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Era el día de nuestro décimo aniversario , esa noche íbamos a cenar fuera y yo quería preparar algo especial. Siempre he fantaseado con verla hacerlo con otro hombre y ella siempre había bromeado acerca de cómo sería con un hombre de color.
Las veces que le había propuesto la posibilidad de meter a otro hombre, ella lo había rechazado argumentando que aunque podría gustarle no se iba a arriesgar a que por culpa de eso nuestra relación se deteriorara.
Pero esa noche estaba dispuesto a llevarlo a cabo. Ella no sabría nada hasta el mismísimo momento en que ocurriera. Durante el día hice algunas llamadas buscando un tipo que pudiera adaptarse a nuestras fantasías. Después de varias horas conseguí contactar con un chico joven , 22 años según el , de origen brasileño, que según me habían dicho tenía un cuerpo escultural y sabía dar placer a una mujer.
Ya tenía conseguida una parte del plan, ahora me faltaba reservar una habitación en algún hotel fuera de la ciudad. Otro par de horas al teléfono hasta que conseguí reservar una Suite con jacuzzi incluido en un hotel en primera línea de playa a unos cincuenta Km. De nuestra ciudad.
Para no tener que conducir después de cenar, reservé mesa en el propio restaurante del hotel, donde según me habían dicho la comida era excelente y disponían de una amplia bodega.
El realizar mi fantasía me estaba saliendo un poco cara económicamente, pero confiaba en que valiera la pena. Por fin todo estaba arreglado, había quedado con el chico, Flavio se llamaba, en que se presentara en nuestra habitación sobre la media noche.
Se acercaba la hora de la cena, nos duchamos juntos y nos fuimos poniendo a tono para nuestra gran noche. Yo me vestí con un traje de chaqueta que ella me había regalado en mi cumpleaños. Me pidió que saliera de la habitación, se había comprado lencería nueva y un vestido para la ocasión y quería que no la viera hasta que estuviera arreglada.
Yo accedí, mientras veía la tele, estaba impaciente por ver el resultado. Ella es muy hermosa y cuando se arregla es espectacular. Después de una media hora que me pareció eterna, apareció ante mi, me quedé impresionado.
Se había puesto un vestido negro muy escotado con falda hasta la rodilla y abierta por detrás dejando ver sus piernas al caminar. El conjunto lo remataban unos zapatos de tacón y un chal en el mismo color del vestido. Todavía me quedaba por ver el conjunto de lencería, pero todo a su debido tiempo.
Por un momento me atacaron los celos al pensar que otro hombre iba a disfrutar de aquella belleza, pero al mismo tiempo me excitaba la situación.
La felicité por el resultado, la bese apasionadamente y sin mas dilación salimos a cenar. Si hubiéramos tardado un poco más le hubiera hecho el amor allí mismo. Durante el trayecto hasta el hotel no dejaba de imaginarme como resultaría la noche y cuales serían las consecuencias de mi plan.
Después de una hora de camino durante el cual nos dedicamos todo tipo de caricias, llegamos al hotel. Estaba tan caliente que deseaba ansiosamente que llegara la media noche. Durante la cena había planeado sacar a relucir nuestras fantasías con el objetivo de excitarla y advertir su posible reacción cuando Flavio apareciera en nuestra habitación.
Cuando entramos al comedor , estaba vacío, los camareros se quedaron impresionados con ella, no pudieron dejar de seguirla con la mirada hasta que se sentó. Primero pedimos un ligero aperitivo para luego ordenar la cena que acompañaríamos con un vino reserva como no podía ser menos para la ocasión.
Cenamos con tranquilidad, los camareros se peleaban por servirnos y poder observarla mas de cerca. Durante la cena apuramos dos botellas de vino, lo que hizo que mis planes sobre la conversación se hicieran más fáciles. Poco a poco fui derivando la conversación hacia la posibilidad de hacer un trío.
