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Resumen:
Lupita (50 años) tiene sexo con Juanito (19). El chico le enseña el cunnilingus y la felación, se masturba entre sus tetas y se vacía en la cara y boca de Lupita, que aprende a tragarlo. No conforme, también la sodomiza, y Lupita lo disfruta encantada.
+++++++++
La vez anterior Juanito me clavó su cabeza en mi sexo y se puso a mamarme, hasta que me hizo vaciarme en su cara, ¡y a mí me gustó!. Luego de eso, tuvimos relaciones sexuales, ¡altamente satisfactorias!, y él terminó en mi cara, y después todavía me la metió nuevamente, hasta que nos quedamos dormidos. Al despertarnos me lo quedé mirando, con gusto, extasiada, presa de la emoción del instante pasado, y acariciándole su carita, le pregunté:
+ ¿Terminaste Juanito…?.
= ¿Me sentiste terminar…?.
Contestó con otra pregunta a mi pregunta y yo me desconcerté un poco por ello, pero entonces le respondí:
+ No…, no te sentí terminar…, por eso te lo pregunto, Juanito…
= Es que no terminé, Lupita…, por eso no me sentiste…
+ ¿No terminaste…, porqué…?.
= Porque no pude terminar…, ¡no tengo ya con qué terminar…, me tienes
completamente seco Lupita…!, ¡me has ordeñado todo lo que tenía…!.
+ ¿De verdad Juanito…, ya no tienes lechita…?.
= ¡De veras Lupita…, eres una devoradora…!,
y me dio un lindo beso en los labios, al que yo le contesté con mucho entusiasmo.
+ Juanito…, pero te lo sentí muy parado, muy tieso…, y todavía ahorita…,
lo tienes parado…, no se te ha bajado… ¿No será que tienes priapismo…?.
= ¿Pri…, qué…?, ¡yo no le voy a ese partido…!.
- (El Pri en México es un partido político) –
+ ¡Tonto…!,
Le dije, bromeando, y lo jalonee un poco de sus cabellos, y luego añadí:
+ ¿Sabes Juanito…?, me hiciste muy feliz…, hacía tiempo que no sentía yo estas
cosas…, este placer…, este relajamiento…,esta paz…
= ¡Es que te quiero mucho Lupita…, estoy enamorado de ti…!,
Me dijo, enfrascándonos de inmediato en otro beso cachondo, en la boca, muy largo.
Al terminar, se me quedó viendo a los ojos, y muy serio, me dijo:
= ¿Sabes Lupita…?,
y se quedó callado en momento, como meditando qué cosa decirme o cómo decirme, y luego continuó:
= ¡Tengo un chingo de hambre…, me estoy muriendo del hambre…!,
¡vámonos a comer…!.
¡Me ataqué de la risa!, y no pude menos que decirle un:
+ ¡Qué menso eres…!.
Me levanté de la cama y
+ ¡Yo me baño primero…!, porque soy más lenta para arreglarme.
Le dije, y me dirigí hacia el baño, a la regadera.
Me estaba bañando, estaba bajo la regadera cuando entró Juan y corrió la cortina del baño y se metió al lado mío, también a bañarse. ¡De inmediato le protesté…!:
+ ¡No Juan…, no hay que ser…, te dije que yo me bañaba primero…!.
¡Me da mucha pena que me mires desnuda…!.
Pero Juan se metió a la regadera y se abalanzó contra de mí, diciéndome solamente:
= ¡No vengo a mirarte…, vengo a violarte…!,
y se lanzó contra mí, abrazándome.
¡De inmediato sentí su pene, parcialmente erecto, pero mientras me abrazaba sentí cómo le crecía y se ponía más erecto!:
+ ¡Juan…, estate serio…, Juan…, déjame…, no hay que ser…, Juan…!,
Pero Juan hablaba en serio y así, debajo del chorro de agua, parados, comenzó a meterme su pene, que ya había vuelto a pararse de nuevo:
+ ¡Juan…, Juan…, Juan…, Juanito…, chiquito…, mi lindo…, papito…, mi rey…!.
