~~Hace
poco tiempo me encontré a Jennifer, mi actual mujer, conversando
con una de mis nietas, con la mayor de ellas para ser exacto. Jennifer
es mi tercera esposa, la que más me ha durado y con la que
por decirlo de alguna manera, también ha sido la que más
me ha soportado. Aunque ella también tiene lo suyo, así
que yo también, en parte me he ganado el cielo. Regresando
al tema, al escucharlas, me quedé sentado en mi butaca, sin
que ninguna de las dos se diera cuenta de mi presencia. Jennifer le
relataba a Paola mi nieta, como fue que ella y yo nos conocimos. Paola
es la nieta mayor, producto de mi primer y malogrado matrimonio, su
verdadera abuela Miriam no me ha perdonado nunca las muchas que le
hice. Pero como les decía, mientras las dos charlaban, yo las
escuchaba. Bueno Ela Jenny como fue que conociste al viejo refiriéndose
a mí cariñosamente, le preguntaba Paola una y otra vez.
Tras lo cual mi actual mujer, comenzó su relato diciendo. –Yo
apenas tenía quince años cuando vi por primera ves a
tu abuelo, más o menos como lo vez ahora, pero con muchas menos
canas. Sabía que había vivido nacido en el pueblo, pero
que se había marchado ha estudiar fuera. Pero desde hace tiempo
tenía una mala fama de mujeriego, que el Tenorio se quedaría
tonto al lado de él . ¿Quien es Tenorio? Preguntó
Paola ingenuamente. A lo que Jenny le respondió algo molesta.
Es que en la escuela no les enseñan hoy en día nada
Pero tras aclararle quien era el tal Tenorio, Jenny prosiguió
con su relato. Como te decía, tenía mala fama, pero
era un muy buen amigo de mi padre y mi madre. Sin decirme nada comenzó
a visitar la casa, y de cuando en cuando nos traía alguno que
otro obsequió tanto a mí como a mis hermanas mayores.
Yo para esa época tenía un noviecito, el cual el pobre
apenas y me veía a solas, por lo general me encontraba acompañada
por alguna de mis hermanas mayores, a modo de chaperona. Situación
que en ocasiones prefería yo, a estar a solas con él.
No por que me fuera a pasar algo, sino todo lo contrario, por lo menos
cuando estaba mi hermana, me podía imaginar que no me agarraba
ni siquiera la mano, por que ella estaba ahí. Pero las pocas
veces que pudimos estar a solas, ni tan siquiera un pequeño
beso en la mejilla me llegó a dar el pobre, finalmente llegué
a la conclusión de que ni él mismo sabía por
que quería ser mi novio. Uno de esos días, después
de que tu abuelo fue a cenar a la casa, salió con mi padre
a ver las peleas de gallos, y tras su salida llegaron algunas de las
amigas de mi mamá, las chismosas del pueblo. Fue la primera
vez que comencé a escuchar, las historias de tu abuelo en más
detalle. Paola mi nieta, a todas estas permanecía en silencio,
escuchando atentamente lo que mi mujer le contaba sobre como nos conocimos,
Jennifer prosiguió contándole sobre las historias sobre
mí. –Una de las historias o chismes en el pueblo era,
como se había acostado cuando estudiaba su último año
en la escuela con una maestra de la escuela, en uno de los salones
de clase, por lo que cuando los descubrieron, los botaron a los dos.
Y eso que apenas tenía la edad de mi novio para esa época.
