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Tras la impresionante cogida que le dio el viejo mecánico a mi mujer, esta me tuvo tres días sin meterla pues decía lo tenía muy escocido y solo me permitió comérselo y ponerle cremita para que le quitara la rojez que le había dejado aquel pedazo de rabo venoso que tanto la hizo gozar.
Al cuarto día como si supiera estaba ya recuperada, recibimos su llamada diciendo si nos apetecía otro encuentro que tenía los depósitos llenos y necesitaba una buena hembra para vaciarlos.
No nos pudimos negar pues nos apetecía mucho y más a mi mujer que pareció gotearle su sexo nada más pensar en lo que le esperaba.
Dijo que en media hora estaba por casa y mi mujer se dispuso a asearse y ponerse sexy para la ocasión con un tanga rojo y unas trasparencias negras que la hacían estar más que sexy.
No me pude resistir y comencé antes que el llegara, si bien no le quite el conjunto si la estuve calentando y dándole rabo a chupar, sonando el timbre en ese momento y sin ningún tapujo salí a abrirle la puerta.
Me vio empalmado y desnudo y dijo, parece comenzaron sin mí, aunque yo le dije que lo que estaba era precalentándola para él, diciendo este que le parecía bien la idea pues le iba a dar candela hoy con las ganas y lo duro que venía.
Entro al dormitorio quitándose la camisa y al ver a mi mujer con el conjunto sexy casi se tira a la cama de un salto, pero prefirió quitarse la ropa despacio y provocativamente para encenderla, diciéndole mira lo que te tengo preparado y como vengo esta tarde, a la vez que se bajaba los calzoncillos anchos y blancos para descubrir su enorme vega gorda y venosa que cayo medio desplomada y semirrígida entre sus piernas con un balance que casi me tiro a por ella.
Movió la cadera sensualmente y mi mujer no quitaba ojo de aquel rabo esperando pasara a la cama para comérselo y agarrárselo.
Pero el la giro y la volteo, agarrándola por atrás rozando su polla y huevos por su trasero mientras suavemente metía la mano por el tanga para testar su mojado conejo y sacarle los primero suspiros.
Le metió los dedos mientras la besaba por la nuca y sacándolos me los dio a chupar para que viera lo mojada que estaba, le chupe los dedos con sabor a conejo mientras me decía, me la tienes caliente y preparada, sabes que hoy le tengo una sorpresa y es que hoy también se la voy a meter por atrás.
Intento zafarse de un ligero movimiento mi mujer asustándose tras ese comentario, pues le dijo, no por ahí tu no que la tienes enorme y gruesa y me lo revientas, calmándola el rápidamente mientras la sujetaba fuertemente para que no se le escapara, diciéndole tranquila que lo sé hacer bien y primero te vamos a dilatar en condiciones.
Le quito el conjunto con delicadeza mientras mi mujer buscaba con su mano agarrarle ya su rabo y sus enormes peludas pelotas, mientras yo le ofrecía en la boca mi rabo duro como una barra de hierro.
Se giró de rodillas llevando también el suyo junto al mío, y aunque aún no lo tenía empalmado del todo si estaba ya casi duro y poniéndole la punta junto a la mía dijo, lubrifícalas que se te gustan los dos rabos.
Me doblaba en tamaño y grosor descaradamente pues mi mujer se metía el mío fácil en la boca mientras el otro apenas si podía la cabeza y poco más, pero se notaba le encantaba pues cuando se lo agarraba lo cogía por el tronco y se lo llevaba con ansia a la boca mientras el rechinaba de placer.
Se sentó pegando su espalada en el cabezal de la cama con las piernas abiertas y digirió a mi mujer de rodillas como estaba a que se la mamara, devorando esta sus pelotas así como acariciando su pectoral peludo mientras comía rabo por todos lados.
Me indico con un gesto me pusiera por detrás de ella y agachándome comencé a comerle el conejo sacándole a mi mujer el primer orgasmo de la tarde mientras el con una mano estaba acariciándole el trasero y con especial hincapié en su agujerito al que con disimulo iba perforando con uno de sus dedos.
