Se acercó a mi cara con la polla fuera de los pantalones, y yo muy asustada comencé a lamerle la polla.
-Um. Si. Que bien lo haces zorrita. Um.
A los pocos minutos Marcos se cansó de ir despacio y me agarró fuertemente por los pelos.
No podía sacármela y entonces él comenzó a correrse.
-Um. Si. ¡¡Ahg!! Que gusto. Um. Si.
Yo solo tragaba para no ahogarme.
-Ahgg.
Yo respiraba fuertemente.
-Eres. eres muy malo conmigo.
-¿Yo? ja
-Suéltame. Te lo suplico.
-Está bien. Pero antes te follaré.
-No. no quiero. no es justo.
-Dime Sindy. ¿Alguna vez te han follado el culito?
-¡¡No!!
Me asusté mucho al escuchar aquellas palabras y lloré de nuevo.
-¡¡No!! No por favor. Te lo suplico.
-No llores putita. SI te relajas ni te dolerá.
-No por favor. Te lo suplico. Nunca he echo eso. Haré lo que me pidas. No. por ahí noo.
-Umm. Por lo menos te desvirgaré el culito. Que placer.
-No. No lo hagas. Te lo suplico. Seré buena, te obedeceré en todo. Voy a ser obediente y no le diré nada a nadie, te lo prometo. Noo lo hagas.
-Venga putita. allá vamos.
Hábilmente Marcos se colocó detrás mía, y comenzó a ejercer presión sobre mi ano aun virgen.
-Uf. Que estrecho lo tienes. Puf. Ahora vuelvo.
Regresó en menos de un minuto con un bote de mantequilla en la mano.
-Marcos.
Plass. Azotó fuertemente mi culo.
- ¡Calla!
-Ahg.
-Estate quieta zorrita.
Marcos lubricó mi ano con matequilla y ejerció presión con un dedo.
-Que estrechito putita.
-Ah.
Notaba el dedo de Marcos perfectamente en mi culo. Me folló el culito con un dedo, luego fueron dos y luego tres. Así estuvo un buen rato hasta que lo dilató un poco y decidió metermela de una vez.
-Prepárate putita. Allá voy.
-¡Ahg.!
El dolor fue horrible, el culo me ardía por los azotes recibidos y ahora me dolia terriblemente.
-Ahhg. Me duele. ¡Para Marcos! Ahhg.
-Oh. Que cerradito. Si.
No me pude contener más y lloré, lloré y le supliqué que parara pero Marcos seguía a lo suyo.
-Umm. Te estás portando muy bien.
-¡¡Para!! Ahg. ¡¡Te lo suplico!!
-Ahora. voy a hacer que te corras para mi, princesita.
-Ahhg. ¡No! Me duele. Me duele mucho. Ahg.
Marcos deslizó su mano hacia mi clítoris. Allí jugueteó con el, y a los pocos minutos me comenzó a calentar.
-Ah. Um.
-¿Ves? Empiezas a gemir. ja Eso es que ya te gusta. Um.
-Aah. Um. ah. Sigue.
-¿Sigue? ja ¿Quieres correrte zorrita?
-Si. Si quiero. Um. Oh. Sigue.
¡¡Si!! Ah.
-Toma zorrita. Toma polla por el culito.
-Aah. Si. Sigue. Siguee. ah.
Marcos también se encontraba al borde del orgasmo.
-Yo también me voy princesa. AAhg.
-Aaah. Si.
Nos corrimos los dos a la vez, fue un orgasmo increíble e intenso. Los dos nos retorcíamos de placer.
-Te quiero princesa.
Marcos se acercó a mi boca y me besó apasionadamente.
-Voy. voy a soltarte.
Marcos cortó las cuerdas que tenía atadas a las muñecas, sentí un gran alivio. Me sentí liberada.
Me ayudó a levantarme de la cama y me colocó bien la ropa. Luego me besó la mejilla, y después los labios.
-Vámonos princesa, es muy tarde.
Me llevó directamente hacia mi casa. No hablamos nada en el camino de vuelta.
Llegamos a mi casa, parecía que conocía mi barrio a la perfección. Estacionó a un lado de la carretera y bajó del coche en dirección a mi puerta.
-Baja princesa.
Bajé del coche y rápidamente me levanté para irme sin hablar nada. Marcos estiró el brazo y me impidió el paso.
-¿No te olvidas de nada princesa?
-No. Creo que no.
Marcos me agarró por la cintura y me llevó hacia él.
-Esto.
Y me besó en los labios.
-Hasta mañana princesa.
-Has. Hasta mañana.
Subió al coche y desapareció por la carretera.
Cuando entré en casa subí directamente al baño, lo primero que hize fué mirar mi trasero.
