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Un día después de estar en el gym, al llegar a mi casa me encontré con la gran sorpresa de que estaban mis padres esperándome. En un principio se me vino a la cabeza que algo grave había pasado, pero al ver su sonrisa, descarte esa posibilidad. Les pregunte por esa visita inesperada y por la sonrisa de los dos, que aunque lo intentaban no sabían ocultarla.
Lo único que obtuve como respuesta fue, que me duchara y arreglara que eras una sorpresa. Una vez que estaba preparado, salimos los tres a la calle, montándonos en el coche de mis padres. Enseguida me di cuenta que el camino que tomamos, era el camino de casa de mis tíos.
Una vez que llegamos allí y estando los 5 solos, me dijeron, aunque no era oficial todavía, que había sacado todo el curso y con unas notas de las más altas. Lo cierto que faltaba todavía como una semana para saberlo. Me dio mucha alegría esa es la verdad. Pero el esfuerzo había merecido la pena.
Yo quería ir a comer por ahí para celebrarlo, pero como estaban mis padres allí, habían quedado con amigos para comer todos en casa de mis tíos, como siempre una barbacoa multitudinaria.
Mientras esperábamos la llegada de los amigos, en el tema de conversación salió, que me iría unos días al norte de camping con Sofi. Todos empezaron a “recordar” cuando ellos iban de camping y esas cosas, batallitas. Mi tía se fue dentro y volvió con varios álbumes de fotos y empezaron a enseñarme fotos de acampadas que hicieron de jóvenes.
No me imaginaba que de jóvenes les hubiera gustado tanto ir de acampadas. Con lo cómodos que se les veía ahora. Quién lo diría. Mientras estaba viendo las fotos, me iban indicando los sitios, eran sitios muy bonitos. Empezó a llegar gente, a algunas parejas conocía, pero había a mas que no las conocía.
Y se engancharon al tema de las fotos y al tema camping. Yo la verdad que no les prestaba mucha atención, estaba a lo mío viendo las fotos. Ya empezaba a oler la comida, por lo que deje los álbumes y me fui hacia donde estaba todo el grupo. Cuando me vieron llegar me preguntaron donde pensaba ir de acampada, por lo que se ve había sido tema de conversación.
Conteste la verdad que todavía no sabía el sitio en concreto, pero la zona que me gustaría ir el norte, que nunca había estado allí y me apetecía. Cada uno empezó a decir un sitio, casi me vuelven loco. Me desconecte mentalmente, ya elegiría yo el sitio. Cuando de pronto una mujer que se llamaba Merche de unos 44 años, bastante rellenita, 1,65 aproximadamente, pero se la veía una mujer muy simpática y agradable. Casada con Ramón de la misma estatura más o menos, con panza cervecera e igual de agradable que la mujer. Dice un sitio, que por la respuesta de los demás, todos conocían.
Para mi sorpresa todos coincidieron en que era verdad, el mejor sitio. Cerca de la montaña, con un rio estupendo y no muy lejos del mar. Después de escucharles a todos, me entraron ganas de irme a ese sitio. Era un camping que además no permitía caravanas, solo tiendas de campaña, eso me gustaba. El caso que Ramón con un portátil busco el lugar, me lo enseño y la verdad que las fotos del lugar, eran espectaculares.
Tan espectaculares me parecieron, que no me lo pensé y me metí dentro de la casa para llamar, reservando las fechas. Era una cosa que pensaba hacer esa noche o al día siguiente. Cuando se enteró mi tía lo conto y entonces, empezaron algunos a decir que porque no ir ellos también. Fue oír eso y quedarme blanco. Menos mal que mi padre rápidamente dijo que con el no contaran, que sus tiempos de dormir en tiendas de campaña ya se había pasado. Cuando Ramón le contesto que había visto en la página web, que ahora tenía como unas cabañas, habitación y baño, únicamente.
Mi padre dijo entonces, que si había alguna habitación que él se apuntaba, le llamaron “rajado”, “comodón” y otras lindezas más fuertes, pero a él le daba igual. El caso que al final se apuntaron varias parejas. Y se fueron a llamar, pensé para mis adentros que me daría igual, yo iría con Sofi a mi aire. Por lo que se ve tuvieron suerte, porque mi padre encontró una habitación de esas, la única que quedaba y los demás todos consiguieron sitio.
Al final la cosa quedo de la siguiente manera, vendrían mis padres, mis tíos, Merche y Ramón; uno que le llamaban Carlos, pero que en realidad era Jose Carlos, para no equivocarnos le llamaremos JC, tenía más de 45 pero no sé si llegaría a los 50, hombre de pocas palabras, 1,80 y su mujer Rosario de unos 45-48, 1.70, buen culo pero pocas tetas, prácticamente lisa. Pero muy guapa. Luego estaban Richard de 50 justos, porque lo comentaron, un poco más de 1.70, un poco fondón y su mujer Adriana, 46 años justos, ya que oí que se llevaba 4 con el marido. Cerca del 1.70, buen cuerpo o por lo menos eso creía, porque iba demasiado tapada para mi gusto y con pantalones. Guapa pero muy mandona, la manera de tratar al marido no era normal, aunque todo el mundo creyera que sí. Por lo que me cayó mal desde el principio. Además era la típica lista y la que le gusta organizar todo.
También se apuntó una pareja de edad indeterminada, de estas personas que es difícil calcular la edad, que se veía que se conservaban muy bien, pero me daba que eran los mayores de todos. Se llamaban Gerardo y Carmen. La ultima pareja era mi preferida, sobre todo ella que nada más verla me puse cachondo. Anabel 38 y Sergio 62, la edad la sabía por mi madre. Por lo que supe el toda la vida había sido y era un D. Juan, por lo menos esa era la fama que tenía. De muy buen porte y buena conversación. Llevaban mucho casados, ella tenía 20 cuando se casaron. Ella iba con minifalda y un escote generoso. Estaba de infarto, con una sonrisa de anuncio y muy habladora, aunque en sus gestos y en su forma de actuar parecía muy inocente. Se veía que caía a todo el mundo bien. Sabía que se me había metido en la cabeza, sería difícil no intentar nada, pero bueno…
Llego el día señalado, yo llegue a Madrid dos días antes, para preparar todo. Los demás llegaron solo un día antes y se hospedaron en un hotel. Mis padres querían que Sofi y yo fuéramos con ellos, pero con todo lo que llevaba del camping dije que prefería ir conduciendo mi coche. Además así, si nos apetecía hacer alguna escapada lo haríamos más tranquilamente.