Luego la peluquera descaradamente le contó a mi madre y a todas
las presentes, que hacía unos cuantos años ella había
engañado a su marido, con tu abuelo, pero no contenta con decirlo,
dio una explicación bien detallada de todos los pormenores
del encuentro. Al parecer, la tipa digo la peluquera, se la pasaba
quejándose de sofocones, de dolores de cabeza, tenía
un carácter del demonio. Pero como el barbero del pueblo había
muerto, tu abuelo que se encontraba de visita en el pueblo, fue a
su negocio a que le recortase el cabello. Como fue bien temprano y
además era día lunes, día que la peluquería
por lo general ella no la abría, se encontraba en bata de casa,
ya que el negocio lo tenía ubicado en lo que sería la
sala de la casa, cuando abrió la puerta y vio de quien se trataba,
según ella se puso tan nerviosa, y más nerviosa se puso
cuando él le pidió que le recortase el cabello. De inmediato
le pidió que entrase, y tras tomar asiento ella le colocó
la capa para cortarle el cabello. Mientras la peluquera le cortaba
el pelo a tu abuelo él no dijo nada, es más el esposo
de ella salió rumbo al trabajo, lo saludó afablemente
y prosiguió su camino a la jefatura de la policía, ya
que era el jefe de la policía del pueblo. Una vez que el marido
de ella se marchó, la peluquera cerró la puerta y continuó
despreocupadamente cortándole el cabello a tu abuelo, hasta
que finalizó. Fue cuando mientras le quitaba la capa, y le
pasaba el cepillo para quitarle los cabellos cortados que se encontraban
sobre la parte superior del pantalón de tu abuelo, que se dio
cuenta que la cosa de él se encontraba armada, y amanera de
broma le preguntó. ¿En quien piensa el señoriíto,
que se ve tan alebrestado? ella pensó, como comentó
luego que él se abochornaría, pero no fue así,
su respuesta fue. En quien va ser sino en ti mujer, que desde que
me he sentado en esta silla me he contenido por no saltarle encima
de lo buena que estas, al ver tu bello cuerpo como me lo mostrabas
una y otra vez y aun en presencia de su esposo. En ese instante la
peluquera se dio cuenta de que solamente el botón superior
de la bata se encontraba abrochado, y que el resto completamente abiertos,
por lo que cuando se inclinaba sobre tu abuelo para cortarle el cabello
la bata se abría de par en par, aparentemente sin que ella
se diera cuenta de eso, permitiendo que tu abuelo le viera del todo
desnuda bajo la bata. Cuando ella se dio cuenta de ello se puso más
nerviosa, y tu abuelo se levantó de la silla, a tiempo de agarrarla
por los brazos, ya que al parecer a ella le dio un mareo, suavemente
la sentó en la misma silla en que ella le había cortado
el cabello y sin decir nada, le separó las piernas, y arrodillándose
frente a ella, sin perder tiempo, comenzó a pasarle su lengua
por sobre la vulva de ella. Por unos cortos segundos, la peluquera
les comentó a mi madre y sus amigas, que estuvo a punto de
pegar un buen grito pidiendo ayuda, pero cuando sintió la lengua
de tu abuelo como le lamía sabrosamente su clítoris,
ella sintió que se desvanecía. A los pocos segundos
las manos de él comenzaron acariciar su cuerpo parcialmente
desnudo, mientras que ella sentada en la silla movía sus caderas
contra el rostro de tu abuelo. Me acuerdo que pensé en esos
momentos, que viejo más sucio, era tu abuelo. Pero la peluquera
continuó contándole a mi madre y a todas sus amigas,
lo que él le había hecho en su propio negocio, aparte
de eso de meter su cara entre la piernas de ella, luego la levantó
de la silla, y tras terminar de quitarle la bata, la comenzó
a besar y acariciar todo su desnudo cuerpo, introduciendo su lengua
dentro de su boca, que según nos dijo gracias a Dios que le
la había lavado luego que desayunó. Al rato ya los dos
se encontraban en el piso del negocio, ella completamente desnuda,
mientras que él al tiempo que la besaba y continuaba acariciando
se comenzaba a quitar toda la ropa, sin importarle que alguien los
fuera ha encontrar tirados en el piso, a los dos del todo desnudos
en medio de la peluquería. Ella dijo que nuevamente trató
de negarse a que él se lo metiera, pero cuando sintió
