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Categoría: Dominación

Dejé que mi exnovio se tirara a mi primera sumisa

Estoy viviendo emociones desconocidas hasta hace muy poco. Ser una Ama con tan solo veintitrés años y dominar a varias sumisas mayores que yo me está cambiando, hago con ellas lo que quiero y eso les gusta y a mí me encanta que les guste, y en eso estoy ahora.



Marian me escribió a mi correo hace un mes, me dijo que era sumisa y que le atraía yo, por mi capacidad para ser decidida y por todo lo que yo narraba. También me dijo que tenía una Ama y que solo podía hablar… hablamos largo y tendido. Se excitaba con mis proposiciones sobre lo que me gustaría hacerle si yo fuera su Ama. (Yo había leído sobre el tema, al sentir la necesidad de mandar a algunas mujeres; además soy muy creativa ideando). Marian estaba loca de contenta porque algunas de mis ideas se las había pasado a su Ama, la cual, aplicándoselas la había convertido en la más sumisa y entregada del mundo. Marian me contó que estaba en una red social de BDSM, y que allí había escrito artículos sobre mis relatos y sobre cómo era yo, una pelirroja mandona que a veces se deja mandar, pero con unas ideas de dominio que hacían estremecer a las más sumisas. Tampoco es para tanto, solo soy creativa e innovadora. Tuvimos un correo definitivo:



—Margarita, mientras mi Ama no me dé permiso, ¿quieres que ponga tu correo en la red social de dominación y sumisión?, para que lo vean las sumisas que se han interesado por lo que he contado de ti, solo si tú quieres.



— Marian, no sé, ese mundillo es algo oscuro; pero sin embargo me atrae, ¡vale!, ponlo, pero si veo malos royos te escribo y lo quitas, ¿vale?



—En cuanto me lo digas lo quitó ese mismo día.



Como escritora erótica recibo muchos correos, tanto de hombres como de mujeres; pero después de poner Marian mi correo en esa web, recibí más de treinta correos distintos a los otros, eran de sumisas y, casi todas deseaban hacerse mis sumisas de forma incondicional. Esas ofertas me impresionaron, pero sobre todo me excitaron, me sentía poderosa y con ganas de probar mi poder. Les escribí el mismo correo a todas, menos a Magda, el correo “colectivo” es el siguiente:



— Gracias por tu correo, después de pensarlo he decidido que estás en la preselección para elegir a mi sumisa oficial. En cuanto te escriba contéstame, será dentro de una semana o dentro de un mes.



Solo contesté a Magda de un modo distinto, porque que vive en alicante y era la más fácil de poder ver pronto. Le dije que la aceptaba como sumisa, que yo sería su Ama, pero que tenía que darme una sumisión completa. Lo más concreto que hablamos:



—Entonces, ¿estás segura de querer ser mi sumisa?



—Si Margarita.



—Dime mejor, si Ama Marga. Si estamos con más gente me dices Margarita, ¿entendido zorrita?



—Si Ama Marga.



—Vale Magda, ya eres mi zorrita sumisa. Lo primero mándame varias fotos de cuerpo entero desnuda, con Margarita escrito en tu vientre, por encima de tu pubis con rotulador. Quiero estar segura que no me mandas las fotos de otra y cuando nos veamos me lleve un chasco, ¡ligerito!, que mañana las quiero tener en mi portátil.



—Si Ama Marga.



Al día siguiente a las ocho de la mañana abrí el correo y encontré más de cincuenta fotos de Magda con mi nombre pintado por todo el cuerpo, fotos muy sensuales… Magda es de una constitución robusta pero delgada, con unas caderas y un culo de campeonato. Al ver sus fotos mi chocho comenzó a manar.



Le dije que pidiera permiso en el establecimiento en el que trabajaba y que se viniera a Mallorca, que estaría en mi casa como mi invitada. Se puso loca de contenta.



La recogí en el aeropuerto, llevaba un vestido vaporoso, estaba preciosa. Ella tiene unos treinta años, siete más que yo, somos de la misma altura. Mi pelo es pelirrojo natural el de ella negro azabache y cortado en melenita estilo Lulú. Nada más llegar le presenté a mi familia, la cual se marchaba esa misma noche con el yate hasta Córcega.



A las doce de la noche ya estábamos las dos solas en la casa, la sensación de poder me hacía sentir muy mala, mi piel blanca se me erizaba de gusto. Era mía y estaba en mi casa.



— Magda.



—Si Ama Marga.



