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DON SANTOS EL CURANDERO
La historia que voy a relatarles la sé porque fui parte de ella. O entré en una parte de ella. La historia es de un curandero que supo andar por un pequeño pueblo de la pampa vieja.
Esta historia, quiero decir el comienzo de ella, se remonta a muchos años atrás. Resulta ser que el viejo Santos que alguna vez no fue viejo un día de esos quedó viudo. Fue por ese entonces, después de un año más o menos de viudez que el viejo Santos se dio cuenta de su poder, o se dio cuenta de utilizarlo o no sé que.
Fue una noche en que llovía a cántaros. Don Santos escuchó unos ruidos, como que alguien llegaba y golpeaba las manos. Se asomo ya que recién se había tirado en su cama y vio en medio de la noche y de la lluvia un carro con gente arriba. Estos a los gritos
__¡Señor, podemos guarecernos en su casa!!!
__¡Vengan, vengan!!__ el hombre joven ató como pudo a los caballos. Entraron empapados una mujer, un pequeño bebe en brazos, el hombre y un jovencito.
__¡Pero que tiempo mi amigo!__ comentó afable don Santos. Los visitantes se miraban entre ellos, ya que el don no se había dado cuenta que estaba con el camisolín que dormía.
__Ustedes disculpen pero ya estaba queriendo dormirme
__Esta bien no se preocupe__ dijo el hombre joven
__Ya les traigo para que se sequen__ dicho esto el don se perdió unos momentos y regresó con toallas para todos. Luego del secado los invitó a acomodarse y les prestó prendas. Salvó para el muchacho que tuvo que prestarle un camisolín viejo parecido al que tenía puesto. Una vez que estuvieron más cómodos el viejo Santos los invitó a pasar para que comieran algo. Los visitantes comieron en silencio, no eran de hablar mucho.
__¿Les molesta?__ preguntó el don Santos haciendo señas si podía encender la pipa. Los comensales dijeron que no. Entonces el hombre acercándose a una ventana encendió la pipa. La bocanada de humo salió hacia el techo.
__Pero ¿Como es que andan tan de noche y por estos lados?
__Se nos hizo noche en casa de mis suegros y bueno nos agarró la tormenta.
__Hacia mucho que no llovía tanto y parece que no va a menguar
__Desde ya le agradecemos señor
__¡¡Ah ¡Santos Vivas, me llamo Santos Vivas
__Encantado somos la familia Ruiz yo soy Enrique, mi mujer Sofía el bebé es Ramón y el es Luisito__ don Santos saludó a todos, mientras seguía con la pipa. Conversaron unos momentos, hasta que don Santos propuso __Cuando quieran les muestro donde pueden dormir
__Como no, si, estoy agotada__ dijo la mujer rubia y bella de piel blanca y sedosa.
Don Santos acompañó al matrimonio con el bebé y los acomodó en su cama matrimonial
__El muchacho puede dormir en el otro cuarto conmigo, hay una cama grande y otra mas chica, si no les parece mal
__Pero por favor buen hombre, Luisito es todo un hombrecito__ el muchachito sonrió y se encaminó detrás de Don Santos hacia el cuarto.
Don Santos se acomodó en la cama grande. Lusito se fue hacia la otra camita que estaba al lado de la cama grande. La luz estaba encendida porque don Santos leía un gran libro.
__¿Le gusta leer?__ preguntó el chico
__Sí mucho, ¿a ti?
__Un poco…
__¿Quieres algún libro o revista?
__No ahora no me estoy sintiendo un poco mal, tratare de dormir, buenas noches
__Buenas noches__ saludo Don Santos. Siguió en la lectura. Luisito giraba en su cama. En uno de esos giros vio algo. Así como estaba se dio cuenta que el viejo Santos no usaba ropa interior y un animal se veía semidormido bajo la falda de su camisolín. El muchacho daba vueltas pero miraba el pene del hombre viejo.
