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"De como me cogí, por primera vez, a la reprimida zorrita novia de mi mejor amigo, en su cama, y con él al lado sin enterarse de nada."
Mi nombre es Alberto, y voy a contar como, hace un par de meses, me cogí a esta chica (Vanessa), una zorrita que es la novia de mi mejor amigo, llamado Felipe.
Con Felipe somos amigos del barrio, desde nuestra niñez, y si bien la vida nos llevó por caminos separados, siempre encontrábamos algo de tiempo para mantenernos en contacto, o tomarnos alguna cerveza.
Hace un tiempo me contó sobre su nueva novia, Vanessa, a quien desde el momento que conocí decidí que iba a convertirla en mi putita personal. No me malinterpreten, se que entre amigos hay códigos, pero si vieran a esta zorrita comprenderían el por qué de mi decisión. Una cara bonita y con expresión de querer chuparte la verga hasta dejarte seco, buenas tetas, y un culo divino, no muy grande, pero bien formado y paradito. De pequeña estatura (Alrededor de 1.60 mts, mientras que yo estoy por encima del metro ochenta) y una actitud de noviecita buena, pero que los que conocemos a este tipo de mujeres, sabemos que tienen una puta sedienta de vergas dentro de sí.
Queriendo saber un poco mas de ella, cuando nos encontrábamos con Felipe, como quien no quiere la cosa, le hacía algunas preguntas sobre ella y su relación, llegando a enterarme de que, en cuanto al sexo, Vane era bastante sumisa. Conociendo a mi amigo, sabía que, aunque él lo intentara, era muy vainilla para satisfacer a la putita. Siempre he pensado que, para el sexo fuerte, para ser dominante, uno nace, y el buen Felipe no había nacido con eso.
Para el cumpleaños de Felipe habíamos quedado en reunirnos con algunos amigos del barrio e ir a su casa en la noche, ya que él me comentó que tendría una reunión en la tarde con sus amigos del trabajo.
Esa noche tenía que follarme a la putita.
Cuando llegamos a su casa, Felipe y Vane estaban algo tomados, mucho mas él que ella. Mi primer objetivo era terminar de emborracharlo, mientras coqueteaba con su novia disimuladamente, ya que tampoco quería que mis demás amigos se dieran cuenta de algo. Cuando ya lo tuvimos super mareado, lo llevamos a su cuarto, asegurándome de hacerlo rodar por su cama para que quede pegado a la pared. Regresamos con los chicos a la sala a seguir tomando y conversando un poco más, y cada que podía abrazaba a Vane diciendo cosas como que “Ahora que no está Felipe, yo tengo que cuidar a su noviecita”, y claro, aprovechando también para rozar sus tetas o su culito. Quería tener caliente a la perrita, y por sus expresiones, lo estaba logrando. Debo decir que ayudaba el hecho de que esa noche, Vane traía una falda corta y suelta, por lo que podía rozar sus piernas desnudas y sentir como se erizaba su piel al roce de mis dedos.
Alrededor de una hora después, la mayoría decidió irse, quedándonos sólo algunos, para terminar el alcohol y conversar un poco más. Ordenamos un poco, siempre aprovechando para rozarla, o para rozar mi verga (Había visto la de mi amigo unas cuantas veces en los vestidores del club, y yo le llevaba unos 5 centímetros de ventaja, además de ser el doble de gruesa) que ya se encontraba parada, saboreando lo que seguramente se comería en algunos minutos.
Cuando terminamos le dije a Vane que nos quedaríamos, ya que nos daba pereza irnos tan tarde a casa. Me dijo que no había problema, que podíamos quedarnos en el sofá. Esperé una hora aproximadamente, y me dirigí al cuarto de ellos. Desperté a Vane, le dije que me era incomodo dormir en el sofá, y que lo haría con ellos, en la cama. Antes de que ella pudiera responder, yo ya estaba echado a su lado, y al ser la cama relativamente pequeña, terminé pegado a ella, con su culo directamente apoyado en mi verga. Yo sabía que la tenía caliente, y que, si hubiera querido, me la hubiera podido follar en ese momento, pero quería que su puta interior salga a la superficie, que sea ella la que de el primer paso.
Estuve alrededor de media hora con mi verga tocando sus nalgas, solo separados por la tela de mi pantalón y su falda, incluso la sentía moverse de rato en rato, como si midiera su dureza y longitud con su rica cola. De repente, la putita hizo lo que yo sabía que haría. Llevó una de sus manos hacia atrás, rozó mi rabo con la palma de la mano, y finalmente se decidió y metió su mano en mis pantalones, para agarrármela y comenzar a hacerme una paja suave. Creo que ella pensaba que yo estaba dormido, ya que cuando llevé una de mis manos hacia adelante para apretarle las tetas, ella se sobresaltó.
