Yo trabajo en unas oficinas que están a una hora de mi casa, todos los días tomo taxi, de los que se parquean en un estacionamiento cerca de donde trabajo, casi siempre se encontraba disponible uno de los taxistas, muy guapo por cierto, siempre que podía le pedía que me llevara y nos hicimos buenos amigos, hasta que un día me invitó a una cerveza en un bar cerca de las oficinas cuando íbamos camino a mi casa, yo no podía dejar de verlo, sabía que él era casado, pero su esposa se encontraba en cuarentena debido a que acababa de tener una bebé, en mis adentros pensé que era una oportunidad para seducirlo, así que traté de portarme muy coqueta con el para que notará mis deseos, tardamos un aproximado de una hora hablando cuando por fin toque su mano y poco a poco lo traje hacia mi para abrazarlo, nos abrazamos y le bese su cuello y me dio unos besos que jamás olvidaré, me pidió que fuéramos a un lugar más solo y le dije que estaba bien, fuimos a un autohotel y le quite su camisa, vi un gran tatuaje que tenía a un costado, nos desvestimos e inmediatamente baje para tocarle su hermoso pene, besarlo y chuparlo como mejor sabia, me agarro fuerte el pelo y me hacía que me lo tragara todo, luego me recostó y me lo metió de un solo, yo estaba algo apretada porque tenía algún tiempo de no tener relaciones, eso le encantó y me la metía con furia, me decía lo mucho que yo le gustaba y me mordía mis pechos, estábamos haciéndolo tan rico que se me antojo por atrás y le dije, el se quedó viéndome como extrañado pero no dudo en hacerlo, me coloco de perrito y me la metió hasta el fondo por atrás, todo estaba tan rico que quería repetir todo de nuevo, nos besamos y estuvimos abrazados, luego me dijo que era tiempo de llevarme, me llevó a mi casa y se despidió con un tierno beso, espero sigamos haciéndolo tan rico como ese día, desearía que esa cuarentena de la esposa se volviera eterna para que me coja igual a diario à mi y solo à mi.