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El día de la madre se acercaba y yo desde hace tiempo atrás a nuestro primer encuentro sexual, estaba planeando una velada diferente por el día de la madre con Sofía, ya que esperaba conseguir que ese sería el último día que celebraríamos este acontecimiento de esta manera, y que desde ese momento el día de la madre para nosotros se convirtiera en el día en el que por fin mi madre se convertiría en mi mujer, y en el que su hijo se convertiría en su hombre.
Recatada como era ella, no la veía presta a disfrazarse o ponerse ropa demasiado provocativa, y pedirle que lo hiciera, seguro la haría sentirse ofendida. Entonces decidí hacer las cosas por la vía romántica, no era un experto en ello, pero haría mi mejor esfuerzo, y eso empezó al dia siguiente de aquella noche de pasión inolvidable. A la mañana siguiente haciendo un esfuerzo sobrehumano me desperté antes y le dejé preparando el desayuno, nada fuera de lo común, una taza de café, unas tostadas, un vaso de jugo de naranja y una flor con una nota que decía “te amo”.
Con mucho esfuerzo fui repitiendo esto durante los días siguientes, las cosas entre nosotros no podían estar mejor, por un lado nuestra relación como madre e hijo, había quedado en segundo plano, y nuestra relación como pareja no podía estar mejor. Algunas de nuestras actitudes en público, para un buen observador podrían delatarnos definitivamente, pero era imposible ocultarlas o evitarlas, así por ejemplo yo no podía dejar de mirarla, de contemplar sus curvas, suspirar y tener a la vez unos “flash back” de lo que habíamos compartido, en muchas ocasiones, la descubrí mirándome de igual manera, y al verse descubierta, solo lanzarme una sonrisa muy sensual y coqueta.
Todavía dormíamos en cuartos separados, y entre semana, a la hora de despertarnos cada cual corría preparándose para salir a trabajar, por lo general nos dormíamos de más ya que la noche anterior por lo general siempre nos quedábamos hasta muy tarde supuestamente viendo películas, cuando en realidad nos quedábamos abrazados en la sala, besándonos y sobándonos, ahora ya con algunas caricias atrevidas, las cuales por lo general llegaban a su fin cuando yo no soportaba más la excitación y terminaba explotando dentro de mis pantalones, momento en el cual Sofía se sentía satisfecha, se reclinaba y me apapachaba, haciéndome recostar en su regazo, mientras acariciaba mi cabello y yo acariciaba sus piernas, me encantaba acariciárselas, sobre todo si llevaba puesta medias nylon, no sé porque pero cada vez me gustaba más este fetichismo. Yo me había vuelto un adicto a estar con ella, y ella de igual manera conmigo, según me confesó más adelante.
Llegó el día tan esperado, y al ser el segundo domingo de mayo, al igual que todos los otros años, al amanecer me acerqué a su cama a desearle un feliz día de las madres, le di un ramo de flores y un beso en la mejilla, a la vez que le decía lo importante que era para mí, lo mucho que la amaba y lo feliz que era por vivir con ella, en ningún momento le hice una insinuación sexual o de nuestra relación como pareja, lo cual le llamó la atención. Sin embargo, antes de salir del cuarto, me detuve, y desde el marco de su puerta le dije:
- Y por cierto… en la tarde luego del almuerzo tienes una cita con doña Susana. Ella era la estilista donde Sofía solía ir para arreglarse, maquillarse para ocasiones especiales o simplemente hacerse una manicura o un corte de cabello.
- Wow, me respondió, ¿Y eso? ¿A qué se debe?
- Quiero que te veas más linda de lo de costumbre, pues en la noche tenemos una cena muy especial, le contesté
- ¿En serio? ¿y a donde piensas llevarme?, me preguntó toda ella sonrojada y claramente feliz
- Aquí en la casa, será una sorpresa, le dije, mientras le regalaba un guiño de ojo y un beso volado, tal y como ella me lo hacía a mí.
- Esta bien, ¿y debo ponerme, algo informal, un vestido o ropa formal?
