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Categoría: Confesiones

EL PROFESOR ME DESTROZA EL CULO!

Más que un amante Jonathan era un verdadero hombre, ya no me importa la indiferencia de mi esposo, es más, aunque supuse que él tenía una amante, ¡yo solo esperaba cada tercera noche de la semana a estar en la cama con Jonathan!



El sexo era riquísimo, sus caricias, su oral, la forma en como me embestidas lo tenía tatuado en mi ser, tal vez estaba enamorada o era la pasión que desbordábamos, pero solo quería estar poseída por aquel hombre.



Olvide mencionar en mi relato anterior que Jonathan era casado y que al igual que yo vivía una situación complicada, ¡pero una tarde me salió con que quería hacer bien las cosas con su mujer y empezó a distanciarse de mí!



Un viernes recibí su llamada, estaba muy serio, fue directo al grano, él se iría a Michoacán con su esposa a vivir y tratar de tener su segundo aire, honestamente eso me derrumbo, el hombre que me había levantado en mi peor momento se alejaba, pero tenía que entender, ¡ambos teníamos vidas y eso desde un principio fue solo sexo y deseo!



Ese mismo viernes, como a eso de las 8 de la noche llegue a su taller, aquel taller que nos vio entregarnos a la pasión en repetidas ocasiones.



J: ¿Qué haces aquí?



K: ¡Vine a despedirme!



J: No debiste, ¡ahora estoy en una encrucijada!



K: Tranquilo, no vengo a detenerte, ¡solo quería verte una última vez!



Preparo un par de cafés y nos sentamos en unas sillas de espera donde hablábamos de nuestros destinos.



J: ¡Mi esposa supo de ti!



K: ¿En serio?



J: Tranquila, no pasar nada, ¡creo que eso la motivo a cambiar y que lo intentemos de nuevo!



K: Pues me da gusto, ¡estoy seguro que mi marido no lo entendería así!



Nos mirábamos fijamente, aunque no lo decíamos con la boca, las ganas que nos teníamos ya se entregaban en nuestras mentes.



Una vez terminado el café, me puse de pie y le di un fuerte abrazo y sin decir más comencé a dirigirme la salida.



J: ¡Te voy a extrañar!



Esas palabras no solo me conmovieron si no que me hicieron perderme, giré y corrí hacia él, mi boca busco inmediatamente la suya, nos besábamos con pasión, nuestras manos se perdían en la ropa que nos estorbaba, ¡lentamente entramos al cuarto donde el a veces dormía y el que fue el campo de batalla en otrora época!



Me recostó en la cama y se quitó su camiseta, ¡yo me quite mi blusa y nuestros cuerpos se rozaban excitándonos más!



Me quito mi pantalón y su lengua recorría desde mis pies a mi entre piernas, yo suspiraba con aceleración, mi cuerpo lo pedía, ¡mi vagina estaba palpitando por el!



Me quito mi trusa y su lengua probaba con delicadeza mi concha mojada, sus manos acariciaban mis pezones y yo mordiéndome los labios le exigía que no se detuviera.



K: ¡Uhm!! ¡No pares por favor!



J: ¡Tan rica!!



Sentía venirme, su lengua no se detenida, me lamia desde mi ano a mi clítoris, me daba ligeras mordidas, ya estaba toda empapada, sus dedos también participaban en la toma de mi cuca, ¡lentamente fui llegando a mi orgasmo!



K: ¡Ah!!! ¡Dios mío!!



J: Así mi amor, ¡que rico!!



Era mi turno, le quite su trusa y comencé a acariciarle sus testículos con machismo amor, los sobaba, besaba, puse su cabecita en mi lengua y la lamí como si fuese mi último alimento, poco a poco lo introduje en mi boca, mientras sus suspiros me alentaban a no detenerme.



K: ¡Que rica, la echare de menos!



J: ¡Uhm!! ¡No pares, así mi amor, continua!



Me ahoga yo solita, su gruesa verga me tenía con la boca llena, mientras sus manos acariciaban mis nalgas y metía sus dedos en mi vagina hambrienta por él.



K: ¡Métemela ya!



J: ¡Acuéstate y levanta las piernas!



Lo obedecí y me coloque como me dijo, me tomo de los pies y la introdujo con suavidad, disfrutando cada cm de nuestros sexos.



Se movía lento y eso me tenía a full, ya que sentía su dureza a mas no poder, gemía y gritaba, lo abrazaba con mis piernas y el me besaba con muchísima pasión.



K: ¡Así, uhm, que rico!



J: ¡Ah!! Uf, ¡no te quiero dejar!



Me puso de lado y el detrás, ¡se empujaba con fuerza mientras volteaba mi cabeza y nos besamos de lengua!



Sus penetradas me satisfacían como nunca, ese día estaba más duro más viril, ¡me puso boca abajo y me estrujaba con muchísima fuerza haciéndome ver las estrellas!



J: Uhm, que rica uhm, ¡toma!



K: Así, no pares por favor, ¡ah!!



J: Que nalgas, que piernas y tu forma de hacerlo, ¡eres la mejor!



K: ¡Ah!! ¡No pares bebe, soy tuya, soy tuya!



Sentí su semen llenarme con fuerza, estábamos excitadísimo, yo también me venía en ese segundo orgasmo, gritábamos y movíamos la cama desatando nuestra pasión.



