Su relato de como había permitido que su tía dejase de ser virgen y a la ves monja, me dejo pasmado, pero el disfrutaba su descripción, decía que su familia nunca había tenido temores de prejuicios y el que dirán no le importaba.
Así comenzaba su historia.
Soy la verdad un hombre singular, me gusta la música, buena comida, y mi empleo, pues mi historia comienza con la llegada de visita de mi tía Mónica, que se había ido para un convento en España, hacía diez años, ella es dos años menor que yo, ahora a mis cuarenta y tantos, recuerdo lo que sucedió hace siete.
Mi papa me llamo por teléfono dándome la noticia de que ella regresaba para estar unas semanas con la familia, todo el mundo la respetaba por el hecho de ser monja, pero a mi daba igual, por que yo la veía como mi tía bomba, por que antes de irse a su convento ya había disfrutado de verla desnuda, eso si sin que ella se diera cuenta, eso es otra historia.(describía)
Me encomendaron ir a buscarla al aeropuerto, increíble diez años lo que hacen en una persona, cuando la vi la conocí por su atuendo, pero al ver su rostro casi me voy para atrás, ella se dio cuenta de mi asombro y me dijo.
Mónica: oye sobrino que no soy un fantasma. Y me dio un beso en la mejilla y me entrego su equipaje, yo le dije es que te ves tan bella aun con ese traje que llevas puesto.
Mónica: tu siempre con tus halagos de conquistador.
La conduje al auto y nos dirigimos a mi apartamento, allí le mostré la recamara donde se iba a quedar. (Añado que vivo solo).
Mientras cenábamos hablamos sobre diferentes tópico, que la familia, el empleo, su vida rutinaria, religiosa, y sobre mis amores, yo le comente que tenia mis encuentros casuales y entonces quiso indagar mas sobre ese aspecto, la verdad que su curiosidad por saber de mi vida intima me puso a pensar si que era lo que se proponía esa religiosa monja llevar a este pecador al arrepentimiento.
Quise cambiar la conversación indicándole que en dos días visitaríamos a la familia en la finca, que todos se reunirían allí para festejar su regreso, me levante y le dije que me ducharía por que tenia que salir hacer unas compras.
Me dijo que estaba bien pero que la conversación no había terminado y que también iría con migo para comprar ropa.
Mientras estaba en la ducha me llamo para decirme que necesitaba con urgencia el baño, yo todavía enjabonado tuve que salir al pasillo mientras ella entraba corriendo al sanitario, no cerro la puerta, vi como se subía esa falda y bajaba sus bragas exponiéndome la mas hermosa visión de su culo y al darse vuelta solo me dijo un momento nada mas que ya salgo, la verdad es que no pude evitar que mi pene tomara posición de ataque ya que hacia que mi paño se elevara, ella se dio cuenta y me dijo valla que parece tener un bastón grande, me puso rojo su comentario pero a la ves mas cachondo, termino de orinar y al levantarse pude mirar su pubis bien depilado mientras se secaba, y le dije tía, descaradamente nunca creí que las monjas se depilaran, pero esa vagina se ve apetecible, y ella me contesto quieres probar.
No tubo que insistir cuando ya la estaba abordando, me dijo quiero ver lo que hay debajo de ese paño, creo que ya para estas alturas se le había olvidado que era una monja, por que de un solo tirón me safó el paño, quedando mi cuerpo completamente desnudo. Exponiendo mi instrumento.
Mónica: que es lo que ven mis ojos, este instrumento esta para darle uso, y de inmediato, comenzó acariciarlo de una forma que me hizo sacar mis primeros gemidos de placer, subía y bajaba con sus manos, a esto sus labios se juntaron con los míos para proporcionarnos un beso que perduraría por varios minutos, que placer me estaba dando, yo por mi parte ya había posado mis manos en aquellos redondos senos que por encima de la blusa se inclinaban erectos, deseando salir de aquella prisión de ropa que le cubría, la acaricie, la descamise, la apreté contra mi pecho para sentir su palpitar, bese aquellos senos, los lamí, ella correspondía como si ese fuera el ultimo día de su vida, bajo hasta mi cintura, lamiendo, besando, hasta abordar mi pene erecto deseante, lo beso, lo chupo, lo succiono, que placer me estaba dando aquella monja, que placer estaba sintiendo con ese pecado, estuve a punto de corredme pero no le permití la levante le termine de quitar su vestido, que vista para mis ojos, quiero penetrarte le dije, me senté en la taza del inodoro y ella se puso a horcajadas al frente mío, poco a poco mi pene fue entrando a aquella cavidad que por años estaba sin uso, inhóspita, selvática, casi impenetrable, pero deseosa de ser conquistada, un quejido, una lagrima, un llanto, no lo sabia pero era virgen, oh que placer tener una virgen monja y además ser mi tía, con delicadeza fue bajando mas y mas hasta que se quedo inmóvil por unos segundos, empezando luego su movimientos de cadera, sube baja, movimiento circular, que me hacían sacar otros gemidos de placer, ella arqueo su espalda, comenzó a tener espasmos, se volvía frenética que rico grito, ha sobrino que me corro, más fuerte, que hoy es mi pecado, hoy seré, si, no pudo terminar la frase pero era evidente que se estaba corriendo, yo la bombeaba con frenesí, besaba sus senos, los mordisqueaba, volví a buscar sus labios que beso apasionado, no pude más, explote, la inunde, todo mi esperma lo vertí en esa hermosa conejita depilada, suculenta y saciada.
Añadió hay sobrino que gozo me has dado, jamás pensé que esto fuera tan bueno, no sabia de lo que me estaba perdiendo, cuantos años de placeres reprimidos.
Tía y tus votos, quiero decirte me dijo que los acabo de romper esto que me has dado es maravilloso y no pienso regresar mas al convento.
Pero que dirá la familia, la iglesia.
Mónica: no me importa lo que digan quiero disfrutar mas de lo que me has dado, que me enseñes todo sobre hacer el Amor y demás, sus ojos brillaban, su cuerpo temblaba, en que mujer se había convertido a quién había yo transformado.
Se incorporo puso su vagina frente a mi cara, sabia lo que deseaba, apreté mi rostro ante aquella almeja, saboree su fragancia, recorrí cada espacio de aquella cavidad con mi lengua arrancando gritos y aullidos de placer, vi nuevamente como se arqueaba, apretó mi cara fuerte contra su almeja, dame más, más, más, que me siento en la gloria. Creo fueron varias corridas simultaneas por que sus jugos corrían por mi boca destilando aquel manjar, sus piernas flaquearon, casi se cae del gusto pero la sostuve, la levante y la lleve a mi habitación, se olvidaron las compras, solo nos convertimos en dos seres deseosos de disfrutar uno del otro, sin inhibiciones, sin prejuicios, ni tabúes, esa noche mi tía la monja se convertiría en una verdadera diablilla en cuestiones del amor y yo en su principal creyente.
no hay nada como la vara de dios, que da