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Hace algunos meses cambié de domicilio en la misma ciudad y solicite a mi compañía telefónica que me trasladaran la línea para conservar mi número de teléfono.
Una tarde estaba en mi casa viendo unas revistas porno y llamaron a la puerta, era el técnico que venia a ponerme el teléfono. Yo ya me había adelantado y tenía el ordenador preparado para que me conectaran inmediatamente a Internet. Cuando José Vicente, que así se llama el joven profesional, entró en la habitación vio sobre la cama la revista que yo había estado ojeando, pero siguió de largo sin apenas prestar atención a la misma.
Yo le dije que tenía que recoger un poco la cocina y que si "quería que le echara una mano", no dudara en llamarme. Después de unos minutos volví a la habitación para ofrecerle una cerveza, era pleno mes de agosto, y vi como estaba agachado sobre la revista pasando las hojas. Retrocedí unos pasos y le ofrecí la cerveza desde el pasillo y me dijo que si,
Después de unos minutos de conversación y de un par de cervezas, ya estaba todo listo, mi teléfono funcionada perfectamente y le pedí que esperara un momento mientras mira si Internet funciona bien, Tras iniciar el ordenador, cliqué sobre el icono de Internet y cual fue mi sorpresa cuando apareció una página gay, no recordaba que la tuviera como página de inicio. José Vicente se sonrió y me pregunto algunas cuestiones sobre la red, le indiqué como funcionaba y entre en algunas secciones de fotografía al cabo de un momento vi como su bulto comenzaba a crecer. Yo me levante de la silla muy nervioso, ya que el paquete casi me quedaba a la altura de mi boca y me fui a una mesa a buscar tabaco.
Cuando regresé me dijo que se marchaba que tenía que resolver algunas cuestiones, me dio la mano y las gracias, le pregunté que porque me las daba y me dijo que por ponerlo caliente, "para cuando llegue a casa follarme bien a mi mujer". Esa frase me puso a mil por hora, no sabía que decirle y lo invité a un café, al principio se mostró reticente pero al final accedió. Mientras me dirigía a la cocina me pidió permiso para ir al cuarto de baño. Una vez que puse la cafetera me dirigí a la habitación a por otro cigarrillo y al pasar por el baño la puerta estaba entreabierta, no puede resistir mis instintos y miré. José Vicente estaba allí de pie delante del WC. SE había bajado los pantalones y los calzoncillos. La verdad es que la idea de follarme a un hombre casado me excitaba mucho. José es un chico moreno, de ojos verdes de unos 30 años de edad, no es muy guapo pero si muy varonil con algo de pelo en el pecho y como pude comprobar en ese momento en las piernas.
Abrí la puerta del cuarto de baño un poco más y pude comprobar como tocaba con la punta de sus dedos su glande y con la otra sus testículos, aquello me excitó más aún y con mucho cuidado me puse a su lado, simplemente contemplándolo:
-Ya te he dicho que me he puesto cachondo con las fotografías de la página web.
-¿Te han gustado?, le pregunté
-Si, y a ti ¿te gusta esto? – me hizo la pregunta mirando con una leve sonrisa y mirando hacia su pene que ya estaba erecto.
Yo no le respondí me limite a cogerlo entre mis manos y acariciarlo. Me dijo que nunca había estado con otro hombre y que no le gustaba el tema de besos y esas cosas, por supuesto no puse ninguna objeción a no besarlo. Después de un par de minutos de continuos masajes sobre su polla, nos deshicimos de nuestras ropas y nos metimos en la bañera. Si de algo puedo presumir de las cosas que he comprado para mi casa es de la bañera, una hermosa bañera de hidromasaje redonda y azul.
Después de llenarla y aplicar bastante espuma, se sentó en uno de los bordes y me arrodillé delante de él y comencé a chuparle su enorme pene, que quería expulsar irremediablemente el líquido blanco al exterior. Era hermoso, sin duda uno de los penes más grandes que he tenido en mi boca, con su mano derecha empujaba mi cabeza hacia él para que me lo introdujera todo en la boca, podía sentir como mis labios tocaban su pubis y sus testículos mientras yo me masturbaba con una fuerza inusitada en mí. De repente le levanto y me puso de pie, me giró y con un poco de gel en sus dedos me los introdujo en el ano. Mis vellos se pusieron de punta y un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, José Vicente era un chico experimentado y sabía como tenía que hacerlo para que pudiera llegar al orgasmo sin apenas tocar mi miembro viril.
Después de unos segundos consiguió que mi ano se dilatara lo suficiente como para dejar entrar hasta lo más profundo de mí ser aquella verga llena de venas coronada por un glande que se me antojaba como un diamante sobre la vara de mando de un rey. Me introdujo su falo muy despacio sentía como entraba cada centímetro en mi interior y como me retorcía de placer, un placer que no había sentido en mi vida. Pensé que me volvería loco de satisfacción, no daba crédito a lo que me estaba ocurriendo, cuando ya la tuve dentro comencé a levantarme muy despacio y bajar de la misma manera, cuando comprobé que ya estaba perfectamente relajado aumenté la velocidad de mis movimientos hasta que casi eyacula dentro de mi, pero no se lo permití, esta situación tenía que prolongarse.
Pare las abatidas e introduje mi dedo índice en mi ano junto con su polla. Él no dejaba de mordisquearme el cuello y pasar su lengua por mis orejas lo que contribuía a aumentar mi placer. Saqué su pene de mi ano y me arrodillé de nuevo delante de él. Levante sus piernas y comencé a lamerle su ano. Su pene palpitaba de placer y su glande estaba a punto de reventar tras haber logrado su máximo esplendor.
Me mojé un dedo con gel y se lo introduje en su ano mientras succionaba de nuevo su pene y con la otra mano pellizcaba levemente sus pezones. En ese instante ya no pudo resistir el empuje y el dolor en sus testículos y lanzó sobre mi cara una gran cantidad de semen que me dejó la cara blanca. Se puso de pie y pasó su lengua por sus jugos testiculares y a continuación me los introdujo en la boca. Si su pene había estallado el mío no iba a ser menos comenzó a masturbarme con mucha fuerza y cuando comprobó que estaba a punto de eyacular se arrodilló delante de mi comenzando a chupar mi pene. Noté que no estaba acostumbrado a realizar aquellos ejercicios con su boca, pero el echo de estar con un hombre casado, virgen con otros hombres y después de decirme que no quería besos y ver como ahora chupaba sin cesar mi pene, provocó que eyaculara sobre su pene. Después de unos instantes de tranquilidad nos duchamos y nos vestimos.
Nos despedimos en la puerta con una sonrisa y yo me fui a la cama para comenzar una sesión de autoplacer debido a que aún continuaba ardiendo aunque hacía unos minutos me había dejado plenamente satisfecho.
Tres días más tarde tocaron en mi puerta, eran las 9 de la noche. Al abrir me encontré con José Vicente. Venía para tomar el café que no se había tomado aquel día y para revisarme la línea de teléfono. Desde entonces no falta a su cita cada lunes, miércoles y viernes. Al fin y al cabo es un profesional de las comunicaciones y la clientela tiene que estar satisfecha con sus "servicios".
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