toda esa masa de carne abriéndose paso, entre los pliegues
de su vagina, terminó por recostarse sobre su propia espalda
y abriendo las piernas comenzó a sentir como la penetraba sabrosamente
tu abuelo. Según la peluquera hacía muchos años
que no sabía lo que era una buena revolcada como esa. Cuando
otra de las vecina le preguntó por su marido, la peluquera
le comentó, Luego que llega se pone a ver la TV, y finalmente
se acuesta a roncar como un lechón. No se acuerda de mí
para nada, a menos que cuando menos quiero se antoja, y es cuando
me dan esos grandes dolores de cabeza. Pero no hablemos de cosas desagradables
continuó diciendo la peluquera, mientras continuaba describiendo
con lujo de detalles todo lo que ella y tu abuelo hicieron esa mañana
en su negocio, y posteriormente en otros lugares hasta que salió
embarazada. Cuando finalmente la peluquera y el resto de las chismosas
se retiraron mi madre, se dio cuenta de mi presencia, me comentó
Lo que falta es que diga que él. refiriéndose a tu
abuelo. Es el padre de su hijo, del que casualmente es el padrino
por el tono de ese comentario de mi madre, en cierto grado entendí
que lo dicho por la peluquera, era cierto, además el hijo de
ella en nada se parecía al jefe de la policía, pero
si me tenía un aire de familia a tu abuelo. Pero en esos momentos
yo ignoraba que tu abuelo le había pedido a mi padre primero,
la mano mía. Cuando mi madre se enteró, le dijo que
aunque lo apreciaba mucho, tu abuelo era un Don Juan, y que sabe cuanto
tiempo duraría ese matrimonio, sin tomar en cuenta la gran
diferencia de edades. Pero finalmente ellos llegaron a la conclusión
que fuera yo la que decidiera, para esos días me encontraba
sumamente molesta con mi novio, y cuando tu abuelo de manera extremadamente
elegante me llevó a cenar a un lujoso restaurante, a solas,
y con la música de unos mariachis me pidió que fuera
su esposa, no supe como decirle que no, y desde que nos casamos hemos
sido siempre muy felices, a pesar de que de cuando en cuando debe
tirar una cana a aire. Pero Paola llena de curiosidad preguntó
Y ¿Cómo fue la noche de bodas? Jennifer se quedó
callada por unos segundos y me parece que debe haber dado una mirada
a su alrededor para estar segura que más nadie la escuchaba,
tras lo cual le continuó contando a mi nieta, lo que con tanta
curiosidad le preguntaba Luego de la boda civil, tu abuelo hizo una
celebración por todo lo alto, pero a la hora de irnos de Luna
de Miel, yo estaba llora que llora, mi mamá también
lloraba a mi lado, junto a mis dos hermanas y creo que en el fondo
yo no me quería marchar. Pero finalmente me monté en
el auto, que tu abuelo condujo ha esta casa, donde pasaríamos
la noche para luego salir en un crucero por todo el Caribe. Mi mamá
a pesar de que siempre nos hablo claro en muchos aspectos, no fue
tan clara en lo referente a la noche de boda. Durante el caminó
tu abuelo iba habla que habla de lo mucho que nos divertiríamos
en el crucero, y hasta llegó a comentar la cara que pondrían
la mayoría de la gente al ver que yo no era su hija sino su
esposa, ya que la diferencia es de cerca de treinta y tantos años
entre él y yo. Yo no dije ni esta boca es mía, me limitaba
a sonreír ligeramente como una tonta, pensando en que lió
me había metido. Cuando llegamos a la casa, lo primero que
me dijo fue ponte cómoda mi amor, y justo en ese instante me
puse a llorar. Cuando preocupado tu abuelo me preguntó que
me pasaba, lo único que alcancé a decirle fue que no
sabía que hacer. Me tomo de las manos y me condujo al dormitorio,
yo estaba muerta de miedo, sí sabía lo que pasaba en
la luna de miel, pero no sabía como actuar, y tras pedirme
él que respirara profundo, y me calmase se lo dije. Él
con una ligera sonrisa me dijo. No es nada del otro mundo, solo déjate
llevar por mí. Tras lo cual me tomó de las manos y
me comentó. Las manos son por decirlo de alguna manera, las
encargadas de comunicar parte de nuestros sentimientos . Tras lo cual
comenzó acariciar mis propias manos y parte de mis brazos,
luego acercando su cuerpo al mío, me dijo al oído suavemente.
