Después de ese reconocimiento a un hecho concreto, sigue explicando.
-Mi hermana se empeña en meterme la lengua en la boca. Estoy tan trastornada que la dejo hacer y acabo por participar en el beso húmedo. Embebida en la voluptuosidad que me envuelve no reparo en el hecho de que mi besadora dejó de hacerlo y que se ha sentado en el respaldo del sofá con las piernas separadas. Con mimo y, no obstante, con firmeza, sus manos enmarcan mi rostro y lo encaminan a la confluencia de sus muslos. La primera impresión que percibo es un olor penetrante que hiere mi pituitaria, idéntico al que en ocasiones expele ese mismo sitio de mi persona, que no obstante causar desagrado al olfato, estimula apetencias ocultas e indefinidas. Movida por la presión de sus manos siento mi boca recalar sobre unos labios gordezuelos y pulsátiles circundados por rubios ricitos que cosquillean las mejillas.
"Tal vez me mueva el mimetismo de otra lengua que labora en las partes ocultas de mi persona, lo que induce a copiar, sobre esa carnosa boca que se abre complaciente, la labor de zapa a que con verdadero deleite se entrega mi lengua bravía. Inmersa en la profundidad del aljibe, no deja de percibir en sus papilas el flujo embriagador que emana de sus paredes de raso y seda, y que absorbo con placer.
"El ardor de mi hermana, que lo demuestra en la forma tan violenta con que oprime mi cara contra sus partes secretas, me permite discernir el grado de placer que le aporta la caricia que le dispenso.
"Mi exigua edad no me facultaba para discernir las sensaciones que percibía, pero ello no era óbice para que advirtiera la finura exquisita de las tiernas mucosas que estaba lamiendo y el sabor, entreverado entre lo dulce y lo salobre, que percibía en los corpúsculos gustativos situados en la capa epitelial de esa lengua empeñada en una batalla sin cuartel.
"A tal punto se apodera de mí el vértigo de esta pasión incontrolada, que perdiendo toda cordura buceo con ahínco y brío por ese proceloso reducto de pasiones, hasta que mi adminiculo lingual se halla inmerso en un piélago de secreciones que lo anegan por doquier. Y es, en ese mismo instante, que mi receptáculo inferior, inflamado por la caricia de mi hermano, estalla en un orgasmo exultante, que coincidente con el de mi hermana, nos convulsiona en un estertor que se expande hasta el infinito, y acaba en grito liberador.
"Mi hermano nos contó, ¡burlón!, que las dos chillamos en el mismo instante. Yo nada oí ni de nada me percaté, inmersa como entonces me encontraba en un mar inefable de sensaciones inéditas para mí.
Desde la rue Forbin continuamos por la Aveni Pelletan. Confieso que me entra temor de acercarnos al hotel. Sentiría se truncase el hechizo de esta atmósfera de intimidad que crea la sincera confesión que hace Paquita de hechos que, en estricta puridad, bien cabría calificar de pornográficos. Aunque bien mirado, si pornográfico es lo obsceno, ¿hasta qué punto cabe tildar de impuros actos eróticos espontáneos que por imperio de la propia naturaleza se encaminan a la consecución de un deseo congénito a todo ser viviente, como es el cumplimiento del fin sexual?
Recuerdo haber publicado en el periódico unas reflexiones sobre la confusión creada en los medios de comunicación sobre las voces erotismo y pornografía: "En pornografía los actos son impuros inspirados en lascivia, procacidad, insaciable sed de placer que, paradójicamente, puede conducir al estrago y al crimen. Por el contrario, lo erótico incide en amor, sentimiento que entraña pureza en las apetencias, deseo de agradar, manifestación altruista de entrega y complacencia mutua. Por tanto, resulta inconcuso afirmar que pornografía y erotismo son conceptos antagónicos."
Ajena por completo a mis elucubraciones filosóficas, Paquita las rompe al reemprender la narración.
-Al retornar la conciencia del letargo en que la sumió el exceso de placer, descubro a mi hermano completamente tendido boca arriba en el suelo. Sobre su parte media del cuerpo ella está sentada, y practicando lo que resulta para mí una gimnasia incomprensible, sube y baja el torso uniformemente. Mi curiosidad se encamina a descubrir si los golpes que prodiga mi hermana sobre aquella delicada pieza que adquirió en mi boca virtudes de manantial, son motivo de martirio para mi hermano. Mi sorpresa no tiene límite al agacharme y contemplar horrorizada que todo aquel surtidor se esconde entre prietas carnes que lo engullen. Para un mejor conocimiento de este misterio me prosterno en el suelo y acerco cuanto puedo a ese lugar en donde carnes hermanas se acosan y fusionan sin piedad. Ellos, al adivinar mis intenciones, en lugar de mostrarse contritos se sonríen socarrones. Siento una mano que sujeta mi tobillo y con fuerza me obliga a cabalgar sobre la cara de él dando frente a mi hermana Y como si los dos se hubieran puesto de acuerdo noto la lengua de cada uno abrirse camino en los puntos que hallan más cercano.
"De inmediato siento el clímax paralizar todo mi ser. Pero esta vez el orgasmo es más cerebral que físico. Probablemente inspirado en presenciar la violencia de una penetración que para mí era desconocida hasta ese momento.