- Lo que tú quieras está muy bien, le dije, yo quiero disfrutarte para mi solo, no quiero que nadie más vea lo hermosa que estarás, quiero ser el único afortunado de tu compañía. Así que, cuando llegues, seguramente yo estaré en la cocina y en la sala preparando todo, y cuando llegue las 8 de la noche, te iré a buscar a tu habitación.
- Mmmm, me dejas intrigada amor, pero está bien, estaré lista esperándote a esas horas en mi habitación, no me dejes plantada, me dijo, mientras me lanzaba una de esas sonrisas que eran capaz de derretirme.
Durante la mañana hicimos lo de costumbre, desayunamos juntos, reímos, fuimos a al centro comercial, dimos vueltas y almorzamos juntos, luego de lo cual, pasé dejándola donde doña Susana para su cita de belleza. Así desde ese momento tendría tiempo para bañarme arreglarme también y preparar el ambiente romántico en la casa para la cena de la noche. Obviamente no soy tan buen cocinero, así que pasé retirando un platillo especial de un restaurante conocido, compré muchas flores, y me descargué del internet mucha música romántica, especialmente del cantante que más le gustaba a ella, Juan Gabriel.
La tarde se me pasó volando y eran cerca de las 18:30 cuando escuché que Sofía llegaba a la casa, abrió la puerta y me gritó:
- ¡Ya llegué!! ¡No te voy a buscar, porque de seguro estás ocupado!!, ¡Me voy al piso de arriba, trata de no subir, que me voy a terminar de arreglar!! ¡Te amooo!!
- ¡Holaaa! Le grité desde la cocina, ¡No te preocupes, ya tengo todo lo que necesito aquí abajo!! ¡También te amoooo!
Ahora que Sofía se encontraba arriba, y la escuchaba caminar del baño a su habitación, y viceversa, por muchas ocasiones, yo con calma podía terminar de arreglar la sala como quería, ya había puesto el platillo en el horno y estaba listo para ponerlo a calentar cuando fuera el momento. Coloqué las flores en muchos sitios de la sala, limpié el polvo, acomodé la mesa, tenía listos los platos, las copas, puse unas velas rojas, los cubiertos, servilletas, preparé el equipo con la música que había descargado, casi me olvido de poner el vino con su balde de hielo y un par de copas, creo que todo estaba listo y en su lugar, me fui al cuarto de estudio donde tenía mi ropa para cambiarme.
Me puse un pantalón de casimir gris oscuro, una camisa blanca con rayas verticales, zapatos lustrados y una corbata negra, me peiné, me puse colonia, creo que demasiado, pero bueno, la ocasión lo ameritaba, y estaba listo, miré mi reloj y marcaba 19h55, pronto iría a buscar a Sofía, estaba nervioso, era como cuando vas a la casa de tu novia a invitarla a salir, me temblaban las piernas y sentía mariposas en mi estómago, deje calentando la comida y subí a buscarla.
Subí al segundo piso, hace rato no la escuchaba caminar ni hacer ruido, por el piso de madera se escucha fácilmente en el piso de abajo lo que sucede arriba, pero todo era quietud, me acerqué a la puerta de su habitación, estaba cerrada y solo se veía la luz por debajo de la puerta, toqué a la puerta, y no recibí respuesta, esperé un momento, los nervios me comían por dentro, toqué nuevamente y esta vez, escuché el sonido de sus tacos al caminar, era Sofía, ¿quién si no era ella? Me reí de mí mismo por esos pensamientos, me acomodé la corbata y el cabello con mis manos, la puerta se abrió lentamente.
- Oh, ¡pero que puntual! Me dijo, mientras aparecía lentamente por el marco de la puerta, la visión divina más hermosa que ha existido.
Nada más de verla, una excitación recorrió cada parte de mi cuerpo y me llenó de una calentura sin igual, estaba sumamente hermosa, sensual y sexy sin igual. Llevaba puesto un vestido amarillo floreado tipo veraniego, que le llegaba a la altura de sus rodillas, muy apretado al cuerpo en la cintura, hacía resaltar sus senos e incluso los hacía ver más grandes, con vuelos a lo largo de la falda del vestido, con un gran escote en el pecho y la espalda, que permitía ver gran parte de su cuello hasta casi la mitad de sus pechos, por la parte trasera dejaba media espalda a la vista, con unas mangas muy pequeñas que llegarían a unos 10 cm luego del hombro.
