~~Hola,
soy Pamela y empezaré diciendo que vivo con mi hija como ya
expliqué en el relato anterior. Ella tiene 19 años y
esto sucedió el año pasado. Era una mañana con
sol, de verano. Mi hija para esa época se va al gimnasio bien
temprano. Yo salgo a correr. Ella siempre se va con un vecino y amigo
suyo, Pablo, un par de años mayor. Ese día cuando volví
de correr me estaba por ir a dar una ducha para ir a trabajar cuando
escucho sonar el timbre. Así como estaba, empapada en sudor,
fui a atender la puerta. Cuando abrí del otro lado estaba Pablo.
Hola Pamela. Como le va? me dijo mirándome casi de arriba
abajo. Bien Pablito, vos como estás?
Bien, todo bien. Paola está?
Paola? No, se fue al gimnasio ya. Creí que se había
ido con vos. No. Quedé en pasarla a buscar en ves de que ella
pasara, pero me quedé dormido. Y debe estar allá todavía.
Si, seguro. Le molesta que la espere. Digo, ya me parece medio tonto
ir, porque quedamos en ir a la pileta y si me voy ahora nos vamos
a desencontrar. Ah, bueno. Pasa, dale. Todo parecía un poco
raro. Fui con él hasta la cocina y se sentó en la mesa.
Querés tomar algo Pablito? Yo voy a desayunar así después
nada mas me baño y me voy a trabajar. Bueno, esta bien. La
acompaño. Me puse a hervir el agua, a preparar café
y en un segundo hablando de varias cosas ya estábamos los dos
desayunando. Perdoname la facha, pero es que salí a correr
y estaba a punto de bañarme cuando llegaste. No se preocupe.
A usted todo le queda bien.
Con una sonrisa agradecí su piropo y seguimos hablando El todavía
me miraba bastante, sin disimular mucho. Sobre todo sus ojos se posaban
en mis tetas. Yo tenía una remera blanca que al mojarse por
la transpiración se había pegado a mi cuerpo. Debajo
de la remera tenía un sujetador deportivo de lycra y una calza
larga. Hace cuanto sos amigo de Pao, Pablito?
Y. desde que llegaron aca, al poco tiempo nos hicimos amigos. Te
gustan mis tetas? le dije directamente. Qué?
Que si te gustan mis tetas. Digo, por cómo las mirás.
Perdone, es que nunca. – se puso muy nervioso.
Con una sonrisa en mi cara le dije querés tocar una? .
Él hizo un gesto afirmativo con su cabeza. Tomé su mano
y la llevé hasta una de mis tetas. La puse sobre ella y lo
solté. Él se quedó sin mover su mano. Sólo
estaba apoyada ahí agarrando mi teta. Sabía que la iniciativa
era toda mía por más que él fuera quien me deseara.
Me saqué la remera del otro lado de donde me estaba tocando
Pablo y también me saqué el sujetador. Mi otra teta
quedó al aire. Enseguida Pablo cambió su mano a esa
teta. Ahora si movía su mano. Puso su mano debajo de mi teta,
en el final y la tocaba y sonreía. Hice lo mismo del otro lado,
me saqué la remera y el sujetador por completo. Las dos manos
de Pablo estaban sobre mis tetas. Sus movimientos y su toqueteo no
me calentaba, pero sí el hecho de tener a un amigo de mi hija
haciendo eso. Ayyy. por Dios. Qué buenas tetas tiene Pamela!
Si usted supiera las pajas que le he dedicado.
Pablo se estaba soltando más y más. En ese momento,
con ese comentario me decidí a tocar yo también. Me
fui directamente con una mano a su entrepierna. Su verga ya estaba
completamente parada. La toqué un poco a través de la
maya que llevaba y enseguida la saqué. Empecé a pajearlo
y a pellizcar y rasguñar sus bolas. El acercó su boca
a mis tetas y las empezó a chupar y a besar con mucha devoción.
