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LA SEÑORA TOMORSKY
La señora Tomorsky esta trepada a la escalera, pegada al muro que tiene junto al vecino y corta con infinita paciencia las largas ramas de una enredadera que se le pasa a su lado y no le gusta. Ya le ha dicho infinidad de veces al vecino pero este no le hace ningún caso.
Dorati la mira tendido a lo largo sobre el pasto y su lengua ancha y áspera casi roza el suelo de lo larga que es. Es rara, lo del largo, pero bueno, para ella es un atributo que no deja de agradecer.
Al cabo de un rato completamente mojada en su remera y corto short la señora Tomorsky baja de la escalera y comienza a juntar todas las ramas caídas en el patio. Sigue sudando a mares. Amén de que sus calores son cada vez mas intensos debido a su menopausia.
Una vez que termina esta tarea se quita los guantes, quita su pañuelo rojo de la cabeza y se vuelcan a los costados los largos cabellos rubios mezclados con algunas furiosas canas que van ganando terreno.
El día se va llenando de rayos solares cada vez mas infernales en aquel punto del verano que ha tocado este año. Su esposo sale de la casa y le alcanza un vaso fresco con jugos y algunos rocoso hielos. Dorati sigue todo con la mirada y se siente su agitar que va en aumento.
__¡Querida lo has dejado espectacular!__ dice el hombre alto y de buen talante
__¡Si me ha dado trabajo, pero hacía rato que quería hacerlo!__ bebe la señora Tomorsky y le sonríe a su esposo. En eso el perro se levanta de donde estaba y se acerca a ellos, los repasa con su cuerpo enorme, les roza con la cola y casi que se les tira arriba, juguetón.
Dorati es de una raza indefinida, es una cruza, llego a la casa ya de pequeño, pero tendría un año. Andaba por las calles del barrio y poco a poco se fue arrimando a la casa de la señora Tomorsky y esta no pudo con su genio, convenciendo a toda la familia y bueno allí estaba Dorati.
Tiene el pelo corto, lo que es una bendición dice la señora Tomorsky. No hay que andar limpiando pelos caídos por toda la casa, en todo el año. El animal tiene buen carácter. Se lleva bien con todo el mundo.
Dorati se restregó un rato, le rascaron la cabeza. Le hicieron fiesta. Dio unos saltos atléticos y con su lengua larga volvió a tirarse en su rincón predilecto.
La señora Tomorsky luego de unas vueltas mas, así como estaba se metió en la pileta que mostraba un agua limpia y fresca. Se zambulló un par de veces, se movió en el líquido refrescante y volvió a salir chorreando agua.
Se envolvió en la toalla grande que estaba en el tender. Se acurrucó en el y comenzó a quitarse las prendas que tenía pesadamente chorreando líquidos.
Quedó desnuda en un instante. Se pasó la tela por su cuerpo atractivo. Su pelo húmedo aún chorreaba agua que caían por sus abundantes pechos con los pezones erectos.
Dorati se tensó y olisqueó en el aire. Su largo hocico apunto húmedo hacia el cuerpo de la dueña que tanto conocía. Se acercó dubitativo. Paso la lengua por las pantorrillas armadas.
__¡Oh quieto Dorati, tranquilo, juguetón!!__ el perro se detuvo un instante y continuo pasando la lengua lamiendo las gotas que caían. La señora Tomorsky se corrió un poco, y se siguió secando las tetas y debajo de las axilas.
Sintió la entrepierna dándole puntadas, choques eléctricos, que encendían sus mas bajos instintos y se empezaba a transformar en la pervertida señora que gustaba de ponerse en cuatro patas y que su adorado perro la montara.
Con el toallón colgado en su cuerpo se dirigió despacio y con un dedo en la boca hasta su sitio de relajación. Una especie de cuarto privado que se había ido armando con el paso del tiempo, de a poco, día tras día. Sus hijos y su propio esposo sabía que nada podían hacer para molestarla cuando la señora Tomorsky estaba en ese lugar, casi sagrado.
Entro y la recibió un olor a lavanda, limpio. Atrás olfateando el culo de la señora entraba también Dorati, el perro con la cabeza levantada, firme y con la baba cayendo al piso que estaba repleto de telas y trapos que olían muy bien, si hay algo que tenía aquella mujer es que era muy limpia con ella misma y con los rincones de su casa.
La toalla cayó al piso, se quedó quieta un momento, para que Dorati se acercará, metió el hocico en la entrepierna, aspiró con fuerza y lengüeteó sádico y con gusto. No había ningún vello allí, todo era pulcro y olía muy bien.