Los efectos del vino habían hecho mella en ella y empezó a fantasear acerca de tener dos hombres solo para ella, incluso jugando a buscar al candidato entre los camareros, llegó a la conclusión de que era una pena que no hubiera un negro entre ellos.
El final de la cena transcurrió entre risas y palabras subidas de tono. Tomamos el postre y rematamos la cena con una botella de champán.
Cuando nos habíamos bebido la última copa, pagamos la cuenta y salimos del comedor otra vez acosados por las miradas. Faltaba una hora para la cita con Flavio, así que propuse dar un paseo por la playa. Ella en un principio no estuvo de acuerdo, la conversación la había excitado y deseaba subir a la habitación. Me costó convencerla, pero a regañadientes accedió al paseo.
Estuvimos un rato caminando entre arrumacos y besos poniéndonos cada vez mas calientes. A falta de diez minutos para la media noche, nos dirigimos hacia la habitación. Durante el trayecto no dejamos de meternos mano, poco faltó para que lo hiciéramos en el ascensor. Entre las caricias y que se acercaba la hora de la verdad tenía el pene a punto de reventar.
Entramos a la habitación, era muy lujosa, la cama era muy grande, desde luego cabríamos los tres. Me dirigí al jacuzzi y empecé a llenarlo. Mientras se preparaba, saqué otra botella de champán del minibar y serví dos copas, después puse un poco de música y bailamos mientras apurábamos la bebida.
Estuvimos un buen rato besándonos mientras bailábamos y nuestras manos recorrían nuestros cuerpos.
Por fín, llamaron a la puerta, ella se extraño, abrí la puerta y allí estaba el. Era de estatura media, ojos claros que contrastaban con el color de su piel y sonrisa perfecta. Nos presentamos y le invité a pasar.
Ella reflejaba el nerviosismo en su cara, empezaba a imaginarse lo que estaba pasando. Intentó pedirme una explicación, pero me apresuré a besarla en la boca anulando cualquier protesta. Ella se abandonó, hice una seña a Flavio para que se acercara, el lo hizo por detrás, le apartó el pelo y mientras yo la besaba el hacía lo mismo en el cuello.
Por ahora no había resistencia, permanecimos así unos segundos, luego le di la vuelta pera desabrocharle el vestido, quedando ella frente a el. Flavio pasó una mano por detrás de su cabeza y empezó a besarla con suavidad mientras yo le bajaba el vestido dejando a la vista su hermoso cuerpo adornado por un atractivo conjunto de lencería de encaje en color ocre.
Su cuerpo se notaba todavía tenso, pero aceptaba los besos de Flavio. Bajé el vestido hasta el suelo y empecé a subir con mis labios recorriendo sus dos hermosas piernas, deteniéndome en las nalgas para luego seguir escalando hasta su cuello, donde pude percibir la agitación de su respiración.
Mientras recorría su cuello, pasaba las manos por encima del sujetador masajeándole los pechos, al poco pude sentir las manos de Flavio acariciándole su trasero sin dejar de explorar cada rincón de su boca.
Interrumpimos el juego solo el tiempo justo para dirigirnos hacia el jacuzzi.
Primero entró Flavio, yo terminé de desnudarla, entró ella sentándose al lado de el y por último yo. Ella se quedó entre los dos y volvimos a dedicarle nuestras atenciones. Yo la besaba y jugueteaba con sus pechos mientras el exploraba su entrepierna en busca de su sexo. Ella separó ligeramente las piernas para facilitarle la labor. Su respiración era cada vez mas agitada.
Luego intercambiamos los papeles, yo jugueteaba con su sexo mientras el la besaba y amasaba sus pechos. La tensión había desaparecido totalmente dejando paso al placer de sentirse deseada por dos hombres.