Disfrutaba mi mujer pues con la otra mano le sobaba los pechos mientras ya me dispuse a jugar con mi rabo en la puerta de su conejito mientras el pajeaba su trasero con el dedo metiéndolo y sacándolo para dilatarlo poco a poco.
Se la clavaba y la sacaba para restregárselo por los labios de su conejo, excitándola hasta el punto que me pedía se la dejara dentro, si bien él ahora me indico que me esperara pues se deslizo entre sus piernas hasta poner su enorme y grueso y lubrificado rabo por debajo del conejo de mi mujer, haciendo que esta se lo fuese metiendo poco a poco dejándose caer sobre su cuerpo mientras el con una mano lo abrazaba y con la otra aun jugando en el trasero, me indico que al sacarlo se la metiera por ahí yo.
Mi mujer quedo anestesiada al ser perforada por su enorme y grueso pollon y me pareció que le llego otro orgasmo aunque algo más flojo, pues sus gestos y gemidos la delataron.
Saco su dedo mientras ahora la sujetaba indicándome la metiera por allí, por lo que me puse sobre ella haciéndole un sándwiches y se la clave lentamente hasta la base de mis huevos.
Fue a gritar pero sabiamente la beso y con su lengua le comió la boca sin dejarla articular palabra mientras los dos la penetrábamos.
Se oían su gemidos entre el morreo que le estaba dando, comenzando a disfrutar como una fiera en celo, mientras yo descargaba fuertes montas a la vez se la clavaba hasta el fondo tumbada sobre el enorme y grueso rabo de aquel experto viejo mecanico.
Estaba tras varios largos minutos a punto de explotar si bien cuando fui a sacarla, me dijo el me corriera dentro y por la puerta de su agujerito, temiendo mi mujer que mi leche iba a servir de lubrificante de su trasero.
Pero ya no tenía escapatoria pues aquel viejo llevaba la situación como el macho domínate, marcando las pautas de aquel rico polvo.
Me corrí copiosamente dentro y por fuera de su trasero quedando casi sin fuerzas por tan buen polvo, mientras el arduamente se desclavo y girándose me puso sobre la almohada con mi polla ya medio flácida para que ella ahora de rodillas flexionadas hacia adelante me la comiera mientras se posiciono detrás y con leves restregones impregnando su cabezón en mi leche derramada fue metiéndolo lentamente.
Intento mi mujer resistirse, ya sabía que no tenía otro camino que ser penetrada, y aprovechando la dilatación y lubrificación de mi polla la fue metiendo lentamente hasta que esta quedo ensartada casi en su totalidad.
Mi mujer estaba con los ojos en blanco y la boca abierta medio atolondrada de placer o dolor, pues no articulaba palabra hasta que poco a poco fue moviéndose él y dilatándolo más para que su rabo entrara y saliera con más normalidad.
La vista que tenía era de lujo pues veía en primer plano aquel viejo macho montándola con su enorme espoleta sujetándola por las caderas mientras las suyas iban de delante a tras lentamente con cada penetración.
Ahora mi mujer gozaba como una gata en celo pues devoraba mi morcillón rabo y huevos hasta el punto que temí por mi integridad, llegando a ponérmelo casi duro otra vez mientras el aceleraba por momentos en las penetraciones empujándola hacia mí y haciéndola gritar como una descosida.
El orgasmo que le llego casi despierta a toda la comunidad pues los gritos los tuve que apaciguar metiéndole mi polla que por cierto casi la muerde y me la arranca de un bocado, mientras el ahora como un poseso y gimiendo como un animal el celo se corrió dentro de ella tras una serie de golpes duros de cadera que hizo peligrar la cama.
Quedo uno minuto con ella ensartada mientras recuperaba fuelle, con mi mujer extenuada pero repleta de leche y placer, disponiéndose a sacarla lentamente, viendo como se le habia quedado medio dormida, aunque el tamaño aun asustaba.
Fue al aseo a lavarse regresando en un minuto con rabo limpio y lustroso y tras meterse en la cama en medio de nosotros nos invitó a comérselo.
Nos dijo que le motivaba mucho ver a una pareja como nosotros comerle la polla juntos, pues espera que se la levantáramos pronto para volver a pegarle otro polvazo.