¡Síguele…, fuerte…, fuerte…, cariño…, Juanitooo…!,
y alcancé nuevamente otro orgasmo, colgada del cuello de Juan, que ya no me dejó seguir gritando y apagó ese grito con su boca y sus besos, hasta que me calmé.
Puse de nuevo mis pies en el piso y solté al pobre de Juanito del cuello:
= ¡Ya se te volvieron a poner entornados tus ojos…, brillosos…, como hace rato…!
¿No quieres que te frote la espalda…?.
+ ¡Qué bobo eres Juanito…!. Apúrate, pues a mí también ya me dio mucha
hambre…!.
Nos vestimos y salimos.
Juan iba con sus jeans, una playera y su chamarra, de mezclilla, en la mano. Yo me puse unos pants deportivos, una playera y la chamarra de los pants.
Nos fuimos al centro comercial de ahí cerca y nos metimos a una pizzería. ¡Íbamos muertos de hambre los dos!. Devoramos unas pizzas y ya de regreso, caminando, nos fuimos haciendo bromas y platicando.
Juanito quería llevarme abrazada, pero a mí me daba pena que nos vieran abrazados, por la diferencia de edades, pero finalmente terminé por ceder.
En la acera por dónde íbamos, había un tramo sin luz, y ahí se detuvo Juanito para besarme en la boca, con mucha pasión, que yo contesté, entusiasmada, tocándole su “bulto”, que seguía erecto: ¡todo el día había estado erecto!, por eso le pregunté del priapismo.
+ ¡Juanito…, lo sigues teniendo parado…!. ¿No te duele…?.
= ¡No…, sólo me dan ganas de guardarlo en tu cueva…!,
me respondió, metiendo su mano por debajo del elástico de mis pants deportivos y de mis pantaletas, llegando a apretarme mi vulva, con toda su mano, con fuerza, clavando uno de sus dedos en mi rajadita. ¡Sentí que me venía en ese instante, y me vine, en la mano de Juan!. Me le colgué de su cuello y me puse a besarlo, con ansia:
+ ¡Juanito…!, ¡yo quiero…!, ¡pinola…!, ¡tu verga…!, ¡bichola...!, ¡yo quiero…!.
= ¡Lupita…!,
me dijo, y nos fuimos caminando hasta el depa de Griselda, abrazados, como dos chiquillos de secundaria, ¡felices!.
Llegamos a las escaleras. Griselda vive en un cuarto piso. Íbamos subiendo cuando Juanito me tomó por detrás, me abrazó, me jaló contra de él, me besó nuevamente y nuevamente también volvió a meterme la mano en mi sexo, por debajo de mis pants y mis pantaletas:
= ¡Estás toda mojada, Lupita…!.
Entre apenada, cohibida, orgullosa, tímida, excitada, tan sólo le contesté un:
+ ¡Pues tú…!,
y luego le añadí un:
+ ¡Apúrate…!.
Apenas entramos al depa, de inmediato Juanito me agarró por detrás y se apoderó de mis senos, apretándolos de manera descarada, con sus manos extendidas, contrayéndolas, apretándome y masajeándome mis dos chichis al mismo tiempo, apretándome mis pezones con sus dedos, pues andaba yo sin brasier, andaba solamente con mi playera.
Mientras me acariciaba mis senos, también me besaba en el cuello y me pegaba su pene, tremendamente parado, contra de mi rajadita trasera, acomodándomelo por enmedio de mis dos nalgas:
+ ¡Juanito…!, ¡yo quiero…!, ¡pinola…!, ¡tu verga…!, ¡bichola...!, ¡yo quiero…!,
le repetía, desconociéndome a mí misma, diciendo aquellas palabras. ¡Era otra la que pronunciaba las palabras por mí…, no creía ser yo quién las pronunciaba!, pero indudablemente…, era yo quién lo hacía.
Nos fuimos hasta la recámara, y Juanito de inmediato se desnudó, quedándose solamente en calzones, lo mismo que yo, conservando únicamente mis pantaletas.
