Tarde de finales de mayo, calurosa pero no lo suficiente para que me impida ir todo de negro, pantalón y camiseta de Calvin Kline. Llego a casa de Luren, mi chica, con las Ray-ban puestas, el móvil en una mano y en la otra mi book, que he pasado a recoger en la agencia. Nina, la secretaria, me lo ha entregado con una sonrisa provocativa. Pensé por un momento en seguirle el juego, pero al imaginar lo fácil que sería tirármela, me hice el distraído.
Me abre la puerta Usula, una chica birmana (es la última moda, me ha dicho Lauren, una asistenta birmana, ¡por favor!) que no me saluda. A punto estoy de pedirle que anuncie a Lauren mi llegada, cuando ésta aparece de pronto en el hall, con su larga melena rubia húmeda y un albornoz rosa pálido.
- Hola, cariño, llegas pronto, aún no estoy lista-- dice sabiendo perfectamente que pasan quince minutos de la hora de la cita. Pero también sabe que no me quejo porque es tan guapa que no me importa esperar.
Me da un abrazo y de paso me toca el culo con pasión, qué cerdita es mi chica.
--Espera, Usula, súbeme un zumo de zanahorias, y tú, cariño, dame veinte minutos, y mientras puedes pedirle a Usula lo que quieras.
No ha reparado en mi book, asi que yo tampoco le digo nada. Se desprende de mí y desaparece escleras arriba, su albornoz al viento.
Entro en el salón y pongo la MTV. Horror, un especial sobre Beyoncé, la apago inmediatamente. Miro a mi alrededor, sin saber qué hacer. Hay un enorme espejo junto a un aparador, asi q decido mirarme. Sencillamente, espectacular. Me humedezco los labios y me paso los dedos por el pelo, cuando oigo unos pasos que bajan por las escaleras. Tardo en darme la vuelta y me encuentro a Donna...lo que me faltaba. La saludo secamente, y se detiene a responder a mi saludo, seria, sin ser grosera aunque sí un poco recelosa.
Unica nota favorable: es tan delgada como su hermana. Desfavorables (¿por donde empezar?): desgarbada, algo torpe y lenta, tetas las justas, cara poco agraciada pero limpia, dientes no tan blancos, gafitas, estilo de vestir neo-hippie, atractiva como una zanahoria cruda, un novio al que seguro le apesta el aliento. Ni positivo ni negativo: 21 años, se pasa el dia estudiando y, seguramente, masturbándose mientras piensa en mi, media melena castaña recogida siempre en una cola.
--Bueno, Leo--dice bajando la vista, creo que me mira el paquete,y señalando la cocina-- he bajado a refrescarme un poco.
Me la imagino respirando hondo en su cuarto antes de bajar a encontrarse "casualmente" conmigo, fantaseando con mi sensual voz que le dice "hola, Donna, qué guapa estás".
Recojo mi book del salón y la sigo hasta la cocina con una sensación de poder que me desborda. Usula se cruza conmigo, lleva en la mano un vaso de zumo de zanahorias. Entro en la enorme cocina y veo a Donna con un vaso de leche (¿se puede ser tan cursi?) en la mano, detrás de la barra americana, preguntándose porqué no se habrá atrevido a decirme algo interesante.
--Hola, otra vez, de repente me ha entrado sed-- le digo dirigiéndome directamente al grifo, me inclino y, casi sin beber, dejo que Donna se recree un rato en mi trasero.
Decido que si la estrategia directa no vale con Donna es que no merece la pena la demostración de poder. Me acerco a ella, y dejo el book sobre la barra americana, a media distancia entre ambos.
--Acabo de recogerlo en la agencia, ¿te gustaría echarle un vistazo?
--¿Por qué iba a querer mirarlo?-- dice apenas logrando reprimir sus deseos de abrirlo cuanto antes sin mi permiso.
--No sé, aún no se lo he enseñado a nadie, tú eres la primera y me gustaria una opinión...digamos, imparcial.
Casi no puedo reprimir la risa al oirme decir eso. Para Lauren soy un tio bueno con el que folla, para Donna soy un ideal inalcanzable. Como no se mueve, abro yo mismo el book y voy haciendo cometarios sobre las fotos, su intención, su calidad artística. Me voy dando cuenta de que estoy demoledor en las imágenes y poco a poco, ella, asintiendo con la cabeza, muestra interés, más por las fotos que por mis comentarios. Paso rápidamente las páginas hasta llegar a las que me intersan de verdad, las de baño, multitud de gotas de agua perlando mi pecho y mis abdominales, algo más que marcados. Donna suspira y apenas puede articualr un "uhmmm" cuando le pregunto si le gustan. Compruebo con agradable sorpresa que hay dos fotos en las que llevo el mismo tanga negro, una de frente y la otra de perfil, en ésta luciendo un paquete que hasta a mi me llena de orgullo. Pienso en el entusiasmo de Richi, el fotógrafo, cuando me tenia delante y me pregunto con cuántas desechadas se habrá quedado el muy mariconzo. Dejo que Donna se recree en mis músculos de los hombros y de la espalda, en mi perfecta sonrisa bajo un chorro de agua que me golpea el pecho. Donna no se ha movido en todo el rato, lo cual me da una seguridad para continuar que me lleva al paroxismo.