— Desnúdate y aféitate el coño en el bidé, hasta que quede liso y brillante; cuando termines, coges este trapo y este limpia cristales y, desnuda, me dejas el coche impecable. Está aparcado detrás de la casa, no te preocupes porque te vean los vecinos desnuda, son unos mirones y están acostumbrados. Se puso roja pero no rechistó. Tras limpiar los cristales del coche, también desnuda, limpio la cocina, ¡del suelo al techo! Luego le dije:



— Magda, arrodíllate delante de la tele, para poder azotarte mientras veo las noticias.



—Si Ama Marga.



Delante de mi butaca estaba Magda en pompa, de rodillas y mostrándome ese culazo precioso, de excitada que estaba me tuve que tocar el chocho. Luego mordí sus cachetes dejándole señalados mis dientes pero sin hacerle sangre. Cogí un libro pequeño 20X15 cm, no muy grueso que había sobre la mesita de las revistas y, mientras ella miraba al suelo y yo tenía la tele enfrente, viendo las mismas noticias de siempre de política: Alcé el librito en el aire con mi mano derecha y le aticé un librazo en el cachete derecho, con el impacto, sus dos cachetes bailaron como natillas en el aire, mientras ella gritaba. Le di por lo menos diez azotes con el libro en cada cachete; su culo estaba rojo como un tomate y surcado por dibujos geométricos hechos con las esquinas del libro, su culo parecía un azulejo de diseño. Acabaron las noticias y apagué la tele y, poniéndome de pie delante de ella con las piernas muy abiertas le dije:



— Ahora cómeme el coño desde tu postura de rodillas y cuando acabes no te muevas del sitio hasta que yo te lo diga putita sumisa, ¿de acuerdo?



—Si Ama Marga.



Sus labios devoraban mi sexo rasurado y daban lengüetazos al pequeño triangulo de pelitos pelirrojos que me había dejado en el pubis… que placer, absorbía mis labios íntimos como si fueran una ostra mientras alzaba la vista y me miraba a los ojos con carita de entregada. Me corrí en su lengua y en el suelo, lo lamió todo, y mi chocho también.



Mientras ella seguía allí en pompa y de rodillas, fui a la cocina y me hice una hamburguesa y me la tome con una Coca-Cola, al volver al comedor puse delante de Magda un plato llano, y volqué en él un vaso de leche fría y le dije:



— Magda, ya sé que es difícil, pero tienes que beberte el plato de leche a lengüetazos y sorbiendo, sin ayudarte con las manos. Mientras tomas tu cena yo voy a llamar a mi exnovio Rafa, que es un ligón, y le voy a pedir que venga y que te folle el culo así como estas, ¿me dejas traer a Rafa para que te folle el culo Marga? — unos segundos de silencio, después:



— Mi Ama, solo deseo complacerla a usted, me da algo de reparado, pero me parece bien, gracias Ama Marga.



Aquellas palabras hicieron que me viniera un pequeño orgasmo. Me Salí al jardín y hablé con Rafa, lo más de la conversación fue esto:



—Rafa, tengo como invitada en casa a una amiga de treinta años preciosa, es una amiga que nunca ha probado el sexo anal y está loca por probarlo, es preciosa, te gustara. ¿Me harías el favor de venir ahora y follártela? En ese momento le mandé a Rafa por wasap una foto de ella vestida, preciosa.



—Margarita, siempre me sorprendes, no quisiste seguir conmigo y ahora, ¡esto!, joder tía, ¡pues claro que sí!, a esa morena se la meto por donde quiera.



—Gracias Rafa, pero con una condición: Si quieres follártela no podrás hablar, Magda, que así se llama ella, así lo quiere, solo se la puedes meter por detrás; ella tampoco hablará, además ella llevará los ojos vendados, así lo desea. Te apetece.



—Eso está hecho margarita.



Antes de que llegara Rafa quité el plato de leche, que estaba vacío, y me tumbé detrás de ella, con mis piernas apuntando en dirección opuesta a ella y, abrí sus piernas situando mi cabeza bajo su vientre… le hice la mejor comida de chocho que le habían hecho nunca, sorbía y sorbía hasta que se corrió. Después le permití ponerse de pie un poco, en ese momento le bese la boca y le acaricie todo el cuerpo. Yo llevaba una de mis minifaldas y una blusa celeste, ella estaba totalmente desnuda. Me dijo:



— Cómo es Rafa, ¿es guapo?, nunca he estado con un hombre, solo he tenido Amas.



— Sumisa, preguntas demasiado. Ponte de rodillas.



—Si Ama Marga.