Nos lanzamos uno contra del otro; nos abrazamos con fuerza. Le pegué y le froté mis senos contra su pecho. ¡Sentía cómo se le clavaban mis pezones, tremendamente parados, en la parte de sus tetillas, de su pecho, de su torso!.
Nos dejamos caer en la cama; ¡rodamos sobre la cama!, abrazados, queriéndonos hacer sólo uno, formando “la bestia de las dos espaldas”, acariciándonos el trasero, las nalgas:
+ ¡Juanito…!, ¡yo quiero…!, ¡pinola…!, ¡tu verga…!, ¡bichola...!, ¡yo quiero…!,
le dije, de nuevo, golosa, y le comencé a meter la mano por debajo de su calzón, del elástico, agarrándolo y comenzándoselo a bajar, hasta que él terminó de quitárselo y entonces, me apoderé de su pene: ¡lo sentí rete duro!, lo apreté con mis manos, con fuerza, y me bajé hasta su pene:
+ ¡Juanito…!, ¡quiero mamarte tu verga…!, ¡quiero sentirla en mi boca…!,
Y me la llevé hasta mi boca, y la comencé a chupetear, como si fuera paleta, y me la comencé a pasear por mis labios, por mis ojos, por mi nariz, ¡por toditita mi cara!, ¡como si me estuviera barnizando la cara!. ¡Yo misma no me reconocía!. ¡Estaba hambrienta de verga!
+ ¡Me encanta tu verga Juanito…, quiero tu verga, Juanito…, dame tu verga,
Juanito!.
Me coloqué entre sus piernas. Él estaba recargado en la cabecera, sentado, y yo le agarré su verga desde la base, con mis dos manos, haciéndole “nido” a sus huevos y a la base del tronco de su verga. Me lo empecé a introducir en la boca: primero la cabecita y luego un poco más, metiéndolo y sacándolo, observándole su meato, su glande y todo su tronco. Le “exprimía” con mis dedos su canalito inferior y le sacaba algo de sus líquidos pre-seminales, que ya empezaban a fluir.
+ ¡Juanito…, me encanta tu verga…, la tienes muy rica, Juanito…!,
y volví a metérmela en la boca, “chaqueteándosela” al mismo tiempo que se la estaba mamando:
= ¡Lupita…, qué rico lo haces…, Lupita…, qué rico…!,
gimoteaba Juanito, extasiado del placer.
Le agarraba su pene entre las dos palmas de mis manos, extendidas, y le chupeteaba su verga, recorriéndola desde abajo hasta arriba, y de arriba hasta abajo.
Al llegar a su glande, me lo introducía yo en la boca y lo recorría con mis labios, insertándomelo y volviéndolo a sacar nuevamente:
+ ¡Juanito…!, ¡yo quiero…!, ¡pinola…!, ¡tu verga…!, ¡bichola...!, ¡yo quiero…!,
¡Dame tu verga Juanito…, mete tu verga…, yo quiero tu verga…!,
le dije, tremendamente caliente, y quitándome yo misma las pantaletas, de inmediato fui a sentarme en su verga, tremendamente parada, muy erecta, muy tensa, apuntando hacia el techo.
Juanito continuaba sentado en la cama, recargado contra de la cabecera y entonces, me senté sobre de él, sobre de su pene, que me lo fui introduciendo despacio, poco a poco, hasta tenerlo hasta adentro, juntando mis pelos púbicos contra los de Juanito; ¡lo sentía bien adentro!, y no pude reprimir un gemido muy placentero:
+ ¡Aaaaggghhh…, Juanitooo…, aaaggghhh…!.
Me quedé sentada sobre de su pene, sin moverme, gimiendo del placer de sentirme empalada:
+ ¡Juanitooo…!,
Volví a decirle y le eché mi mano derecha por detrás de su nuca y su cuello y le planté un delicioso y cachondo beso en la boca. ¡Se me hizo eterno ese beso!, ¡eterno y muy delicioso!. ¡Sentí que me transportaba a las nubes, que flotaba, que volaba, con esa verga hasta adentro, revolviéndome mi vagina!.
