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La tarde se presentaba larga y anodina, por lo que decidí darle algo de emoción. Después de una dura mañana de trabajo y un almuerzo ligero mi cuerpo se rebelaba contra mí en forma de deseo. ¿Qué hacer?Había pensado en ir ese fin de semana a la playa y quería depilarme la espalda para no mostrar ese aspecto de oso tan horrible del resto del año. Mi amiga Cris me había recomendado una chica que hacía muy bien la cera y era muy económica. Aparte, me dijo, también depilaba el vello púbico masculino.
-¿El vello de los huevos?-le pregunté a Cris.
-Como te lo digo, porque tiene muchos clientes maricas que les va eso de hacerse la cera integral en todo el cuerpo. -respondió.
Con aquella conversación en la cabeza marqué el número de la esteticista y concerté una cita para esa misma tarde.
Llegué pronto al gabinete, pues no estaba muy lejos de mi casa. Llamé a la puerta algo nervioso y tras unos segundos una mujer de mediana edad me abrió la puerta.
-¡Hola!Tenías la cita a las cinco¿verdad?
-Sí-contesté, admirando la belleza madura de aquella mujer que debería rondar la cincuentena.
Lola, porque así se llamaba, me hizo pasar a un pequeño cuarto decorado con motivos budistas. Una musiquilla de sonidos acuáticos inundaba el ambiente. Me fui desvistiendo mientras Lola preparaba las ceras y aceites. Era una mujer muy atractiva. Las arrugas que aquí y allá adornaban su bello rostro no la hacían sino más interesante. Vestía una bata blanca de las abotonadas por delante bastante corta, eso sí, porque al agacharse a coger algo de un cajón pude ver una porción bastante generosa de sus muslos.
-Desvístete completamente ¿vale?Así será más cómodo para mí y para ti. -me indicó.
-Había pensado en hacerme la cera en el ano y genitales, Lola, porque me ha comentado una amiga que también la realizas a hombres-le dije.
-Claro que la hago…y casi que no lo vas a sentir, ya verás-me contestó alegrada por el aumento de servicios.
Iba a comenzar por la depilación de mi espalda así que me tumbé boca abajo completamente desnudo. En dicha postura estuve casi media hora sufriendo con los tirones que daba a los papeles encerados. La verdad es que no me dolió demasiado, fue casi agradable. La temperatura del cuarto mantuvo mi cuerpo caliente, aparte de la calentura que yo ya traía de casa. En mi postura sólo podía ver su bata blanca que se entreabría cada véz que se inclinaba para aplicar la cera o retirarla. Entre botón y botón entreveía su piel morena y suave. ¡Parecía no llevar nada debajo!Me fijé mejor y no vi señales de que llevara ropa interior. La situación mejoraba por momentos.
-Dime por qué te quieres quitar el vello de ahí abajo, anda. -preguntó.
Le comenté que era nudista y me gustaba estar presentable, tanto desnudo como vestido. Me dijo que a ella también le gustaba disfrutar del sol y el mar desnuda pero que no tenía amigas que la acompañaran. Aquello parecía una invitación en toda regla. decididamente, la cosa prometía.
Lola me indicó que primero me quitaría el vello del culo. La situación no podía ser más morbosa. Una pureta superatractiva me iba a toquetear mis huevos y yo tenía que estarme quietecito. Me abrí de piernas lo que pude para que pudiera acceder a mi ano lo mejor posible. Con manos expertas Lola separó mis cachetes dejando al aire mi agujero peludo.
-¿No usas guantes, Lola?-le pregunté extrañado.
Me dijo que se pegaban a la cera, que se rompían y que era un engorro. La tía me aplicaba la cera caliente en mi agujero sin inmutarse pero a mí la polla me iba a reventar. Menos mal que estaba boca abajo. Poco a poco fue eliminando vello, dejándome el ojete como el de un bebé.
-Para que no se te irrite te voy a dar una crema-me dijo, cogiendo un poco de crema hidratante y aplicándomela en el culo. Sus dedos se deslizaban por mi raja del culo con soltura y naturalidad, incidiendo sobre todo en el ano. Confieso que casi se me escapa un gemido de placer cuando su dedo índice casi me penetra por detrás.