La noche antes de salir me llamo Sofi para decirme que ella no podría, que no veía a su padre muy bien. Después de hablar un rato decidí ir yo solo, porque a ella poco la podría ver, ya que se pasaría casi todo el día en su casa y su padre no quería visitas, se le fue un poco la cabeza, decían que era de la medicación.
Yo en mi coche llevaba de todo, estaba más que preparado. El maletero estaba bien lleno, no cabía nada más. Cuando llego el resto se reían de cómo iba mi coche de lleno. Yo ni les hice caso. Al final se fueron dos parejas en cada coche para no llevar todos los coches. Yo di todas las vueltas y se vinieron conmigo Anabel y Sergio. Como en mi coche no cabían más cosas. Lo metieron en los otros coches, que tenían maleteros más grandes.
La salida fue temprana, ya que el viaje seria de unas seis horas, según los conductores, ese fue mi cálculo. En mi coche íbamos de charla los tres. Yo por el retrovisor veía a Anabel, que me tenía encandilado. Sergio se quedó dormido como a la hora de salir. Pero ella y yo seguíamos hablando.
Modifique el retrovisor, ajustándolo de tal manera que podía ver esas piernas, que con el pantaloncito corto que llevaba se la veían estupendas, tal vez un poquito delgadas, pero preciosas.
Me estaba poniendo tan mal, que coloque nuevamente el retrovisor en su sitio. Hablaba y la miraba a los ojos, rápidamente advertí de que ella se había dado cuenta de todo rápidamente. Estábamos tonteando y a ella por lo menos le debía de parecer divertido. Porque constantemente me daba pie, pero lo justo para poder parar cuando ella quisiese. Era muy lista.
Vi encenderse los intermitentes de los coches de delante, había una parada ya era hora. Nos metimos en restaurante de carretera, tenía buena pinta. Antes de aparcar se bajó Anabel, que decía que no se podía aguantar más y salió corriendo en dirección al local. Era una maravilla como se movía ese culito al correr. Sergio se esperó conmigo y una vez aparcamos nos fuimos para adentro.
Había cola para ir al W.C., por lo que nos acercamos a la barra a pedir lo que queríamos tomar. Cuando se descongestiono el servicio fui para allí, cuando me di cuenta tenía a Sergio detrás, que me decía que necesitaba entrar con urgencia. No sé qué me dijo de la próstata, el caso que me adelanto a toda velocidad.
Cuando entre en el servicio, había dos urinarios de pared, uno al lado del otro. Sergio estaba ya utilizando uno y yo me puse a utilizar el otro. Yo estaba a lo mío cuando oigo a Sergio que me dice… “Joder cuando naciste llegaste el primero al reparto, menudo rabo”. Casi se me corta la meada, no me lo esperaba, estoy convencido de que me puse hasta rojo. Una vez que dijo eso se lavó las manos y se fue.
Cuando llegue a la mesa en la que estaban todos, mi madre me pregunto qué tal llevaba el viaje, yo dije que muy bien. Anabel con mucho disimulo seguía con el tonteo, pero un tonteo que si yo me sobrepasaba me podría decir cualquier cosa, como quien me había creído etc…
Por eso tenía que tener mucho cuidado. Llego el momento en el que todos se pelean por pagar. Una vez que se aclararon, nos fuimos hacia los coches, Sergio fue el primero en meterse en el coche, cuando Anabel fue a meterse detrás, con toda mi cara la dije que no se moviera, dándola una suave palmotada en su culo, con la excusa de que llevaba un bicho. No dijo nada y yo después de hacerlo me fui hacia mi asiento. Buen culito tenía.
Cuando fui a desaparcar, me gire un poco para mirar y poder salir. Cruzándose nuestras miradas y ella movió su cabeza con una sonrisa. No sé qué querría decir. Estaba seguro que era algo con relación a lo que acababa de pasar, pero no sabía el que.
Después de bastante tiempo conduciendo, salimos de la autovía y nos metimos por unas carreteras malísimas, muy estrechas y de doble dirección. No sabía los kilometro que hicimos, pero cuando llegamos al sitio me quede alucinado con lo bonito que era todo aquello, en mitad de ninguna parte y en plena naturaleza.
En la entrada había un letrero que indicaba el aparcamiento, ya que los coches se tendrían que quedar allí y el resto se haría andando. Dimos nuestros datos y una persona nos acompañó. Yo iba cargado como una mula, con cosas mías y de mis padres. Llegamos a la zona de las tiendas y nos indicaron nuestros lugares. Yo deje todas mis cosas allí y luego nos dirigimos a donde las cabañas, estaban separadas una de otras y eran de madera, solo conté 12, nada más abrir dos camas y una puerta con un servicio de tipo ecológico, eso no hizo mucha gracia a mi padre.
Regrese a mi sitio y me puse a montar mi tienda. Me toco en un extremo. La monte rápidamente, bastante antes que los demás. Luego hinche una colchoneta que llevaba que era de 2x1,50. Cuando los demás me vieron se quedaron mirando. Además llevaba unas cremalleras con lo que se hacía también si se quería un saco de dormir.
Al rato me di cuenta porque miraban. Ellos llevaban tiendas de campaña y un equipo de la prehistoria. Estaba convencido de que alguna tienda de campaña como la climatología cambiara no aguantarían. Pregunte si alguien necesitaba mi ayuda y como todos dijeron que no (orgullo mal entendido), me di una vuelta para ver todo. Había una zona de duchas, lo más alejado. Los servicios más cerca de las tiendas. Un restaurante y cafetería a mitad de camino. Todo en madera y muy bonito.
Luego me acerque al rio, que había una poza preparada para poder bañarse, me daba la impresión de que el agua tenía que estar fría, ya que el agua corría sin parar. Rodeados por todos los lados de naturaleza. En el camping había bastantes tiendas de campañas montadas, estaban por grupos, había movimiento de gente. Allí se respiraba mucho mejor, el aire era limpio, una gozada. El resto del día pasó sin más. Por la noche dormí como un lirón.