Estando ella ya de rodillas le vendé los ojos con un pañuelo para el cuello, después, con un tarro de crema para el cuerpo unté sus cachetes e introduje un puñado de crema, con dos dedos, dentro de su ano. Yo estaba con el corazón a cien, me gustaba dominarla más que nada antes. Le dije:



— Magda, no lo veras, tampoco hablaras con él, solo vendrá, te follara el culo y se marchara, entendido, ¿te parece bien?



— Si Ama.



Cuando llegó Rafa lo pasé al salón y al ver a Magda de rodillas con el culo en pompa y encremado se le escapó un suspiro muy grande. Se bajó el pantalón y los eslip, su pene estaba gordo pero no duro. Le cogí la polla con las dos manos y se la acaricié, le escupí en la punta acercando mi cara a su pene, para que corriera bien su pellejito; me miraba enamorado y su pene se puso como un borrico de duro, muy bello su pene. Le di un azote en el culo y le dije:



— Venga Rafa, a por ella, que es para ti, mi regalo por haberte hecho sufrir.



Rafa, empalmado como un burro, se arrimó al culo de Magda y le metió la punta en el ano, Magda gritó, el pene de Rafa hacía que los cachetes de Magda se le quisieran meter para adentro, pero al final su ano se relajó permitiendo ser tomado. Yo me quité las bragas y comencé a masturbarme sentada en una silla mirándolos.



Rafa hacía ruidos con la boca, su pene fue entrando, hasta que sus testículos chocaron con las nalgas encremadas de mi sumisa. Al poco el pene de Rafa entraba y salía entero como un cilindro veloz, abriéndola toda, es grande su polla, se me hacía la boca agua viéndolo sodomizarla. Magda comenzó a gemir, el sonido de sus cuerpos llenos de crema y del ano abierto de Magda golpeando contra la polla de Rafa hacían un ruido casi animal, que barbaridad. Me acerqué a ellos desde atrás, acaricie los cachetes velludos de Rafa y con mis largas uñas pintadas de verde le rocé los testículos. Rafa abrió las piernas esperando que le tocara más aun los huevos; metí mi mano entre sus piernas dejando que sus bolas se deslizaran sobre el dorso de mi mano, una mano que avanzó hasta acariciar el bollito precioso de Magda. Le metí dos dedos en el coño mientras los huevos gordos y velludos de Rafa seguían deslizándose sobre el dorso de mi mano, enganchándose sus pelitos en mis anillos. Mi mano retrocedió y, con la uña de mi dedo índice rocé el final del escroto de Rafa, allá donde se une a su ano; en esa tensa, oscura y suave piel hice una línea con mi uña… al sentir Rafa mi uña contrajo sus cachetes y se corrió dentro del culo de Magda, ella gritó al sentir la tensión de un pene expulsando dentro de ella (su primera "inyección" de hombre), como se corrió rafa, el culo de él se quedó plano en el momento justo de contraer sus músculos, justo de soltar su leche en el ano de Magda. Se la sacó, y al sacarla, del ano dilatado de ella comenzó a fluir un hilo de leche blanca y algo espumosa.



Dos días estuvo Magda en mi casa; dos días en los que la tuve limpiando, ¡limpio sobre limpio!; la penetré con un arnés, cosa que me encantó. Invité al chico acomplejado de la panadería para que tuviera su primera vez con ella; el muchacho no se lo podía creer (se me ocurre cada cosa). Delante mía la penetró, pero él se la metió por la vagina. El muchacho tiene un pene muy torcido, que no fue obstáculo para que corriera a Magda tres veces antes de que se corriera él; la cara del muchacho al acabar era una contracción casi mística, la novedad.



Ahora Magda está en su casa y, desde hace casi un mes, espera órdenes mías, volveré a dominarla en persona; pero por lo pronto solo le doy órdenes por correo electrónico. Desde su visita ya he dominado a otras sumisas. Cada vez se me ocurren cosas más excitantes que ya contaré, una a una; porque cada sumisa es un mundo.



Yo por mi parte me siento pletórica, cada día más, saber que puedo decidir por ellas hace que se me pongan los pezones duros como garbanzos. Al mismo tiempo me siento extraña, no alcanzo a entender cómo desean tanto que sea "imaginativa" con ellas; pero en el fondo lo que quiero es que me obedezcan, como un deseo nuevo e imperioso en mí. Cada vez que abro mi correo y descubro la fotografía de una mujer mayor que yo o de mi misma edad con mi nombre rotulado en su cuerpo, sé que es otra candidata a mi elección final de sumisa. Después de probar a las que más me atraigan, de entre ellas, elegiré a la que será mi compañera fiel.


Datos del Relato
  • Categoría: Dominación
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