Esta vez no llevaba medias nylon, pero si estaba con sus zapatos formales de taco en color negro, un collar muy delicado en su cuello, un anillo en cada una de sus manos, las uñas debidamente arregladas y de un color rosado pasión, su cabello debidamente arreglado en melena, unos aretes muy pequeños en sus orejas, su rostro sutilmente maquillado, haciendo resaltar sus labios y sus ojos color café. Olía delicioso, su aroma me embriaga todavía más.
- ¡Que hermosa que estás! Le dije, mientras la contemplaba toda y trataba de mantener mi mirada en su rostro.
- Muchas gracias, me contestó, visiblemente sonrojada, y bajando un poco su mirada, espero te guste este vestido, lo compré especialmente para la ocasión.
- Me encanta el vestido, pero lo que más me gusta es su relleno, le contesté, acercándome a ella y dándole un sutil beso en la boca, para no despintarle esos labios, deliciosamente delineados.
- Muchas gracias, me dijo, mientras giraba sobre sí misma, para poder apreciarla toda, su vestido sutilmente se levantó por el giro, permitiéndome ver algo de sus muslos, que excitante fue eso.
- Wow, definitivamente estás muy hermosa, le dije, mientras la tomaba de la mano y empezábamos a caminar hacia las gradas, para bajar a la sala.
Mis latidos estaban a mil por hora, no dejaba de decirle lo hermosa que estaba, y tomada de la mano la llevé a la sala de la casa, donde Sofía pudo ver los arreglos florales que adornaban el ambiente, la llevé a la mesa, y pudo apreciar el arreglo de la misma, estaba muy sorprendida y alagada por las atenciones recibidas. En eso encendí la grabadora y puse a un volumen casi perceptible la música que tanto le gustaba a ella, encendí las velas y puse a media luz el ambiente de la sala. Le pedí me espere un momento, y empecé a servir la comida.
- ¡Cuanta atención!, te amo tanto mi vida, me dijo, tomándome de la mano
- Te lo mereces amor mío, le contesté, mientras terminaba de servir los platillos y llenaba las copas de vino.
- ¿Y qué has preparado para mí, cosita linda? Me dijo, desliéndome con esa frase.
- Son raviolis italianos, espero te gusten, le contesté.
- Wow, que delicioso, dijo.
- Brindemos por la hermosa compañía, le dije, levantando la copa de vino.
- Bridemos, pero deja de decirme hermosa, me lo voy a creer, me contestó sonrojada
- Es que en verdad eres hermosa, y hoy mucho más, ¡Salud!! le dije
- ¡Salud!, dijo
Y continuamos con la cena, entre risas, y conversaciones triviales, mientras la contemplaba tan alegre y hermosa, me iba enamorando cada vez más de Sofía. Una vez terminamos de comer, acerqué mi silla a la suya, la tomé de la mano, mientras seguíamos conversando, y empezamos a besarnos de una forma delicada y pasional, con los ojos cerrados, ambos disfrutábamos al máximo uno del otro.
Nos besábamos mordiéndonos los labios, y cambiábamos de posición nuestras cabezas de izquierda a derecha, mientras Sofía tenía una de sus manos en mi pierna y con la otra por detrás de mi cuello, mientras acariciaba mi oreja y cuello. Yo trataba de apegarme a ella, la tomaba de la cintura, y acariciaba su espalda. Sofía soltó mi pierna y puso su mano en mi rostro, mientras continuaba acariciándome el cuello, yo puse una de mis manos en su pecho y lo apretaba dulcemente, sentí como su cuerpo se estremecía entre mis manos, mientras bajaba mi otra mano a sus piernas y acariciaba sus muslos, empezamos a sentir un calor sin igual.
Me levanté y tomada de la mano, sin decirle nada, la llevé hacia las gradas, mientras seguíamos besándonos, fuimos a su habitación, seguíamos besándonos y abrazados, besándonos, mientras Sofía seguía con sus manos en mi rostro, yo la llevaba por la cintura, fuimos apegándonos a su cama, suavemente, sin soltarla ni dejar de besarla, depositamos nuestros cuerpos sobre ella.
