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RECUERDOS DEL MAYORDOMO
No recuerdo muy bien cuando fui nombrado mayordomo en la casa de mi señor. sé que me crié allí, no tengo memoria de haber estado en otros lugares. De alguna vez haber estado en otro sitio
Vi como el señor fue escalando posiciones y llegar ser lo que es hoy. Un hombre poderoso y respetado.
Lo recuerdo de joven. Un joven impetuoso. Ambicioso. Y con ciertos vicios que yo jamás cuestioné, por supuesto.
Manejar aquella mansión era muy agotador. Aprendí el oficio del anterior mayordomo. No sé que vieron en mi, que delegaron su confianza en mi ser. Y un día me nombraron a cargo de toda aquella inmensa casa.
Ser mayordomo es un trabajo solitario. Eso si. A medida que pasa el tiempo te pones mas ducho y aprendes a lidiar con todo. Supongo que como en todos los trabajos.
Ahí estaba yo entonces, dirigiendo a chóferes, mucamas, cocineros, jardineros. Haciéndome cargo de todas las rencillas y encontronazos, que suelen haber en los lugares de trabajo, principalmente en aquellas en que cada parte cree tener la razón.
La familia se componía de el señor y la señora, que hacía ya unos años se había marchado para siempre. Los jóvenes que ya no lo eran tanto. El mayor estaba de diplomático en algún lugar de oriente. La chica estaba casada con un vago de la alta sociedad y vivía en el campo, muy retirada del padre y de la familia en general. Y el menor que aún vivía allí en la mansión.
Debo decir que el señor en épocas juveniles, era un amante desquiciado. Había tenido romances con todas las mujeres que se habían cruzado en su camino. Un día la señora no aguanto mas y se marchó.
Aunque después un tiempo, el señor se calmo, o no sé, tal vez había encontrado otra variante.
Contaré entonces como ocurrieron las cosas. Fueron de maneras sencillas y para nada románticas.
Un día de tantos, el señor me llama a los gritos. Entró en la enorme habitación, como a las tres de la tarde. Estaba acostado en la cama
__¡Rito, Rito, al fin!
__¿Qué ocurre señor?__ pregunté yo. Y el señor corrió las sábanas que lo cubrían y me mostró una tremenda erección. Me miraba meneando esa cosa grande entre sus manos.
__¡Rito, ve que puedes hacer con esto!¡No doy más!__ me acercó titubeando y dudando y la rozo con un dedo.
__¡Está muy dura señor!
__¡Ahhh ya sé Rito, ayúdame!__ casi suplicando decía el señor. Entonces la tomé firmemente con la mano. Comencé a apretar y masajear. El señor estaba completamente desnudo. Empezó a gemir.
__¡Ohh Rito muy bien, muy bien!!__ apuré los masajes. Su tremenda pija era gruesa y brillante. Empezaba a gustarme. El señor se retorcía, parecía que a aquello lo disfrutaba.
Con un dedo froté dulcemente la cabeza de aquella poronga deliciosa. Noté que el señor temblaba y gemía un poco más. Era como si tuviera cuarenta grados de fiebre. Se conmovía placenteramente. A mi me gustaba aquel juego y fui un poco mas a fondo. Pasé la lengua por el largo animal. Una y otra vez. hasta meter a fondo de mi garganta aquella sanguijuela ardiente y crepitante.
Aquella brasa caliente y venosa. Los gemidos del señor aturdían en la habitación.
__¡Oh sí Rito es sensacional!¡Pero porque no te quitas la ropa! estarás más cómodo!!__ debo decir que hacía años que no me enfrentaba aquella situación. Lo de estar desnudo frente a otra persona. En mis años de Mayordomo jamás me relacione ni sentimental ni carnalmente con alguien.
Quedé desnudo al instante. Mi verga estaba muy en alto también, puesto que la situación aquella me había calentado, lógicamente, no era de madera. Acaricié mis nalgas algo que alguna vez hice en el pasado, como también tuve una verga en mi interior, hacía muchísimos años y me toque mientras comía con mi boca el garrote del señor, mi agujero, abriéndolo y calentándolo. Lo dilaté clavándole dos dedos.