En un punto sus besos y chupones me hacían doler. Le dije que
parara un rato y me levanté. Le di la espalda. Fui hasta uno
de los cajones de la mesada y busqué un forro que había
allí. Sentí que por atrás se acercaba él.
Me tomó de la cintura y me apoyó la verga. Me besaba
la espalda. Qué hace Pamela? Ya se acabó? me preguntó.
Me bajé la calza y quedó todo mi cuerpo al desnudo.
El tocaba mi culo, apretaba mis cachetes. No podés estar tan
fuerte perra.
Abrí mi mano y dejé el preservativo en la mesada. Ponetelo le
dije.
El se puso el forro y yo me agaché ahí mismo en la mesada.
Se acercó a mi y me penetró despacio. De a poco fue
metiendo su verga. A cada centímetro que se movía y
que entraba él gemía y gozaba. No sabes las veces
que he soñado con este momento me dijo. Empezó
a hacer movimientos de mete saca más largos y profundos. Con
mi dedo índice busqué mi clítoris. A esos movimientos
les fue agregando velocidad. En un momento estaba siendo cojida ferozmente
por el mejor amigo de mi hija. Inesperadamente en ese momento de penetraciones
fuertes me metió un dedo en el culo. Lo miré con una
sonrisa de oreja a oreja que delataba mi felicidad. Para sorpresa
mía sabía perfectamente lo que hacía. No eyaculó
precozmente lo que me indicó que no era su primera experiencia
y que al parecer lo hacía seguido. Unos minutos más
y ahí si terminó. Al acabar llevó su verga bien
adentro mío y ahí la dejó hasta terminar de eyacular.
Después la sacó, se corrió hasta atrás
y se pajeó un poco para sacarse el forro. Me acerqué
a él y lo besé mientras agarraba su verga. Me sorprendiste.
Me diste un muy lindo polvo le dije. Y bueno. tuve una gran maestra.
Quién?
Se dice el pecado pero no el pecador. Decime si lo hice mejor que
mi papá. Qué?
Dale Pamela. Ya se que mi viejo te ha cojido un par de veces. Un
día lo escuché hablando con un amigo en el trabajo y
decí cada cosa de vos.
Largué una carcajada y me fui en dirección al baño.
Me
acompañas a ducharme le dije a Pablo dándome media
vuelta. El corrió saltando y gritando hasta mi. Le dije que
se callara que estaban los vecinos y podían escuchar. A los
besos y los manoseos nos metimos a la ducha. Ahí le chupé
su verga y dejé que acabara en mi boca. después él
me chupó la concha deliciosamente y terminó rompiendo
el culo bajo el agua de la ducha. Como no había ningún
forro así me cojió y me llenó las entrañas
con su leche calentita. Después si me bañe mientras
él me miraba y hacía bromas. Quedamos de acuerdo en
que nadie se enteraría de lo que habíamos hecho o yo
iría a la cárcel por cojerme un menor de edad. También
quedamos de acuerdo en que él podría visitarme para
que fuéramos una especie de amantes. Le dije que se comprara
sus propios forros. Varias veces cuando mi hija salía los fines
de semana a bailar él venía a mi casa con la excusa
de que tenía otros planes y nos quedábamos las noches
viendo películas y después cojiendo. De a poco lo fui
sacando de mi vida. Le decía que no podía venir a mi
casa porque tendría reuniones de trabajo y esas cosas. El me
llamaba mucho por teléfono, insistía, pero se cansó.
Como seguía siendo un muy buen amigo de mi hija iba a mi casa
pero trataba de evitarlo. En una oportunidad en la que no pude evitarlo
se me vino encima en la lavandería, se me vino por atrás
y me agarró de la cintura. Me agarró con fuerza y no
me dejaba dar vuelta. Le decía que no hiciéramos nada.
