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Categoría: Lésbicos

Mi romance con una mujer mayor

Soy mujer, actualmente tengo 31 años de edad, mi complexión es mediana, piel blanca, cabello castaño y ojos cafés. Siempre tuve suerte con las chicas y chicos, aunque desde la adolescencia sabía mi preferencia sexual. 

Hubo una mujer que siempre me pretendía, pero yo nunca me fijé en ella, tuvieron que pasar muchos años para decidirme a salir y así conocernos un poco. Es una mujer bajita, pero con un cuerpo maravilloso y una sonrisa encantadora, madre soltera y de profesión enfermera, su nombre… Renata.

En una noche de mayo salimos por primera vez, yo tenía 28 años y ella 38. Pasó por mí en su auto y sin rumbo fijo conducía mientras platicábamos, de repente estábamos en las orillas de la ciudad y mi nerviosismo era cada vez más notorio. Renata se estacionó a un lado del camino y entre la música de fondo y nuestra conversación se acercó para besarme, mi cuerpo se estremeció al sentir sus dulces labios acariciando los míos, al principio los besos eran suaves y después más intensos, ella me pidió de manera atrevida que le diera mi lengua y no pude negarme, mis manos la acariciaban por debajo de su blusa mientras nos besábamos con desesperación, pero por desgracia el bello momento fue interrumpido por su celular, la llamada era de su hijo y la necesitaba con urgencia. Nos tuvimos que marchar, pero con la promesa de vernos al día siguiente.

Al llegar a casa no podía dejar de pensar en ella, ansiaba el momento de volver a verla. Un día después recibí su llamada y me pidió que fuera a su casa para ver una película junto con su hijo. En menos de 5 minutos ya estaba ahí, toqué a la puerta y me recibió ella, me tomó de la mano para llevarme al interior y justo al cerrar la puerta se colgó a mi cuello para besarme, nos dejamos llevar y de repente me aparté pensando en que quizás su hijo nos vería. Ella comenzó a reír y me dijo que me engañó pues él estaba con su abuela y volvió a besarme, yo la acariciaba con desesperación y fuimos a parar al sofá, mis manos la recorrían con fuerza, de verdad quería hacerla mía. Nos fuimos a su recámara y comencé a quitarle la ropa con impaciencia y ella hacía lo mismo conmigo, nuestros cuerpos quedaron totalmente desnudos. Yo estaba encima de ella, besaba su cuello y bajé hasta sus pechos, eran hermosos, sus pezones estaban erectos, comencé a lamerlos y después los succionaba y los mordía tratando de no lastimarla, sus gemidos de placer me excitaban, me volvían loca. No podía más, abrí sus piernas y me acomodé para sentir su vagina contra la mía, comencé a moverme cada vez con más fuerza, ella gritaba de placer cuando me dijo que estaba a punto de venirse y de pronto sentí algo que jamás había experimentado; Regina eyaculó y mojó totalmente mi vagina. No puedo describir lo que sentí, tuve un orgasmo súper intenso y me costaba asimilar lo que acababa de suceder. Ella me pidió que la penetrara así que introduje 2 de mis dedos, estaba tan mojada que era una delicia entrar y salir, lo hice con más fuerza mientras la besaba y ella volvió a eyacular mojando por completo mi mano. Terminamos exhaustas y le confesé que había sido una experiencia maravillosa, algo que nunca había vivido.

Desde ese día comenzamos una relación que desafortunadamente sólo duró unos meses.

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