; con cada embestida sentía su jugo quedar pegado de mi lengua y como la tenía lo más afuera que podía, ese jugo iba bajando lentamente por ella hasta llegar a mi boca; mientras eso pasaba me separaron las piernas y sentí como una de ellas revolcaba su coño contra el mío, duro, sin la menor consideración para conmigo, me empezaron a usar para darse placer; una de ellas me cogió la mano y la puso en su coño; yo me volví multitarea, porque la otra mano terminó en otro coño más y todo junto era difícil de manejar, sacando la lengua, moviendo mis caderas, y tocando dos coños al mismo tiempo; yo hacía todo eso como por inercia. Me empecé a sentir como una verdadera puta, con lo delicadas que habían sido y ahora me usaban para darse placer. La que se estaba revolcando en mi boca y jalándome más duro del pelo, me apretó durísimo contra su coño mientras se venía y cuando por fin pude meter la lengua todo el jugo que tenía en mi boca lo pude saborear completamente; me dio mucho morbo pensar que era el jugo de la monita, por eso lo saboreé lo más que pude. La monita, la monita, no dejaba de pensar en qué era lo que ella me hacía, pensar en eso era como una obsesión que me llevaba a pensar en ella una y otra vez; cuando me ponía a pensar en ella me intrigaba saber que tan morbosa era y como se estaría aprovechando de mí sabiendo que ella me podría hacer todo cuanto quisiera.

Yo cada cuanto le dedicaba unos segundos a escuchar los gemidos de Stefy, era imposible no oírlos sabiendo que mi cabeza estaba pegada a la suya, y por la forma en que gemía sabía que estaba gozando de placer y eso me alegraba, pero esos segundos que le dedicaba a Stefy eran efímeros, en un abrir y cerrar de ojos volvía a mi realidad que en ese momento era estar siendo usada como toda una perra y me daba mucho morbo pensar que apenas estábamos empezando, la noche era larga y ahora sabía que debía darle placer a cinco perras arrechas que me usaban para darse placer.

Me pusieron boca abajo y de nuevo me cogieron del pelo para poner mi boca en un coño, la muy perra me dijo “chúpamelo como se lo chupas a tu novia”, yo sólo escuchaba sus peticiones y me dedicaba a obedecer, así que si ella quería sentir como hacía gozar a mi pareja, yo estaba dispuesta a mostrárselo; toda la situación me encantaba; yo soy una perra arrecha, me encanta el morbo, una de las cosas que más me gustan es dar placer; yo me encarnizo con Stefy y no dejo de chuparle el coño después de hacerla venir tres o cuatro veces y es lo que más disfruto, ver a una nenita gozando de placer de cuenta mía, y ahora en vez de una, tengo a cinco y toda una noche para hacerlo; qué delicia.

Así que la perrita que quería saber como se la chupaba a mi novia, le alcé las piernas para que su culito quedara expuesto, como yo no podía ver, y mis manos las tenía ocupadas haciendo gozar dos coñitos, me toco tantear con mi lengua hasta sentir su ano y de ahí en adelante la tarea fue más fácil, subía mi lengua desde su ano hasta su clítoris , jugueteaba con él un momento y volvía a bajarla hasta llegar de nuevo hasta su culito y se lo chupaba y volvía a subir nuevamente, no paraba de realizar esa tarea; así es que le gusta a Stefy, así que yo estaba comprometida en repetir lo mismo con esa nenita, sabía que le estaba gustando porque cuando tocaba su ano con mi lengua sentía el jugo que se le escapaba de su coño he iba a dar a su culito, yo por mi parte me deleitaba de placer saboreando sus jugos porque eso me confirmaba que esta perrita estaba haciendo bien su tarea. Mientras todo esto ocurría yo sentía el mismo placer en mi culo y mientras me chupaban el ano no paraban de meterme los dedos; las dos nenitas a las que estaba haciendo gozar con mis manos me agarraban duro las tetas; una de las cosas que más recuerdo fue sentirlas a todas gimiendo al mismo tiempo de cuenta mía, eso me llenaba de satisfacción. No tardo mucho en venirse a la que le estaba chupando el coño como a Stefy; y más jugo para mi boca, dulce y delicioso jugo, el cual sabía que tarde o temprano iba a ser el de la monita; la nenita después de que se vino me cogió del mentón y me dio un beso metiendo mucho su lengua en mi boca, supongo que quería saborear su jugo en mi boca.