Sofía de espaldas, yo subido prácticamente en ella. Con su rodilla izquierda doblada, yo subido encima de ella, por un momento seguimos besándonos y acariciándonos, su falda se había subido a la altura de su ombligo, y me permitía ver su sexy interior color rojo, Sofía empezó a sacarme la camisa de mis pantalones, trató de zafar mi corbata. Aproveché para quitarme los zapatos con mis pies.
Me arrodillé por un momento junto a ella, mientras terminaba de zafar mi corbata y me quitaba la camisa completamente, en ese momento Sofía aprovechó para arrastrarse de espaldas más al centro dela cama luego de quitarse los zapatos con sus propios pies, me puse encima de ella, sin aplastarla, continuamos besándonos, nos entregábamos el uno al otro con total pasión, yo restregaba mi pierna por su ingle, como si la estuviera follando, Sofía se retorcía de pasión, mucho más cuando empecé a besar su cuello, ella hacía lo más atrás su cabeza, como para brindarme mejor su cuello. Seguíamos besándonos, mientras Sofía acariciaba mi torso desnudo, entre besos y caricias, intentaba meter la mano por dentro de mis pantalones, al no poder hacerlo, intentar zafar mis pantalones, primero la correa. Mientras lo hacía me tenía aprisionado con una de sus piernas la pierna con la que la sobaba.
Al ver que se le complicaba quitarme los pantalones, me arrodillé en esa misma posición, y la ayudé a zafarme de mis ataduras, mientras nos mirábamos con lujuria y me regalaba una sonrisa entre mordiéndose los labios y sonriendo, sus rostro estaba colorado, sus labios ya hace tiempo habían perdido su labial, ahora estaban de un color rosado muy sensual, nuestras respiraciones estaban muy aceleradas. La seguí besando, mientras Sofía me quitaba los pantalones con sus pies, la ayudaba como podía, al final me quedé en interiores. Seguimos besándonos así por un momento sin decirnos nada, pues durante todo este magreo prácticamente no habíamos dicho palabra alguna, Sofía se deslizó para un costado, me hizo ponerme boca arriba, semi acostado, con las rodillas dobladas, se puso entre mis piernas y me quitó las medias, las lanzó por algún lado de su cuarto.
Se arrodilló entre mis piernas, abriendo las suyas, puso sus rodillas a la altura de mis caderas, apegándose lo más que podía a mí, seguíamos devorándonos a besos y caricias, empezó a besarme el cuello, lo cual me excitaba muchísimo.
Mis manos, indistintamente acariciaban su espalda, sus caderas e inclusive presionaba sus senos. Sofía empezó a besarme y morderme las tetillas del pecho, y besándome hasta el ombligo, se levantó por un momento para literalmente arrancarme mis interiores, la ayudé mientras acomodaba mi duro miembro para que no fuera lastimado al momento que ella me quitaba los interiores.
Quedé completamente desnudo a su merced, Sofía nuevamente se subió sobre mí cuerpo, nos besamos por un momento más, hasta que nuevamente empezó a besarme el pecho, bajar lentamente besándome por mi vientre en dirección a mi miembro, instintivamente la tomé de la cabeza sutilmente, mientras la veía bajar a la altura de mi miembro, no podía creer lo que estaba a punto de ocurrir, empezó a besarme los testículos, tomaba a manos llenas mi miembro, y empezaba a besarlo desde abajo, hasta llegar al glande, se relamía los labios, con mi respiración ente cortada veía como empezaba a besar la cabeza de mi miembro, y luego iniciaba a devorármelo llenando su boca hasta más no poder y continuaba chupándolo sin sacarlo por completo, lo hacía con movimientos suaves y por momentos aceleraba el ritmo, le solté su cabello, y apretaba las cobijas a mis costados, mientras sentía desfallecerme.
Literalmente parecía una experta en lo que hacía, mientras yo de seguro blanqueaba mis ojos, no tengo idea de cuánto duró, pero luego dejó de hacerlo, y sin soltar mi miembro, con su mano seguía frotándolo y masturbándome mientras se ponía nuevamente sobre mí, buscaba mi cuello y empezó a besarme mientras se recostaba sobre mí.