__¡Ohhh chiquito eres tan juguetón con mamá!¡Uhhh esa lengua tuya es maravillosa!!__ el animal pasaba la lengua de forma descarada, ella, la señora Tomorsky estaba de pie y se retorcía lentamente de placer, notando la humedad de su vulva.
Apretando sus pezones duros, acariciándolos sin demasiada presión aun, suave, pellizcando y gozando hondamente con los tocamientos, y la lengua del animal que sigue metiéndose en lo profundo de una cueva que llueve profusamente.
Se nota el bulto del perro que se hincha de manera veloz, urgente, se mueve y ya no esta tan quieto.
Baja las manos y acaricia la gran cabezota el animal. Dorati vibra y se estremece, da unas vueltas al cuerpo de la señora, se vuelve al lugar de donde salió y mete nuevamente el hocico en la concha que chorrea jugos de manera continua y desaforada. Caliente. Con los dedos la señora Tomorsky juega con su anillo trasero. Lo abre. Hace que se dilate y se dispone a ser penetrada por el bello animal.
__¡Vas a coger a mami, mi cariño, ohhh, eres tan sensual y caliente como mami, no bebe!!__ el animal sigue lamiendo la húmeda vagina abierta.
La señora camina un poco más, y tiende su escultural cuerpo, sobre la cama que tiene en aquel lugar. Es baja. Se sienta en el borde abriendo las magnificas piernas. El animal quiere subirse de frente. Quiere treparla ya.
Le pone las manos sobre los hombros, la señora toma el hocico del animal y mete su lengua en el, mezcla su lengua con la del perro, que ya muestra su virilidad urgente fuera del capuchón. La gorda pija crece y sale mostrándose anhelante y ardiente.
Ella lo alcanza con su mano, la frota y la saca, es enorme, casi como la de su marido, pero aquella siempre está dispuesta y firme. Llena de líquidos las sábanas y todo el piso. Es una fuente inagotable de líquidos.
Deja que el animal entre en su concha, la bola ya no, porque es inmensa, así de frente, el animal empuja varias veces y luego sale, Arrastra la verga en el suelo, es muy larga y gruesa.
La señora Tomorsky hace que suba a la cama y se mete entre las piernas y alcanza con su boca el pedazo de Dorati que jadea de manera impresionante.
Sigue dura, latiendo en la boca de la mujer caliente. Aprieta las bolas del macho animal. Se deja hacer por aquella mujer que lo vuelve loco y a la cual pertenece en cuerpo y alma.
Después la señora Tomorsky se coloca en cuatro patas y el perro con la cosa dura se monta y ella lo guía a su ojete casi abierto, empuja la vara gruesa que penetra y se hunde. Dorati queda quieto jadeando y con la enorme poronga clavada en la cola de la señora Tomorsky que gime descontrolada, parece que la estuvieran matando, chilla y balbucea palabras que no se entienden, y con una mano se masturba de forma salvaje, teniendo un orgasmo, tras otro, en total electricidad.
Se hamaca sin sacar la enorme estaca con que el animal la hace gozar. Es mas, siente que se inflama cada vez más y sigue largando jugos de manera inacabable. Su culo dilatado chorrea cataratas de líquidos, ella levanta mas su cola, y Dorati a pesar de ser grande, casi queda colgado sobre la cintura ancha y fuerte de la mujer que lloriquea de gozo y placer.
Luego saca el garrote aún inflamado y vuelve a ponerlo en su boca, lo lame, lo chupa. El perro se acuesta al lado de la mujer y los dos lamen la enorme pija gorda que sigue largando jugos.
La señora Tomorsky, besa una vez más el hocico del animal, que es muy caliente y le gusta sentir aquella lengua humana en su cavidad profunda. Volvió a meter la gruesa vara de Dorati en la boca, y está no se desinflaba, paseo un poco otra vez con su boca y su lengua por las bolas del animal, para luego hundirse en el ano del animal, que enseguida fue abierto de gozo, de placer, eso se notaba al no terminar de largar jugos y a volver a poner su carne viva dura como roca. La señora Tomorsky se tomo su tiempo, escarbo el agujero del animal, lo baño de saliva y hundió un par de dedos en el anillo perruno, ella tuvo en tanto, incontables orgasmos, satisfaciendo sus instintos mas oscuros y bajos.
Al cabo de una hora salió de aquel cuarto intimo, vestida con un largo y floreado vestido de verano, sin nada debajo por supuesto, porque para ella y su perro el día recién comenzaba. Su esposo, el bueno, se había marchado al trabajo y sus hijos a los quehaceres de todos los días.
Ella aún tenía cosas por hacer durante todo el día con Dorati.-
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