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Hacía un calor insoportable. Marta no hacía más que dar vueltas en la cama. Con la sábana revuelta en el suelo, no había quién parase aquella noche. El peaje de vivir en esa ciudad con mar, es lo que tiene... Estaba inquieta, agobiada, se giraba hacia la derecha, hacia la izquierda. Se puso boca abajo. Cogió el teléfono móvil... no iba a molestar a nadie, si alguien le hubiera enviado un whatsapp... al menos se ditraería y no pensaría en el agobio que sentía. Soltó el móvil en la mesita de noche. Se quedó boca arriba, mirando al cielo en la clara oscuridad del verano. Con la ventana abierta se veía algo más que sombras. Levantó una pierna y vió que se veía mucho mejor así, sin celulitis, sólo la forma.... y que hacía pensando ahora en celulitis!! Se acarició los muslos, mientras lo pensaba. Sus manos se deslizaron hacia el interior. Notó que se acercaba a territorio peligroso. Volvió a acariciar sus muslos por fuera. Tenía la piel suave, y volvió a su interior. Y lo notó. Su sexo despertaba, perezoso, a pesar del calor. No quería hacer ruido. Javier seguía en la habitación de enfrente y ya había tentado a la suerte lo suficiente. Pero no podía parar, notaba como se le pasaba el agobio a medida que se iba excitando, suave y lentamente. Notó calor, pero esta vez era un calor agradable, el que una mujer nota cuando se agita su respiración y su imaginación echa a volar. Se incorporó y cogió la sábana, se tapó con ella hasta la cintura. Con la camiseta de tirantes puesta y la sábana, se quitó lentamente las bragas y dejó su sexo libre. Su excitación subió inmediatamente. Abrió la piernas y lentamente las cerró, hasta notar cómo sus muslos apretaban su sexo. Aguantó unos segundos así y volvió a abrir las piernas. Palpitaba. Volvió a cerrar, muy despacio, y mientras lo hacía notaba cómo deseaba sentir su coñito apretado entre sus piernas, hasta que las cerró. Y empezó a mover sus caderas, sin tocarse, sólo con su propio roce.
Javier estaba inquieto. Le iba a dar algo. No sabía cómo ponerse con ese calor bochornoso de la ciudad que le acogía esos meses. Con el boxer, tumbado en la cama, miraba al techo. Era clara la noche veraniega. Estaba harto de dar vueltas. Se levantó de un salto y encenció la luz. Puso la almohada contra la pared y se sentó, alargando su brazo cogió el portátil que tenía en la mesita y lo encendió. Empezó la descarga, tenía un par de cosas para bajar de internet. Una actualización. Todo bien, y de repente, algo falló. Estaba contrariado, entre el calor y esto... Había perdido la conexión. Joder. Y no se había apuntado la clave de acceso de Marta. Pufff... miró el reloj, no era demasiado tarde. Se levantó y fue al comedor. Marta se había acostado ya. Se acercó a la puerta de la habitación y por alguna extraña razón, al hacerlo, notó que se excitaba. Lo que faltaba... asado de calor, teniendo que molestarla por su mala cabeza y encima con un calentón repentino. Golpeó suavemente la puerta: "Marta.. perdona.. perdí la clave de internet... me sabe fatal"
Marta dió un respingo. Estaba masturbándose con sus muslos cuando Javier llamó a la puerta. No sabía dónde había dejado sus bragas. "No te preocupes Javier, pasa un segundo que te digo dónde la tengo apuntada, que no voy a estar gritando a estas horas"
