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El militar

~De esas veces que se esta caliente y lo que antes eran carajos atractivos caminando por la calle ahora son dioses del sexo. Estoy necesitando a alguien urgentemente que sacie lo que estoy sintiendo, las miradas ya no son tan recatadas, lanzarse a cualquiera se ha vuelto común estos días pero en esta ciudad todos se han puesto de acuerdo para dejarme sin mi ración de…

Desde la primera vez que tuve sexo no he podido dejar de pensar en un guevo que me de placer por las puertas de atrás. Nunca he tenido una relación estable ya que no puedo permitírmelo, mi lema es “Estar con uno solo es desaprovechar el mundo”, reconozco que a veces soy muy puta pero es que no puedo controlarme, soy así.

Mi nombre es Xavier y tengo 26 años en la actualidad. Soy bastante alto desde muy joven practique básquet permitiéndome tener una altura de 1.80 m y un cuerpo bastante marcado.

Mi amigo Luis me convenció y ayudo a escribir esta pequeña historia que marcomi vida y que según él, excitarían a más de uno. Eso espero.

Uno de los momentos más excitante de mi vida fue a los 17 años cuando sentado en un banco esperando un autobús y fumándome un cigarro, un carajo como de 25 años vestido de militar y con un gran bolso se sienta a mi lado y me queda viendo con una cara que en aquel momento me asusto.

-¿Cuántos años tienes?- pregunto con una voz bastante seria.

-20-Respondi sin mucha seguridad.

-Es enserio, ¿Cuántos tienes?-Volvió a decir con voz mas fuerte.

No le respondí, la primera impresión dio paso a una pequeña arrechera ya que esa forma de hablarme no se la aguantaba ni a mi papá.

En vista de mi forma de actuar, llevo su mano con total agilidad al cigarro que estaba en mi mano, haciendo que se cayera, se levanto en un segundo y después sus botas resonaron por toda el área. Había hecho migajas el cigarro.

-¡mamaguevo!-le llame con todas las ganas.

-¿Qué dijiste carajito?-dijo el militar-¿Es qué acaso en tu casa no enseñaron a comportarte?-

Di una mirada a mí alrededor pero a esa hora de la tarde muy pocas personas pasaban por aquel sitio, solo algunos carros, y pasaban muy rápido.

Yo aun sentado en el banco no podía mantener la mirada fija con la suya, pero algo ocurrió, no se si a muchos le pasa esto o solo es a mi pero por casualidad pase la vista por su paquete que estaba a mi altura y desde allí es como si no pudiera controlarme. Ese paquete que estaba bajo aquella tela verde y que se notaba prominente tenía un imán, no podía despegar la vista. ¡Maldita sea!.

Pasaron unos segundos que fueron para mi eternos ya que podía ver a cualquier lado pero siempre terminaba en aquel punto y lo peor fue que él se dio cuenta.

Yo me levante para alejarme de aquel carajo, las hormonas me jugaron feo. Quería salir corriendo de allí y cuando lo intente su gruesa y poderosa mano me agarro por mi camisa y me volvió a sentar de nuevo como un juguete en el banco.

-No te vas de aquí- soltó una carcajada.

Yo estaba nervioso, si bien ya había tenido relaciones, este carajo me causo algo tan intenso que termino por intimidarme. Cuando iba a verle la cara es como si una fuerza me empujara a ver a aquel paquete.

-Hablemos chamito-dijo el militar relajado -Disculpa mi actitud pero es que no entiendo como alguien tan joven puede fumar así y en la calle. Soy Gilberto y hoy salí de permiso. ¿Cuántos años tienes?-

-18-apenas se escucho mi voz y mi vista estaba en el techo de una casa lejana.

-Yo tengo 26 y ¿Cómo te llamas?-

-ehmn Miguel-Más que decir, lo que hice fue vomitar lo dicho.

Gilberto había puesto sus fuertes brazos en el espaldar, abriéndolos y notándose toda su musculatura. Yo no seguía nada sereno, en realidad me estaba excitando ese maldito, mi preocupación aumento cuando relajándose por completo abrió su piernas mostrándome más.

Yo sabia que me notaba estresado, no podía dejar de pasar mi mano por mi pelo y cara, ¿qué me esta pasando?. El tic en mi pierna se hizo más potente. Una capa de sudor se estaba asomando. Diosss.

El me hablaba sobre como era toda su vida militar y yo no lo oía solo prestaba atención a mi pelea interna.

-Chamito parame bolas-dijo riéndose, me había preguntado algo y yo no había respondido.

-¿Ah? Disculpa-respondí, todo caído de la mata.

-Te propongo algo, no te voy a obligar tu solo me dices si o no, ¿Te parece?.

-Dime-Apenas se pudo escuchar mi voz.

-¿quieres mamármela?- dijo esto muy suave, apenas lo escuche.

-¿Cómo?- Yo lo había escuchado pero la impresión me había dejado mal.

-¿quieres mamármela?-Repitió el militar-Conozco un sitio por aquí cerca, ¿si o si?-dijo soltando una pequeña risa.