Los labios también tienen esa misma misión. Suavemente
me comenzó a besar, en la cara. Luego su boca buscó
la mía, y comenzamos a besarnos, yo aun un poco preocupada,
no dejaba de pensar en que debía hacer. Hasta que él
como si leyera mi mente, me dijo. Tu no debes preocuparte, por que
hacer, déjate llevar por tus sentimientos . A medida que continuamos
besándonos, comencé a sentirme más tranquila,
y un sabroso calorcito me comenzó a fluir por todo mi cuerpo,
tu abuelo lentamente me fue despojando de parte de la ropa que yo
tenía puesta, a medida que no dejaba de besarme. Cuando me
vine a dar cuenta ya me encontraba casi desnuda entre sus brazos,
lo que me dio una gran vergüenza en esos momentos, él
me continuó besando el rostro, y diciéndome lindas palabras
de amor, poco a poco dirigió su boca a mis senos, cuando sus
labios comenzaron a besar y chupar mis pezones, una calor mayor aun
se apoderó de todo mi cuerpo, y me di cuenta que yo estaba
más que disfrutando todo lo que tu abuelo me hacía,
lentamente me recostó sobre la cama, y a medida que su boca
continuaba bajando, me fue quitando el fondo y las pantaletas, hasta
que su boca la colocó sobre mi vulva. Era la primera vez que
me encontraba del todo desnuda ante un hombre, me sentía rara,
pero la manera en que me tocaba hacía que cada poro de mi cuerpo
se estremeciera. Lentamente me abrió las piernas, y fue colocando
su lengua dentro de mi vulva, al poco rato yo movía mis caderas,
como nunca antes lo había hecho. Tu abuelo aprovechó
el momento para él también irse quitando la ropa, cuando
lo vi detalladamente, de la cintura para arriba me asusté nuevamente
un poco, su torso bastante peludo al igual que sus brazos, se dirigía
a mi cuerpo, amablemente me volvió a besar al tiempo que su
miembro lo colocaba entre mis piernas, y con mucha calma me comenzó
a penetrar. Mi corazón palpitaba a mil por hora, cuando sentí
esa cosa dentro de mí, me comenzó a doler un poco, pero
al poco rato ya me había olvidado de ese corto dolor, ya que
el placer que tu abuelo me estaba haciendo sentir era tremendo. Esa
noche me habló claramente y me dijo que para él el sexo
era algo de mucha importancia, y que entre una pareja de esposos no
había nada que no se pudiera hacer, siempre y cuando los dos
así lo quisieran. Me pidió que nunca les contase a las
viejas chismosas lo que él y yo hacíamos, y mucho menos
al sacerdote, ya que como era soltero de seguro nunca nos entendería.
Esa misma noche, luego que tras mantener una larga y muy sabrosa relación,
y alcanzar alguno de mis primeros verdaderos orgasmos, me puso boca
abajo, y sin decirme nada se ha puesto a besar mi culito, yo estaba
como loca de verdad jamás pensé que eso me fuera a gustar
tanto. En cierto momento sentí sobre mi cara una cosa, y supe
que se trataba de su miembro, aunque con reserva, comencé a
tocarlo con mis dedos, y a los pocos segundos frente a mis ojos se
volvió a poner erecto, muy cerca de mi boca, fue cuando lo
escuché decirme, que se lo chupase. Sin pensarlo mucho cerrando
lo ojos comencé a pasarle la lengua por sobre su glande, y
a los pocos minutos ya se lo mamaba divinamente según me lo
dijo él. Esa misma noche también me hizo conocer el
amor a la griega, y a medida que me besaba el culo sabrosamente, de
tiempo en tiempo cuando separaba su rostro de mis nalgas me fue diciendo
que los griegos, cuando sus mujeres tienen la regla y ellos y ellas
quieren mantener relaciones lo hacen por de tras, o cuando una pareja
no quiere tener hijos también usan ese método. Me acordé,
de una prima mía que le contó a mi madre, sin que ella
se diera cuenta que yo las escuchaba, que a su marido le encantaba
comerle el culo, y que a ella también le gustaba que lo hiciera,
claro que mi madre se horrorizó de escuchar a su sobrina decirle