= ¡Lupita…, te amooo…!,
me dijo Juanito, en cuanto terminamos el beso.
Yo estaba sentada sobre de la cintura y los muslos de Juan, con su pene ensartado hasta el fondo de mi vagina. Mis pies se encontraban a la altura de su cintura y mis rodillas al lado de sus axilas y hombros.
Me afiancé de la cabecera de la cama, con mis dos manos, y comencé a balancearme sobre de Juan, haciendo que entrara y saliera su pene de adentro de mi vagina, produciendo un sonido como de remos al entrar en el agua. ¡Me gustó!. ¡Me gustaba!. ¡Me estaba gustando la sensación!.
Comencé a moverme con mayor rapidez, empujándome con mis pies, con mis rodillas, y jalándome con mis manos de la cabecera de aquella cama, cada vez con más fuerza y velocidad.
Ricki…, ricki…, ricki…,
rechinaba la cama.
= ¡Lupita…, qué rico…, Lupita…, te siento…, hasta adentro…, Lupitaaa…!,
me decía Juanito, disfrutando mi cabalgata.
+ ¡Aagh…, agh…, agh…, agh…!,
gimoteaba placenteramente, disfrutando de aquella penetración, muy profunda, muy fuerte, muy rápida, que me estaba dando yo sola, utilizando el pene de ese muchacho, muy tieso y muy recto:
Ricki…, ricki…, ricki…,
rechinaba la cama:
+ ¡Juanito…, ooohhh…., Juanito…, ooohhh…!,
musitaba yo, disfrutando, gozando.
Sentí cómo Juanito me puso sus manos en mi cintura y comenzó a ayudarme en mi cabalgata, a subirme y a bajarme, a sentarme en su pene, a meterlo hasta muy al fondo de mí, taladrándome el interior con su pene.
Yo deseaba sentirlo más fuerte, más adentro, más profundo, que entrara y saliera más rápido, y me jalé del respaldo de la cabecera de la cama y comencé a impulsarme con todas mis fuerzas:
Ricki…, ricki…, ricki…,
seguía rechinando la cama.
+ ¡Lupita…, mi vida…, te amo…!,
musitaba Juanito, que se tomaba una pausa, pues me estaba mamando mis senos, que se los había puesto en su cara. Me los mamaba y me los apretaba, alternando sus apretones de senos con sus apretones de cintura y de nalgas.
Buscando llegar más lejos, más profundo, más fuerte, bajé mi mano derecha hasta la altura de su muslo izquierdo y comencé a impulsarme más fuerte:
Ricki…, ricki…, ricki…,
+ ¡Juanito…, me viene…, Juanito…, me vengo…, Juanito…, Juanito, Juanitooo…!,
y alcancé un orgasmo tremendo, empalada en Juanito, apretándole su cabeza contra mis senos, y finalmente enfrascándome en un tremendo beso en su boca!.
Me dejé caer sobre de él, que me abrazó con sus manos por detrás de mi cintura, y luego, poco a poco me las fue bajando, hasta llegar a mis nalgas:
= ¡Te quiero mucho, Lupita…!. ¡Tienes unas nalgas muy ricas…!,
me dijo, recorriéndome mi rajadita trasera, hundiéndome sus dedos por esa rajada, acariciando mi ano, introduciéndose levemente por adentro de él, y luego de eso, hizo el intento de levantarse, todavía ensartado su pene por dentro de mi vagina:
+ ¡Juanito…!, ¿qué haces…?. ¡Me vas a tirar…!.
= ¡Agárrate fuerte…, te voy a hacer lo del baño, lo de la regadera…!.
¡Me gustó cogerte parados…!.
¡No se cómo pude levantarme, pues pesamos casi lo mismo, pero me levantó!. Yo estaba colgada de su cuello y entrelazaba mis piernas por detrás de su cintura, para detenerme.
Juanito me sujetaba con sus dos manos por mi espalda y así…, comenzó a penetrarme, a bombearme, muy rico:
+ ¡Juan…, Juan…, Juan…, Juanito…, chiquito…, mi lindo…, papito…, mi rey…!.