Por la mañana me levante muy temprano y me fui a desayunar. Me encontré solamente a JC, hablamos mientras desayunamos y le dije que me iría al monte a dar un paseo. Que estaría dos tres horas, para que se lo dijese a mis padres si preguntaban. Cogí la mochila que llevaba varias cosas por si surgía algún imprevisto y marche.
Pasada las doce regrese, estaban las mujeres tomando el sol y los hombres “perdidos” por ahí. Salude a todas me cambie y me fui directo al agua. Casi me da un colapso de lo fría que estaba. Luego ya no se notaba, se estaba muy bien. Al verme tan tranquilo, se metieron Carmen y Anabel. Que al principio les paso lo mismo que a mí, pero luego tan tranquilas. Los pezones de ambas con el frio del agua se pusieron totalmente tiesos.
Estábamos ahí disfrutando del baño, cuando se empieza a llenar el cielo de nubes. Nubes negras, por lo que nos salimos y nos secamos. Recogimos todo por si acaso y nos fuimos a la cafetería que los hombres estaban allí. Estaban jugando al domino y las cartas. De pronto una tronada y al rato un tormentón de categoría.
Había tres chicas atendiendo la cafetería y dos chavales que atendían el exterior (ninguno de ellos llegaba a los 30 años). Estos últimos entraron y se dirigieron a mi padre. Avisándole de que una tienda de campaña de nuestro grupo se había desgarrado. Enseguida Sergio y Anabel se miraron diciendo que seguro que era la suya. Yo solo quería que fuese cierto, cruzaba los dedos. Estaba deseando que fuera la suya para ofrecerles compartir la mía.
Estaba pensando eso cuando mi padre dijo, que no se preocuparan que la de su hijo era grande y cabían tres personas de sobra. Yo rápidamente hice mío el ofrecimiento de mi padre.
Observe que mi padre hablaba con los dos chavales, no llevábamos 24 horas y eran como si se conociesen de toda la vida. Imagine que les habría dado una buena propina y por eso tanta amabilidad, aunque los cuchicheos no los entendía. Llego la hora de comer y habían tres opciones, un restaurante autoservicio allí mismo, una zona para barbacoas, paellas… o irse a un pueblecito cercano.
Como seguía lloviendo todos decidieron comer en el autoservicio, la comida era buena. Estábamos todos comiendo y hablando. La verdad que yo no hacía mucho caso, solo pensaba en Anabel y como entrarla. Paro de llover y salió el sol. Esperaríamos a acabar de comer para ir a ver lo que paso. Se quedaron mis padres y mi tía, pidiendo los cafés y las copas, yendo el resto a ver lo sucedido.
Según llegábamos me quede mosqueado conmigo mismo. No podía ser pero era, la tienda de Anabel que estaba pegada a la mía, estaba perfectamente. Cuando de pronto oigo a Adriana decirle de todo, menos guapo a su marido, porque la tienda era la de ellos. Richard se encogía de hombros y bufaba según veía todo. No tenía arreglo y toda la ropa estaba empapada. Les ayudamos con todo y lo llevamos a la zona de la cafetería.
Llegamos y nuevamente estaban mis padres con los dos jóvenes hablando, mi tía en una terraza exterior fumando, cuando nos vieron se acercaron y preguntamos a los trabajadores si por casualidad tenían secadoras, contestándonos que no, pero les dejarían tender toda la ropa en un tendedero cubierto que tenían, para que mañana estuviera todo seco. Mis padres esta vez volvió a realizar el ofrecimiento y yo asentí, no con el mismo fervor de antes. Así que tendría que compartir la tienda con un “manso” y con un “bicho”, porque así los veía.
Ahora se pusieron a tratar de solucionar la ropa para dormir esa noche. Él dijo que dormiría en ropa interior y con la camisa que llevaba. Ella preguntaba que alguien la dejara algo y mi tía dijo que cogiera una de mis camisetas, que son grandes, que serían casi como un camisón. Yo alucinaba, nadie me preguntaba, estaba allí, pero a pesar de mi tamaño era como si no me vieran.
Como yo alcohol no tomaba y el café ya me lo había tomado, ante la insistencia de la gente, me acerque a la tienda con Sandra y Richard. Ella al verla por dentro, exclamo que bien lo tenía todo montado. Coloque las cosas de otra manera para que pudieran acostarse por la noche y de paso saque de la mochila varias camisetas, que ella las cogió y se las coloco por delante para ver cómo le quedarían, diciendo que allí cabían dos como ella y se rio.
También le ofrecí otra a su marido, que volvió a repetir que no le hacía falta, pero se la deje en un lado por si cambiaba de opinión. En ese momento ella eligió su sitio para dormir. A mí me daba igual, no tenía ninguna predilección por ningún sitio, pero quería dejar claro que quien mandaba en esa tienda era yo, que para eso era mía.
Por lo que la dije que ese era mi sitio. Ella se me quedo mirando y me dijo… ¿Y…? contestándola que ni Y ni O, que ese era mi sitio y si querían bien y si no… Se puso toda roja, se le hincho una vena de la sien, que cara de mal genio tenia. Luego se le paso y pregunto si no había saco de dormir, que ella era friolera y por la noche allí hacia bastante frio. Les explique que podíamos poner un saco del tamaño de la colchoneta, que para eso eran las cremalleras que tenían.
Ella miro a su marido y luego a mí, diciendo con cara de asombro, que si eso quería decir que los tres estaríamos metidos en el mismo saco, a lo que la dije que exacto. Pero que si me tenía miedo, siempre tenía la opción de dormir sin taparse. Ella dijo que era un poco impertinente, que nadie la había hablado nunca así y que ella no tenía miedo de nada. Zanje la conversación, diciendo que como ya teníamos todo claro, me marchaba a tomarme otro café.
