Nunca me imaginé vivirlo, más aun en el casamiento de mi hermano, donde la hembra de su mujer se sacó las ganas conmigo, justo después de haberse puesto el anillo, en la misma fiesta, ambos hicimos nuestras fiesta entre su culo y mi verga.
La esposa de mi hermano me llevo de la mano a un cuarto que había en el salón de fiesta, mientras el cornudo y la gente bailaban alegremente sin saber el polvo enfermo que nos íbamos a echar.
Ella bien puta jamás se sacó el vestido ligero de novia, en portaligas y tacones finos blancos, comenzó a cabalgarme amasándose las tetas, haciendo de mi verga un delirio, gimiendo y gozando como una puta, mis manos tocaban su culazo, ella saltaba y saltaba, el polvo había comenzado duro.
En el piso bien abierta tomándose los tacones, me pidió a los gritos que le clave mi pija dura, yo la clave lo más profundo que pude, me puso su tanga blanca fina en la boca para que la mordamos entre los dos mirándonos a los ojos, penetrando mi verga dura en su panocha profunda, le amasaba las tetas, ella me acariciaba los brazos de tanto placer que sentía.
A los gritos y con su corona de novia, se puso de rodillas pidiendo mi leche, con sus manos la pajeaba como una experta, sabía bien que iba a explotar como nunca, sabía que la calentura era demasiada, y así lo fue, exploto sobre su cara bien manchada, y aún más sobre el pastel de casados, el cual sería comido con ansias por los comensales.