__¿No puedes dormir?__ preguntó don Santos
__No señor, me molesta el estómago__ los truenos se oían cada vez mas cerca. El viejo miro a Luisito
__¿Quieres dormir en esta cama?
__¿Con usted?
__Claro__ el chico no se hizo de rogar y subió a la cama junto a don Santos. Con el movimiento la verga del hombre se puso a la vista. El chico no temió en mirarla. El viejo se dio cuenta. Además el pensamiento lo llevó a pensar que hacia mucho tiempo que no tenía sexo con nadie. Ahí fue que se le ocurrió la idea.
__¿Quieres un remedio para tu molestia?
__¡Si claro señor!
__¿Mira ves esto?__ agarrándose la pija la mostro y esta se infló un poco más, el chico hizo que si con la cabeza
__Debes ponerla en la boca, eso te quitara las molestias
__¿Seguro?__ sin esperar respuesta se metió la verga en la boquita., el viejo hizo que la tomara además con sus manitas.
Don Santos comenzó a suspirar, había olvidado lo que era una mamada. La verga se puso como roca. Dura y venosa. El chico pasaba la lengua y besaba el preciado objeto, el viejo lo guió para que llegara a sus bolas redondas y peludas. Los suspiros del viejo iban ganado la habitación. El chico comenzó a alternar y el viejo Santos gemía tratando de no hacer mucho ruido.
__¡Oh! ¡Luisito, tu sabes hacerlo, Luisito!!!¡¡¡¡Oooohhhhhhh!!!!!!__ el chico tragaba el sable endurecido y lo masturbaba con mucha velocidad. Don Santos quitaba el bocado de la boca del chico, y la saliva chorreaba, mientras latía la verga contra el ombligo del hombre. Después de un momento Luisito deglutía otra vez la herramienta del viejo Santos, apretando los dientes el viejo empezó a largar leche acumulada por todas partes. Luisito hacía esfuerzos por tragar todo, pero la leche se esparció por todos lados. Don Santos agitado casi no podía hablar, pero sonreía feliz.
__¿Te sientes mejor Luisito?__
__Mucho
__¿Te das cuenta que es curativo mi tratamiento?__ unos momentos después don Santos atrajo al chico contra su pecho y buscando la boca del chico le tragó la boca. Las lenguas se unieron. Allí se dio cuenta, Luisito, que la verga del hombre todavía estaba tan dura como al principio. Con su mano llegó a ella. La acariciaba y la masajeaba.
Don Santos quiso probar el sexo de otro masculino. Llevó a su boca la pija en crecimiento de Luisito y la tragó. En unos movimientos Luisito sorprendido y caliente largó su líquido en las fauces de don Santos que tragó aquel semen varonil.
Levantó un poco más al chico y busco el agujero virgen. Metió su lengua. Luisito se contoneaba feliz. Olvidado para siempre de sus males. Con las manos grandes don Santos amasaba las nalgas duritas. Las apretaba y las abría. El chico ofrecía su anillo cerrado, que de a poco iba cediendo a las caricias de don Santos. Probó con un dedo, el chico se abrió aun mas gimiendo ardido. Don Santos lo hizo girar sobre su cuerpo y el muchachito abrazó nuevamente la vergota del hombre. El viejo no cedía en su intento de abrir el culito de aquel jovencito en llamas. El chico gemía y tragaba la pija del viejo, ahora curandero, apuro las arremetidas y mientras los relámpagos y los truenos sonaban en el cielo don Santos fue largando nuevamente una feroz acabada en la boca de Luisito. El viejo quedó rendido. El chico acurrucado a su lado se fue durmiendo con la verga como un chupete en la boca.
El sol estaba saliendo cuando don Santos despertó y se levantó de su cama. Su verga estaba erguida y caliente. El muchacho había dormido toda la noche con la pija en la boca. El viejo no recordaba si había largado mas leche durante la noche pero se sentía como un joven deseoso de sexo.
Se metió en el baño y orinó un buen rato. Se iba despertando de a poco. Sintió alguien detrás de el. Cuando se dio vuelta, la mujer, la madre de Luisito lo miraba.
__Perdone usted no miraba es que…
__No te preocupes muchacha, ¿Vas a utilizar el baño?
__Si no le molesta
__Por favor…__dijo don Santos y salió del lugar. Al rato escuchó como unos sollozos y viendo que Sofía no salía del baño entró nuevamente . La mujer joven estaba sentada con un calzoncito en los tobillos y como abrazada a ella misma.