Ella empezó a acariciar mi pene, todavía no se atrevía a hacer lo mismo con el de Flavio, al oído la animé a que lo hiciera. Tímidamente llevó la mano en su búsqueda hasta encontrarlo bajo el agua. Suavemente empezó a recorrerlo con su mano dando lugar a gemidos de aprobación por parte de Flavio.
Sus dedos y los míos se enzarzaron en una batalla por invadir su intimidad continuando la batalla en sus profundidades lo que arrancaba sus primeros gemidos. Tras varios minutos de lucha, me pidió que la penetrara. Me coloqué frente a ella, separé sus piernas y la penetré con movimientos muy lentos deleitándome en cada centímetro de su sexo.
Mientras ellos se besaban, el magreaba sus pechos y ella le masturbaba con cariño. Luego el se levantó dejándole su erecto miembro a la altura de la cara. Ella lo observó con interés, lo abarcó con la mano y lo dirigió hacia su boca. Con la lengua empezó a recorrerlo desde la base hasta el glande, no dejó ni un milímetro sin recorrer . Luego la abarcó con sus labios y empezó a devorarla con pasión.
La excitación acumulada durante la noche y la visión de verla saboreando otro pene me obligaron a interrumpir la penetración, no quería eyacular, deseaba que la noche durara lo máximo. Flavio me tomó el relevo, se sentó en el borde del jacuzzi , ella se sentó sobre su pene introduciéndolo hasta el fondo. Permanecieron inmóviles mientras se rodeaban con sus brazos y entrelazaban sus lenguas.
Ella empezó a mover sus caderas lentamente concentrándose en las sensaciones que le producía el nuevo inquilino de su intimidad. El la dejaba llevar el control mientras sus labios y lengua devoraban sus pezones y sus fuertes manos estrujaban sus nalgas.
Poco a poco sus gemidos se fueron haciendo más audibles. El procuraba no dejar ni un centímetro de pecho sin besar mientras ella aumentaba el ritmo de sus caderas entregándose cada vez mas al deseo y la pasión.
Me sentía celoso de verla disfrutando en los brazos de otro hombre, viendo como su sexo devoraba goloso un miembro que no era el mío. Cada gemido retumbaba en mi cabeza, pero al mismo tiempo me sentía excitado. Verla totalmente entregada al placer hacía que la deseara con más fuerza.
Flavio a punto de llegar al orgasmo, la obligó a detener sus movimientos, ella no deseaba parar, finalmente el sacó su pene, la cogió en brazos y la llevó hasta la cama. La tumbó de espaldas y se dedicó a cubrirla de suaves besos desde la cabeza hasta los pies, no quedó rincón de su piel que el no probara.
Le dio la vuelta, con la lengua recorrió su espalda desde la base del cuello hasta llegar a las nalgas, donde se entretuvo mordisqueándolas y masajeándolas, luego bajó por el interior de su muslo derecho hasta los pies para luego subir por el izquierdo. Volvió a detenerse en devorar sus nalgas.
Siguió subiendo hasta quedar totalmente encima de ella. Con sus piernas separó las de ella dejando su sexo expuesto y listo para ser penetrado. No lo hizo, se limitó a rozar su pene en toda su extensión a lo largo de su hermosa raja. Ella levantaba sus caderas buscando mas estimulación.
Sus gemidos eran dulce sonido para mis oídos, aumentando mi excitación hasta cotas difíciles de soportar sin estallar de placer. Volvió a darle la vuelta, la besó profundamente, con lentitud jugueteó con sus pezones haciendo que su deseo por que la penetrara aumentara.
Siguió bajando hasta hundir su cabeza entre sus piernas. Saboreó y devoró sus labios vaginales.Suplicaba que la penetrara. El lo hizo, pero con su larga lengua, ella estaba a punto del orgasmo y el seguía invadiéndola con la lengua al tiempo que masajeaba su clítoris.
Flavio era capaz de predecir cuando estaba a punto de tener un orgasmo, entonces paraba hasta que las olas del inminente placer se alejaran y luego volvía a llevarla hasta el borde del placer.