"Con infatigable esmero y celo los tres no cejamos de librar en los rincones más lúbricos de cada uno las más ardientes caricias. Los dientes clavados en la pulpa que preserva la parte más delicada de mi persona advierten que el varón está presto a abrir las esclusas del placer. Entre mis hermanos se origina un cambio de posiciones, en el que prescinden de mi personita. Ella hinca las rodillas y ofrece al galán su grupa espectacular desnuda. Él no se muestra remiso y después de orlarla con una cenefa de besos y ensalivarla concienzudamente, se lanza con denuedo a esta nueva conquista y poquito a poco, con primoroso mimo, se cuela por ese nuevo reducto, que por las muestras esta produciendo grave daño en ella, si bien resiste valerosa. Cuando las carnes de ambos se unen sin intersticios, él queda quieto. Al poco, la cara de ella se metamorfosea en una flor esplendorosa en la que destellos de pasión son rosados pétalos que se abren luminosos a un placer sin límites. Las caderas inician una danza cadenciosa.
"Oigo gritar a mi hermano. También ella chilla. Y al recordar el comentario burlón que antes hizo aquél, no puedo evitar soltar la carcajada.
"¡Pero mi risa se trunca en la garganta ante el insólito espectáculo que me depara la magnificencia de este placer reflejado en sus bellos rostros, que constituye la quintaesencia del goce humano!
Creo que este lírico desahogo es el colofón a sus confidencias. Pero no es así, Paquita sigue contando.
-En los tres meses siguientes, hasta que para cursar el BUP en el Instituto tuve que trasladarme a vivir en Barcelona con tía Gertrudis, nuestra vida fue un completo desenfreno. Un acto tan intrascendente como sentarme a contemplar un programa de televisión, me movía inconscientemente a tocamientos impuros; vicio que ha perdurado hasta ahora, y no quieras saber la vergüenza que me produce en cuanto me doy cuenta de ello. Cambié radicalmente de carácter. Los juegos con mis habituales amigas y amigos me aburrían soberanamente y de ser una chica alegre e introvertida me convertí en un ser ensimismado y ausente.
"Constantemente pensaba en los placeres que obtenía en casa y creí estar locamente enamorada de mi hermano, al que para eludir las connotaciones restrictivas que comportaba el parentesco, pasé a apelarlo "mi hombre".
"Mis hermanos ya no se encierran en la salita para estudiar. Estudian conmigo, y las enseñanzas que compartimos nos ilustran por igual a los tres.
"Intento seducir a "mi hombre" para que haga conmigo lo mismo que hace con la otra, pero se niega en absoluto. Ambos me aleccionan que debo ser precavida y cauta con esas cosas, porque si me descuido puedo con gran facilidad quedar embarazada al alcanzar la menstruación.
"El hecho de que ella le brinde su grupa en el momento de la eyaculación, lo hacen aposta, para evitar las consecuencias de un descuido.
"Llego a un estado obsesivo, y sólo sueño en sustituir a la otra. Enfervorizada le pido a "mi hombre" que, al igual que lo hace con la otra, use en mi persona de ese lugar baldío, para depositar su simiente. Pero él se muestra insensible a mis ruegos y requerimientos, y sólo obtengo el lenitivo de besos y caricias linguales que ambos me prodigan con asidua complacencia.
"Un día, que entre las dos logramos ponerle más caliente que de ordinario, no se resiste a mis arrumacos y súplicas y cae en la tentación. Previamente había preparado y escondido un tarro de vaselina que obtuve en el botiquín. Los dos se esmeran en prodigarme las caricias más excitantes. Con disimulo embadurne interior y exteriormente de vaselina esa parte que gozosa brindo al sacrificio. No hace falta se me indique la posición que debo adoptar, pues estoy harto de verlo hacer a mi hermana. Él parece vacilar y hasta arrepentido de tener que violar a su hermanita pequeña, se muestra remiso a empezar. Es mi hermana que compadecida de mi anhelante espera, se las arregla para encalabrinar con sus caricias a "mi hombre", al extremo que parece perder el control de su dominio según empieza a tratarme sin ningún miramiento, y fuerza con brío la pequeñisima entrada que, a pesar de la vaselina que la lubrifica, se resiste a ser rendida. El dolor que me produce esta violación se hace tan irresistible, que temo no poder aguantar. Las lágrimas ruedan por mis mejillas y procuro por todos los medios ocultarlas, para que él al verlas no desista de su intento. Porfía con arrojo en la penetración y con alegría noto que al vencer un obstáculo que parecía infranqueable, toda la pieza entra sin mayor esfuerzo en la cavidad que espaciosa lo recibe. De improviso me siento inundada por un líquido cálido que sé troca en sutil efluvio que corre por todas las vísceras, venas, arterias hasta inundar todos las partículas de mi ser con un bálsamo con propiedades alucinógenas que me transportan a un país irreal de fantasía y deleite, hasta perder el mundo de vista y solo vislumbrar lucecitas que brillaban con tal intensidad que sentía como el alma escapaba de su envoltura, para elevarse a un cielo jamás soñado. Fué mi primer orgasmo natural y sentí en aquellos momentos que nacía para otra existencia en que la felicidad sólo era posible en los brazos de "mi hombre".
"Él continúa en mí, y me permite gozar de esa adorada presencia en mi entraña. Con contracciones del esfínter acaricio melosa al egregio visitante. Mi hermana quiere también participar de este estreno y labora incansable con todos los medios a su alcance en despertar en ambos las más vivas sensaciones. Esta vez la reacción que alcanzo es más contundente y mis músculos se desatan en un torbellino que se alza, gira, voltea, impulsa, sube, brama, encrespa con fuerza de vendaval... hasta el paroxismo.
"Quedo yerta, sin fuerzas, convertida en un conglomerado de carne que ha descubierto el placer. Una magnitud desconocida hasta ese momento, minimiza los sentimientos pasados. ¡Es el nexo que une los sexos con la fuerza ancestral que les comunica la sacrosanta misión de yustaponerse para un fin concreto y específico, y convierte en único el placer que de ello proviene!
(Continuará)