__¿Qué sucede mujer?__ pregunto don Santos
__¡¡¡Ahh!!!! ¡¡Es que duelen tanto, estos pechos, todavía tienen leche y el chico no toma mas!!¡¡¡Duele mucho, ahhhh!!
__ Pero eso tiene remedio__ aprovechó el viejo
__¿Cómo?
__Que se puede remediar, a ver, déjame ver__ dijo el viejo con autoridad
__¿Le parece?
__No sea vergonzosa mija, esta frente a un curandero… __ la chica no puso resistencia y bajándose el camisón mostró dos enormes pechos que chorreaban leche materna. El viejo se acercó a las mamas y las tomó en sus manos. Las apretó. La leche siguió saltando como si fuera una canilla. El viejo pícaro observó la carita joven de la chica y vio que a está le gusto las caricias. Pellizcó los pezones duros y levantados. Y luego llevó la boca hacía las tetas. El líquido salía a borbotones y la verga del viejo se levantaba a través de la tela del camisolín. La chica gemía. La leche sabía bien y la perversión de don Santos iba en aumento.
__¿Esto me hará bien don?__ preguntó Sofía entre gemidos calientes
__¡Claro mujer!!__ el viejo seguía chupando y su boca se rebalsaba de néctar. Con delicadeza y tiempo el don Santos guió la mano de la mujer a su verga. La chica apretó la herramienta y el viejo mordió los pechos. La chica pegó un breve alarido y se aferró un poco más al garrote venoso y grueso. Lo acariciaba sin resistencia y con pasión. La mujer pensaba que con su marido hacía rato que no tenía encuentros sexuales debido al parto. Todavía sentía su vagina adolorida, pero de igual forma chorreaba de calentura. El viejo bajó con sus manos al culo de la mujer. Apretó las nalgas. Las acarició. Hurgó en la intimidad de Sofía que se retorcía fuera de si y totalmente entregada. Ya no sentía dolor en sus tetas. Don Santos abrió las nalgas de la mujer y dirigió sus dedos al ojete de está. Abrió el anillo. Hundió uno de sus dedos allí. La chica pegó un salto y se ensartó un poco más. La verga de don Santos era meneada y sacudida con fuerza. Guiada siempre por don Santos la chica se puso de rodillas y se atragantó con la poronga del curandero. La boca de Sofía engulló golosa la máquina de don Santos que comenzó a gemir apretando la mandíbula. Jamás pensó que su vida daría aquel cambió radical. Su fogosidad le era desconocida, estaba aprendiendo a vivir con ella. La boca de la mujer se perdió en las bolas del hombre viejo. Los encontró duros, salados, potentes.
Don Santos levantó a la mujer. La coloco de espaldas frente a el. Buscó su orto y la lengua se perdió en el anillo rosado. La mujer se arqueó. La saliva dilató el orificio. Luego de un rato en que la boca se extasiará besando y chupando aquel agujero el curandero apoyó su verga en la entrada.
__¡Oh, suave, por favor, suave, ay, ay, ahhhhh!!!!__ gemía la chica. Don Santos avanzó con su garrote y resbalando un par de veces por fin entró en el agujero cerrado. Empujó, ella abrió la boca, empujó, ella saco la cola hacia atrás pidiendo que la clavara un poco más, la vara fue entrando, hundiéndose hasta el fin. Don Santos se agarraba de las tetas que seguían rociando leche. Las gotas caían gruesas y pesadas. El curandero al fin había entrado con todo su instrumento. Las bolas golpeaban con las hermosas nalgas de Sofía que emitía sonidos guturales gozaba desesperadamente de aquella cogida.
__¿Te sientes mejor muchacha?__ susurraba al oído don Santos
__¡¡Ahhh, mucho….mucho mejor, si Siiii!!!__ contestaba ella al sentirse llena y colmada en su cola.
__Ahora te daré de beber mi jugo y te sentirás casi curada__ diciendo esto sacó del culo de Sofía la vara a punto de estallar. Llegó urgente la boca y fue volcando chorro a chorro todo el semen blanquecino, dando estertores y moviéndose eléctricamente el viejo curandero se vació por completo en la boca de la muchacha que trago sin resquemor hasta la última gota.