"Ostras, lo siento, espero no haberte despertado..." "No te preocupes, no dormía todavía..." Javier entró, la penumbra favorecía a Marta, que se incorporó sentándose en la cama con sumo cuidado para que la sábana no dejara su sexo desnudo ante el joven. Sus mejillas estaban acaloradas, y notó un escalofrío en la espalda cuando vio entrar la figura de aquel hombre prácticamente desnudo. Javier se acercó a la cama "Dónde está? Lo puedo coger yo o hasta te estoy haciendo levantar?.. qué rabia, es que se me ha caído todo de repente con una descarga.. a saber.. " Javier no pudo evitar mirar el escote de Marta. Estaba semisentada. Sus pechos estaban relajados, medio caídos del peso hacia los lados. La camiseta era muy fina y no tenía consistencia para aguantar su pecho erguido contra la gravedad cuando se tumbaba. Marta se giró ligeramente hacia el cajón de su mesita de noche y, amparado en la noche Javier se dedicó a mirar como sus grandes senos saltaban dentro de la ropa, ligera y amplia. Ella abrió un cajón y metió la mano. Javier retrocedió unos centímetros y pudo ver sus pechos grandes, blancos, suaves, colgando y moviéndose graciosamente mientras ella rebuscaba en el cajón. "Ostras, diría que estaba aquí..." Marta instintivamente se incorporó un poco más, girada hacia el cajón, y no se dió cuenta de que la sábana no la acompañó del todo en su viaje. Javier trempó de golpe. No llevaba bragas y se le había quedado el trasero al aire. Tragó saliva. "Oye.. igual no lo tengo aquí..." dijo Marta contrariada, tanto porque le había cortado el rollito, como porque no encontraba ahora el papel en el que tenía la contraseña apuntada para no tener que ir hasta el comedor a buscar los papeles. Y entonces se dió cuenta. Al girar la cara a la derecha y hablarle se dió cuenta de que el chico estaba justo delante de ella, dejando a la altura exacta de su cara su boxer abultado y excitado. Se le secó la boca. Y se puso nerviosa. Miró hacia arriba y vió la cara de Javier, en la penumbra. Él la miró, allí abajo, con sus grandes y expresivos ojos a la altura de su paquete. Y la acarició. Marta notó el dorso de la mano del joven deslizarse sobre su mejilla y cerró los ojos. Respiró hondo, lentamente, y notó cómo se humedecía por dentro. Su cuerpo sabía lo que quería, y su mente tenía una intensa lucha entre lo que "está mal" y "lo que está bien". Catorce años de diferencia eran muchos, pero no era un niño, y además hay diferencias más grandes... Javier notó que ella no oponía resistencia, pero que tampoco estaba tranquila del todo. Acarició su pelo. Recogió su melena larga y castaña con las dos manos, y despejó su cara, mirándola, ahí abajo, se agachó y la besó la frente. Ella le miraba intensamente y él le dijo "No puedo aguantar un día más... me voy a poner malo..."
Y Marta cedió. Sus defensas cayeron al suelo y su mirada se conviritió en una mirada de entrega hacia él. Javier puso su cara frente a la de Marta y besó sus labios, mientras ambos cerraban los ojos. Un beso largo e intenso. Él se puso de pie, y ella empezó a acariciar su abdomen, sus muslos, como ya lo había hecho una vez. En un suspiro le miró y posó su mano sobre el sexo del joven, encima de la ropa y empezó a acariciarlo. Javier alargó la mano izquierda, volvió a acariciar su mejilla, y bajó lentamente la mano hacia su cuello. Marta seguía acariciándole tras la ropa, y notaba cómo aún se endurecía más aquel pene joven y fuerte. Javier tomó aire y dirigió su mano hacia el escote de Marta. Sus dedos índice y corazón recorrían la piel de aquella mujer que le volvía loco, y llegó hasta su pecho derecho. Despacio, avanzó sobre él y al llegar al pezón se detuvo, y lo sujetó unos segundos entre sus dedos y, sin previo aviso, tomó aquel pecho desnudo con su mano entera y lo apretó.... No le cabía en la mano de ninguna manera, rebosaba por todas partes, era una verdadera gozada...