Mientras besaba mi cuello, empecé a quitar el botón de su vestido por la parte posterior, luego a bajar el cierre del mismo, el cual llegaba hasta su cintura. Por su propio peso, el vestido cayó a sus costados y dejó su espalda al descubierto, Sofía se arrodilló en ese mismo lugar, con mucho cuidado y movimientos muy sensuales, sacó los brazos del vestido, para finalmente quitarse el vestido por encima de la cabeza, y dejar al descubierto su cuerpo semi desnudo, solo cubierto por ese interior rojo tan sexy y un sujetador con encajes del mismo color, las tiras del sujetador, caían por sus hombros.
Ya libre de su vestido, se recostó sobre mí nuevamente y empezamos a besarnos otra vez, mientras yo acariciaba su cintura, espalda y trataba de zafar el sujetador a dos manos, una vez libre, se lo quité de un tirón, la hice girar para que se recueste sobre su espalda, ni bien se recostó, procedía a arrancarle su interior, Sofía arqueó su espalda, levantó su trasero para ayudarme a hacerlo, ahora, una vez desnuda, la contemplé por un rápido instante, me recosté sobre ella, colocando mi miembro sobre el suyo, sin entrar todavía en ella, continuamos besándonos apasionadamente. Sofía me tomaba del cuello, acariciaba mi espalda, mientras me atrapaba las piernas con las suyas.
Seguí besándola, bajé por su cuello, pasé por sus senos, los besé hasta saciarme, pasando del uno al otro, apretándolos y tomando sus pezones entre mis dedos. Seguí besándole el vientre y bajé hasta su monte de venus, el cual por la gran excitación que teníamos, se encontraba completamente mojado, por cierto Sofía se lo había arreglado, estaba muy bonito. Empecé a besarlo, y a meter poco a poco mi lengua, buscando llevarla al clímax, Sofía se retorcía, mientras empezaba a gemir muy suavemente “ahhhhhhhh”, con entre cortadas respiraciones, luego colocaba su mano derecha en mi cabello, sostenía mi cabeza, como para impedir me retirara de lo que hacía, su otra mano, sujetaba la almohada por debajo de su cabeza, mientras blanqueaba la mirada, luego cerraba los ojos y abría su boca a más no poder, entregándose al inmenso placer que sentía.
Con mis manos la tomaba de sus caderas y la devoraba como si lo hiciera con una papaya muy deliciosa, el sabor de sus jugos, entre salados e indescriptibles me llenaban la boca y chorreaban por mis costados. Solté una de mis manos, mientras seguía jugando con su clítoris, apretaba uno de sus pechos, Sofía soltó mi cabello para tomarme del brazo, casi sin fuerzas como para poder apretármelo, colocaba su pierna sobre mi espalda como para impedir me escape. Sus gemidos empezaron a hacerse cada vez más fuertes, sus “ohhhh, ahhhh, mmmmmm” llenaban el silencio de su habitación, su cuerpo temblaba ante mis juegos, y arqueaba su espalda, botando su cabeza lo más hacia atrás que podía.
“Ahhhhhhhhh, uhhhhhhh, yaaaaaaaaaa”, era lo único que se escuchaba, sentía como si ella se fuera a morir de pasión, tanto así que tomaba mis cabello con sus manos como si quisiera arrancármelo, no podía soltar palabra alguna, así quisiera hacerlo, hasta que empezó a gemir mas aceleradamente y con un gran “Aaahhhhhhhhhhh”, mientras retorcía su cuerpo, soltaba un suspiro, como si el alma se le saliera, terminó con un fuerte chorro de sus líquidos vaginales en mi boca, yo me quedé sin moverme en esa posición, recibiéndolo todo. Luego Sofía pasó su pierna por sobre mi cabeza, como recostándose de lado e invitándome a subir sobre ella, me dirigí a su boca, entre besos le compartí parte de sus propios jugos, que llevaba todavía conmigo, mientras seguíamos acariciándonos todo el cuerpo.