-Santo dios.
Me asusté al ver tantas marcas en mi trasero, lo tenía muy colorado y aun me dolía mucho.
Decidí acostarme y no pensar más en aquello.
A las 8:00am mi móvil sonó.
-¿Sí?
-Hola preciosa. ¿Como te encuentras?
No podía creer que fuera Marcos.
-Pues mal. ¿Como quieres que esté?
-No te preocupes por nada princesa, como soy tu jefe te daré el día libre ja
-¿Qué? Me has hecho mucho daño. ¡Déjame! No quiero verte más.
-Sindy. Si me tocas los cojones te juro que voy ahora mismo a tu casa y te doy unos buenos azotes.
-¿Porqué me haces esto?
-Escúchame. tienes el día libre, pero a las 21:00 te quiero en mi despacho.
-¿Como? No quiero. ¡No!
-Tu verás. Pero si a esa hora no estás aquí, iré a buscarte.
-Pero.
-Hasta luego princesa.
Me pasé todo el día asustada. Si él era capaz de hacerme aquello. ¿De que más sería capaz?
Intente no pensar en nada en todo el día, pero no podía.
Cuando me di cuenta ya eran las 19:00 de la tarde.
No quería ir, me había echo mucho daño. Pero aun así no dejaba de pensar en él y en todo lo que me había echo sentir.
Me arregle apresuradamente, un vestido ceñido, unos tacones a juego y varios complementos.
Me miré al espejo antes de salir, estaba perfecta. Salí de mi casa y cogí el coche.
A las 21:00 en punto toqué la puerta de su despacho.
Ahí estaba él, sentado en su silla con su traje elegante. La verdad es que he de reconocer que Marcos está buenísimo.
-Hola princesa. Pasa.
Entré al despacho.
-No te sientes que nos vamos.
-¿Qué? ¿Donde vamos?
-Es una sorpresa. Ya lo verás.
Me callé, pensé que sería lo mejor. No quería ser castigada.
-Vamos princesa.
Le seguí y nos dirigimos al garaje a por el coche.
-Princesa.
-¿Si?
-No me has dado un beso. ¿Porqué?
Me miró amenazante así que decidí que era mejor darle el beso.
-Lo siento.
-Bueno. ¿A que esperas?
-Sii.
Le besé, fue un beso sin lengua.
-Te quiero preciosa.
Yo lo miré.
Marcos sonrió y subimos al coche.
Nos dirigimos a la ciudad. Allí paró el coche frente a uno de los restaurantes más caros de Madrid.
Justo al estacionar frente al restaurante apareció el aparcacoches.
-Hola Señor.
-Hola. Cuídame el coche.
-No se preocupe por nada Señor.
Marcos le dio las llaves y nosotros entramos al restaurante.
-Oh.
Yo alucinaba con todo los detalles, nunca nadie me había llevado a un restaurante tan lujoso.
-¿Te gusta?
-Si. es. es muy bonito.
-ja No más que tú princesa.
Nos sentaron en una mesa para dos, la mesa tenía velas y flores. Aquello parecía una cena romántica.
Un camarero se acercó a nosotros.
-¿Qué desean comer los señores?
Marcos fue el que pidió la cena.
Estaba observando el restaurante cuando me sacó de mis pensamientos.
-Lo que te he pedido para cenar te va a encantar princesa.
-Gra.. Gracias.
-¿Como tiene mi zorrita el culito?
Lo miré con rabia. El me había echo mucho daño, y aun así me tenía junto a el.
-No quiero hablar del tema.
-No te molestes. Yo mismo lo comprobaré.
-¿Qué? No, no quiero que me pegues más.
-Pues pórtate bien y obedece.
-¿Hasta cuando me vas a molestar? No quiero estar contigo.
-¿Como? Cuando salgamos de aquí lamentaras lo que has dicho señorita.
-¿Porqué? No quiero estar contigo porqué me das. me das miedo.
-¿Miedo.?
-Si. Me asusta que me puedas hacer algo peor que lo de ayer.
-¿Crees que lo de ayer fue malo? Pues ni te imaginas de lo que seré capaz si te vuelvo a oír diciendo que te deje. Eres mía. Que no se te olvide nunca Sindy.
Me callé después de oír semejante amenaza.
-Termina de comer. Rapidito.
-Si.
Al poco rato los dos acabamos de cenar y Marcos pidió la cuenta.
El camarero apareció con la cuenta, Marcos pagó y salimos del restaurante.
-Marcos.
-¿Si?
-Lo siento. No me pegues más. Te lo suplico, seré buena.
-Sube al coche princesa.
-Marcos.
-¡¡Sube!!
Al escucharle gritar me monté rápidamente de nuevo.