Decidí volver a unirme a ellos, mientras el jugaba a su antojo con su sexo, yo la besaba y acariciaba sus pechos, bajando de vez en cuando a mordisquear los pezones. Estaba tan excitada que apenas existía pausa entre sus gemidos.
Flavio cesó en las atenciones, se incorporó y nos turnamos en besarla y acariciarla por todo su cuerpo. Ella nos ofrecía su boca con ansia y acariciaba nuestros penes. Nuestras manos se entretenían en jugar a las puertas de su placer.
No aguantaba mas, quería penetrarla, sentir en mi pene el fuego de su deseo. Separé sus piernas sosteniéndolas en mis brazos, con lentitud hundí mi pene hasta el final. Quería que esa sensación durara eternamente, era un inmenso placer entrar y salir de su abrasadora intimidad.
Mientras, Flavio la besaba, casi la devoraba con sus labios, ella acogía su lengua, su mano derecha se enredaba en el pelo y la izquierda se aferraba al endurecido miembro.
Su total entrega al placer me volvía loco, que excitante era verla disfrutar de aquella manera, no pude más, me fui en el orgasmo más intenso de mi vida. Caí rendido a su lado. Ella dejo de besarle, me dedicó un tierno beso en los labios para luego ir en busca de su pene.
Fue besándolo muy despacio, recorriendo con sus labios cada centímetro entre la boca y el miembro, se detuvo ante el, y lo observó con deleite. Primero sus labios abrazaron el glande y poco a poco todo el pene desapareció en su boca.
Durante un largo rato lo saboreó como si de el más exquisito manjar se tratase. Flavio se encontraba en el paraíso. Ella se detuvo a observarlo de nuevo, deseaba sentirlo muy dentro provocándole oleadas de placer. No esperó más, se sentó sobre el introduciéndoselo totalmente.
Empezó a moverse, frotando el sexo contra la pelvis de su amante por esa noche. Dejó caer su cabeza hacia atrás gemía dulcemente y apretaba los pezones entre sus dedos. Más tarde se dejó caer sobre el, el movimiento de sus caderas propiciaba el roce del pene por toda la extensión de su cueva, lo besaba con deseo mientras frotaba sus pechos contra el musculado torso.
Cada vez se movía con más rapidez, sus gemidos se convirtieron en jadeos, estaba al borde del clímax, y por fin un electrizante orgasmo se apoderó de ella. Su cuerpo tembloroso quedó encima de el.
El miembro seguía erecto, no deseaba abandonar aquella agradable estancia. Sin dejar de penetrarla, le dio la vuelta abrazándola, la besaba con sensualidad, mientras su pene la oradaba muy lentamente pero con autoridad. Ella empezaba a gemir de nuevo. Con mucha paciencia había vuelto a excitarla, la volvía loca de deseo.
Ahora el tenía el control, ella buscaba su boca, el se la negaba, sujetaba su brazos para que no pudiera abrazarlo. Ella luchaba, se retorcía debajo de el. Flavio la dominaba, la estaba poseyendo a su antojo y ella demostraba que le gustaba. Mi pene recuperaba su vigor pidiendo participar, también deseaba darle placer.
Le ofrecí mi boca, la aceptó, nos devoramos el uno al otro con pasión. El continuaba penetrándola disfrutando de su fuego y regocijándose en el placer que ella sentía. Le envidiaba, quería ocupar su lugar. Ella no paraba de gemir, Flavio empezó a poseerla con decisión, su pene entraba y salía a un ritmo frenético, ella se retorcía de gusto.
Flavio cesó su bombeo. Ella estaba a punto de su segundo orgasmo, dejamos que su respiración se tranquilizara, nos limitamos a acariciar su hermoso cuerpo, luego , por fin volví a penetrarla.
