Tengo un acercamiento y contacto íntimo como insinuado, mientras fotografió a Laly sentada en el sillón de la sala de profesores. No le dio tiempo alguno a correrse su falda azul oscura de su uniforme de administrativa qué le tomo la fotografía, qué suave y tan hermosa tiene la piel blanca parecida a una hoja de papel blanca; qué sentado al borde del mismo sillón pegado. Le paso toda mi mano encantado como cautivado, sobre todo deleitado especialmente deseado, incluso atraído igualmente seducido pero provocado con todas las creces por las piernas de Laly; me mira al escucharle y conocerle de viva voz ¡hui, hui, hui, hui, hui, hui, hui, hui, hui, hui,….! Estás sobrepasándote conmigo en mis propias narices, ni siquiera me respetas, ni tampoco te detienes. No le prestó atención para nada ni le hago caso alguno que ando gozándomela, goloseándomela, fascinándomela, poseyéndomela, atrayéndomela, etcétera; sigo con mi mano debajo de las piernas justamente en una nalga. Dándome la sensacional y espectacular manoseada con Laly que jadea igualmente gime, por lo que está ocurriendo y protagonizado asolas como juntos, en que ando besándola en su cuelo como en sus senos con todo y la blusa con el saco puesto, que sigue campante de ahí, son orante entre bastantes jadeos igualmente gemidos salientes de la propia boca de Laly por lo que estoy haciéndole en su pierna y nalga.