“Tránquila putita, sigue pajeandome que ambos sabemos las ganas que tienes. Felipe me dijo lo perra que eres en la cama, y yo voy a comprobarlo. Lástima que mi amigo no sabe como tratas a una puta de tu calibre, pero no te preocupes, yo si se hacerlo, y ahora usted va a ser mi puta mientras su novio duerme a su lado” – Mientras le decía esto, le pellizcaba uno de sus duros pezones y metía un par de dedos de la otra mano en su boca. No iba solo a cogerme a Vane, iba a tratarla como un juguete. Y ella, volteando a verme, con la boca abierta escurriendo algo de saliva por tener mis dedos dentro, solo me vio, y asintió.
Me bajé el pantalón, mientras la zorrita bajó su tanguita. Ella apoyó su cabeza en la espalda de mi amigo. Coloqué la punta de mi verga en su entrada vaginal. Me detuve ahí, y le dije “Pídamelo, pídame que le meta la verga, pedazo de zorra”
Y la zorrita lo hizo, me pidió que le meta la verga, pero que lo hiciera lento y suave. “¿Usted cree que le hago caso a las putas? Vamos a coger como yo le diga y como yo quiera, ¿me oyó?” fue mi respuesta, y antes de que ella pudiera decir algo, le incrusté toda mi verga, hasta la raíz, de un solo empujón. Vanessa no lo resistió y dio un grito que intento ahogar, para que Felipe no despertara. Sin dejarla descansar, comencé a bombear su conchita, no de una manera muy amable, si no con estocadas fuertes, sacando casi toda la verga y volviendo a metérsela de golpe. Con una mano le tapaba la boca, ya que, aunque estaba muy mojada, creo que no estaba acostumbrada a un calibre como el mío, ya que sus quejidos eran de dolor, y con la otra mano le tomé el cabello para obligarla a quebrarse y sacar mas ese culo delicioso que tenía.
Poco a poco sus quejidos se convirtieron en gemidos, y su culo buscaba mi verga para hacer las penetraciones mas profundas. “Yo sabia desde que la vi que un día iba a probar su concha”, “Tu novio ni se entera que un macho de verdad se la está cogiendo ahora mismo”, “Desde ahora, va a ser mi zorra siempre, va a estar abierta de piernas cada vez que yo se lo diga” - eran algunas de las cosas que le decía al oído mientras me la cogía.
Repentinamente Felipe se movió, diciendo que quería vomitar. Vanessa retrocedió un poco, con mi verga clavada en ella, y mi amigo pudo levantarse a duras penas y dirigirse al baño, sin darse cuenta de que yo estaba ahí. Mientras escuchábamos como vomitaba, y sin sacar aun mi verga de su concha, la hice poner boca abajo y comencé a empotrarla contra el colchón, dando ella alaridos que eran apagados por la almohada, ya que con una de mis manos tenía presionada su cara contra esta, dificultándole un poco la respiración.
Se que se corrió al menos una vez en esa posición, me lo indicó la manera como le temblaron las piernas, iba ya a dejarme ir y correrme, cuando escuchamos que Felipe dejo de vomitar, y regresaba a la cama. Yo me paré y me puse detrás de la puerta, mientras él, caminando medio dormido, regresaba a la cama y comenzaba a roncar casi en el instante en que su cabeza tocó la almohada, misma almohada que la puta de su novia había estado mordiendo un minuto antes mientras tenía un orgasmo.
Regresé a la cama, volví a meterle la verga a Vane, y comencé a bombearla ya para lograr esta vez mi propio placer. No fueron mas de dos minutos de bombeadas, cuando sentí que mi leche comenzaba a subir. “Voy a correrme dentro de ti putita, voy a llenarte de semen, te voy a marcar para que sepas que eres mía”. Luego de decir esto, y tras un par de clavadas más, descargue mi corrida dentro suyo, unos 4 o 5 lechazos que le llenaron la concha.
Felipe comenzó a moverse nuevamente. Le dije a la zorrita que me limpie la verga, pero ella estaba asustada por si su novio despertaba. “Por esta vez, se lo voy a perdonar putita, pero recuerde que me debe una buena mamada”.
Me paré, y me fui a la sala a dormir. Al día siguiente, al despertar, nos despedimos de mi amigo y la zorrita, y cuando fui a darle un beso en la mejilla, le dije “No se olvide lo que me debe, perra”, y con esto, nos fuimos.
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