Esclavo sexual 3 (Caning)
Aquella noche, Asdrúbal me llevo a un apartamento. Habíamos quedado en que estaríamos solos, pero cuál fue mi sorpresa, una vez en el lugar, había tres hombres más. La fantasía de ellos es que sería su esclavo(a) esa noche, no tuve más que aceptar, pues la alternativa era que sería violado por los 4.
Asdrúbal me había aplicado un enema y luego ordenado servir unos tragos, así lo hice, pero luego me ordenaron agacharme e involuntariamente el agua salió de mi culo sin que yo pudiera hacer nada para evitarlo, ello fue motivo (o más bien excusa) para aplicarme un castigo.
Asdrúbal tomó una silla. Me ordenó, apoyar mis manos en el asiento, quedando inclinado, de pie, con el culo en pompa. Sobo mis nalgas y de pronto, zas, me propinó unas tres nalgadas muy fuertes. Después, tomó una vara, delgada, de bambú o algo así, como de un centímetro de diámetro y medio metro de largo. La paso frente a mí, a mucha velocidad, como si fuera una espada, produciendo ese “silbido” (fu) cuando se corta el aire.
Entonces me enderecé y dije, no, no, eso no, qué pasa. El sólo dijo, colócate. Volví a protestar varias veces y en todas el sólo dijo colócate, ponte. Por último dijo, hasta ahora te has ganado diez, si sigues, va a ser el doble, el triple, depende de ti. Luego, me puse en la posición que el pedía.
El caminaba de un lado a otro, luego se situó a mi izquierda y sentí como toqueteaba mis nalgas con la vara, como si estuviera midiendo antes de dar el golpe, yo estaba muy asustado esperando el trallazo. De pronto zuas, un azote muy fuerte fue a dar a mis nalgas. Argg, me ardió bastante, más que doler, es como si quemara.
Luego vino, el segundo, el tercero, cuarto, yo me retorcía después de cada golpe y de inmediato se me ordenaba colocarme en la misma posición de castigo.
Tal vez se pueda pensar que un azote de estos no es mucho, no es muy doloroso, pero lo que hace terrible es la repetición. Es como una picada de abeja, una sola, ciertamente duele, pero varias es mucho peor.
Quinto y sexto trallazo aterrizaron en mis enrojecidas nalgas, mientras el “público” se deleitaba con aquello. No aguanté más, me erguí y caminé por el recinto, dando una especie de saltitos para aliviar el ardor. Para colmo, estando esposado, ni siquiera podía sobarme las nalgas.
Un minuto después, se me ordenó volver a colocarme en posición. No quise, le suplique que no continuara. El dijo, es por tu bien, para que aprendas, ves que ya no estás tan altivo, tan rebelde. Finalmente tuve que volver a colocarme.
El dijo, cada vez que te de, tienes que darme las gracias, tienes que decir gracias mi amo. Yo pensé en no hacerlo, después de todo, ya me estaba castigando. Entonces vino el séptimo azote, me ardió como el demonio, pero no di las gracias. Asdrúbal, preguntó, que debes decir? Yo dije “gracias”, el siguió, porque no lo habías dicho? Yo respondí, se me olvido. El concluyó, por cada vez que se te olvide te voy a dar dos más, tu no vas a jugar conmigo.
Antes del siguiente, hizo varios amagues pasando la vara a toda velocidad pero sin golpearme, lo cual aumentaba mi tensión. Luego vinieron uno tras otro octavo, Gracias!, noveno Gracias!, decimo Gracias!. Me fui a incorporar y dijo, dos más de regalo y zuas, zuas. Quemó mis nalgas con su fuete.
Además del dolor, fue muy fuerte para mí aquella situación, es como cuando uno piensa que ha llegado a una meta y aún falta. Me sentí desilusionado, impotente, casi como deprimido. Con todo lo sucedido no aguante más y rompí en llanto.
Entonces el paró, me sobo las nalgas, me decía el muy sádico, ya pasó, tranquilo, ya pasó, pero tienes que someterte, si te sometes esto no te pasa más. Siguió “vamos, pídele perdón a todos y ya termina todo”. Dije perdón, el dijo así no, no me convences, de rodillas.
Me arrodillé y el sacó su tranca, la tenía bien parada, obviamente aquello lo había excitado bastante. Ordenó, chupa y pide perdón. Dudé por un segundo, al parecer él se dio cuenta de mi duda, entonces me dijo, quieres que te perdone o no, creo que te hagan falta otros diez fuetazos para que aprendas.
Enseguida engullí su polla gruesa y venosa, metí cuanto pude en mi boca y le pedí perdón, le dije “perdóname, mi amo, no vuelve a pasar” mientras lamia y saboreaba su pinga. Luego, el restregó sus bolas por mi rostro aún lleno de lagrimas.
Así, fueron pasando todos, a cada uno le mame la verga, mientras sumisamente les ofrecía disculpas y pedía perdón. Claro que era una situación injusta, pero ya había aprendido que entre un macho dominante y un sumiso no había justicia alguna, menos en una situación tan desigual como la de aquella noche.
El tercero en disfrutar de mi degradación, mientras mamaba, fue el musculoso. Teniendo yo la tranca bien adentro en la boca, me hizo pedirle perdón sin permitir que me la sacara. Yo hablaba como si tuviera algún problema, decía pedon, mi amo, no vueve a pasa. Apenas se me podía entender. Esto lo excitaba y producía las sonrisas de los otros, quienes fungían de mis amos y público a la vez. El cuarto hizo algo más o menos parecido.
Pasaron muchos años desde aquel momento, hasta que casi por casualidad me enteré que eso, dar azotes con una vara de ratán, era un “arte” del SM. Aquella noche sin saberlo, fui víctima del Caning. A veces recuerdo aquellos eventos y pienso en lo inocente que era y como aquellos tipos se aprovecharon de mi.
Bueno, por ahora lo dejo hasta aquí. Regálame tus comentarios si te gusto y cuéntame si has tenido alguna experiencia similar. Gracias.
JP
hola jose queria decirte que he leido todos tus relatos desde el primero y siempre espero el siguiente, pero no entiendo como pudiste volver a encerrarte con ese tipo que te trata tan mal. yo mas bien te trataria mejor, claro te pondria a mamar, te ensartari y otras cosas pero no te matrataria ademas me gustan los chavos para gozar con ellos hacer muchas cosas y disfrutar. bueno saludo y cuentame de ti pero actualmente con quien estas si con uno soloo te sigue gustandohacerlo con varios y cual es tu mejor polvo. yosca