Eran las cinco menos diez de un viernes de Noviembre, frió y nublado, amenazaba con llover en cualquier momento, sonó el teléfono y conteste de inmediato… Hola perrita se escucho una voz varonil del otro lado, estas lista para lo que te espera? Me quede muda por un instante… Si amo le conteste, solo espero tus ordenes, paso por ti en una hora, no me hagas esperar por que te va a ir muy mal… Sales en cuanto veas mi carro llegar, no quiero tener que hablarte.
Colgué el teléfono y abrí la regadera mientras escogía mi atuendo para esa noche, aunque la verdad ya lo tenia casi previsto, había esperado ese momento con ansias locas, me metí a bañar imaginando lo que me esperaba, frote mi cuerpo lentamente con la esponja, disfrutando la calidez del agua sobre mi cuerpo y sabiendo que nada seria mas tierno después de encontrarme con el, rasure mi piernas, mi panochita y mi culito, dejando solo al frente una franja delgada de vellos pubicos, tome la gel para el baño -Donna Karan- y frote mi cuerpo lentamente impregnándolo centímetro a centímetro de ese olor tan delicioso. Salí y me vestí como preparándome para un ritual… Un corsete negro con los senos descubiertos, medias negras caladas y un liguero del mismo tono, un vestido de seda a media pierna cayendo sobre mi cuerpo, embarradose en mis nalgas y mis senos erguidos dejando entrever mis pezones endurecidos, zapatillas de tacón alto, todo en el mismo tono…
Apenas termine de maquillarme y arreglar mi cabello largo, lacio, negro hasta la cintura, cuando las luces de un auto se reflejaron en mi ventana y salí corriendo, no podía permitirme un atraso, abrí la puerta y me metí de inmediato al auto, ahí me esperaba el, vestido de traje gris, corbata combinada con sus zapatos perfectamente pulcros, el auto estaba impregnado de su aroma… Yo respiraba nerviosa, extasiándome con su olor. Hola perra me dijo, mientras se apoderaba de mi boca he introducía su lengua frenéticamente, mordisqueando mis labios hasta casi sangrarlos, yo correspondía al beso como mejor podía, pero sin oponer resistencia.
Se dirigió a un hotel y entro como si nada, metió su auto a un garaje y me hizo bajar jalándome de un brazo, saco un bolso del maletero y abrió la puerta y me hizo entrar a empujones, una vez adentro me tomo de los cabellos y me destrozo el vestido, empezó a frotar mis pechos desnudos con una mano, fuerte, salvaje, sentía un dolor intenso pero no podía decir nada, mi amo no me había permitido hablar, siguió jalando de mis cabellos hasta hacerme caer a sus pies hincada, me dejo ahí un momento mientras sacaba de la bolsa una mascara que aventó sobre mi cara, pontela me dijo, después saco un pequeño látigo y comenzó a golpear el piso, vamos perra!!! Camina en cuatro patas puta, yo soy tu amo y tu me obedeces, camina vamos decía, mientras seguía golpeando con mas fuerza el piso, comencé a caminar alrededor de el como una perra, empezó a darme despacio en la espalda y en las piernas, aumentando la fuerza de los golpes, sentía como ardía cada latigazo en mi espalda aun sin causarme mucho daño y empecé a humedecerme, estas caliente puta? Me decía… Saco su pene y se paro delante de mi, me tomo de nuevo del cabello y sin decirme nada me lo introdujo de golpe en la boca, el controlaba los movimientos jalando de mi cabello, mientras que yo sentía como su verga crecía dentro de mi boca, empecé a mamar frenéticamente su pene y empecé a sentir como su liquido preseminal me inundaba hasta la garganta, de momento me ahogaba cuando me introducía todo su miembro, pero no me quejaba, no decía nada, la saco de nuevo y me hinco en medio del cuarto con la espalda recta, comenzó a torturarme de nuevo con el látigo, esta vez mas fuerte, sentía como levantaba mi piel con cada latigazo, pero sin brotar una sola gota de sangre, empezó a escupirme la cara, vamos perra eso es lo que te mereces decía, no eres mas que una puta, una perra que no tenia dueño, pero ahora yo soy tu dueño, yo estaba excitadísima, sentía un liquido caliente derramarse sobre mis muslos, se paro delante de mi y aun con el pene fuera de su elegante traje de ejecutivo decente, orino sobre mi, sentía el liquido caliente sobre mi cara y mi cuerpo semidesnudo, se agacho y sin decir nada, metió dos dedos en mi vagina, estas caliente he perrita, me dijo, me empujo y caí al suelo, el me levanto de los cabellos y me puso en cuatro, se agacho a mis espaldas y me introdujo su pene de un solo golpe, yo grite y el tapo mi boca y empezó a penetrarme con mas fuerza, metía y sacaba su pene caliente sin parar mientras con su mano apretaba mi clítoris erecto y excitado, lo sacaba o lo metía sin miramientos, sin contemplaciones, sentí que iba a correrse cuando lo saco de nuevo y se paro frente a mi, abre la boca me ordeno, no acababa de abrirla cuando descargo sobre mi cara su esperma caliente, yo sacaba mi lengua, y devoraba el néctar que se me regalaba, termine limpiando su pene con mi lengua hasta dejarlo casi completamente limpio.
Me abrazo y me llevo a la regadera, empezó a lavar mi cuerpo con ternura, tallaba mi espalda lastimada con suavidad, casi con amor, bajo a mi panochita y comenzó a acariciarla primero con sus dedos, la abría, la miraba, gozaba viéndome a su merced tan mojada y tan caliente, empezó a pasar su lengua de arriba abajo, metió su lengua en mi hoyito húmedo, subió hasta mi clítoris y lo aprisiono entre sus dientes, mientras lo acariciaba rápidamente con la lengua, no paraba de mamar, lo hacia delicioso, tuve dos orgasmos intensos, en su boca, se metió a bañar conmigo, nos lavábamos y nos lamíamos uno al otro, como dos perros calientes…

La Diosa del Amor