Pensé lo decía para quedar bien pero mi mujer se agacho deseosa de volver a comer aquel trozo enorme y venoso que lucía lustroso entre sus piernas y sobre las sabanas con un tamaño insultante.
Mientras me toque mi polla le acaricie también aquellos huevos y comencé también a chupársela junto a mi mujer cuando esta me dejaba, y lo cierto es que me gustaba aunque apenas podía metérmela en la boca.
Tras varios minutos en los que él nos aguantaba la cabeza cuando se la comíamos , se le puso dura otra vez, invitando a mi mujer a ensartarse en ella sentada sobre aquel enorme rabo que entro no sin dificultad por su caliente y jugosos chochito.
El apoyado sobre el respaldo de la cama tenia frente a su pecho a mi mujer cabalgando, por lo que ni corto ni perezoso me metí de pies en medio de ellos ofreciéndole el rabo a mi mujer si bien le di el trasero a él, por lo que este me viro y me dijo, a mí me das también el frente y deja tu mujer te coma el culo.
Sin cortarse un pelo comenzó a chuparme la polla sabiamente mientras mi mujer me mordió las nalgas y comenzó a jugar con mi trasero acabando chupando también este mientras gemía subiendo y bajando sobre aquella estaca en la que estaba clavada.
Me puse como una moto con esa postura y la sabia comida que me estaba dando y con las atenciones de mi mujer por atrás que ahora jugaba con los dedos y lengua entre suspiros y gemidos llegándole un orgasmo bestial, que la hizo parar un momento en mis atenciones, avisando el que si me corría se lo dijera para sacarla.
No podía aguantar más con tanta excitación y le dije que me corría, sacándola y tras ponerla sobre su cuello dejo mi leche se derramara en el bajando hacia su pectoral peludo.
Me corri copiosamente con mi leche espesa y blanquecina retirándome rápidamente pues mis piernas flojearon y me tuve que sentar junto a ellos mientras mi mujer ahora cabalgando como una fiera y gritando de placer como una loba en celo comenzó a besar su pecho impregnado en mi leche para lamerla y comerle los pezones rodeados de espeso pelo blanco.
Lo puso acelerado pues ahora agarro la cadera de la hembra que lo cabalgaba que no era otra que mi mujer, para forzar las embestidas comenzando a soltar su espesa leche en el coño de mi esposa, entre rechinos de dientes y gemidos de macho bramando de placer.
Fue un polvazo inolvidable quedando los tres en un silencio sepulcral durando varios minutos, hasta que la beso dulcemente diciéndole que le parecía un sueño todo lo que le estaba sucediendo.
Me dijo en tono irónico que la cuidara, pues como me descuidara se la iba a quedar y llevársela a casa para follarla a diario que era una hembra que necesitaba macho.
Mi mujer le dijo también en tono irónico tocándose el sexo que cuando quisiera lo tenía disponible para el que no hacía falta se la llevase a su casa que viniera a follarla cada vez tuviese ganas que no había sentido antes tanto placer como le daba aquel grueso rabo.
Resoplo mirándome y diciéndome que anduviese fino que ya tenía carta libre en aquel coño que a partir de ese momento iba a atender sin miramientos, agarrando a mi mujer por las piernas y tras abrirlas se lo comió con los restos que por aquel agujero salían, invitándome a los pocos minutos a continuar con el mientras volvió a ofrecerle su relajada polla para que mi mujer la saboreara.
Le saque otro orgasmos a mi mujer con sabor a leche y jugos si bien a él ya no se puso dura, aunque mi mujer comía con ahínco y descaro, retirándola ya el, tras un rato viendo no empalmaba más.
Pidió ducharse acompañándolo mi mujer en la ducha mientras yo me asee en el bidel, viendo a través de las cristalera como se enjabonaban ambos, llegando casi a ponérseme otra vez dura, aunque cabeceaba ya del duro trabajo y las dos corridas anteriores.
Salió el de la ducha y mi mujer me invito a que yo entrara enjabonándome también mientras él nos miraba mientras se secaba, tocándose e insinuando con su rabo relajado pero enorme y grueso.
Acabo esa tarde noche la fiesta, si bien antes de irse tras vestirse emplazo a venir al próximo día aunque yo no estuviera pues quería coño para comer y follar hasta saciarse y agotar a mi esposa.
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