Que todo había pasado ya. Y el me decía que pensaba
mucho en mi. Que estaba muy caliente y quería cojerme. Ahí
mismo me bajó el pantalón que traía y también
la tanga y me clavó. Su calentura era tal que me echó
dos polvos seguidos. El primero fue lento y me tocaba las tetas. Acabó
dentro de mi concha y el segundo fue más salvaje. Me hizo gozar
mucho y me volvió a llenar la concha con su leche. Nos besamos
apasionadamente y nos despedimos. Nunca me fui a lavar la concha después
de ese polvo. Quería seguir sintiendo el semen fresco de un
jovencito adentro mío. Después de eso cortamos lazos
totalmente y nunca más nos encontramos sexualmente. La
otra experiencia con jóvenes ocurrió unos pocos meses
después. Además en esa oportunidad descubrí algo
que nunca me imaginé. Era sábado a la noche y tenía
ganas de divertirme, de estar con algún hombre. Mi hija había
ido a la casa de una de sus amigas y se quedaría ahí
así es que decidí salir a bailar. Me vestí lo
mas sensual que pude. Una tanga roja y una mini bien mini que apenas
sobrepasaba mis cachetes. Una blusa blanca bien ajustada y con algunos
botones desprendidos, no llevaba corpiño. A medida que me vestía
me iba calentando más y más. Me pedí un remis
y me llevó hasta un boliche. Habían muchos jóvenes
y me sentí inhibida por lo que decidí esperar en el
remís a que disminuyera el movimiento en la entrada. El remisero
me miraba las piernas por el espejo retrovisor. Estaba muy caliente.
Por fin me decidí y si bien el gentío no había
disminuido, le pagué al remisero, me bajé y fui directo
a la entrada. No era la primera vez que iba pero en las oportunidades
anteriores se veía más gente de mi edad. Supuse que
a lo mejor ya estarían adentro. Caminé entre los chicos
y chicas y se quedaban mirándome. Algunos se atrevían
a decirme algún piropo. Por fin pude entrar, fui a la barra
y pedí un trago. Me senté en una mesa y me puse a observar
cómo de a poco se llenaba de gente joven. Nadie de mi edad.
El ambiente estaba muy bueno. Ya empezaban a bailar y a divertirse.
Algunas parejas se iban a los rincones a besarse y más. Me
tomé varios tragos y se fue haciendo tarde. Sentía que
estaba desperdiciando la noche. Tenía ganas de irme. En ese
momento se vio una movimiento extraño en la pista. Todos empezaban
a abrirse. Cuando miré un grupo de cinco chicos estaba con
tragos en las manos y saltando y gritando. Se tranquilizaron un poco
y todo volvió a la normalidad. Después empezaron a manosear
a cada chica que pasaba por ahí. Yo me sonreía de lo
que veía pero pensaba en mi hija en el lugar de esas chicas
y ahí ya no me gustaba. Me causaba gracia lo caliente y excitados
que se veían chicos pero yo estaba tan caliente como ellos.
En un momento lograron encerrar entre ellos a dos chicas
y las tocaron por todas partes. Al rato se le sumaron otros cuatro
o cinco chicos más. Estos eran más grandes de cuerpo
que los otros, pero se veían de la misma edad. Estaban más
sacados aún que los otros. Uno de ellos se sacó la camisa
que traía y dejó ver un físico muy bien trabajado.
Aposté conmigo misma a que tenía que ser ragbier o algo
así. Su espalda era enorme y sus brazos también. Se
desprendió el botón de su pantalón pero no se
bajó el cierre, hacía movimientos pélvicos sexys
y graciosos a la vez. Se tocaba la verga y hacía como si estuviera
esquiando. Como hipnotizada por aquel espectáculo y teniendo
en cuenta mi experiencia anterior con jóvenes me paré
y me fui hasta la pista. De a poco me fui metiendo entre la gente
hasta llegar a esos chicos. Gritaban, insultaban. Me venían
como anillo al dedo. Machos calientes y en gran cantidad. Me abrí
paso entre ellos y me puse en el medio. El que estaba bailando con
el torso desnudo al verme se quedó con los ojos bien abiertos.