eso. Pero hasta esos momentos fue que tuve una ligera idea a que se
refería ella, con esas palabras. Así que también
bastante excitada y llena de curiosidad le pedí a tu abuelo
que continuase comiéndome el culo. Con su propia saliva, me
comenzó a introducir algunos de sus dedos dentro de mi ano,
al tiempo que con su otra mano me acariciaba sabrosamente entre las
piernas. Al principio fue un dedo luego dos y así sucesivamente
hasta que cuatro de sus cinco dedos entraban y salían de mi
ano sabrosamente. En cierto momento me colocó boca abajo, y
tras de volverme a besar el hueco, comencé a sentir su verga
dura y caliente contra mi esfínter, al principio me dolió
un poquito, pero una vez que me llegó a enterrar toda su verga
y que una de sus manos me la tenía metida por completo dentro
de mi coño, comencé a disfrutar del llamado amor a lo
griego. Desde esa fecha a los momentos actuales tu abuelo y yo no
hay cosa que no hayamos hecho en la cama y en otros lugares, y con
otras personas. Al escucharla Paola se quedó bastante sorprendida,
y de inmediato le preguntó a mi mujer. – ¿Jenny
cómo que con otras personas? Jenny se aclaró la garganta,
y le dijo. Es que aparte de tu abuelo, a mí me encanta disfrutar
de hacer el amor con otras chicas, así como tu. Tras lo cual
estirando la mano comenzó a pasarla suavemente, por la mejillas
de mi nieta. La que en lugar de retirar su rostro, esbozó una
picara sonrisa de complicidad, en señal de aceptación,
de la discreta propuesta. Por un corto rato no escuché más
nada, por lo que sigilosamente me levanté de mi butaca, y pude
ver como ambas se besaban con bastante ternura. En ese instante Paola
nuevamente le volvió a preguntar a mi mujer. ¿Y con
otros hombres, no te gusta estar? Jenny sin despegar su rostro del
de mi nieta le dijo. Realmente no, si me he acostado con otros hombres,
pero la verdad es que no cambio a tu abuelo por ninguno Las dos tomadas
de la mano, rápidamente se fueron corriendo a la habitación
que ocupa mi nieta cuando nos vista. Yo esperé un rato para
ir a mi propia habitación y por medio de un pequeño
agujero que hay en la pared interior del escaparate, pude ver como
las dos continuaban besándose una y otra vez apasionadamente,
sobre la cama de Paola. Lentamente ambas de manera individual se fueron
quitando la poca ropa que tenían puesta, y tras quedar del
todo desnuda, nuevamente continuaron besándose y acariciándose
mutuamente, hasta que Jenny abriendo sus piernas, las colocó
entre las también abiertas piernas de Paola, y con suaves movimientos
de cadera, sus dos vulvas se entrechocaban la una con la otra. Por
un buen rato mantuvieron esa divina posición, hasta que las
dos casi al mismo tiempo lograron alcanzar un sabroso orgasmo. No
conformes con ello, continuaron rozando entre si sus coños,
hasta que volvieron a alcanzar otro orgasmo. Tras lo cual Jenny y
Paola se pusieron hacer el clásico sesenta y nueve entre ellas
dos. Mientras que yo las observaba, desde la parte interna del escaparate,
a punto de rasparme una buena paja viendo a las dos mujeres disfrutando
intensamente la una de la otra. Pero me aguanté, apenas salió
mi mujer del dormitorio de Paola, desnuda llevando su ropa en las
manos la agarré por un brazo y la metí a nuestra habitación,
y sin perdida de tiempo comencé a besarla, y buscando su depilado
coño con mis dedos dirigí mi verga a su ya bastante
húmeda y mojada vulva. Al tiempo que mi mujer me decía.
dame duro papi. luego cambiamos de posición y en tono de
broma le dije, así que te acostaste con Paola, a lo que Jenny
me respondió, en el mismo tona de broma. Esa se ve que es
nieta tuya, le debe encantar una verga tanto como a ti te encantan
los coño, sin importarte nada. Eventualmente Paola y yo llegamos
a tener una muy especial relación, pero esa es parte de otra
narración.