Todos estaban en la terraza exterior, porque había varios que fumaban y las vistas desde allí eran magnificas. Pero me di cuenta de que mi padre no estaba. Con disimulo escudriñe y lo vi con uno de los chavales, la conversación parecía interesante. Estaban hablando de hacer una barbacoa por la noche, junto a las tiendas, no me pareció mala idea. El resto de la tarde si exceptuamos las miradas de “odio” de Adriana, fue completamente normal. Dos de los hombres se fueron al pueblo y trajeron de todo para cenar.
La cena estuvo muy bien, porque además JC y Ramón resultaron dos animadores de lo más graciosos, que entre sus chistes y anécdotas, nos estuvimos riendo sin parar. A las 12 de la noche más o menos, mi padre se levante y dice que no se encuentra muy bien, que se va a dormir. Hace una seña a mi madre para que le acompañe, la conozco y no la apetecía ir para luego volver. Pero fue con el resignadamente, eso sí, dijo en un rato vuelvo, cuando duerma al “niño”, todos nos reímos.
Había pasado un poco más de un cuarto de hora, lo suficiente para ir y volver de sobra. No es el motivo, pero me preocupo que mi padre no estuviera bien, para no alarmar a nadie, dije que iría a estirar las piernas un poco, Gerardo dijo si, si, va a tratar de pescar entre las camareras y algunos se rieron. Di un pequeño rodeo y llegue a la cabaña-habitación por la parte de atrás, que por una ventana pequeña salía un poco de luz.
Mire por ella y me quede sorprendido. Veía a mi padre sentado en un butacón y a mi madre en una de las camas completamente desnuda y uno de los chavales comiéndola el coño. Podía ver a mi padre con su polla en la mano. Oía a mi madre pidiendo más, se oía poco pero lo suficiente. Estaba más que cachonda, cuando dice, vamos a qué esperas, ven aquí cabrón… veía que mi padre ni se movía, no la hacía caso. Pero las sorpresas estaba claro que no habían terminado, cuando aparece el otro chaval con la polla toda tiesa y se acerca a mi madre, que la agarra y se la mete en la boca.
Oigo como ellos dicen lo puta que es mi madre, lo salida y cachonda que esta, se lo dicen sobre todo a mi padre. Que dice que sí, que es muy puta. Oigo como se corre mi madre y como pide que la follen. Uno de ellos se tumba en la cama y ella se sienta sobre él, no hace falta decir más el otro se pone por detrás y la hacen una doble penetración. Tengo tal empalme que estoy a punto de hacerme una paja viéndolos, pero en ese momento oigo voces que viene en esa dirección, por temor a que me pillen, me voy de allí todo cachondo.
Llego donde están todos y digo que me marcho a dormir. Me preguntan por mi madre y digo que al final se quedaría dormida también, diciendo algunos, que dormida o… Me encamino a la tienda y me meto dentro, me quito la ropa y como no puedo dormir desnudo como me gusta, me dejo la ropa interior y me pongo una camiseta.
Llevo un rato “nervioso” por mi calentura. No hay manera de que se me baje la erección, necesito hacerme una buna paja como mínimo. Si no durmiera nadie conmigo no tendría ningún problema. Tomo la decisión de irme a los servicios y ya está. Pero en ese momento oigo movimiento fuera y no es cuestión salir empalmado. Espero un momento, cuando oigo que trastean en la tienda.
Una vez que abren, yo que me estoy haciendo el dormido, oigo como me llama Richard y lógicamente no contesto. Les oigo hablar en voz baja, pero les escucho.
RICHARD-Ves está dormido, esta mañana fue el que más madrugo y luego estuvo mucho por el monte, tiene que estar roto.
ADRIANA-¿Joder, como me cambio ahora, con el dentro?
RICHARD-No pienso despertarlo, que seguro que nos monta un follón. Ya lo viste esta tarde. Si quieres vamos a los servicios y te cambias allí.
ADRIANA-Déjalo, tratare de apañarme aquí.
Entro sin hacer apenas ruido, fue muy suave. Se quitó la blusa que llevaba y pude ver el buen par de tetas que tenía y que el sujetador que llevaba, las aguantaba de casualidad. Pero no se quitó el sujetador. Se puso la camiseta y no sé cómo lo hizo, pero en un abrir y cerrar de ojos, se quitó el sujetador por la manga, cuanta habilidad. Luego se tumbó en el otro extremo de la colchoneta y se quitó los pantalones, pero tal como estaba yo, no pude ver nada.
Una vez metidos dentro trataron de cerrar la cremallera del lado de Adriana, pero por lo que se ve no había manera. No podía entenderlo porque cuando la prepare, las cremalleras corrían perfectamente. Estaba pensando que podía ser cuando el marido hablando en susurros dice, que seguro que es porque estamos tres y entonces se queda más tirante. Seguro que sería eso, no podía ser otra cosa, tenía su lógica.
Ella decía que por ahí le entraría todo el frio, el marido la dice de cambiar de posición, ella dice que de eso nada. Parece que ya nos dormiremos todos tranquilos, bueno yo cuando me “relaje”. No sé el tiempo que había pasado pero ella, dice de cambiarse de sitio, el marido que debía estar ya medio dormido y con voz de sueño, la dice que se aclare, quedando ella al final en medio de los dos.
Desde mi posición veía como ella tenía los ojos bien abiertos, no se si no dormía por falta de sueño o por estar donde estaba. Me gire hacia su lado, quedando de costado y de cara a ella. Pego un respingo, pero se tranquilizó rápidamente. Haciéndome el dormido me dispuse a pasarlo bien. Estire mi mano y la medio abrace, ella con mucho cuidado, agarro mi brazo y lo movió, colocándolo de nuevo sobre mí. Volví a hacer lo mismo, pero esta vez toque una teta suya, ella con menos cuidado me quito la mano y se giró hacia su marido, diciéndole… Richard, Richard, que me ha tocado, me ha puesto un brazo encima.
La única respuesta que se oyó y que costaba entender fue… “Vale mañana lo hablamos”. Ella al oír esto dijo, eres un gilipollas, meten mano tu mujer y te da igual. Todo esto se lo decía al oído y el marido ni se enteraba. Me acerque un poco muy sigilosamente y en un movimiento de ella, mi polla dio en su culo y fue como si le diera calambre, se quitó rápidamente. Se gira me mueve un poco y yo como si estuviera con un suelo profundo. Lo único que exclama ella es que como Richard, un terremoto y no se enteran.
