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Había estado soltera mucho tiempo, así que hacia lo que me entraba en gana con quien me daba la gana.
Pero llego un momento en mi vida donde me encontré con él. Él era todo lo que buscaba y estaba tan feliz de estar a su lado.
Todo estaba bien entre nosotros pero aun después de tres meses no habíamos podido estar a solas, por diferentes situaciones en nuestras vidas...
Pero ese día al fin llego aunque si debo ser sincera, fue todo una locura.
Era verano, una tarde calurosa, estábamos entre amistades haciendo de todo un poco. Había una piscina es aquella casa, no éramos muchos pero había muy buen ambiente.
El siendo mi pareja, tan solo mirarlo, me entraba ganas de tenerlo adentro y realmente pensaba en muchas cosas sucias al desearlo.
Tal vez para muchas otras chicas él no era el más atractivo, pero para mí era caliente cualquier contacto entre nosotros, besarlo, tocar su piel, me subían los ánimos muy rápido.
Así empezó todo, besos ricos y caricias, estando mojados en la piscina. Era muy candente. Me besaba el cuello, los pechos y otra vez mi cuello. Yo me estaba volviendo loca.
Con sus dedos pellizcaba mis pezones duros por el agua y por las ganas que tenía, por lo rico que se sentía todo, y yo en agradecimiento, empecé a tocar su pene con la mano.
Lo apretaba, jalaba, lo acariciaba y eso hacía que él estuviera muy erecto y yo no aguantaba las ganas de tener dentro esa rica erección.
Tocaba sus piernas, que me encantan, son gruesas y fuertes, y solo me hacía imaginar más cosas sucias.
Aunque no habíamos tenido la oportunidad de llegar a la cama, teníamos esa increíble conexión y nos estábamos volviendo locos.
De pronto todos salieron de la piscina, y estando solos, aunque habían personas casi cerca, saque su pene del pantalón corto que él tenía puesto. Empecé a tocar y a acariciar su erección entre mis manos, lento, suave, pero subiendo poco a poco la velocidad.
Su cara de placer me estaba inquietando cada vez más. Deseaba tanto tener dentro de mí esa erección, que al imaginarlo estaba dándole una rica masturbada bajo el agua, sin importar que había algunas personas cerca.
Al momento de cambiarnos la ropa, mientras me desnudaba, sentí que alguien me tocaba la puerta, era el todo mojado igual que yo, traía una erección dura y rica que se marcaba en su pantalón corto.
Y justo en ese cuarto, en casa ajena, me encerró. Yo tenía puesto un suéter, y un pantie hilo solamente, así que el solo empezó a besarme con violencia, demasiada pasión en un solo beso, mientras sus manos recorrían todo mi cuerpo, me acariciaba toda, me apretaba el trasero.
Me hizo sentar en un sillón de esa habitación, me abrió de piernas y movió mi pantie hacia un lado y metió su lengua dentro de mí y no puse resistencia alguna y entregué mi sexo a su lengua un poco insegura al principio pero demasiado placentera.
La verdad que durante nuestros besos, ya mi respiración se había acelerado, pero justo en ese momento, cuando sentí su lengua dentro de mí, empecé a gemir viéndole comerme cada vez más rico.
Él se detuvo por un momento, pensó que yo pretendía detenerle, fue entonces cuando me arrodille en el suelo, saque su erección del pantalón y la metí a mi boca y empecé a lamer suavemente su pene, chupando suavecito la punta de su pene, y solo sacaba su pene de mi boca para mirar su cara de placer y volver a meter todo su pene en mi boca, chupando ahora un poco más duro y rápido su pene, haciendo más dura su erección, excitándolo, complaciendo a mi hombre por primera vez.
De un momento a otro quedamos en la cama desnudos, todo paso tan rápido que solo sentí su piel caliente sobre la mía mientras me besaba delicioso por todos lados, yo estaba húmeda y ya no era por el agua de la piscina. Mi entrepierna estaba lubricando demasiado, estaba lista para ser penetrada. El metió un dedo dentro de mí, y fue ahí cuando me di cuenta que el sería muy hábil con los dedos, yo solo recuerdo gemir demasiado, casi gritar, mientras sus dedos entraban y salían de mí.
Él quería penetrarme pero antes de hacerlo, se aseguró que yo también lo deseaba, y le susurre al oído que deseaba tenerlo dentro de mí.
Fue ahí entonces cuando me penetró, y no pude evitar gemir al sentirle dentro, se movía dentro y fuera de mí a buen ritmo y yo cada vez suspiraba y gemía más. A pesar de que ya había tenido otras experiencias sexuales, fue la primera vez que alguien me había hecho sentir tantas cosas con solo tocarme, pero el, al parecer era todo lo que yo deseaba.
Y ahí estaba el, haciéndome el amor de manera salvaje, al principio todo empezó muy suave pero estábamos sumidos en ese deseo de dejarnos llevar y simplemente eso hicimos. Recuerdo sentirlo embistiéndome de tal manera, que mis gemidos y casi susurros, ahora eran casi gritos de placer mientras mis manos acariciaban su espalda y lo besaba fuertemente.
Le pedí que se detuviera, hice que se acostara en la cama, y le di sexo oral otra vez, esta vez de manera diferente pero más placentera, o eso él decía, mientras casi escapa de su boca un gemido, no me pude contener y me subí sobre él, dejando su erección entrar en mí.
Todo estaba muy candente, ya no deseaba que fuera suave, así que empecé a moverme arriba de el muy duro y rápido mientras sus manos acariciaban mis senos, mis pezones parados y juguetones, mientras yo seguía gimiendo para él.
Seguí arriba de el por otro rato, variando la velocidad y los movimientos, buscando la manera de complacerle cada vez más.
Me baje de él, y con los pies en el suelo, apoye las manos sobre la cama y sin tener que decir nada, entendiendo que eso deseaba, me penetro en esa posición, agarrándose de mis caderas para hacer de cada embestida más feroz y más fuerte. Yo no podía hacer más que recibir cada violenta embestida y gemir del rico placer que me provocaba tenerle dentro, de esa manera.
Todo fue tan intenso que al mientras escribo esto estoy demasiado excitada y he tenido que parar dos veces. El simple hecho de recordar ese día me llena de ganas y excitación.
Después de penetrarme en esa posición, sentí varios orgasmos y sentí como me venía con su erección dentro de mí. Y él me dijo que deseaba acabar en mi boca así que eso hicimos, metí su pene a mi boca mientras él se venía, y luego tragué su semen.
Nos quedamos un rato en la cama, sudados y demasiado cansados como para movernos.
Cuando logramos vestirnos y salir del cuarto, nuestras amistades solo se reían y nos miraban alegando que escucharon algunos ruidos, y preguntando que estuvimos haciendo en tono sarcástico.
Sin duda ese fue el más intenso inicio de mi vida sexual con mi actual pareja y créanme que jamás se me olvidara todo lo que paso ese día.
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