__¡Permítame señor!__ dije y tome una crema que había sobre la mesita de luz y unté mis dedos. Le pasé a lo largo de su hermosa virilidad y me abrí un poco más mi ojete.
__¡Eres una maravilla Rito!!__ exclamó aquel hombre. Le pase la crema hasta en las bolas. Luego entré en la cama y puse mi cola contra aquel pedazo desafiante.
__¡Quiero ayudarlo señor, creo que esta es la mejor manera!!__ dije y busqué su daga con mis manos y apunté en mi abierto agujerito. La cabeza del miembro fue entrando, despacio, recordé como se sentía tener un pedazo de carne dentro de uno. Mi propia verga pegó un estirón tensándose a medida que aquella barra de carne se hundía mas y más en mi.
Los gemidos del señor iban en aumento. Mordía mi cuello y suspiraba profundamente mientras bombeaba dentro de mi.
__¡Que delicia, ahhh, que delicia!!!
__¿Lo estoy ayudando señor?
__¡Sí, sí, si, ahhhhh!!__ el se aferraba a mis caderas y serruchaba descontroladamente. golpeando mis nalgas, aún atractivas, con sus enormes bolas.
Empezó a pellizcar mis tetillas, que estaba paraditas y muy duras, sensibles y eso fuer el colmo para mi. Hacía tanto tiempo que no sentía esa calentura genuina y casi desesperada. Empecé a largar mis jugos por todas partes. Una manguera inagotable de esperma salpicando todas las sábanas.
__¡Rito no aguanto, te voy a llenar, te voy a llenar!!__ los gruñidos del señor no se hicieron esperar y una tibia ráfaga de leche me fue llenando, me sentí tan colmado, tan lleno, sentía los escupitajos y las mordeduras del señor, una corriente eléctrica fue apoderándose de mi ser.
Sentí que me cogían como hacía años. El señor era un amante de fuste. Luego de aquello, el señor quedó lamiendo mi cuello y mis orejas, con su poronga alojada en mi interior. Sentía como se iban resbalando las pesadas gotas de su líquido por mis carnes, rejuvenecidas.
Al rato quedó dormido. Salí de su empernadura. Lo tapé y lo deje ahí.
Yo retorné a mis labores con un sabor dulce en mi boca. Algunos me miraban y pensaban, tiene un semblante distinto. Era verdad me sentía pleno.
La vida en la mansión continuo normal. Bueno sería una manera de verlo. El señor estuvo viajando por negocios. Así que no nos cruzamos por distintos motivos y por varios días.
Un día de tantos el señor volvió.
__¡Querido Rito, he dado de franco a todos los empleados, salvo a ti claro!!__ mi corazón y mi culito sobretodo palpitaron alegres.
__¡Esta bien señor!
__¡Quítate la ropa ya mismo!
__¡Sí señor!__ allí mismo tiré mis ropas a un costado y quedé como había venido a este mundo. Mi verga conmovida ya intentaba levantarse, esperando lo que vendría.
El señor me dio unos cachetazos en las nalgas riendo y dejándolas coloradas. Luego les dio un pellizco, me corrí sintiendo el pequeño dolor, pero no fue para tanto
__¡Tienes unas nalgas hermosas Rito!
__¡Gracias señor!
__¡Han sido usadas bastantes!
__¡No señor, no crea, he llevado una vida casi sacerdotal!
__¡En fin, no te demores y ven aquí, apóyate en el sillón!!!__ saqué mi culo hacia arriba, apoyando mi dura verga contra el respaldo del sillón, el señor me mordisqueó las nalgas con su filosos dientes. Me bañó en saliva pasando su lengua salvaje y caliente. Abrió mis nalgas y con su molusco invadió mi agujero volcánico y ya casi abierto.