Me vuelvo a colocar de costado como estaba antes del zarandeo. De pronto suenan unos ruiditos fuera, eran gotas, pero cada vez suenan más fuertes, es un tormentón como el de la tarde, suenan unos truenos importantes y… sorpresa, tiene miedo a las tormentas. Se trata de abrazar al marido pero este se gira y la da el culo. Ella se cabrea. Me vuelvo a acercar y además extiendo mi brazo medio abrazándola, esta vez no protesta. Suenan un par de truenos más y los rayos iluminan la tienda, ella recula suavemente y su culo roza casi imperceptiblemente mi polla.
Pero se aparta cuando la nota. Al ratito noto como otra vez moviéndose se vuelve a acercar. Y nuevamente el contacto es mínimo, pero se queda quita, como dudando o pensándose algo. Yo me muevo como si fuera en sueños y me pego un poco más a ella. Cuando me siente dice algo o exclama, no llegue a entenderla. Me quedo quieto. Espero su reacción, pero no reacciona de ninguna manera.
No quiero forzar ninguna situación, pero mi calentura es muy grande y mi polla esta que revienta. Me muevo como quien no quiere la cosa, como si estuviese dormido. Ahora presiono bien y ella no hace nada pero no se quita. Estoy un rato así y cambio de posición, para ver que hace ella.
Esta vez me he ido al otro extremo de la colchoneta. Noto como se mueve y como se va acercando lentamente, hasta que nuevamente su culo contacta con mi polla. Esta vez sí escucho como un gemido. Sigue la tormenta y la abrazo como en sueños. Ella ahora me da facilidades y noto como de una manera discreta mueve su culo, frotándose bien con mi polla.
Doy un paso más y meto mi mano por debajo de la camiseta, ella en un principio me agarra la mano para no dejarme. Pero sigo moviéndome, frotando mi polla contra su culo, como si me la estuviera follando. Esto hace que suelte mi mano y logro llegar a una de sus tetas, que están algo caídas pero son grandes y el pezón es la leche, es grandísimo, como la punta de un dedo.
Noto como ella se está aguantando decir nada. Amortigua sus ruidos, sus gemidos. Ahora cambio de posición la mano y la llevo hacia abajo, pero me llevo la sorpresa, yo creía que estaría en braguitas, pero tiene puesto como un pantalón de ciclista, no lo veo, pero por el tamaño y el tacto, debe ser eso o algo similar.
Me giro y me quedo boca arriba, lo hago para saber que será capaz de hacer. Ella cuando cambio de posición no le hizo nada de gracia, porque moviéndome trataba de provocar que volviera a la misma posición, pero lo que hice fue girarme al lado contrario. Oía su respiración, fuerte, acelerada. Me imaginaba que estaba cachonda y pensando cómo hacer para que me girara.
Cuando noto que es ella la que se pega a mí, noto sus tetas en mi espalda. La veo lanzada. Pasa una mano por mi cadera hasta que muy suavemente llega a mi polla. La palpa con suavidad, desde abajo hacia arriba. Oigo cada vez más acelerada su respiración. Cuando llega arriba, parte de la polla se sale por arriba. Se le escapa… “Menudo palo que tiene este desgraciado y que cabezón”. La dejo hacer, por lo menos que me haga una paja. La toca muy suavemente, de vez en cuando la agarra y la aprieta.
Oímos como Richard se mueve bastante, ella se queda quieta, debe de pensar algo y para. Al final la cosa queda así y no pasa nada más.
Madrugue y cuando sali de la tienda, solo se oía el ruido de la naturaleza. Me acerque a la cafetería a desayunar. Vi a los dos chavales que se habían follado a mi madre, por las pintas los debió de dejar agotados. Allí desayunando estaba Sergio, que charle un rato con él, que me dijo que si su mujer llega a saber que iría de caminata seguro que se hubiera apuntado, que es una fanática del senderismo. Ya que él lo de caminar, poco.
Después de casi tres horas ya estaba llegando al camping. Imagine que estarían las mujeres tomando el sol y los hombres en la cafetería. Como no veo a nadie, me voy para la cafetería y allí estaban todos desayunando, estaban casi todos recién levantados.
Mi madre con cara de felicidad. Los demás no durmieron bien por la tormenta. Yo dije que dormí estupendamente, todos casi al unísono, dijeron que después del tute de la caminata, de bañarme etc… era normal que cuando llegara la noche estuviera rendido. Richard replico que no hacía falta que el cómo se tomaba un antihistamínico por estar en el campo, por temas de alergia, que ni se enteró de la tormenta de la que hablaban. Entonces Adriana dijo, por eso ya te podía llamar que no hubo manera.
Estando todos allí, les trajeron la ropa secada y planchada del día anterior, ellos dieron las gracias. Mi madre se dio cuenta de que en la pierna llevaba como un arañazo, que fue de una zarza. Se puso en plan madre y quería pedir un botiquín… la dije que no molestara a nadie que tenía yo. Me acompaño a mi tienda, estaba pesadita con el rasguño. Pero la quise meter en un brete.
-Ayer estuvimos esperando que volvieras. ¿Qué te paso?
-Pues me tumbe en la cama mientras tu padre se cambiaba y me quede dormida total. Ni me cambie, me quede dormida y vestida. Imagino que por el cansancio del viaje.
-Pues menos mal que estabas cansada.
-¿Por qué dices eso?
-Porque dejaste a los dos chavales derrotados, su cara era de agotados. Un pequeño detalle os vi.
-Pues si lo viste, para que mierdas preguntas. Fue una sorpresa que me dio tu padre y no la quise desaprovechar. No me lo esperaba y menos de él.
-Jajaja, hiciste bien.
Yo aproveche para cambiarme y me fui a la poza. Mi madre se fue hacia donde estaban todos, al rato las mujeres vinieron a tomar el sol. La primera que se metió fue Anabel, que me dijo que otro día la avisara que a ella la gustaba hacer senderismo. Yo dije que mañana iría también. Ella me dijo que ya le diría la hora. La que no perdía nuestra conversación era Adriana, estaba pendiente, me di cuenta.
