Me deseas. Engañarás a todos pero nunca a mí. Ni a ti. Por muchas excusas que inventes. Por muchas puertas que cierres. Por muchas huidas a ninguna parte. No puedes escapar. Das vueltas en círculos como un animal enjaulado. Muerdes tu pata, pero el cepo aprisiona hasta el hueso. El anzuelo está clavado en el fondo de tus branquias. Te asfixias, agónico, solo yo puedo devolverte el aire. Lo sabes. Sé que lo sabes. Y yo también. Tu cuerpo le habla al mío aunque tu garganta calle. Deja que grite la orden. Obedeceré. Arráncame la ropa y los prejuicios. Clava los colmillos y saborea la sangre. Márcame la espalda con tus uñas aceradas. Azótame con la palma hasta arrancarme una súplica. Arrodíllate. Separa mis piernas y muerde mis muslos. Tironea del vello que adorna mi pubis. Juega con los labios hasta que tus dedos brillen. Hasta que mi vulva sea un pez escurridizo. Hasta que te apremie el hambre. Naufraga en la isla que emerge en el centro. Lame, despacio, cada recoveco. Penetra con la lengua hasta el fondo de mi sexo. Chupa mi sal. No pares aunque las piernas me tiemblen. No pares hasta que me haya corrido. No pares hasta que me dé la vuelta. Entonces, fóllame.