Quedaron los cuerpos deshechos. Ella era una pegatina de leche propia y ajena. El camisón estaba sucio. Cuando recuperaron el aliento, don Santos la hizo desvestir y le indico que se diera un baño. El hombre fue a buscarle un camisón limpio. No se escuchaba ni un solo ruido. Se ve que todos dormían.
En el baño don Santos se metió con la chica bajo el chorro de agua. Ayudó a jabonar a la mujer. Allí compartieron sus bocas. Ella lavó también las partes del hombre. La leche salía de los pechos de la mujer, pero se sentía mucho mejor.
Todo esto me fue contado cuando conocí a este curandero dos o tres días después que sucedió este encuentro y este descubrimiento de ciertos poderes que tenía este hombre.
Yo venía de un pueblo cercano, cuando escuché en un almacén que había trabajo en la casa de don Santos. Allá me fui. Cuando llegué el viejo me pareció una persona agradable y de buen trato. Recuerdo me dijo
__Mira muchacho, estoy empezando un negocio, si me va bien, a vos te va a ir bien, ¿tenés mujer o algún compromiso?
__No don, soy solterito…
__Bueno vas a tener que asistirme, porque va a venir a verme mucha gente, creo yo
__Una especie de pibe de los mandados
__Ponele, pero yo trato bien a la gente
__No pienso lo contrario, señor, no para nada y cual va a ser su especialidad
__De todo, voy a tratar de todo
__¿Y como es eso? ¿Tiene un método?
__Claro, pero ¿Vas a quedarte ya o qué?
__Si, si me quedó.
__Bueno veni que te ubico por acá__ así me mostró la habitación que a partir de aquel día sería mía.
Al salir de la habitación el don Santos estaba parado frente a mi. Se sentó en un enorme sillón. A todo esto debo decir que estaba desnudo. Yo miraba. El solo dijo si quería conocer el método, el me lo mostraría. Vi que se tomaba la pija y esta se fue agrandando y creciendo. Me llamo a su lado y me instó a que la tocará. Accedí y me gustó acariciar aquella verga que iba creciendo. El viejo sonreía y me acariciaba el cabello. Mi mano apretó aquel animal y el hombre gimió por primera vez. Resopló. Tiro su cabeza hacia atrás y yo me agaché y lamí suave para después tragarme aquel pedazo. No era la primera vez que hacía esto. Así que me encantó. La poronga de don Santos vibraba y se tensaba. Estaba muy dura. Con mi mano acariciaba sus bolas, mientras que con mis labios besaba la cabeza y recorría el mástil.
Chupaba y succionaba concentrado en aquella tarea. Como sin querer alcancé el agujero de don Santos. El hombre se movió ardiendo. Aproveché entonces y acaricié el anillo. Atrapé sus pelotas redondas y duras. Muy redondas y bellas, mi boca se extasió con aquellas frutas. Mi lengua las mojaba. Las sacudidas de don Santos iban en aumento. Por mi lado me fui quitando las ropas. Mi pija estaba rígida por demás. Don Santos la alcanzó y le dio unos masajes. Lentamente el se acostó y yo me puse en 69 sobre su cuerpo. Me aferré a la espada y el tragó mi pija. Llegué a su aro. Metí mi lengua y don Santos se retorció gozando implacable. Un momento después mi dedo hurgó en el sensible agujero y se metió adentro.
__¡¡¡AAhhhhh, muchacho, perverso, ohhh, eres un chanchito!!!__ gemía don Santos. Mi dedo se hundía y salía del anillo y mi boca tragaba aquel sable, el viejo aceleró sus movimientos y empezó a lanzar líquido dentro de mi boca. Tragué el sabroso jugo y me fui yendo también despacio dentro de la boca de don Santos. Quedamos con nuestros sexos lamiéndonos y tomando el aire para reponernos.
Había aprendido en un momento que aquel hombre tenía entre sus piernas el remedio para que mucha gente se sintiera mejor y lo iba a utilizar en su favor, para gozar y hacer gozar a los seres humanos que pasaran por allí.-
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