El día más o menos paso como el día anterior. Antes de cenar yo estaba en la tienda preparando todo para la noche, ya que luego la luz era peor. Cuando se acercaron Richard y Adriana. Venían por unas chaquetas porque decían que estaba refrescando. Adriana se dirige a mí y me dice si no me importa, seguirá usando mi camiseta para dormir que es muy cómoda. Yo digo que no hay ningún problema.
Durante la cena el vino corrió con alegría, pero me fije que además de no beber yo alcohol, Adriana solo bebió agua. Lo que me hacía presagiar que no se repetiría una noche como la anterior. Ya que la pasada noche bebió bastante y debió de pensar que perdió los papeles. El que si bebió fue el marido, que mezclo con el antihistamínico y le sentó fatal. Lo llevamos entre mi tío y yo a la tienda, dejándolo acostado y dormido.
Yo trataba de ver si podía animar a Adriana, pero en vistas de que no había manera. Y que la conversación que tenían, no me animaba nada. Decidí no perder el tiempo e irme a dormir. Ya había pasado una hora desde que llevamos a Richard. Me despedí de todos y Anabel me pregunto por la hora, yo la dije que a las ocho más o menos estaría en la cafetería.
Me metí a dormir, pero me estaba costando. Además esta noche, no sé si por la bebida, Richard roncaba como si no hubiera un mañana. No sé el tiempo que paso, pero oía como se despedían dándose las buenas noches. Me volví a hacer el dormido. Cuando oigo como abren la tienda y se vuelve a repetir lo mismo de la noche anterior. Pero esta vez como esta en el centro, veo como se quita los pantalones, pero no se pone nada más.
Mientras está cambiándose, mueve varias veces al marido para que deje de roncar. Parece que de momento lo consigue. Aunque tiene una respiración bastante ruidosa, pero sin llegar al ronquido exagerado. Ella sin esperarlo yo, me dice… ¿no te desesperan los ronquidos?, yo me limito a no decir nada, ella me mueve un poco y yo me giro al lado contrario de donde se acostara ella. Quedando de espaldas.
Mientras estoy en esta posición, pienso que lo mismo hace algo, además hoy no se puso los pantalones para dormir, lo que quiere decir que está en braguitas, no sé si eso querrá decir algo. Pero ha pasado ya un tiempo importante y no se oye nada más que medio roncar a Richard.
Me giro como quien no quiere la cosa y veo que ella esta despierta. Pero está completamente boca arriba, si me acercara daría con el muslo, la cadera. Ella giro su cabeza solamente, se quedó mirándome, yo con los ojos prácticamente cerrados la veía. Que estaría pensando. Me tocaba hacer otro movimiento, así que me moví y pase un brazo por encima de ella, como si fuera accidental.
Yo esperaba que ella me lo quitara, pero en vez de hacer eso, se giró dándome la espalda y una vez que lo hizo, reculo como la noche anterior suavemente, hasta que contacto conmigo. A diferencia de la noche anterior no estaba con una erección total, ella meneo suavemente su culo, según notaba como crecía mi polla, se fue moviendo más, por lo que se ve la estaba excitando la erección que estaba provocándome.
Con mi mano, empecé a tocarle las tetas por encima de la camiseta, lo hacía de una forma torpe, para que creyera que estaba dormido. Ella agarro la camiseta y se la subió, por lo que mi mano tocaba libremente sus tetas. Baje la mano despacio y cuando llegue abajo me di cuenta que se había quitado las bragas al mismo tiempo que el pantalón.
Ella me agarro la mano y la pego contra su conito, que por cierto era muy peludo. Estaba empapada. Se aguantara los gemidos. Paso su mano detrás y me agarro bien la polla, la saco como pudo del boxers y la metió por detrás, enseguida se mojó con sus jugos. Pero no la metía. Se dio la vuelta del todo, quedando de cara a mí y repitió lo mismo, la única diferencia era que se pasaba la cabeza de mi polla por su clítoris. Y de vez en cuando levantaba una pierna y la colocaba en la entrada de su coño, pero sin metérsela del todo. El jueguecito la estaba poniendo demasiado cachonda, hasta que se volvió a dar la vuelta y esta vez se la coloco por detrás y ponía la cabeza de mi polla, nuevamente en la entrada de su coñito, pero no se lo pensó más y se pegó atrás del todo, metiéndose la polla totalmente.
Pego un pequeño grito, su marido paro de roncar y entre sueños pregunto qué pasaba, ella le dijo que nada que se durmiera, que había sido un sueño. Al rato él estaba nuevamente roncando y ella moviéndose cada vez más, se la metía hasta el fondo, cada vez más acelerada hasta que note como se corría y fue moviéndose cada vez más lentamente, hasta que se paró y se la saco, dejándome a medias.
Dormí fatal, ese era el segundo calentón en poco tiempo. Por la mañana me levante temprano y fui a desayunar, cuando entre en la cafetería, había poca gente, pero estaban Sergio como la mañana anterior y Anabel. Los salude con la mano y fui por el desayuno, sentándome con ellos. Yo estaba contento porque pensaba intentar follar con ella. Estuvimos conversando un poco cuando aparecieron Rosario la del culo fabuloso y mi tía. Venían preparadas para la caminata. Sergio me dijo que las cuidase. Yo lógicamente le dije que no se preocupase. Pero ya la cosa no me hacía tanta gracia.
Cuando se levantó me quedé estupefacto, ya que ella llevaba unos pantaloncitos cortos que eran demasiado. Nos fuimos caminando y charlando como si nada. Llevamos ya un buen rato andando, por aquellos caminos, que poco a poco se iban haciendo más estrechos. Por el sendero íbamos en fila india yo detrás de ellas. Yo contemplaba esos culitos, lo que hacía que mi calentura aumentase.