Esto hace más interesante pasar a la fase crítica, o como yo la llamo, la-zorra-en-su-punto. Le planto una mano suavemente al final de la espalda, pasando las hojas del book con la otra, hasta llegar a un par de fotos en que se me ve feliz con shorts y maillots deportivos muy ajustados. Vaya, la zorra no reacciona, magnífica señal. Acaricio la zona, hablo con voz suave, seductora, voy bajando la mano hacia el comienzo de las nalgas. Ligero respingo, rigidez en la espalda y el cuello, pero no aparta la vista del book. Remate final: slips y boxer con los que ella siempre ha soñado. Bajo hasta el final de su nalga derecha y la estrujo, primero suavemente y luego con más presión.
--¿Qué haces, Leo?-- dice alarmada.
--¿Sabes que ahora mismo llevo puestos unos como estos? --le digo señalando unos boxer blancos de lo más provocativos, tratando de que no aparte la vista de la foto.
--¿Qué estás haciendo?-- repite ella mirando la foto.
--¿A ti qué te parece?
--Vamos, déjalo ya-- ésta es la señal de la victoria...no se aparta ni un milímetro.
--Lo siento, no lo puedo evitar...eres puro fuego-- le digo, ensañándome con mi tiunfo, conteniendo a duras penas la risa por la estupidez sensiblera que me acabo de oir.
Ella suelta un suspiro y paso a la otra nalga, que estrujo y amaso como cuando como cuando lo hago con el precioso y durito culito joven de Lauaren.
--Tengo novio --dice, como si eso fuera algo irreparable-- pero, por favor, tú también tienes novia, y resulta que es mi hermana.
--Mira esta última foto, sólo llevo uns vaqueros desteñidos y desabotonados, chico malo, ¿no te parece genial?
Entonces meto la mano entre sus nalgas y alcanzo el comienzo de su coño. Donna, que ahora se creerá en el más maravilloso de sus sueños, separa las piernas y se deja hacer. Ha enrojecido otra vez, sus gafitas me parecen empañadas, se inclina aún más sobre la barra americana y yo alargo más la mano para planarla en todo su coño.
--Llevo tanto tiempo deseando hacer esto..y pensaba que tú ni te habias fijado en mi.
Esto lo digo yo, pero que me desollen vivo si no es lo que ella siente en ese momento.
--¡¡¡Leo, cariño, ya estoy lista!!!
Ahora sí, como un resorte, Donna se separa de mi, apenas pudiendo contener el resuello, se da la vuelta hacia el grifo del fregadero y lo abre para beber. Aparece en la cocina Lauren, tan rubia, tan guapa, tan ideal. Pantalón pirata blanco muy ajusado, top azul de tirantes bajo el que despuntan sus dos pequeños pezones, vientre liso, perfecto, al descubierto.
--Ah, estabas aqui.
--Sí, le enseñaba a Donna mi book...y, bueno, ¿qué te ha parecido?.
Donna se sube las gafas, mira a su hermana, luego a mi, luego a mi mano que hasta hace un momento la habia transportado al séptimo cielo, y balbucea:
--Bueno, yo no entiendo mucho de estas cosas, pero me parece muy...profesional--se despide y sale.
--¿Nos vamos, cariño?--dice Lauren.
Me acerco a ella y le doy un beso en la mejilla, y aprovecho ahora para pasar una mano por su espalda y bajarla a su firme pero tierno culito, mientras enfilamos el pasillo hacia el hall.
--Oh, vaya, casi me olvido del móvil-- se da la vuelta y camina escaleras arriba.
Veo que lleva un tanguita blanco que se le marca por completo, y pienso en dejárselo puesto cuando me la folle dentro de un rato, y correrme en él, así que vaya con mi semen pegado a su rubio coñito adolescente. Yo también voy a recuperar mi móvil al salón y me encuentro allí a Donna,sentada en el sofá, viendo las noticias en la tele. Cerca de ella, abro el book y, curiosamente, aparecen las dos fotos del tanga negro. Saco de su funda la foto en la que estoy de frente y se la tiendo. Ella me mira pero no la coje, así que la dejo caer en el sofá, junto a ella.
--Otro dia te la dedico, vale?
Vuelve a aparecer Lauren, y Donna, en un acto reflejo que me sorprende, tapa la foto con un cojín del sofá. Cojo mi móvil y sigo a Lauren, culito perfecto sin mácula de grasa, piernas fínísimas, hasta el coche.
***
De camino a Cenzo´s, Lauren hojea mi book, abierto en su rgazo y va dando su opinión.
--¿Qué pretendias mostrándoselo a Donna? ¿Acaso quieres crearle un trauma?-- me pregunta sin dejar de hojear, pero yo no respondo.
--Eh!!--dice de pronto-- aquí falta una foto, ¿dónde está?
--¿Cómo?
--Sí, aquí...falta una, es el único espacio en blanco que hay.
--No, no falta ninguna, yo mismo lo he comprobado en la agencia--le miento.
--¿Estás seguro? Te digo que falta una-- dice más decepcionada que moleta por no ver todas las fotos de su chico existentes en este planeta.
--Espera un momento --le digo tras una larga pausa, pensativo-- sólo me he separado de él cuándo me llamaron al móvil en tu casa...--vuelvo a mentir-- y Donna se quedó a solas con el book.
--No!? ¿En serio? ¿Lo ves?, ya te lo dije, la has traumatizado-- dice Lauren, mirándome. Yo también la miro, deteniéndome en un semáforo.
--Cariño, estás guapísima--le digo sonriendo, queriendo añadir "y deseo comerte tu depilado coñito rubio hasta que te corras en mi fotogénico rostro".
--Tú sí que estás cañón total--me responde ella, sin dejar de sonreir, cerrando mi book.
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[¿Por qué miente Leo, y por qué se ha comportado así con Donna? ¿Qué siente ésta realmente por Leo? ¿Qué pasará por su mente y por su cuerpo después de esta experiencia con él?]