__¡Ohhh si señor chúpeme!!
__¡Me encanta tu ojete!!__resoplaba en mi agujero. Me calentaba tanto que metía su lengua en todo lo profundo. Estaba tan abierto que creí iba a estallar allí mismo. Traté de aguantar un poco más, disfrutando de aquella lengua que hacía maravillas en mi dilatado ojete. Deseoso de que ya me cogiera y entrara con su poronga en mi agujero.
Me aferraba a un almohadón que había estado por años allí y que pocas veces había tomado. Lo estrujaba con ansían, en tanto gemía a ser succionado por aquel mamante enloquecido.
__¿Te gusta?
__¡Me encanta señor, sí, claro, así, así….! __ movía mis caderas en tanto sentía que chorreaba la humedad entre mis piernas y caía como catarata en mis bolas llenas y rebosantes de leche. Las manos del señor acariciaban de vez en cuando mi pija rocosa, pero sin tratar de que acabara. Separaba mis nalgas duras aún a pesar del paspo del tiempo y hundía como una daga filosa su lengua en mi.
De pronto un dedo empezó a ir y venir dentro. Lo sacaba y volvía a hundir su lengua afiebrada. Deliciosa. Yo gemía olvidándome del mundo. Estábamos solos en medio de un enorme living, solos, desnudos, como viejos amantes desquiciados.
Así como estábamos hundió su vergaza en mi ojete que clamaba por un pedazo de carne.
Empezó a ir y venir dentro mío. Suspiraba alzado, tanto o mas que yo. Mordía mi nuca. Y se prendía con sus manazas a mis caderas. Me poseía, me deseaba y lo hacía notar. Sus bolas golpeaban mis carnes y resoplaba sin dejar de gemir en mis orejas.
__¡Eres una criatura hermosa!
__¡Ohh señor, ahh, como me coge, ahhh!__ gruñía sintiendo el pedazo en mi trasero. Su pedazo seguía horadando. Taladrando a buen ritmo. Lamía mis orejas y mordía mi cuello. De vez en cuando me daba pequeños besos en el cuello y en la nuca, para luego abrir su boca y chuparme el cuello.
Agarraba mi verga dura y la masajeaba, dándole caricias suaves y cortas, estaba enardecido y caliente como una pipa. Apretaba mis testículos y jadeando no dejaba de bombearme.
__¡Eres muy malo Rito, muy perverso!¿Te gusta ser perverso?
__¡Sí me encanta!__ respondía yo exaltaba y con los sentidos nublados.
De pronto saca la poronga de mi culo. Se la masajea. Esta húmeda de mis fluidos.
__¡Chúpala!__ se sienta en el sillón y mi de rodillas mi boca traga aquel sable durísimo y grueso. Brillante. Marmóreo. Lo aprisionó con mis manos y lo meto a mi boca y lo chupó sin descanso. Me ahogo porque lo meto hasta el fondo de mi garganta. La saliva lo baña totalmente y los gritos del señor retumbaban a pleno en aquella casa solitaria, solo para nosotros dos.
Llegué hasta las bolas y las deglutí, metiéndolas de a una en mi boca febril. Los meto y me atragantó y los sostengo un momento allí , lo dejo y tomo el otro. El señor gime y se retuerce, tratando de no llenarme de leche la boca y lo hace muy bien. El palo va y viene por mis manos, lo vuelvo a mamar, sin piedad. Unos minutos después el señor saca la poronga de mi boca y la toma con las dos manos, es como que tomara un respiro, la mueve para todos lados.
__¡Ven siéntate en ella!!¡Quiero que me cabalgues, ven!!__ me siento a horcajadas sobre el, hundo su daga en mi ojete abierto y dilatado al máximo. Aquella poronga entró resbalando rápidamente al fondo de mi anillo.
Me movía despacio, dándole la espalda, mi propia verga saltaba de un lado a otro, casi tan dura como la del señor que me taladraba, gimiendo, apretando por momentos mis tetillas.