¡Síguele…, fuerte…, fuerte…, cariño…, Juanitooo…!,
y alcancé nuevamente otro orgasmo, colgada del cuello de Juan, que ya no pudo seguirme cargando y nos caímos sobre de la cama los dos, abrazados, y con el pene insertado en mi sexo.
Él estaba por encima de mí, con su pene hasta adentro, besándome con pasión y cariño, hasta que terminamos el beso:
= ¡Lupita…, te quiero dar por detrás…, por tu cola…, me gustan mucho tus nalgas,
y quiero probar tu culito…!.
Yo estaba tremendamente caliente, y tan sólo le dije:
+ ¡Ponme cremita en el ano…, y embárrate tu también…!.
De inmediato Juanito procedió a tomar el tubito de crema lubricante que había yo comprado e introduciéndome el tubo en el ano, me lo lubricó fuertemente, procediendo también a embarrarse en su pene.
Luego de eso se recostó sobre de mí (que estaba yo boca arriba) y me levantó fuertemente las piernas hacia el techo; me empujó fuertemente hacia atrás, como si quisiera darme la vuelta completamente sobre mis espaldas y mi cabeza y…, sentí cómo se colocaba en mi ano, por en medio de mis nalgas, todas embarradas de crema y sentí que comenzaba a empujar mi culito:
+ ¡Suave Juanito…, oh…, oh…, despacio…, oh…, oh…, que me estás abriendo mi
ano…, oh…, oh…, despacio…oh…, oh…!.
Y el chico comenzó a hacerlo despacio, como le estaba indicando.
¡Sentí lentamente el paso del glande, dilatando mi esfínter, que se contrajo de nuevo, luego de dejar pasar la cabeza!.
+ ¡Espérate ahí un rato…, ohjmmm…, déjalo así…, ohjmmm…, no te muevaas…!,
y Juanito me obedeció, pero poco a poco comenzó a deslizarse hacia adentro; ¡me fue penetrando despacio, hasta que me la dejó ir hasta adentro, completamente hasta adentro!.
+ ¡Juanitooo…, ohjmmm…!.
= ¡Te la tengo hasta adentro, Lupita…!.
+ ¡Te la siento hasta adentro, Juanito…, ohjmmm!. ¡Ya no te muevaaas…, agh…,
un rato…, ohjmmm…, déjame acostumbrarme…, agh…, déjame sentirte un
ratito…, ohjmmm…, déjame disfrutarte…, agh…!.
Y mientras disfrutaba el placer de su verga hasta adentro, nos dimos otro beso cachondo, jalándolo de su cuello hacia a mí.
Ricki…, ricki…, ricki…,
volvió a rechinar esa cama: ¡Juanito se comenzaba a mover!
+ ¡Agh…, agh…, agh…!,
¡y yo me comenzaba a quejar…, a gemir…, a pujar…!.
+ ¡Despacio Juanito…, agh…, despacio…!. ¡Sácamela apenas un poco y luego
métela de nuevo otra vez…, hasta adentro, y déjala ahí por un rato,
y de nuevo…!.
Y así lo hizo Juanito, pero de repente:
Ricki…, ricki…, ricki…,
volvió a rechinar esa cama: ¡Juanito se movía nuevamente!
+ ¡Juanito…, despacio…, como te dije hace rato…, despacio…!.
= ¡Como tú quieras, Lupita…, te amo Lupita, te amo…!,
y comenzó a sacármela apenas un poco y luego a meterla de nuevo otra vez…, hasta adentro y, comencé a moverme yo misma, buscando una “pelea” más pareja, moviéndome yo también, girando también mis caderas, empujándolas hacia él, balanceándome:
= ¡Lupita…, me aprieta muy rico tu cola, Lupita…, qué rico, Lupita…!.
¡Espérate…, que me los vas a sacar…, espérate…, que todavía no me quiero
venir…, quiero disfrutar tu culito…, tan rico…, me encantan tus nalgas, Lupita…!.