Los nervios que tenían no eran comparados con las ganas de hacer algo con este carajo. En realidad fue algo mas complicado quería pero no quería o no podía, en realidad estaba hecho mierda internamente pero aun así asentí y a los pocos segundos estaba persiguiéndolo. En menos de 5 minutos estábamos en un parque cercano.

Nos fuimos a la parte final del parque cerca de la segunda entrada, donde una colina y algunos arboles hacían para nosotros el lugar perfecto.

Aquel musculoso militar estaba frente a mí, la piel de su cara un poco roja por el sol y una sonrisa de chico malo esperando que todo sucediera.

Ocultos por los arboles, me arrodille delante de aquel militar que era un poco mas bajo que yo, pegué mi cabeza de aquel bulto que olía a macho y que ya estaba medio duro.

Por encima de la tela, acaricie aquel miembro con mi mano y luego le deje el trabajo a mi boca dejando marcada mi saliva en la tela con mis chupadas y leves mordidas.

Empecé a desabrochar el pantalón pero...

-No me desabroches, quiero que salga todo por la cremallera-.

Como pude y ayudado un poco por él, saque su verga y sus bolas que se mostraban imponentes. Ya estábamos en confianza.

Una verga peluda y bastante gruesa que todavía miraba hacia abajo pero que ya estaba levantándose. El tronco era rosado, con mi mano lleve hacia atrás su pellejo sacando de aquel escondite una cabeza roja como una chupeta, se veía demasiado provocativa.

Su olor era fuerte y el tamaño preciso para gozarla completamente por la boca. Mi lengua tocó su cabeza sintiendo ese sabor característico que me gusta de las vergas. Luego me fui a sus bolas que descansaban pegadas a su pantalón y que eran bastantes grandes, las chupé sin miedo.

Un sabor salado y a macho me volvieron loco, dejándolas totalmente llenas de saliva.

Con sus grandes manos me agarro la cabeza y me la coloco en su verga que ya parecía un asta y que estaba adornada con una gota de presemen que no dude en saborearla para luego jugar con mi lengua por toda su cabeza.

Su cara era un poema. Esto solo era el comienzo, me metí media verga en mi boca mientras mis manos acariciaban sus bolas grandes y peludas. No quería perderme mas aquel postre y me deje de juegos, toda su verga entró, chocando con mi garganta y abriéndose paso.

La sacaba y metía de mi boca lentamente, luego iba a sus bolas a lamerlas de nuevos y subía con mi lengua acariciando el camino hasta su glande donde de nuevo volvía a metérmela entera aunque lentamente.

Sus manos gigantes tomaron el control, halándome el pelo hizo que mi boca quedara a total disponibilidad, iba y venia y mis babas bañaban su pantalón pero el no había notado eso, solo iba y venia al ritmo que el quería, lo mas rápido posible. Su cara estaba roja como un tomate y supongo que la mía también.

Mis ojos llorosos siempre estuvieron centrados en aquel hombre que me había causado tan lujuriosos impulsos. Gozaba con aquellos sabores y con aquella sensación de complacencia que me provocaba el musculoso militar, cada vez me ponía mas caliente.

Aprovechando que no quería terminar me cedió el turno para que yo controlara la mamada de nuevo, aquella verga venosa había salido completamente brillante de mi boca y más dura que nunca.

Desabroché su pantalón, liberé aquellas bolas peludas por completo provocando que salivara mucho más, las repasaba una y otra vez con mi lengua dejándolas totalmente mojadas, las chupe llegando a meterme las dos en las boca pero me canse de ellas yo lo que quería era tragarme ese pipe y sacarle toda la leche.

Tomé con mi mano su verga y con total confianza mis labios y lengua se adueñaron de aquel palo, bajando y subiendo hasta que estuviera completamente en mi boca pero el agarró mi cabeza de nuevo queriendo tomar el control pero no le deje, ahora quería hacer esto a mi manera.

Su cara demostró que aquello lo excitaba más pero no fue cuando me metí de repente aquel guevo hasta la pata con violencia, que su cara y su respiración dejaron en descubierto lo tanto que le estaba gustando aquello.

Provocado todo esto en el militar, mis ganas de volverme una perra se desataron, colocando cada una de mis manos en sus duras y fuertes nalgas. Comencé a tragarme toda esa verga completa sacando lo que podía de lengua a veces para lamer sus bolas.

-Afff vamos así afff vamos.

Cuando llegaba a tenerla toda en mi boca me apretaba contra él notando las reacciones por la mamada, una y otra vez me la tragaba con maestría no en vano había pasado 3 años mamando guevos.

Sus manos agarraron con verdadera fuerza mi cabeza y con un aullido, soltó toda su espesa y caliente leche en mi garganta, quedándome sin aire hasta que por fin me soltó y me desplome contra la hierba con la respiración agitada de tan excitante experiencia.

Nos arreglamos la ropa rápidamente, ya que habían personas cerca, luego caminamos a la parada agarrando el mismo bus y separándonos minutos más tarde.

A veces prendo un cigarro en el mismo lugar con el deseo de volverme a encontrar con ese militar, mi culo espera por él.

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