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Categoría: Confesiones

Con otro hombre por primera vez

Soy un tipo normal de 40, divorciado, 1.75, 80 kg, no soy un gran galán, pero si soy algo atractivo, me considero hetero sin embargo descubrí me gusta ocasionalmente darle variedad a mi vida sexual disfrutando una buena verga y aquí les contaré como descubrí eso.

En mi vida de casado, para darle sabor a la relación llegue a comprar algunos juguetes que usaba con mi esposa, entre esos un vibrador negro grande y grueso. Una ocasión que la tenia penetrada vía vaginal intente meterle ese vibrador en su lindo culito, sin embargo me dijo que eso era demasiado grande para ella, pero le puso lubricante, me acostó boca abajo y empezó a meterlo en mi; aunque lo hacia despacio yo sentía mucho dolor, cuando iba a la mitad se detuvo y lo encendió y mi dolor empezó a cambiar en un placer que yo no conocía, luego lo empujó todo hasta el fondo y yo lance un gemido que ella pensó era de dolor cuando en realidad era de placer. Estaba cerca de tener un orgasmo cuando ella lo sacó, se puso en cuatro, se abrió las nalgas con las manos y me ofreció su pequeño agujero, yo entre y en poco tiempo ya tenia su culo inundado de leche. Nunca hablamos del tema ni volvimos a hacerlo, se convirtió en un secreto y un tabú, sin embargo en ocasiones, sin que ella se diera cuenta, yo me masturbaba con ese enorme vibrador dentro de mi… y así paso el tiempo. Por cosas de la vida y el destino bastante tiempo después nos divorciamos, el vibrador negro se quedo en su casa y yo me quede con la duda de como seria sentir uno real.

Una vez en una pagina de anuncios, leí uno publicado por un hombre diciendo que no era de la ciudad, que estaba solo de paso, que buscaba conocer a otro hombre para experimentar y me pareció interesante, le respondí y nos citamos en un pequeño bar, le dije como iría vestido y el a mi, para reconocernos.

Llegue antes, me senté en la barra, estaba nervioso, pedí una cerveza y esperé cerca de media hora. El llegó mirando hacia todos lados, reconocí el atuendo que me dijo que llevaría, camisa azul claro, chaleco negro, de botas y con barba de candado, pero no solo reconocí eso, lo reconocí a él, más alto que yo, unos  pocos  kilos extra, bien vestido, perfume agradable, su mirada franca; nos conocíamos de un empleo anterior que tuve cuando yo era mas joven y vivía en otra ciudad. Eso me puso muy inquieto. Yo quería solamente irme sin que el me viera o me reconociera ya que yo también le dije como iría vestido, sin embargo me vio, se acercó con una gran sonrisa y me saludó con un fuerte abrazo sin poder disimular su gusto. Yo no sabía que hacer, estaba muy confundido y apenado, pero ya estábamos ahí, el pidió un par de cervezas y comenzamos a platicar, como viejos amigos, sin mencionar nada del anuncio, yo incluso llegué a pensar que lo del anuncio quedaría olvidado.

Después de tres cervezas le dije que me sentía muy extraño por estar ahí con él y que ya no estaba seguro de querer seguir con los planes porque me daba vergüenza, yo lo había elegido por ser de otra ciudad pensando en un encuentro discreto, con un desconocido y sin dejar pruebas, pero siendo el un conocido las cosas habían cambiado. El respondió  que lo mejor era que nos conocíamos, que todo quedaría entre nosotros dos, y que desde que entró y vio que se trataba de mí tenía una erección y le urgía cogerme, que le parecía eterno el tiempo antes de irnos a su hotel, lo decía mirándome fijamente y sus palabras me excitaron, mucho, sentía como si mientras me hablaba me estuviera acariciando las nalgas, incluso creo que se me puso chinita la piel de la entrepierna y las nalgas.

Momentos después yo estaba desnudo en su habitación, él totalmente vestido solo sacando por la cremallera su verga lisa, blanca, mediana, bonita, limpia y gruesa en mi boca.

Yo antes de eso no me creía capaz de darle sexo oral a otro hombre, pensaba que me daría asco, que no podría ser capaz de algo así. Sin embargo fue tan natural llegar a su habitación, que él me desnudara, me besara las nalgas y la espalda y que luego me sentara sobre la cama y ofreciera su miembro duro frente a mi rostro, vi una gotita de liquido pre-seminal saliendo de su pene y la probé con la lengua, luego comencé a chupar, a mamar, a lamer como si fuera experto, como si hubiera nacido para eso.

Yo note como su respiración se iba acelerando y haciendo mas profunda y pensé que si lo hacia terminar pronto podría regresar a mi casa con una nueva experiencia. El se retiró quitándome ese pedazo duro de carne de la boca y me pidió desnudarlo, yo obedecí nervioso y deseoso.

