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Categoría: Confesiones

EN EL CARREFOUR

A los sesenta y dos años, divorciado, sin ganas de tener otra pareja estable, con dos hijos que ya tienen su vida organizada y los veo de vez en cuando les invito a comer, siempre en restaurante porque cocinar para ellos no me gusta aunque si para los amigos, uno se tiene que buscar la vida para echar un polvo de vez en cuando y a veces cuesta encontrar con quien porque huyo de la prostitución aunque no tengo nada en contra de ella ni de quien la practica, merecen todos mis respetos. A veces la vida no es fácil ni para quien la vende ni para quien la compra.

Había ido a Carrefour a hacer la compra de la semana y estaba en la carnicería cuando me tocó mi turno de pedir. Quería unos solomillos, pero las dos piezas expuestas no me acababan de convencer. Pregunté si no tenían más piezas en la cámara porque lo estaba viendo no me convencía y como ya me conocen no me preguntó si no me gustaban los expuestos porque sabía que iba a empezar a decirle los defectos de las piezas delante de las personas que esperaban a ser atendidos detrás de mí.

El carnicero fue a la cámara y trajo una pieza entera más pequeña que las expuestas y me preguntó si esa me gustaba más. Le dije que en principio si y conociéndome lo partió por la mitad y me enseñó el corte. Le dije que quería una de las mitades entera y sin filetear. Mientras lo pesaba y lo envolvía en el papel quedo libre el otro carnicero y empezó a atenderá una señora que iba detrás de mí. La señora pidió el otro trozo del solomillo del que me habían cortado a mí y dijo que se lo filetearan. A mí me dieron mi paquete y seguí con mi compra.

Al llegar a la fila de las cajas busque la que consideré más rápida y guarde mi turno. Un carro del Carrefour chocó levente conmigo y me di la vuelta instintivamente. Una señora me pedía disculpas por el incidente y cuando le contesté que no había sido nada me di cuenta de que era la misma que había pedido detrás de mí en la carnicería. Me dio las gracias por haber pedido otra pieza de solomillo porque a ella tampoco le gustaban demasiado las piezas expuestas. Me dijo que si era tan sibarita para todo como para el solomillo. Le contesté que siempre que podía escogía lo mejor de lo mejor poniendo una sonrisa pícara que no le pasó inadvertida y sonrió.

Llegó mi turno de caja y estaba poniendo las compras sobre la cinta cuando se me resbalo un paquete de pasta fresca y fue a para a sus pies. Ella se agachó a recogérmelo y tardó más de lo necesario en incorporarse. Desde arriba vi por la abertura de su camisa dos pechos apretados por un sujetador incapaz de abarcarlos y pensé que los tenía operados porque a su edad era imposible tenerlos tan firmes. La edad siempre se delata en las mujeres por las arrugas del cuello, por muy operadas que estén y esta lo estaba, le calcule entre los cincuenta y cinco y sesenta.

Le di las gracias y acabé de poner el resto de alimentos en la cinta. Pagué y salí al parking con mi carro en busca del coche. Estaba acabando de cargar las bolsas en el maletero cuando un carro se paró junto al vehículo contiguo. Miré y allí estaba de nuevo la misma señora abriendo el maletero de su coche. Nos miramos y nos sonreímos, perecía que estábamos destinados a coincidir en todas partes aquel día.

Estaba cerrando el maletero cuando oí un estruendo a mi lado y noté que algo húmedo impregnaba los bajos de mi pantalón. Miré y la vi con cara de sorpresa, un blíster de cervezas se le había caído al suelo y se habían roto las botellas. La miré a las piernas por si se había cortado y vi una gota de sangre resbalar por su pierna justo debajo de una rodilla.

La ayude a sentarse en el borde del maletero de su todoterreno y la dije que esperara allí que iba a por el botiquín de primeros auxilios a mi coche. Volvía a su lado y la limpié la sangre con alcohol y una gasa. Al sentir el alcohol en la herida levanto la rodilla intentando apartarse y vi sus bragas transparentes de color azul. En vez de retirar la vista como habría hecho un caballero le sujeté la pierna en alto sin dejar de mirar. Ella era perfectamente consciente de lo que estaba observando. Cuando levanté la mirada vi que dos botones de su blusa estaban abiertos y ahora veía perfectamente su apretado sujetador.

Entendí que era toda una invitación así que subí la mano por su muslo hasta el principio del culo que al estar levantado me permitía llagar a tocar su pubis por debajo de la pierna, sin dejar de mirarla. Por toda respuesta se sacó un pecho del sujetador y se lo acarició. Era un globo de tamaño descomunal. Tenía tanta silicona dentro que el pezón se había expandido por el pecho y era gigantesco.

Alargué la mano desocupada para acariciárselo y ella aprovecho para sacarse el otro. La tomé por el pezón que ya estaba de punta y lo presione mientras luchaba por abrirme paso entre sus bragas y meterle dos dedos en la vagina. No estaba muy e imagine que la menopausia tiene que ver con la escasez de flujo, aun así, ella se movió para acomodarse y facilitarme la entrada.

Empezó a estirar y retorcerse ella misma el otro pezón y el flujo empezó a lubricar su coño. Ella consciente de esto me dijo que pusiera los dedos del coño en su boca y así lo hice. Cuando me los dejo limpios de sus secreciones aproveche para sacarme la polla y separarle las rodillas, retire las bragas a un lado y se la metí de un empujón hasta que nuestro bellos púbicos se confundieron. Me pidió que apretara todo lo pudiera y yo sin saber si se refería a la polla o a la teta se la estruje con fuerza y empecé a follarla como un animal mientras ella misma se retorcía la otra teta.

Empezó a gemir e intuí que se iba a correr así que cogí solo el pezón y empecé a darle tirones que ella imitó. Se corrió sin ser muy consciente de donde estábamos y que había gente en parking. Al oír sus gritos se asomó detrás del coche una señora con un niño de la mano y al vernos nos llamó de todo, pero yo no deje de follarla por eso, aunque intuí que debía acabar pronto la faena porque lo mismo avisaba a seguridad y teníamos un disgusto.

Pensé en su culo como la forma más rápida de correrme, así que se la saqué y apoyé la punta para presionar despacio donde pensaba que estaría apretado pero la verdad es que entró sin dificultad así que directamente empecé a follárselo mientras notaba como ella apretaba y aflojaba su esfínter. Cuando notó mi semen caliente dentro de su cuerpo se corrió de nuevo.

Se la saqué y se pasó los dedos por el culo para recoger mi semen que ya chorreaba por los muslos al incorporarse. Se los llevó a la boca y los limpió con la lengua, repitiendo la operación varias veces. Luego se puso en cuchillas y me chupó la poya hasta que estuvo limpia.

Empezó a poner en el capo lo que aún seguía en el carro y le ayudé a colocarlo dentro del coche. Cuando acabamos se recompuso la ropa y cerró el portón del maletero. Me miró y me tiró un beso con los dedos. Me dijo adiós metiéndose en el coche y se fue.   

Me subí al mío y arranqué, afortunadamente no había venido nadie más a ver cuál era el motivo de los gritos. En ese momento me di cuenta de que se había quedado mi bolsa de primeros auxilios en su coche. Se me pasó por la cabeza pensar que igual le había gustado y todo el numerito había sido para despistarme y quedárselo.
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