Nos dimos un gran beso en la boca, entrecerrando mis ojos, jalándolo de su nuca:
= ¡Lupita…, tan rica…, te amo…!.
+ ¡Juanito…, estás rete rico…, tienes un pene muy rico…, tienes una verga
hechicera…, me tiene embrujada tu verga, Juanito…!,
y lo volví a besar en su boca de nuevo, y nos volvimos a mover nuevamente,
Ricki…, ricki…, ricki…,
su verga se puso a bombearme de nuevo y:
= ¡Lupita…, me vengo…, Lupita…, me viene…, Lupitaaa…!,
y comenzó a venirse en mis intestinos, en mi recto, en mi ano, en mi culo.
+ ¡Juanitooo…!,
= ¡Lupitaaa…, te amooo…!.
y volvimos a besarnos en la boca, con mucha pasión, y rodamos sobre de la cama, terminando yo encima de él, con el pene de fuera, pero no me aguanté, yo no había alcanzado mi orgasmo y me coloqué encima de él, me empalé con su verga y comencé a cabalgarlo con fuerza:
Ricki…, ricki…, ricki…,
sonaba la cama, como si fuera un clarín de combate que daba la orden de ataque:
Ricki…, ricki…, ricki…,
sonaba la cama, y me ponía muy caliente.
Empecé mis bombeadas, con mucha fuerza y velocidad,
+ ¡Agh…, agh…, agh…!
Ricki…, ricki…, ricki…,
+ ¡Aguanta Juanito otro rato, aguanta Juanito…!,
Le gritaba, tratando de conseguir yo mi orgasmo, el enésimo de ese fin de semana, pues sentía que finalmente se desinflaba esa verga tan linda, pero lo conseguí:
+ ¡Aaaaggghhh…, me vengo Juanito, de nuevo, me vengooo…!,
y lo hice, dejándome caer en su pecho, hundiéndole mis senos y mis pezones, mientras mi boca le devoraba su boca y mis dedos trataban de arrancarle el cabello, en la desesperación de ese orgasmo tan grande, que acababa yo de tener.
++++++
Nos quedamos dormidos; había sido mucho esfuerzo para ese fin de semana. Había agotado a Juanito, lo había secado completamente.
Me desperté casi a la 1 de la mañana y vi dormido a Juanito. Me levanté y fui a la cocina, por un vaso de agua. Juanito me alcanzó y me abrazó por detrás, ¡Estábamos los dos desnudos!. Me besó en el cuello y comenzó a acariciarme mis senos, a aplastarlos con sus manos, a apretarme los dos pezones, que de inmediato se pusieron erectos.
= ¿Sigues caliente Lupita…?
+ ¡Tú…, ya te dije…, tienes una verga hechicera…, me tiene embrujada tu verga,
Juanito…!,
le dije, tocándole su pene, que aunque no estaba flácido, estaba tan solo a medio parar.
= ¡Sigues teniendo una cara muy linda…!, ¡déjame tomarte una foto…!,
Me dijo Juanito, tomando su celular (teléfono móvil) y tomándome una primera foto:
= ¡Mándame un beso, Lupita…!
Y me tomó una segunda foto .
= ¡Déjame fotografiarte tus chichis!,
Y me tomó una tercera foto.
= Apriétatelas…, ofrécemelas…, ofrécemelas…, con la voz…
+ ¿Te gustan mis chichis…?. ¡Mámamelas!,
Y Juanito luego de tomar muchas fotos, se puso a mamarme las chichis.
Le toqué su verga y la tenía ya parada:
+ Juanito…, ya se te paró nuevamente…, te digo…, ¡tienes una verga hechicera…!
¡Tengo muchas ganas de que me la metas de nuevo!.
= ¡Pero échame una mamada primero!,
Y sin decir nada más, de inmediato lo complací. ¡No me importó – para nada – que tuviera sucio su pene, lleno de mi recto y vagina, además de sus secreciones!. Me puse en cuclillas y comencé a mamarle su verga, que de inmediato se puso ya tiesa, parada, muy dura.
