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Categoría: Confesiones

A mi chica se la coge un demonio

La conocí en una fiesta de amigos. Linda como la primavera, inocente como una flor, con sus cabellos castaños muy claros en forma de bucles y sus hermosos y profundos ojos verdes, como luces de neón de esas que atraen a las moscas para luego electrocutarlas. Sus tiernas facciones de niña-mujer contrastaban fuertemente con sus tetas y culo de mujer sexual. Ella era una buena amiga, alguien en quien confiar, hija de familia de una familia muy tradicional y unida de las afueras de Guanajuato de esas conocidas como muy mochas por sus fuertes vínculos con la religión católica. Buena amiga, buena estudiante del primer semestre de su carrera universitaria, buena hija de familia, la consentida de abuelos, padres, tíos y primos. Una lotería de chica para el afortunado a hurgar sus carnes y lamer su sexo. Baste decir que después de un año de amistad nos hicimos novios y dicho y hecho, de un día para otro me saque la lotería y a partir del primer beso empezamos a intercambiar fluidos 3, 4 y hasta 5 veces al día. Nos veíamos en mi lugar y allí llegaba ella día tras día y en menos de dos minutos ya yacíamos copulando por todo el lugar con las ventanas totalmente abiertas para poder ser vistos por extraños. Y así sucedió mes tras mes, lapso en que recorrí y volví a recorrer todos sus agujeros de manera enfermiza haciéndola gozar lo que bien se tenía merecido. Y todo iba a plenitud, día a día vivía y disfrutaba de la amistad de esta chica, la clase de chica con la que puedes ir a jugar billar y tomar cerveza con amigos sin que se corte por ser la única mujer. Los días más felices de mi vida en compañía de una chica bendecida por los dioses del olimpo. El amor era tal que de que empezamos de novios cambió su popularidad en los pasillos de la universidad por la tiesura de mi falo erecto, su vida familiar de hija modelo hermana preferida por mi semen caliente, y su cara de ángel por el culo que me obligaba a satisfacer.

Hasta que un día, de repente, todo dio un giro de 180 grados. Andrea, de un día para otro, se tornó ermitaña, malhumorada, solitaria y fría en la cama. Después de varios días sin cambio llegué a pensar que tanta verga quizás le estaba sentando mal por lo que preferí parar un tiempo y dejarla descansar. Ya había yo experimentado en el pasado la historia de una ex a la que había mandado al hospital por cogerla con tanta furia, pero no, pasaron dos semanas y Andrea, quien ya vivía conmigo para entonces, no daba muestras de mejoría y seguía postrada en cama casi todo el día con enormes ojeras grises que habían aparecido donde hacia poco había chapas rojas llenas de vida. Sus rizos castaños perdieron su brillo y sus hermosos ojos verdes antaño luciérnagas de la noche se opacaron y hundieron. En el terreno sexual, su vientre ya no respondía a mis embestidas y aunque la llamara 'Eres una Puta' en la cama ya no se prendía como antes.

Una noche regresando del trabajo a casa vi desde la cochera la luz de nuestra habitación prendida. Se me hizo extraño, Andrea siempre está a oscuras a esta hora, aunque me espere despierta para poseerla cuando regreso de mis aventuras nocturnas con otras, ella lo entiende y me espera pacientemente en la oscuridad de la noche. Que la luz esté prendida a esta hora llamó definitivamente mi atención. Metí el coche en el garaje con el motor apagado para que no me escuchara llegar, entre a casa por la puerta de la cocina y subí las escaleras en total quietismo. Para no hacerme sentir por ningún motivo solo daba un paso y me detenía 5 minutos antes de dar el siguiente. Mi respiración, aunque agitada, se mantenía silenciosa, sólo mi corazón podía delatar mi presencia ante los agudos sentidos de mi Andrea quien en no pocas ocasiones incluso podía leer mi mente sin necesidad de abrir mi boca. Cuando llegue al segundo piso efectivamente, la luz de mi cuarto yacía encendida y la puerta cerrada y extraños susurros salían de mi habitación. Los susurros eran inestables y altibajos en su intensidad. Algo estaba sucediendo en mi habitación y ese algo me tenía paralizado. Como intuyendo lo que se me avecinaba opte por girar la manivela de mi puerta sin hacer ningún movimiento y abrí la puerta milímetro a milímetro para ahogar cualquier ruido que me delatara. Cuando hube abierto la puerta lo suficiente, esto fue lo que vi:

Un ser alado de espaldas a mi con grandes alas como de murciélago plegadas al torso se agitaban convulsamente, su piel, babosa como de reptil exhumaba fétidos aromas, todo su ser, muslos, abdomen y bíceps eran los de una criatura de fuerza inconmensurable, músculos de forma humanoide pero claramente no humanos. Cuando la criatura percibió mi presencia volteó hacia mi y pude ver que de su asquerosa cara, o lo que sea que fuese eso, salían dos cuernos curvos que salían de sus sienes y casi se juntaban por sobre su cabeza formando casi un corazón. De su boca salían rugidos parecido a los de un cerdo mientras que una lengua de unos 20 centímetros de largo se meneaba asquerosamente exhalando espesas gotas de una sustancia verdoide pegajosa la cual estaba llena de moscas. Los ojos rojos de la criatura se posaron en mi sin ningún tipo de amenaza o peligro, lo cual interpreté como un signo benévolo de la criatura hacia mi. Fue en ese momento que ya sabiéndome a salvo de esa criatura salida de los infiernos pude percatarme que el cuerpo de Andrea yacía debajo de ese ser. Con las piernas abiertas de par en par y abrazando con ellas al demonio por la espalda, Andrea culeaba lascivamente el miembro de la bestia mientras sus dos pezones eran babeados al mismo tiempo por la lengua del demonio. Del enorme miembro languideante de la bestia se agitaba una rémora más pequeña pero mucho más juguetona por el ano de mi amada. Andrea estaba gozando un falo demoniacamente grande por delante y una rémora juguetona por detrás. La escena era dantesca, ver a mi novia copulando con esa cosa con una cara marcada por la lascivia y el vicio prendió mis sentidos y me ocasionó una erección que reventó la tela de mi pantalón de payaso. Con los sentidos alterados y la mirada en rojo desenfunde mi aparato y copulé a mi amada por el ano juntando mi falo con la rémora en el interior de mi chica. Embrujado por la pasión la bestia, Andrea y yo nos fundimos en un beso magistral que segregaba pus y saliva. Andrea se fundió a nosotros en un gran abrazó que colocó sus inflamados pezones de chupón frente a nuestras bocas para que bebiéramos de ellos mientras tiernamente nos decía 'Mis Amores'.

El animal se incorporó sacando su imponente estaca del coño de Andrea mientras su rémora seguía bombeando mecánicamente su ano causándole intensos espasmos corporales y lamentos de placer. La bestia volteó al techo con la mirada en blanco y de su musculoso falo salió un torrente de esperma que dejó el techo y las paredes encharcadas de mecos con olor a lejía. Inmediatamente después el demonio se incorporó se sacudió las ultimas gotas de esperma del falo y salió volando por la ventana rumbo a su infierno.

Desde esa noche Andrea volvió a ser la misma de siempre. Decía que la hacía muy feliz que yo ya supiera su secreto y que estuviera de acuerdo en compartirla con su demonio, que ahora ya no había secretos entre nosotros y que los tres seríamos eternamente felices.

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