En esa posición casi de costado ella, mientras nos besábamos, le tomé su pierna izquierda, la levanté de tal manera que su vagina estaba a merced mía, mientras seguíamos besándonos y aprovechando su reciente corrida, introduje mi duro miembro en esa cueva, por la que hace varios años yo había nacido, y que ahora nuevamente era mía, pero de una forma diferente, empecé con un mete y saca, que me permitía llevar mi miembro hasta casi la totalidad de su largura, sentía como las rugosas paredes vaginales de Sofía atrapaban mi miembro, como si no quisieran soltarlo nunca. Ahora si, y por primera vez, Sofía dejaba de ser mi madre y pasaba a ser mi mujer, mi hembra.
Sin dejar el mete y saca, acomodé a Sofía para que se pusiera en posición de perrito recostada sobre su lado derecho, mientras yo seguía con mis incansables movimientos. La veía desencajar su rostro de placer, mientras con sus manos cogía las cobijas con toda la fuerza que su cuerpo le permitía, mientras nuevamente empezaba a gemir “Ahhhhhhhhh, ahhhhhh, ahhhhhhhh, Ahhhhh”, podía sentir el bamboleo de sus senos mientras su cadera chocaba contra mi vientre, la tenía de la cintura, embistiéndola con lujuria.
- Oh siii, oh siiiii, le decía entrecortadamente
- No paress, noooo, logró contestarme
- Te amooooooooo!, le grité con todo lo que podía
- Te amoooooooo! Me contestó mientras se retorcía y mordía los labios
Cuando sentía que ya no podría aguantar más, la solté y puse boca arriba, me recosté sobre ella, mi miembro como dueño y señor, automáticamente, sin mucho esfuerzo, encontró el camino a su cueva, mientras nos seguíamos besando y acariciando, penetraba nuevamente en ella, para al poco tiempo continuar el mete y saca con furioso ritmo. Mientras Sofía me tenía con una mano por la cintura, con la otra me cogía del trasero, yo trataba de aguantar lo más que podía. Nuestros cuerpos estaban mojados de sudor, ahora solo mirándonos a los ojos, desencajando nuestros rostros, sintiendo explotar del fuego que llevábamos dentro, seguíamos el ritmo juntos.
Mis testículos chocaban contra su ingle, yo hacía el mete y saca como si quisiera meterlos también dentro de ella, Sofía atrapaba mis piernas con las suyas, estábamos a punto de desfallecer por igual, Sofía se me adelantó, entre retorcijones y gemidos explotó, mojando mi miembro en su interior. ya sin aguantar más, me retiré de ella, y tomando mi miembro con una mano como si fuera una manguera, solté un fuerte chorro de semen, sobre su vientre, en ocasiones llegó hasta sus senos, Sofía al sentir la caliente leche tocar su cuerpo, parece que se excitó mucho más, mordiéndose los labios lo recibía complacida.
Me coloqué junto a ella, seguimos besándonos dulcemente, como agradeciéndonos lo que acababa de pasar, así mientras le acariciaba su vientre y tomaba entre mis dedos mi propio semen, lo llevaba a su vagina, para empezar a meter mis dedos dentro de ella, la sentí excitarse nuevamente, sobre todo cuando me dijo “No pares, no pares!” por reiteradas ocasiones, al poco rato la sentía correrse nuevamente.
- ¡Jamás me había corrido tantas veces seguidas!! me gritó
- Y esta será la primera de muchas veces más, le dije, mientras, nuevamente la besaba y acariciaba con dulzura
- Es el mejor festejo por el día de la madre que podías haberme regalado, me dijo
- Y es el último, porque desde ahora quiero festejarte todos los días como lo que serás para mí.
- Y que seré para ti, me preguntó sonriendo, mientras acariciaba mi pecho.
- Mi mujer, le respondí con toda la seguridad que pude demostrar.
- Y tú serás mi hombre, me respondió.
Seguimos besándonos por un largo rato más entre “te amo” y lograr calmar nuestro acelerado ritmo, finalmente abrazados en la que desde hoy sería nuestra cama, dormir abrazados por lo que quedaba de la noche. Por fin había terminado una larga noche de pasión, la primera de tantas que vendrían a continuación, a partir de este día de la madre un tanto diferente.
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