Yo comencé a bailar tratando de imitarlo y acercándome
a él. Me tomó de las manos y empezamos a bailar. Yo
me pegué a su cuerpo y lo provoqué lo más que
pude. Teniéndome tan cerca suyo su vista se perdió en
mis tetas. Tomé sus manos y las llevé a mi culo, una
en cada cachete. Me miró a los ojos y le sonreí. Sus
amigos gritaban cada vez más. Me aparté de él
y empecé mi propio mini show. Me abrí de piernas y me
incliné hacia abajo. Todo mi culo quedó al aire. Me
fui a cercando a cada uno de los chicos que me rodeaban y los tocaba
invitándolos a imitarme. De a poco se fueron acercando todos
hacia mi cerrando el círculo. Empecé a sentir manos
en mi culo y en mis piernas. Que bien se sentían todas esas
manos sobre mí. El del torso desnudo se acercó por adelante
estirando sus manos y me agarró una teta. Se acercó
más aún y nos besamos con lengua y toda la saliva posible.
Su aliento a alcohol era mortal. Empecé a sentir como mi tanga
iba bajando por mis piernas. Me la estaban sacando. Increíble.
Estos muchachitos estaban tomando las riendas. Estiré mis manos
y traté de agarrar sus trozos. Empecé a sentir apoyadas
tremendas en mi cola. Pijazos cada vez más fuertes que me calentaban
a más no poder. Manos y mas manos sentía en mis tetas,
pellizcos y todo. Mi falda había dejado de cubrir lo poco que
cubría, estaba arriba de mi culo, mi culo al aire manoseado
por estos chicos. Sentí unos dedos urgueteando en mi concha
y esa fue la gota que rebalsó el vaso. Me acerqué al
del torso desnudo y le pregunté al oído si no había
un lugar donde podíamos ir. Enseguida se fue a hablar con otros
dos chicos mientras otros dos se acercaron a ocupar el lugar que había
dejado el primero. Yo seguía bailando con mis jóvenes
amigos cuando volvieron los otros tres y me tomaron de la mano y me
llevaron a la salida. Trataba de arreglarme la ropa y veía
como todos los otros nos seguían. Cuando salimos del boliche
se escuchaban todos los gritos. Cuando llegamos al estacionamiento
se separaron en un auto y una camioneta. Yo seguí con los tres
mismos con los que sali del boliche en el auto y todos los demás
se subieron a una camioneta. El del torso desnudo manejaba con un
acompañante y yo me senté atrás con el otro.
Hablamos un rato, bromeamos y pregunté a donde íbamos
sin tener respuesta. El que estaba atrás conmigo se bajó
el cierre del pantalón y se sacó la verga, se la pajeó
un poco y después me agarró de la nuca y me tiró
hacia abajo mientras me decía chupamela perra .
El sostenía su pija y yo abría mi boca y me la metía
toda. Con mi lengua pegada a ella la recorría de arriba abajo
mientras él no sacaba su mano de mi nuca. Aceleraba mas y más
el ritmo. Sentí algo de líquido preseminal y empecé
a succionar con fuerza. El pedía más y me decía
asi me gusta turrita . Unos instantes después
sentí que él se corrió hacia atrás y largó
toda su leche. me sostenía con fuerza de la nuca para que no
me hiciera para arriba. Toda su leche espesa y caliente llenó
mi boca. Levanté mi cabeza y vi junto a nuestro auto la camioneta
que llevaba a los otros chicos. Al verme levantarme del regazo de
su amigo empezaron a gritar. Yo abri mi boca y les mostré el
semen de su amigo y ellos empezaron a insultarme, a decirme cosas
y a desnudarse. Me mostraban sus verga, tiraban la ropa, se tocaban,
se pajeaban. Era una locura total. En una rato llegamos a un lugar
que parecía abandonado. Después me di cuenta que era
una vieja residencia universitaria que nunca se terminó. Empezaron
a bajarse de la camioneta y a correr hacia adentro. No dejaban de
gritar. Algunos se vinieron a donde estaba yo y me empezaron a decir
cosas y a besar y a tocar. Me fueron llevando hacia adentro. Mientras
pasábamos yo podía ver habitaciones no muy grandes con
colchones en el suelo. Sobre el final de ese primer piso uno de ellos
empezó a gritar moviendo los brazos acá, acá .