Así como estaba bocabajo, sentí a una de las nenitas a la que estaba haciendo gozar con mi mano, ponerse en frente de mi cara y me dijo: “yo también quiero venirme en tu boca perrita, así que chúpamela bien rico”. Como ya tenía una mano desocupada le metí los dedos, el pulgar se lo metí por el culo, y en el coño le metí otros dos dedos y se los metía y saca muy suave pero con firmeza mientras con mi lengua y mi boca le daba placer a su clítoris; creo que le gustó mucho lo de los dedos porque empujaba su cuerpo contra mis dedos para sentirlos muy adentro de ella, otra más que no tardo en venirse, pero antes de venirse me quito los dedos que tenía dentro de ella y puso su coño en mi boca mientras se venía. Nos vinimos casi juntas, los dedos que tenían en mi coño no paraban de tocar mi punto G he inevitablemente yo también me iba a venir en cualquier momento, pero en realidad lo que me hizo llegar al orgasmo fue que la nenita se viniera en mi boca, nuevamente pasó por mi mente que esa si era la monita y como con todas las otras no paré de saborear su jugo, yo sabía que tarde o temprano iba a ser la monita la que se viniera en mi boca.

Stefy, Stefy, nuevamente le dediqué unos segundos pero no la escuche gemir, pero si pude oir como gemía una de las nenas que estaba con ella, y se me pasó por la cabeza que era la boca de mi perrita la que la tenía gimiendo, me dieron tantas ganas de poderla ver en esas, pero por el momento me complacía aunque fuera imaginándolo.

Ya estaba bien avanzada la noche, las horas pasaron y no se sintieron pasar, como siempre que uno está disfrutando algo, el tiempo se va volando y ya casi era hora de dar por concluido el juego y en ese momento llegó la mejor parte, nuevamente me acostaron bocarriba y las diablas se volvían a convertir en ángeles, volví a sentir sus lenguas en mi cuerpo, pero esta vez me estaban chupando deliciosamente el coño, fue ahí cuando sentí que me quitaban la venda de los ojos; por un momento no pude ver nada, la luz me cegaba al pasar de oscuro a claro, pero cuando mis ojos se acostumbraron a la luz, pude ver a la monita entre mis piernas, era la que me estaba dando placer, las otras nenitas me empezaron a besar a chuparme el cuello, las tetas y cuando bajé la vista para contemplar a la hermosa monita vi que sus ojos estaban fijos en mi cara, mientras me bajaba fijó la mirada en mi cara para ver como gemía mientras ella me daba placer; yo también fijé mi mirada en ella dejando de prestar atención a las demás y pude ver el empeño que tenía para hacerme sentir el mayor placer; mientras me miraba no paraba ni un solo momento de mover su lengua, de meter mi coño en su boca y fue inevitable me vine en su boca, ella vio en mi cara que estaba teniendo un orgasmo, pero en vez de parar me siguió chupando el coño sin vacilar ni un instante, no me dio tregua, ella estaba en lo que estaba y ni siquiera  mi orgasmo la iba a hacer parar; pero yo de tanto venirme ya tenía sensible el clítoris y cada movimiento de su lengua se sentía como si me cogiera la luz; me tocó cogerla del pelo para que parara y puse sus labios en los míos, tenía tantas ganas de besarla que le di un beso largo mientras sentía mi jugo en su boca. Le empecé a tocar el coñito suavemente, pero recorriéndolo de arriba a bajo mientras le miraba esa carita de ángel; ella empezó a gemir suavemente, con tanta delicadeza que por mi mente lo único que pasaba era en corromperla, en volverla una putica bien arrecha, pero ella seguía gimiendo con esa delicadeza, como si fuera una niña inocente que sentía placer por primera vez. Yo me olvidé de todo lo que estaba pasando a mi alrededor, las otras nenitas estaban encima de mí, me besaban por todas partes me acariciaban el coño, me daban placer, pero yo había pensado tanto en esa monita que me olvidé de que el mundo era mundo y la acosté en el suelo sujetándola del cuello; ella se dejó dominar y se acostó en el suelo como si le hubiera dado una orden, ella no dejaba de mirarme, sus enormes ojos azules no paraban de contemplarme; me tenía arrecha. Yo por mi parte me deje dominar por mi fantasía, estaba poseída por una sola idea: follar a la monita, hacerla venir en mi boca, tocarla, explorarla por cada uno de sus rincones; no tenia cabeza para más nada, a la mierda Stefy, por su culpa me deje tratar como una perra, por su culpa estaba deseando a otra mujer que no fuera ella, a la mierda todo, esa monita iba a ser mía aunque fuera por una única vez, pero lo que no me esperara era que Stefy se pusiera en mi espalda y me susurrara al oído: “follatela  como si me estuvieras follando a mí, mientras yo te veo”, me esperaba todo menos eso, Stefy me estaba dando luz verde para devorar a una mujer que no fuera ella y aparte de eso iba a disfrutar viéndome hacerlo.

