Padezco de vaginafobia en que desde a tempranas vivencias que tanto me inundan igualmente las tengo muy arraigadas en mi interior sexual no puedo resistirme, evitarme, contenerme, controlarme, ni siquiera negarme, ni tampoco detenerme en absoluto lo único que me calma y tranquiliza es zacearmelas metiendome con ellas hasta satisfacerme definitivamente hoy día.

Cuándo veo y tengo a una mujer ante mis ojos desnuda o vestida con las piernas plenamente abiertas invitandome a que entre y se los haga no lo dudo ni chisteo escuchandolas jadearse cómo gemirse con todas las tremendas, soberanadas, merecidas, mentadas ganas, deseos, delicias, deleites, impetus, atrevimientos, etcétera.

En que lo palpo y siento cómo una cosa sabrosisima, riquisima, buenisima, apetitosisima, suculentisima, exquistisima, espectaculairisima, fresquisisima, asimismo escenificadisima, y por supuesto atraidisima, hasta cautivadisima, provocadisima finalmente seducidisima solo para mí zaceando mis apetitos pervertidos, sexuales, fantaseosos, ardientes, calientes, enajenados, lujurioso, etcétera.

Sorprendiendo y empujones cómo forcejeos termino cumpliendolas y complaciendomelas con mís amigas que al principio se niegan, detienen, oponen, irrespeto, moletos, enfurezco, pero las domino haciendo todo lo que quiero con ellas contra su voluntad al doblegarlas y someterlas con mucho cariño por mí en que las obligo hacerles infieles a sus esposos y novios hoy día pero no contamos nada ni nos descubrimos para nada y mcuho más. Soy gustoso de hacer todos los días la vaginafobia con ellas hasta prostitutas colombianas y con cualquier otra mujer en mi andar hasta caminar diario por las calles de está ciudad.