Nos fuimos hasta allá y cuando entré pude ver dos colchones
y un sillón viejo y algo roto. Dos o tres chicos ya estaban
tirados en el suelo durmiendo o inconscientes de lo borracho que estaban.
Los demás se me vinieron encima y me empezaron a meter mano
por todas partes. Enseguida me sacaron la ropa por completo. Que
buena está esta perra!
Mira esas gomas!
Quiero chuparle toda la leche de las tetas a esta puta me decían,
cosas que sólo lograban calentarme más.
Uno de ellos me tomó de la mano y nos fuimos hasta el sillón
que había. Él se sentó y me dijo. Cometela
entera mientras él agarraba su verga desde la base con ambas
manos. De esa forma se veía más grande. Apoyé
mis manos en el sillón a ambos lados de él y me fui
acercando hasta que ese pedazo se perdió dentro de mi boca.
La estaba tragando toda, sin manos, sin agarrarla. Se sentía
muy rico. Podía escuchar al resto de los chicos gritando, alentándome
a seguir, diciéndole a su amigo lo afortunado que era y muchas
cosas más. Empecé a sentir cómo uno de ellos
me agarraba y me manoseaba el culo y la concha. En un momento sentí
su verga buscando un lugar donde entrar. Iba de mi concha a mi culo
pero torpemente. Sin dudas estaba borracho, era efecto del alcohol
que tenía en su cuerpo. Intentaba penetrarme por la concha
pero no podía, entonces iba hasta mi culo y tampoco podía
terminar de meterla. Consciente de todo esto estiré una de
mis manos y traté de agarrar su verga pero no tuve tiempo.
De un solo golpe había logrado meterla en mi culo. Ahora empezaba
a moverse, a bombear su pija dentro de mi ano. No me había
dado cuenta del tamaño de su pija. Era gorda y me estaba matando.
Entre gemidos y gritos de placer y algo de dolor yo seguía
mamando pero no como antes. Estaba concentrada en la tremenda culiada
que me estaba dando mi amante trasero. Me daba media vuelta y lo miraba.
Él tiraba su cabeza para atrás y embestía. El
que estaba sentado en el sofá, algo impaciente ante mi pasividad,
me agarró de la cabeza y me metió su verga en la boca
y con un movimiento pélvico leve empezó a cojerme la
boca. de a uno fueron llenándome de leche. Primero el que estaba
en el sillón me llenó la boca de leche y hasta que no
salió la última gota no sacó su pija de mi boca.
Tragué algo de semen y enseguida el de atrás vació
sus huevos en mi culo. Los gritos eran muchos y las felicitaciones
para el bestia , mi culiador. Bien
bestia, le rompiste bien roto el culo!!! Me di media vuelta y con
una sonrisa en mi cara y algo de leche en mi rostro me arrodillé
frente al monumental pedazo del bestia y se lo empecé a chupar
hasta que quedó limpia. Ya
está lista para que la ensucies de nuevo le dije.
Me tomó de un brazo, me levantó del suelo y me tiró
bruscamente sobre uno de los colchones que habían ahí.
Al caer sobre ellos se levantó un poco de tierra y un olor
bastante feo. Podía ver al bestia venir hasta mi pajeándose
un poco, escupiéndose la otra mano y pasándose esa saliva
por su verga. En un segundo el bestia estaba abriéndome de
piernas y agarrando su verga para meterla. Esta vez no tardó.
Otra vez la metió de un solo golpe en mi concha como antes
lo había hecho con mi culo. Puse mis piernas rodeando su cintura
y él me empezó a embestir. Era realmente una bestia,
un bruto. Con cada movimiento brusco de su pija sentía que
rozaba con mi clítoris. Me estaba dando un placer enorme. Pero
se detuvo de un solo golpe. Sacó su verga de mi concha, se
paró, caminó un poco sobre mi y volvió a bajar
sobre mi estómago. Agarró mis dos tetas y acomodó
su verga entre ellas, me dijo que abriera la boca y apretando mis
dos tetas me las empezó a coger. Que rico. Este muchacho sí
sabía lo que hacía. Con sus rodillas apoyadas en el
colchón se ayudaba para embestirme. Con cada embestida la punta
de su pija me pintaba los labios y yo aprovechaba para sacar mi lengua
también. Después de un tiempo así sin parar de
cojerme las tetas, le salió un poco de leche, apenas un chorrito.