Los pezones duros, los acariciaba con cariño haciendo que yo gritara y me sacudiera para todos lados. Mi muñeco era un animal con resorte, casi separado de mi cuerpo. Era tal el goce de aquella cogida que me daba aquel amante que a m i me parecía estar en otra parte y en otro lugar, obnubilado, fuera de la realidad, para completar el cuadro aquel, de repente, me pareció ver unas figura en el marco de la puerta.
__¡¡Pero que!!__ alcancé a balbucear al ver la figura del muchacho ya mas nítidamente
__¡No te preocupes Rito!!__ dijo el señor sin dejar de encularme con su barra erecta y clavada al fondo de mis entrañas. Se movía un poco mas lento, demorando
__¡Es que Mike me ha pedido de hace bastante tener la verga de un hombre en su boca…y bueno tu sabes, a los hijos no se le puede negar nada…
__¡Pero señor, usted cree!!
__¡Rito, Rito no digas nada, solo dejame probarla!!__ casi me rogo aquel zorrito hijo de la gran madre.
En un momento tuvo mi palo en sus labios. Primero le dio un beso prolongado a mi cabeza que se puso roja como una brasa. Paso la lengua suavemente, mientras miraba mi cara que se tornaba pálida, al no poder soportar tanto placer. La poronga que me taladraba apuro sus embestidas.
Mike metió al fondo de su garganta mi pija inflada y caliente por demás. Su saliva la fue bañando. La metía al punto de casi ahogarse. La sacaba y volvía a tragar, mientras gemía como un demente. Chupaba desesperado como hambriento.
__¡Despacio Mike disfruta el bocado!!__ arengaba el desquiciado padre. Pero igual me cogía tan lindo y no dejaba de acariciar mi pecho y chupar mi cuello. Disfrutaba de aquella empernada salvaje.
Mike descubrió mis bolas gordas y allá fue. Lamió, chupo, arrancándome gritos de pasión. Si antes creía estar poseído, en ese momento me sentí en otra galaxia. La poronga del padre enculándome deliciosamente y la boca del hijo chupando, chupando, mi pija que estaba tan gorda que iba a estallar en cualquier momento.
__¡Quiero que me des tu leche Rito!!
__¡Mike, Mike, eres un puerco, pero que bien chupas, ahh, ahhh!!__ gemía yo intentando controlarme lo mas posible. Aquel bribón quería sacarme la leche a toda costa. Era tan vicioso o mas que nosotros, los adultos.
__¡Oh Rito no aguanto ya!!__ dijo en aquel instante el señor
__¿Va llenar mi culito?__ pregunté lloriqueando como una putita en celo
__¿Quieres que te llene con mi lechita?
__¡Quiero, claro que quiero que me llene el ojete!!__ sentí sus convulsiones, me mordió hasta hacerme sangrar un hombro y sentí como fue llenándome con su néctar el inflamado culito. A su vez no aguanté aquella sensación y comencé a largar mi crema en la boca de Mike, que como enloquecido gruñía comiendo como un hermoso muchacho mamón.
La leche del señor chorreaba por mi agujero abierto y un poco mas calmado. Un poco el hambre saciado, mas calmo. El señor también suspiraba relajado.
__¡Rito como me haces gozar!¡Eres un tremendo putón!!
__¿Le gusta señor?
__¡Me encanta tu culo!¿Qué dices Mike?
__¡Me encanta chupar pijas padre y la de Rito es hermosa!__ el muchacho acariciaba mis muslos sin un vello.
__¿Puedo señor?__ dije y tome la endurecida pija de Mike que entrecerraba los ojos tiernamente. El señor movió la cabeza en forma afirmativa y metí aquel bocado en mi boca. El chico grito y se sacudió. Masajee un par de minutos aquella pija y el chico apretando los dientes empezó a largar sus jugos en mi anhelante boca. Tragué lo mas que pude.
Con el sabor de Mike aún en mi boca, el señor se acercó a mis labios y se pego a ellos dulcemente primero para luego volverse mucho mas fervoroso y caliente. Las lenguas se chocaban , el para degustar el sabor del hijo y yo ofreciéndoselo candorosa y calientemente. Volviendo a sentir oleadas de fuego en mi dilatado agujero.-