-¿Te he hecho daño?-me preguntó preocupada.
-No, que va, al revés. Es muy agradable ese masaje que das.
-Bueno, ahora viene lo peor, así que prepárate-dijo-En esta misma postura primero te haré la cera en tus genitales por detrás y luego te darás la vuelta.
¿La vuelta ha dicho?Pero ¿de qué rincones me iba a eliminar el vello aquella tía?Sin darme cuenta ya estaba aplicándome cera en mis velludos huevos. Con pequeños tirones iba eliminándola, dejando mi piel como hacía años que no la sentía. Sus manos desnudas masajeaban mis bolas estirando la piel para no dañarla. Giré un poco la cabeza y pude ver como unos enormes pezones se marcaban en la fina tela de su bata. Los dos primeros botones no los llevaba abrochados y pude ver como sus dos hermosas tetas pugnaban por salirse de su escondite.
-Bueno, ahora vuélvete y no te apures por mí que estoy acostumbrada a todo-me dijo.
Con cuidado me volví en la camilla, abriéndome de nuevo de piernas. Tenía la polla morcillona, recostada sobre el muslo y ligeramente humedecida en la punta. Ahora podía ver mejor a la que me estaba manoseando todo. Mientras me quitaba el pelo de mis huevos la tía me sonreía. Luego seguía a lo suyo con la boca entreabierta y mirándome de vez en cuando.
Para depilarme bien la tía me apartaba el nabo con su mano izquierda, una mano cálida y suave que me estaba poniendo a mil. No tardé nada en que se me pusiera erecta entre sus dedos, así que ya no fue necesario agarrármela.
-¡Hombre, me facilitas el trabajo, gracias!-dijo ella riendo-Por cierto, ¿también quieres que te elimine el vello del pene?Así tieso es más fácil y menos doloroso.
-Sí, quítamelo ya que estamos ¿no?-le respondí divertido.
Dicho esto, Lola comenzó a aplicar cera sobre la piel de mi nabo tieso, quitando todos los pelitos de alrededor y dejándolo liso y brillante.
-Ahora voy a aplicarte una leche hidratante por tus genitales, ¿de acuerdo?
Asentí con la cabeza porque estaba demasiado excitado para hablar nada coherente. Lola tomó una buena cantidad de crema y la extendió entre sus manos. Luego cogió mis huevos y los masajeó para suavizar la irritada piel. Con cada frotamiento mi estaca se iba poniendo cada vez más dura. Le tocaba el turno a la polla, frotando el tronco libre de pelos. La tía parecía no tener problema en eso de masajear pollas. Sería porque sólo tenía clientes homosexuales. Se recreaba frotando el glande rojo e hinchado mientras que con la otra mano masajeaba mis huevos llegando incluso a mi ano.
Mi verga palpitaba entre sus dedos a la vez que me miraba sonriente y divertida.
-¿Qué te pasa? ¿No te gusta?-me dijo
. Si, mucho, pero no sabía que esto formaba parte de la depilación, Lola-le contesté azorado.
-Pues claro chico. Comprendo que es una situación embarazosa para los hombres y hay que ponerle remedio.
Con una sonrisa picarona siguió frotando la polla cada vez más fuerte. Uno de sus dedos se introdujo en mi ano hasta el fondo, luego otro más. Yo no paraba de gemir mientras la esteticista me miraba mordiéndose los labios. No podía aguantar más, iba a correrme salvajemente. Mi nabo palpitaba en sus manos lanzando chorros de esperma hacia arriba. Sus de dedos estaban cubiertos de grumos blanquecinos que ella se limpió con su lengua mientras me miraba lascivamente.
Estaba totalmente relajado, casi no podía moverme. Ella seguía relamiéndose los dedos degustando mi semen con deleite.
-Has dicho que eres nudista como yo-jadeé.
-Si, ¿me estás proponiendo algo?-contestó Lola con sus labios manchados de leche.
-Vente este sábado a Mazagón.
Lola no tuvo que responderme con palabras.
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