El culito de mi tía porque ya lo había probado y cada vez que lo veía me entraban las ganas del primer día. Rosario, que aunque apenas tenía tetas, el culazo que tenía me llamaba a gritos. Y el culito de Anabel, ese culito bien formado, pero que parecía delicado, me traía recuerdos de otros culos parecidos que luego los folle estupendamente. Tenía que hacer un esfuerzo descomunal para no meterlas mano, la tentación era grandísima. Sobre todo en los momentos en que por la dificultad del terreno y al ser cuesta arriba, tenían que adoptar posturas forzadas. Llegamos a un tramo muy difícil, me adelante, tuve que ayudarlas a pasar, con la excusa las roce el culo y lo único que logre era ponerme yo peor.
Llegamos a una zona que descubrí el primer día, desde donde se divisaba todo, incluido el camping. Decidí parar allí para que vieran las vistas, pero sobre todo para que descansaran, que se las notaba desfondadas. Y nos pusimos a descansar. Después anduvimos un buen rato parando nuevamente a descansar, observar la naturaleza y las vistas.
Nos dirigimos hacia el camping y el resto del día transcurrió con normalidad. Pero me di cuenta de que mi madre se la notaba muy cortada, no sabía si porque yo la había visto o si era por otro motivo. Pero era difícil estar a solas para poder hablar con alguien tranquilamente.
Ya solo quedaban dos noches, está en la que estábamos y la del día siguiente. Esperaba el poder coincidir a solas con Anabel, cada vez la tenía más ganas.
Con ese pensamiento me despedí de toda la gente, esperando que se acostaran tarde y que hubiera la suerte de que no vinieran. Estaba ya tumbado en la tienda, con pensamientos mezclados, por lo que podía haber ocurrido en la mañana si no hubiera venido nadie más, lo que podía ocurrir a la mañana siguiente y también lo que ocurriría esa noche, si Adriana volvería a las andadas.
Estando en estos pensamientos apareció Richard, que no se si era por el alcohol, las pastillas o por ambas cosas, estaba muy perjudicado. No me quedo más remedio que ayudarle, más que tumbarse fue caerse. Farfullo algo y al rato, pero muy pocos minutos, estaba resoplando y roncando.
No llego a la hora calculo yo, cuando llego Adriana y volvió a hacer el rito de la noche anterior. Yo estaba tumbado de lado, mirando al lado contrario de ella. Note su mano en mi hombro, me movió preguntándome si tenía una linterna. Yo ignore la pregunta y seguí haciéndome el dormido.
Eso lo hizo tres veces, al ver que yo no decía nada, ella se debió de envalentonar, porque ahora llevo su mano a mi polla. La fue acariciando por encima del bóxer, de una manera muy suave, con mucho cuidado. Pero ese cuidado y ese tacto, lo iba perdiendo, según notaba como crecía la polla. Bajo parte de mi ropa interior, hasta dejar la polla totalmente empalmada fuera y los huevos fuera para hacer de tope con el borde del bóxer para que no se subiera de nuevo.
Quito la mano, al rato la puso, tal como estaba me imagino que la lleno de saliva, porque ahora se sentía mucho mejor. Mientras hacía eso, ella no hablaba nada, solo se oía su respiración y como de vez en cuando me pasaba la punta de la lengua por la oreja. Luego me movía poco a poco para que me diera la vuelta, al final hice como si lo hubiera conseguido.
Ella entonces y sin perder tiempo se giró dándome la espalda, dándome el culo. Se colocó la polla entre sus piernas desde atrás. Estaba haciendo lo de la noche anterior, la pasaba por la entrada de su coñito, que estaba muy mojado. Pero esta noche cambiarían las cosas.
Sin que ella se lo esperara, una de las veces que puso la polla en la entrada de su coño, se la metí de golpe y hasta el fondo. A la vez la tape la boca, por lo que el chillido quedo amortiguado. Acerque mi boca a su oído y la dije que esta noche no pensaba quedarme a medias.
Seguí moviéndome y ella se acompaso a mi movimiento. Ahora pase mi mano para tocarle las tetas, ella no se lo pensó y se quitó en un plis plas, la camiseta. Le pellizcaba los pezones y ella cuando lo hacía se movía de gusto. Me acerque nuevamente al oído para preguntarla si quería que me pusiera un condón, diciéndome ella que no era necesario. Que mejor así. Se dio la vuelta, subió una pierna hacia mi cadera y se la volví a meter, me besaba con desesperación y luego me pidió que la comiera las tetas.
Se volvía loca mientras lo hacía. Se aceleró tanto y estaba tan cachonda, que no se lo pensó y se sentó encima de mi polla. Cuando iba a decir que así era más descarado y peligroso. Ella me puso un dedo en la boca y siguió subiendo y bajando. La situación era indescriptible, nosotros así y el marido tumbado de lado, dándonos la espalda y como música de fondo los ronquidos de él.
En esa posición puse una mano detrás y jugaba con la entrada de su culito. Ella no protestaba, debía de gustarle, porque según más osado era mi dedo ella se movía más. Pero se notaba muy cerradito. De pronto ella se agacho me dio un beso inmenso y note como se corría, apagando sus gemidos con el besazo que me estaba dando. La dije que me quería correr en su culo, ella me dijo que no, que ahí no, que se le podía escapar algún grito, que lo había intentado muchas veces pero que nunca acabo.
Me dijo que me corriera dentro o si lo prefería en su boca. Ni la conteste seguí con mis penetraciones hasta que no me aguante y me corrí. Cuando acabamos ella me pregunto al oído, si todas estas noches estuve despierto y dije que sí. Ella medio riendo me dijo que era muy malo que eso no se hacía. Pero que ya que lo sabía, lo mismo podríamos quedar en algún momento en un sitio más cómodo. Besándola la dije que por supuesto.
A la mañana siguiente cuando salí de la tienda todo estaba en silencio sin movimiento. Iba hacia el desayuno totalmente contento, estos se habían quedado dormidos, pero craso error, allí estaban todos, menos Richard, Adriana, mi tío y mi padre. El resto estaban todos. Desayune y nos fuimos de senderismo. Regresamos y todo el mundo quedo contentísimo. Yo me cambie y me fui a dar un baño a la poza.
Después de desayunar temprano, fuimos les vehículos. Anabel tenía cara de pocos amigos. En un momento que estuvimos solos, la pregunte por esa cara, ella me dijo que cosas de pareja, una pequeña discusión con su marido. Que ella prefería quedarse a comer allí y salir después de comer. No me quedo más remedio que dar la razón al marido y así se lo hice ver. No ves que todos los demás eligieron esta hora, lo mismo alguno se molestaba con vosotros.