Me dijo “mámamela con mucha saliva”, después de que lo hice, me puso en 4, comenzó a lamer mi ano y aunque me daba mucha pena me estremecía con su lengua, pensé y deseaba que lo haría por mucho tiempo pero se notó su impaciencia por penetrarme cuando dejó de hacerlo y puso la puntita de su miembro en mi culito virgen aun, al menos ningún hombre me había penetrado antes. Entró un poquito y le pedí detenerse, el dolor era muy agudo e intenso a pesar de solo tener cuando mucho dos centímetros dentro de mí, respiraba hondo y le pedí que me lo sacara,  le dije “no puedo”, hizo un movimiento pequeño hacia atrás y embistió con fuerza y me lo ensartó completo y yo grite, gemí, me retorcí, me hice hacia adelante huyendo de su pene, quedando acostado sobre la cama… pero me siguió sin soltarme, sin dejar de estar dentro de mí, yo seguía gimiendo, sufriendo, arrepentido de haber ido.

Ya les comenté que su miembro era mediano, sin embargo yo sentía como si fuera una gran verga, me sentía lleno, como si me reventara, como su fuera posible que su miembro se hubiera convertido en un bate de béisbol, yo seguía entre pujando y gimiendo y el siguió dentro de mí, diciéndome cosas que no recuerdo bien, que por dentro yo estaba muy caliente, que mi culo era delicioso, que en adelante yo seria su puta, que me iba a llenar de leche; sus palabras y su aliento en mi nuca no me ayudaban a relajarme, ¿cómo era posible que estuviera pasando eso?, “tu no eres maricón”, me reclamaba a mi mismo. El encima de mi comenzó a moverse lento; un centímetro afuera, adentro, dos afuera, adentro, otro poco afuera y hasta el fondo, lento, y así siguió, cuando menos pensé ya estaba disfrutando, gimiendo pero ahora como su puta con las nalgas levantadas pidiendo más, pidiendo fuerte, exigiéndolo completo. Y él clavando, taladrando, me regresó a estar en cuatro y así sentí la penetración mas profunda, apenas estaba yo disfrutando sentirme toda una zorra cuando noté sus embestidas mas potentes y cada vez que el salía, de mi culo brotaban hilos de su leche caliente que me escurrían por las piernas.

Se disculpó apenado por haber terminado tan rápido “estaba demasiado excitado, y tu aprietas tan rico” dijo. Yo me sentía satisfecho y a la vez aturdido, con una extraña mezcla de orgullo por haberle dado placer a un hombre y a la vez avergonzado de eso mismo.  Mientras yo me limpiaba y pensaba que ya era hora de vestirme y pedir un taxi él fue al baño, se limpio y se lavó y salió de nuevo con una erección potente; yo creyendo que eso ya había terminado y él llega ofreciéndome su virilidad de nuevo.

Me hinqué en la alfombra sintiéndome una protagonista de un vídeo porno, le di un oral de nuevo para lubricarlo, me puse ofrecí como su perra en esa posición y el apuntó su glande en mi centro caliente que estaba deseoso por sentirse lleno de nuevo; entró deliciosamente, ahora fue tan rico, suave, estaba yo inundado, mis piernas volvieron a escurrir su semen de la cogida anterior cada vez que su miembro se movía dentro de mí. Me ensartó con fuerza, con desesperación, fuerte, como un macho debe cogerse a una puta barata.  Me cogió en cuatro, boca abajo, de misionero, piernas al hombro, de pie, lo monté de frente, lo monté de espaldas, de lado, en la cama, el la mesa, en el piso, frente a la ventana, no se cuanto tiempo fue pero si sé que fue mucho tiempo, tal vez mas de una hora hasta que se vino de nuevo sobre mi espalda, sus chorros calientes cayendo en mi piel fueron una sensación nueva, mucha leche para ser su segundo orgasmo, sentí como se iba enfriando y corría entre mis nalgas, llegaba a mi agujero abierto, y seguía su camino, antes de perder la erección me la metió de nuevo y dos minutos después ya estaba duro otra vez con su mete y saca, repitiendo todas las posiciones, yo estaba exhausto, sudando, sorprendido por su resistencia y sorprendido de sentirme una puta gimiendo con sus embestidas, yo solo era una muñeca que él manejaba, él seguía cogiendo y cogiendo, perdí noción del tiempo y de todas las formas en que me estuvo ensartando hasta que volvió a vaciar el contenido de sus huevos dentro de mis intestinos.

Estaba amaneciendo cuando llegué a mi casa, mi culo irritado chorreaba semen, dormí varias horas y al despertar seguía chorreando pero me sentía un hombre distinto, no me gustan los hombres y me siento totalmente hetero, excepto cuando el viene, nos vemos en un bar como dos amigos y al salir me vuelvo a convertir en su puta durante algunas horas.

Datos del Relato
  • Categoría: Confesiones
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