Yo de todas maneras lo iba a hacer, con o sin su permiso. Así que dejé que la lujuria me poseyera, y ver a ese angelito mirándome fijamente a los ojos, sin parpadear, dispuesta a que la hiciera mía. Caí en cuenta de una cosa importante, el juego ya se iba a terminar, no podía perder el tiempo y bajarme de mi nube cuando su pareja viniera a reclamar lo suyo; era ahora o nunca. Puse mis labios en los suyos, esos labios gruesos y rosados, carnosos; me fundí en ellos y la besé como si nunca en la vida pudiera volver a besar a alguien, recorrí su cuello con mi lengua mojada, se lo chupe mientras la oía gemir de placer. Stefy estaba en lo suyo mientras me miraba, tenía a la peli roja entre sus piernas, sus manos la recorrían delicadamente, frotaba su coño y se metía los dedos a su boca para saborear su jugo, pero Stefy hacía todo esto mientras me miraba fijamente, ni siquiera la peli roja iba a hacer que ella cumpliera su deseo, me lo había dicho muy claro, ella me quería ver dándole placer a una extraña mientras ella hacía lo mismo, y a eso habíamos ido a ese bar.

Yo seguía besando a la monita, lo único que tenía claro era que ella se iba a venir en mi boca y yo por fin iba a deleitarme con su jugo, aunque yo sabía que ya lo había probado pero sin saber que era el de ella. Empecé a bajar mi lengua llegué a sus téticas, con unos perfectos pezones rosados, delicados, como los de una niña, los chupé hasta que se le hincharon; ella no paraba de gemir, podía ver en sus ojos que lo estaba disfrutando, y yo todavía más. Seguí bajando, llegué a su estomago, ella contenía la respiración y eso hacía que ella diera pequeños brincos cuando el aire entraba a la fuerza. No le di más vueltas a ese asunto, yo quería que ella se viniera en mi boca como yo me había venido en la suya. Ya lo tenía ante mí, estaba tan cerca que lo podía oler, lo contemple por un momento, era rosado, todo era rosado, los labios, el clítoris, estaba completamente mojado, su jugo salía de su coño y se represaba en su ano, blanco, espeso, todo en ella me invitaba a chuparlo y sin más espera lo empecé a chupar como lo hacía con Stefy, puse mi lengua en su ano y succioné todo el jugo que había en él, lo saboreé pero esta vez con la certeza de que era el de ella, subí lentamente por su coñito, succionando todo su jugo, era dulce, con un olor muy sutil, todo en ella era hermoso. Llegue a su clítoris, estaba duro, no había que separarle los labios para poder verlo, era lo suficientemente grande para que los labios no lo taparan; yo me deleité en él, pasaba mi lengua, de todas las formas imaginables, de arriba a bajo, en círculos, rápido, despacio, lo succionaba, le daba pequeños mordiscos; estaba disfrutándolo de una manera inimaginable, y entre más la hacía gozar, más jugo le salía y más jugo tragaba. De un momento a otro sus gemidos aumentaron el volumen, y sus caderas  comenzaron a subir y a bajar; yo no le había quitado los ojos de encima, ella empezó a blanquear la mirada, yo le apreté las caderas con mucha fuerza empecé a subir y a bajar la cabeza con el movimiento de su coño, pero en vez de darle espacio apreté su coño contra mi boca cumplí mi fantasía ella se estaba viniendo en mi boca y yo estaba saboreando todo el jugo que salía de ella, seguí chupándolo otro poco más ella arqueó muchísimo su espalda mientras se venía; fue algo mágico; yo volví a poner mis labios en los de ella , le di un largo beso y le di las gracias por haberme echo tan feliz.

Y una vez concluido el juego se podían ver los primeros rayos del sol, había sido una estupenda noche llena de orgasmos y jugo a borbotones, cuando llegamos a la casa Stefy me dio las gracias y me dijo lo arrecha que se había puesto al verme haciendo gozar a otra nenita. Y como ella y yo llevábamos varios días sin tocarnos nos metimos una rica revolcaditay así después de habernos vuelto todas unas perras nos quedamos dormidas abrazandonos mutuamente.

 

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