= ¡Vámonos para la recámara!,
Me dijo Juanito, y nos fuimos de inmediato a la cama.
= ¡Mámamela nuevamente!,
Me dijo Juanito, y lo volví a obedecer, pero viendo cómo ahora, en lugar de una foto, me tomaba un video, con su celular. Me hizo sonreír su osadía, pero no dije nada, solamente me puse a mamarle su verga, tremendamente parada de nuevo.
= ¿Te gusta mi verga Lupita…?,
+ Mmmjjjuuu…,
le contesté, sin sacarme su pene de mi boca:
= ¡Dímelo…, con tu voz…!,
+ ¡Que sí…, que me gusta mucho tu verga, hechicera…, que me tiene embrujada,
que me encanta mamarte y que me la metas…!.
= ¿Que te la meta…, por donde…?,
+ ¡Por todos lados: por mi boca, mi rajadita de adelante y mi rajadita de atrás!.
¡Tienes una verga hechicera, me tiene embrujada, me encanta tu verga,
Juanito!,
Y todo eso me estuvo grabando Juanito, y luego de ello, se puso a grabarme de nuevo la mamada que le estaba yo dando a su pene, hasta que, caliente como estaba, sin poder aguantarme, comencé a suplicarle:
+ ¡Juanito…, métemela…!. ¡Tengo muchas ganas de que me la metas de nuevo!,
y Juanito seguía tomando película.
Me recosté sobre de la cama, boca arriba y Juanito se colocó sobre de mí. Me levantó una de mis piernas y se puso a tomarme película así, acostada, desnuda, sonriente, mandándole besos. Me tomó con detalle mis senos, mi vientre, mi sexo:
= ¡Ábretelo…, enséñame toda las venidas que ya te he sacado…, y todos los
mecos que ya te metí…!.
Y yo misma, con mis propias manos, me separé los labios de mi vagina y comencé a mostrarle su semen, que aun tenía en mi vagina:
= ¿Quieres que te lo meta…?
+ ¡Sí Juanito…, sí quiero que me la metas…, métemela…, por favor…!.
Y entonces, así como estaba, con una pierna levantada, apenas de ladito, Juanito me la metió, sin dejar de filmar esa escena, cosa que me calentó rete duro y me puse a gritar:
+ ¡Juanito…, qué rico, papito, que verga tan hechicera…, me encanta tu verga,
Juanito, Juanito, Juanitooo…!.
Y comenzó el Ricki…, ricki…, ricki…, de nuevo. ¡Me calentaba muchísimo el ricki…, ricki…, ricki…!.
+ ¡Más fuerte Juanito, más fuerte…, házmelo duro Juanito, más fuerte…, agh…,
agh…, agh…!. ¡Sí…, sí…, así…, sí…, sí…!.
Ricki…, ricki…, ricki…,
+ ¡agh…, agh…, agh…!, ¡ough…, ough…, ough…!,
Y luego de eso, bajó un poco su ritmo y entonces:
+ ¡Déjame estar a mí arriba…, quiero cabalgarte…, quiero hacértelo yo!.
Juanito se recostó y yo me subí sobre de su pene, parado. Me lo acomodé en la mitad de mi rajadita y me sentí por completo sobre de él y comencé a mover las caderas, con fuerza, de adelante p’atrás, así como de manera circular.
Juanito no dejaba de filmar y filmaba mucho nuestros sexos en conjunción, su pene penetrando mi pucha, los pelos dándose de besitos, pubis contra pubis, los dos montes de Venus encontrados:
+ ¡Bésame Juanito, bésame…, que ya me quiero venir…!,
Le dije, y me lancé yo a besarlo, en su boca. Nos besamos y nos rodamos sobre de la cama, de nuevo. Me dio algunas fuertes embestidas, pero ya no podíamos contenernos y terminamos de nuevo: la n+1 vez que terminábamos aquel fin de semana sexual.
Nos quedamos dormidos, él encima de mí. De su celular ya no supe ni en donde quedó, pero había servido pa’ calentarme, muy rico, para que se le parara y para tener sexo de nuevo, otra vez.
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