Se aferró a mi cuerpo, desde un primer momento la envestí apasionadamente. Volvía a gemir y ahora era yo quien los provocaba, me sentía feliz de hacerla gozar, la llevé hasta el borde del orgasmo y me detuve.
La estábamos haciendo sufrir y al mismo tiempo le provocábamos un inmenso placer y excitación. De nuevo, Flavio se apoderó de ella, la puso de rodillas en la cama dándole la espalda, sus manos se aferraban al cabezal. El paseó su miembro a lo largo de su sexo, luego lo encaró y la penetró con suavidad.
Su pene se movía en círculos dentro de ella, mientras sus manos masajeaban los pechos. El le preguntó si lo deseaba, entre gemidos contestó que si, que nos deseaba a los dos, mi pene estaba a punto de estallar, era excitante observar su placer y entrega total hacia su amante.
Flavio aumentaba el ritmo de las envestidas, ella gritaba de placer, arqueó su cuerpo, con su brazo izquierdo rodeo el cuello de su amante y se fundieron en un apasionado beso. El seguía bombeando, estrujaba sus pechos, hasta que entre gritos llegó el ansiado orgasmo. En su cara se dibujo una sonrisa de satisfacción.
Ella se dio la vuelta, de nuevo le besaba, de nuevo su boca iba en busca de aquel pene que la había hecho suya y que por dos veces le había regalado el éxtasis. Por fin llegó hasta el, lo devoró con ansia sosteniéndolo con una mano mientras con la otra acariciaba sus testículos. El estaba en la gloria y yo lo envidaba. Flavio la aviso de que iba a llegar sus orgasmo, ella siguió con más ímpetu, sin parar hasta que el se vació por completo. El cayó rendido, sin pausa ella cogió mi miembro y me concedió las mismas atenciones.
Podía notar el calor que el semen de Flavio había dejado en su interior, no pude aguantar más y también me vacié dentro de ella.
Los tres caímos rendidos, exhaustos de tanto placer. Flavio quiso despedirse, pero ella no lo dejó, quería descansar, recuperarse para que la poseyéramos de nuevo. Aceptamos, dormimos un rato los tres en la misma cama, ella entre nosotros.
No se cuanto tiempo pasó, desperté, todavía era de noche , estaba sólo en la cama. Me incorporé intentando buscarlos y allí estaban, sobre la moqueta, ella debajo y Flavio penetrándola nuevamente, ella se mordía los labios para no hacer ruido, entornó la cabeza hacia la cama y descubrió que los observaba.
Sonrió y se liberó de su silencio dejando que sus gemidos se oyeran de nuevo. El la sujetaba por los brazos mientras la penetraba profunda y violentamente. Ella no se quejaba, al contrario, pedía más. Esta mañana ni si quiera se lo hubiera imaginado, es más, no lo hubiera aceptado, pero ahora lo disfrutaba y no deseaba que acabara.
En un forcejeo repentino se zafó de el, abrió la puerta de la terraza, la noche era calurosa, apoyó las manos en la barandilla, lo miró con lascivia y le ofreció su sexo. Deseaba que la tomara desde atrás, cuando el se acercó le pidió que la poseyera con fuerza, quería sentir cuanto la deseaba.
Flavio la complació, la penetró con toda su rabia haciéndola estremecer de placer hasta que la llevó de nuevo al orgasmo. Flavio no cesó de penetrarla, deseaba que fuera del por completo, quería vaciarse dentro de ella, y se lo hizo saber. Ella aceptó, quería sentir el su calor derramándose en sus entrañas.
Estas palabras hicieron que el por fin lograra su objetivo. Después se fundieron en un largo beso y ella le pidió que se fuera. Luego vino hacia mi, me dijo que había sido la mejor celebración de aniversario que podía tener, hizo que me viniera en su boca y seguimos durmiendo hasta el mediodía.
No lo hemos vuelto a repetir, quizás el próximo aniversario.
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