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~El frio del consultorio se convirtió en ese fuego que había reprimido por tanto años.
Yo estaba sentado frente a todo lo que había huido en mi vida, una verga bien parada pero no era solo eso sino lo que significaba, libertad.
Sus gruesas venas, su color tan oscuro, su olor y su longitud. No pensé en tener tanta garganta pero tampoco pensé en rendirme.
Sus bolas estaban llenas de pelo pero eran enormes y oscuras, las bese y luego las mame con ganas hasta llenarlas de saliva.
Su olor venia a mí como manos que me empujaban a mamarle un poco más, la boca cada vez se me hacia agua y no pude esconder que me gustaba.
Mi boca se lleno de su gruesa y larga verga que cada vez botaba más preseminal, lentamente probaba hasta su tallo provocándome arcadas pero hoy no estoy para rendirme, quiero más y más.
El estaba frente a mí viendo mi cara de poseído pero para serles sincero no me importaba, quería probar todo su paquete que estaba casi a reventar.
Sentado y agarrado de sus muslos para que nada de este mundo me quite lo que tanto he deseado. Traté de empujarme todo su verga hasta el fondo que iba y venía.
Quiero todo su elixir…
30 MINUTOS ANTES
-No pienses en nada, vacía tu mente-Decía mi psicólogo con tranquilidad con un péndulo en su mano-Solo siente con cada movimiento como tu cuerpo se va relajando-El objeto iba y venía-Abre tu mente y déjame entrar, relájate…
Sentado frente a mí, estaba Beltrán un hombre de mi edad de piel oscura y unos ojos penetrantes.
Esta era la tercera sesión, tenia problemas con mi vida, estaba perdiendo el placer en las cosas por eso hace unas semanas atrás decidí venir gracias a Carlos, un fiel amigo.
….
-Cuando llegue a 0, debes decirme lo primero que viene a tu mente que te preocupa-Decía el doctor con su voz firme que resonaba en mi mente como si existiera un eco
-3, 2, 1, 0.
Mi mente voló a algunos años atrás cuando en un bar, alguien se insinuó en los baños mostrándome su verga erecta en el urinario. Todo esto me agarro por sorpresa.
-Siempre… he querido saber lo que… es…-No pude terminar de decir, gotas gruesas de sudor empezaron a correr por mi frente.
-Relájate, recuerda que estoy aquí para ayudarte.
-Yo…
-Dime eso que siempre has querido decir, confía en mí.
-Quiero probar chupársela a un hombre-Susurre con la imagen en mi mente de aquel hombre, que causo tal efecto en mi que pase días pensado en aquella situación.
-Siente como una carga desapareció de ti-Susurró-Aquí eres libre.
-No soy libre-Dije todavía en mi trance.
-Aquí estamos solo tu y yo, más nadie sabrá lo que has venido escondiendo estos 49 años.
Agarré su paquete, se echo hacia atrás y volví por él, sentí un gran bulto aunque la cara de mi psicólogo se quedo rígida. Me dejo hacer.
Mi mano seguía en su paquete que ya no estaba dormido, a cada caricia se tornaba más dura y mi boca empezó a salivar.
Se levantó dejándome su paquete en mi cara, como loco desabroche su pantalón color negro, baje su ropa interior y saltó la verga que tanto deseaba.
La quería probar tanto pero había algo en mi que me decía que estaba mal. Quede un tiempo mirándola pero no podía moverme. Tragaba saliva y mi cuerpo no respondía, había una barrera que no me dejaba avanzar. Mientras más pensaba menos podía hacer.
Esa verga negra, inundaba la sala de su olor y no podía hacer nada. No sabía lo que me estaba ocurriendo. Casi lloraba, la quería pero no podía.
Ella vino a mí, me dio un beso húmedo que me lleno los labios de una pequeña gota de líquido transparente.
-Mi olor te guiará, siente como te atrae y cómo quieres olerlo más…
Sentí como me estimulaba el olfato… ese olor se estaba convirtiendo en mi droga y a cada segundo sentía más su olor que recorría todo mi sistema respiratorio hasta sentirlo en mi propia sangre. Empecé a sentir un calor infernal.
Paseó su verga por mis fosas nasales, yo seguía sin moverme, sentía las gotas de mi sudor correr y aunque estaba a su merced no podía hacerlo.
-¿Por qué demonio no puedo…?-Susurre con dos lágrimas cayendo, una a cada lado de mis cachetes.
-Porque necesitas liberarte, la sociedad ha mandado mas en tu vida que tú mismo, por eso estas así-Replico-Todo ese peso que estas sintiendo lo has creado tu mismo, todo está en la mente, libérate…
Con sus manos tomo mi cabeza, puso su glande en mis labios y en vista que no podía abrirlo, presiono hasta llegar a mis dientes. Él masturbaba su verga que más dura no podía estar, estábamos realmente excitados.
Yo empecé a saborear ese liquido salado, inundo mi boca, no podía tragar saliva hasta que llego un momento que no pude respirar. Tantas eran mis barreras que prefería no respirar, no vivir.
No pude más, me aleje de su verga para respirar pero a la misma vez comprendí que realmente mi inmovilidad estaba en mi cabeza.
No sé si fue un segundo o fueron unos minutos que volví a visualizar su verga…
Mi boca tragaba su verga hasta el fondo, yo tenía mis ojos cerrados pero sentía cada vena de su verga, cada pelo, cada gota salada que salía de ella.
Mis babas caían pero no me importaba. El agarro mi cabeza y empezó a controlar la mamada, me la metía hasta el fondo y yo solo quería tragar.
Quería oler todo, quería probar hasta la última gota, quería palpar con mi lengua cada rincón de su verga. Me tenía loco.
Nunca en mi matrimonio había sentido algo similar a lo que estaba pasando hoy. Mi verga estaba dura pero no la tocaba, sentía que si lo hacía acabaría con una sola subida y bajada.
Mi psicólogo jugaba con su verga, me daba cachetadas y paseaba el glande por toda mi cara bañándome de ese liquido haciéndome sentir descontrolado.
Tome las riendas de nuevo y me comí su verga de nuevo, jugaba con mi lengua en su frenillo para luego zampármela hasta el fondo. Estuve un rato metiéndomela hasta el fondo, sentía sus gemidos y yo solo quería más.
Agarro de nuevo mi cabeza, me la tragaba mucho más rápido hasta que me dejo hundida su verga en mi boca quitándome la respiración, cada lechada caía en mi garganta, me quería salir, no soportaba más.
El siguió sin soltarme hasta que la última gota estuviera en mi estómago, yo le daba golpes y trataba de salirme pero no lo lograba.
Segundos después me soltó y caí de nuevo en el sillón, con la respiración agitada y tosiendo. Me tranquilice y agarré mi verga, no dure ni 30 segundos cuando mi leche se derramaba en mi camisa.
Quede casi desmayado en el sillón, sin fuerzas sin ganas de moverme y con las ganas saciadas. Quedé en blanco.
-Cuando llegue a 0, debes seguir recordando todo-Dijo el doctor recompuesto-3, 2, 1, 0…
No podía creer lo que había hecho, no encontraba donde meter la cara. No lo pude soportar, apenas con el pantalón cerrado salí de su consultorio casi corriendo con mi leche en mi camisa y mi cara llena de babas.
Salí del edificio, corrí, corrí y seguí corriendo….
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