Ella al final me dijo… puede ser que tengáis la razón. Es que algunas veces soy un poco caprichosa. La dije que se tranquilizara, que seguro que encontraríamos algún buen sitio para comer.
Antes de iniciar el camino nos pusimos de acuerdo de parar en una hora para repostar todos. Salimos nosotros íbamos los últimos. En el coche íbamos en silencio, aunque yo trataba de sacar la conversación, no había manera. Él tenía cara de mustio. Ella atrás igual de seria que él. Menudo viaje me esperaba.
Pero en un momento dado, ella empezó a hablar. Estaba claro que ella estaba más animada, que el enfado se le había pasado. En un momento dado ella acaricia a su marido, diciéndole que no le gusta que se enfade, le hace unos mimos y veo cómo cambia su cara.
Hicimos la parada repostamos, pero como no gusto el sitio para tomar nada, la verdad que está muy cutre, quedamos en que ya pararíamos. Esta vez vi más animado a Sergio, estaba claro que ya se le había pasado el mosqueo. Reiniciamos el camino y esta vez el que inicia la conversación es el, contando mil y una anécdotas, estaba claro que había vivido muchas cosas. Su conversación era súper entretenida.
A mí me venía muy bien, porque se me hacía más ameno el conducir. Por el retrovisor veía a Anabel, recostada y que de vez en cuando daba alguna cabezada, hasta que cambia radicalmente de conversación…
SERGIO-Lo que he podido observar estos días, es que te cuidas mucho. No te he visto beber, ni fumar y siempre que has podido haciendo ejercicio. ¿Vas mucho al gimnasio?
YO-Cuando el tiempo me lo permite sí. Me gusta estar en forma.
SERGIO-Yo con ese cuerpo de joven, hubiera sido “temible”.
ANABEL-Mas aun imposible. No le hagas caso Carlos que este toda la vida ha sido un “pinta”.
YO-Eso está bien, yo soy de los que dicen que la vida son dos días, que hay que aprovechar el tiempo.
SERGIO-Ves, eso mismo digo yo y nadie me hace caso. A ti te saldrán “novias” a montones seguro.
YO-Que va, me imagino que como a cualquiera de mi edad.
ANABEL-Déjale, no te metas en su intimidad. Que al final le molestaras.
SERGIO-¿Te ha molestado?
YO-No en absoluto. Me da igual lo que me pregunten, cuando no quiero contestar a algo no lo hago y sin problemas.
SERGIO-Cada vez me caes mejor. Va a ser un viaje muy entretenido.
Hicimos una parda imprevista, porque alguien de los otros coches necesitaba ir al servicio con urgencia. Y como el sitio estaba bien, aprovechamos para tomar un café. Mi madre me pregunto qué tal íbamos, cuando ya iba a contestarla, se metió por medio Anabel diciendo que muy entretenidos Sergio y yo. Que no habíamos parado de hablar desde que salimos, pero que ahora su marido estaba haciéndome un “interrogatorio”
Entonces mi padre se metió en la conversación para decirle a Sergio, que él no se hacía responsable de mis contestaciones, que siempre era muy sincero y eso había traído problemas. Sergio solo dijo que jamás se había enfadado por una respuesta a una pregunta suya con nadie.
Cuando nos íbamos para los coches, mi padre se me acerco y me pidió de por favor que pensara antes de contestar, que Sergio era muy buen amigo suyo y no quería un enfado. Al vernos Sergio le dijo a mi padre que no me liara.
Una vez dentro del coche Sergio, que no sabía lo que me había dicho mi padre, me decía que fuera yo mismo. Que sería un buen viaje. Anabel propuso poner música y dejar la conversación para otro momento. Puse un poco de música y al momento Sergio bajo un poco el volumen y comenzamos a charlar nuevamente. Vi que Anabel se recostó y oía la música, porque veía como la tatareaba.
SERGIO-¿Por qué dijo tu padre lo de que tu sinceridad te había metido en problemas?
YO-Prefiero no detallar, pero algún amigo de ellos que se creía muy listo y estar en posesión de la verdad.
SERGIO-¿Pero eres tan sincero como dicen?
YO-Trato de serlo, pero si sé que puedo hacer daño a alguien con mi sinceridad, me lo pienso mucho y valoro si merece la pena.
SERGIO-¿Te gusta Anabel?
YO-¿Cómo? ¿En qué sentido?
SERGIO-En todos.
ANABEL-Que coño haces, de que vas. (Se incorporó y le cambio la cara dulce, de niña buena)
SERGIO-Tranquila, es una pregunta sin importancia. Si no quiere contestarla que no la conteste, pero no lo entendería.
YO-reconozco que es muy simpática y agradable. Sin tratar de quedar bien la mejor de todas las que fueron.
ANABEL-Gracias. (Ya más tranquila)
SERGIO-¿Y… físicamente?
ANABEL-Si seguís por ahí, en la próxima parada me cambiare de sitio. Te estás pasando mucho Sergio y lo sabes. Al final me cabrearas.
YO-Anabel no te mosquees mujer, que no tiene la mayor importancia. Tú no tienes la culpa de ser tan guapa, de tener el cuerpazo que tienes, tenías que estar orgullosísima. (Lo dije todo mirándola por el retrovisor y porque me gustaba por donde iba la conversación)
ANABEL-No es eso, es que me da mucho corte. Me cuesta hablar de ciertas cosas. (Estaba azorada de verdad, estaba claro que el marido la estaba metiendo en un compromiso)
SERGIO-Pero seguro que hay algo que de su cuerpo que te gustara más.
YO-Todo en general.
SERGIO-No eres sincero.
ANABEL-Sergio no insistas, ya te ha contestado y cambiemos de conversación, lo pido de por favor.
YO-De acuerdo no he sido sincero, si hay algo que me gusta más que el resto. Pero me sabe mal que Anabel este molesta, así que prefiero guardarme la respuesta.
SERGIO-Vale, pero que puntuación de 1 a 10, darías a lo que más te gusta. Eso si puedes
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