Apenas me al saco y fui a lamérsela y mamársela con suavidad, me tragaba su semen, no me daba asco, al contario succioné hasta el último esperma que el salió.



El me acariciaba la espalda, las nalgas, me la metía hasta el fondo, ¡poco a poco se endurecía nuevamente!



J: ¡Me pones más duro!



K: ¡Es que te quiero así!



J: ¿Me dejaras darte por atrás?



Yo dudaba un poco, tenía tiempo que no le daba mi culo a nadie, ¡pero qué mejor que con él para volverlo a usar!



K: Si mi amor, ¡mi culo es tuyo!



Su pene estaba ms duro que el metal, me llene la mano de saliva y la lleve a mi ano, ¡él se acostó y subí mirándolo de frente ensartándome solita su gruesa verga en mi ano!



J: Mi amor, uhm, ¡que rico!



K: ¡Ah!!! ¡Me matas!



Me ensarté sola y empecé a moverme con suavidad, me lastimaba su grosor, pero el deseo era más fuerte, el gemía y me movía a su ritmo, me apretaba las tetas, ¡me tomaba las nalgas para empujarme más su dura verga!



J: Que rico, ¡esto es lo mejor!



K: ¡Ay!! Me duele, ¡pero disfruta nene!



J: Por dios, esto es único, ¡uhm!!



K: Así, métemela, uhm, ¡métela!



Estuve encima dándome sentones y moviéndome en círculos, ¡luego me pido me acostara nuevamente con las piernas abiertas!



K: ¡Así mi amor!



J: ¡Que rica te ves!



¡Abrace mis piernas y el me abrió las nalgas para introducirme su verga nuevamente en mi culo!



K: ¡Ah, que rico, uhm!!



J: ¡Ah, uhm, si, que rico!



K: ¡Que rica verga, más, dame más!



J: ¡Uhm, tómala mi amor!



Primero me la daba con suavidad mientras me acariciaba los pechos y mi trasero, me besaba los pies y subía el ritmo de sus embestidas.



Yo sentía que vomitaba, su verga gruesa me tenía gozando, ¡pero al mismo tiempo me dolía y generaba efectos en mi interior!



J: ¿Te gusta nena, te gusta ahí?



K: ¡Ah!! ¡Me matas!! ¡No pares!



J: ¿De quién eres?



K: Soy tuya, ¡mi cuerpo siempre será para ti!



Me cogió riquísimo en esa pose, levantaba mis piernas, me doblaba, me embestía salvaje y luego con suavidad, yo escurría de mi vagina y le pedía que no parara.



¡Me puso en cuatro y me abrió las nalgas para meterla de sopetón!



Sentí que vomitaría, su dureza y grosor eran demasiado y aunque ya me había acostumbrado, ¡en esa pose era más placentero y más doloroso para mí!



J: ¡Ah que rico, esto es un sueño!



K: Métemela, uhm, ¡no pares!



Por primera vez en todo este tiempo me jalaba el cabello, me arañaba, era un toro, ¡el tranquilo y pasional ahora era un salvaje y mi culo cada vez se abría más!



J: ¡Muévete solita, muévete!



K: ¡Ay que rico!! Así? te gusta como lo hago



J: ¡Eso!! ¡No pares, que ricas nalgas, uhm, ah!!



Me tenía empinadísima moviéndome en círculos, estaba empalada, sudaba y babeaba, ¡era nuestro último acostón y quería disfrutarlo al máximo!



K: ¡Mi amor que rica verga, me vengo, me vengo!



J: ¡Uh!! Si, uhm, me matas nena, ¡que culo!!



K: Prométeme que cuando se lo hagas pensaras en mí, ¡así como yo pensare en ti!



J: Prometido, uhm, aunque este con mi mujer, ¡eres la dueña de mi verga!



Entre el dialogo y los movimientos salvajes, poco a poco se endurecía más, sus bolas se inflaban, jadeábamos gritábamos y nos movíamos como locos, ¡hasta que finalmente terminamos juntos!



Yo me movía como loca para recibir su leche, el me apretaba los muslos y no dejaba de expulsar su semen, ¡qué momento!



J: Toma mi leche, ¡tómala!



K: ¡Ah!!! ¡Papito, que rico, uhm!



J: ¡Esto es magnífico!!



K: ¡Uhm!! ¡Que rico!!



El orgasmo fue de lo más placentero, ¡quede empalada mientras el perdía su erección!



Nos recostamos y nos besábamos con locura, ya no podíamos más, pero era imposible querer separarnos.



Sonó su celular e inmediatamente se aseo y se vistió, sabía que era momento de marcharme, hice lo mismo, el cerro las puertas, las cuales jamás volvería abrir, me miro serio y me entrego un cuadro de una pintura que le regale, la cual tenía una carta escrita por él, ¡me beso la mejilla y se fue sin mirar atrás!



Llegue a casa destrozada, mi marido me pregunto, pero solo lo abrace, jamás me olvidare de ese profesor que me saco de un túnel al que me había metido yo sola, pero a partir de ese día, ¡todo cambio para mí!



Kali


Datos del Relato
  • Categoría: Confesiones
  • Media: 10
  • Votos: 1
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