Lo vi haciendo fuerza para aguantar y en una de las embestidas hacia
mi boca largó toda su leche. Fue impresionante. Me llenó
con su semen. Agarró su verga, la sacó de mis tetas
y la puso en mi boca. Me dejó todo lo que le quedaba. Después
me pegó un poco con su pija en las tetas y se levantó.
Yo todavía estaba disfrutando del calor de su leche cuando
se acercaron a mi unos cuatro o cinco chicos, que eran los que quedaban,
se pusieron de rodillas alrededor mío y se terminaron de pajear.
Me vaciaron su semen en toda la cara, otras en las tetas y también
sentí el calor de la leche de estos muchachos en mi estómago.
Uno de ellos me agarró de la cabeza y de la pera y me abrió
la boca. Otro empezó a pasar su pija con todo el alrededor
de mi boca limpiando de semen y llevándola a mi boca. Tragate
eso puta! me decían y se reían a carcajadas mientras
me cerraban la boca y me tapaban la nariz para que me tragara ese
semen. Cuando lo hice ellos me dejaron sola y me di cuenta de que
otro me estaba penetrando y casi al mismo tiempo acabando dentro de
mi concha. Se paró tambaleante, se pajeó un poco y se
tiró al suelo. Miré a mi alrededor y vi a todos durmiendo,
vomitando o en otro mundo. Me paré, me arreglé un poco
y me preparé para irme de ahí. Me limpié la cara
y me llevé el poco semen que quedaba en ella a mi boca. me
encanta tragar leche, aunque es un asco, lo admito, pero me excita
mucho. Sobre todo si esta caliente, recién salida de su envase .
Salí al pasillo del edificio terminando de ponerme la tanga
y con los zapatos en la mano. Caminé un poco y escuché
unos gemidos. Me detuve en la entrada de la primera habitación
y miré para adentro. Había una pared que parecía
separar en dos esa misma habitación. Me fui hasta ella y ahí
me quedé escuchando. Se podían escuchar gemidos y mas
gemidos. Parecían ser dos hombres y una mujer, a la que trataban
de pendeja. Así la llamaban. Después de un rato y un
largo gemido a dúo de ellos todo se terminó. Le dijeron
a ella que la volverían a llamar y salieron. Pasaron por al
lado mío. No me vieron. Uno de ellos mientras se sobaba la
pija decía esta pendeja siempre me deja doliendo los
huevos . Salieron al pasillo y no los vi más. Me intrigaba
saber quién era esa pendeja de la que hablaban
así es que me quedé hasta que ella salió. Tenía
el pelo y se fue por el pasillo. La seguí hasta afuera y se
metió en una plaza. Se paró y se sacó la peluca
que llevaba. No me había dado cuenta de que era una peluca.
La guardó en el bolsito que llevaba y se cambió la falda
por un jean. No podía ser. Empezaba a reconocer algunas cosas,
como su pelo rubio, sus jeans algo gastados y su bolso. Era mi hija.
La pendeja puta que había sido cojida por dos tipos, unas habitaciones
más allá de donde yo estaba, era mi hija. Esperó
un colectivo y yo me tomé un taxi. Llegué a casa, me
cambié y me di una ducha rápida y la esperé a
que llegara. Cuando venía por la vereda no me quedaron dudas.
El bolso, el pantalón, su pelo. Era ella. Mi hija era toda
una puta. Esa era sólo la punta del iceberg. Cuando me decidí
a enfrentarla supe mucho más que nunca me hubiera imaginado.
Si les interesa se los cuento después.