Marta seguía acariciando a Javier, pero él la apartó un momento, soltó su pecho y se sentó junto a ella en la cama, y mirándola, empezó a levantar su camiseta y soltó un bufido que Marta pudo escuchar cuando dejó sus pechos desnudos. "Pufff.. qué preciosidad..." Marta se ruborizó... sabía que eran grandes, pero que un hombre se refiriera a sus senos como una preciosidad.. se le escapó una risa nerviosa. Javier la miró y la besó en los labios, y Marta se tranquilizó. Tras besar sus labios continuó por su cuello, su escote, y al llegar a sus pechos, decidió poner sus manos debajo de las dos mamas y, levantándolas suavemente, empezó a besarlas alternativamente. Los besos de sus labios, empezaron a convertirse poco a poco en pequeños bocados, dulces, suaves.. y en algunos momentos sacaba su lengua y rozaba con ella los senos de su casera. Tenía los pezones duros, pero cuando él decidió morderlos dulcemente y jugar con su lengua con ellos... aún pudo notar cómo se endurecían más y más.
La respiración de Marta se aceleraba, Javier sabía que debía hacerlo bien.. sabía que ella debía ser fuerte en la cama.. sabía que tenía que aprovechar la oportunidad que tenía delante de sus narices.. Así que soltó sus pechos y empezó a besar su abdomen, y fue bajando hasta llegar a la sábana que escondía el tesoro de Marta. Respiró hondo y apartó la sábana. Marta se estremeció y notó cómo se volvía a mojar. Mucho. Notó que sus muslos se humedecían, y tumbada como estaba, caían sus fluidos hacia abajo hasta llegar a la cama. Entreabrió las piernas, y Javier acarició su pubis. Depilado. Y acercó su mano hasta los bordes de la rajita. "Precioso..." tenía los labios mayores gorditos, y tapaban perfectamente todo su interior. Sólo al hacerla abrir un poco más las piernas con un ligero toque de su mano en sus muslos, que ella entendió y acató dócilmente, quedó algo expuesta la zona alrededor del clítoris de Marta. Javier acarició los labios del sexo de Marta, y despacio, fue metiendo un dedo entre ellos, hasta que, casi sin darse cuenta, se introdujo en la vagina de la hembra. A Marta de le escapó un gemido. "Pufff.. estás empapada..." Su dedo navegaba en aquel coño amplio y húmedo. Era poco. Javier introdujo un dedo más. Marta estaba excitándose cada vez más. Él empezó un movimiento rítmico, metiendo y sacando sus dedos, y mientras lo hacía, se colocó de manera que puso su boca a la altura del clítoris de Marta, y sacando la lengua, empezó a lamerlo al ritmo de su mano. Marta gimió otra vez, y no pudo ser más contenida. De repente, puso sus manos en la cabeza de Javier y empezó a mover sus caderas. Se adaptaron al ritmo rápidamente. Marta iba aumentando su excitación y por tanto movía las caderas cada vez con más fuerza, y él iba acompañándola con sus dedos y su lengua, Marta jadeaba y gemía flojito, y de repente notó la humedad de Marta en su boca. Nunca se había mojado una mujer así, en su boca. Marta bajó su ritmo, y Javier se dió cuenta de que se había corrido. Levantó la cabeza y la miró. Marta estaba muy excitada, al apartarse él, empezó a tocarse y acariciarse. "Fóllame" le dijo. Javier se quitó los calzoncillos, y se puso entre las piernas de aquella madura tetona que tanto habia deseado, y le clavó la polla de golpe hasta el fondo. Marta se estremeció, y se fundieron los dos en un conjunto de gemidos, sudor y vaivén de caderas. "Joder.. qué ganas tenía..." susurró Marta, y notó cómo Javier empujaba con más fuerza. "sí.. así.. más fuerte..." Javier empujó más fuerte aún, apoyó sus rodillas en la cama y embistió con toda su fuerza a la mujer que tanto deseaba en aquel momento. Marta gritó. Un grito agudo y seco. Javier dudó, quizá se había pasado...Marta se incorporó ligeramente y le dijo al oído "Sigue así.. cabrón... " Y Javier entendió perfectamente que estaban en sintonía, y la mató a pollazos hasta correrse, estaba demasiado excitado como para esperar más. "Pufff.. lo siento.. me he corrido... " Marta sonrió "No te muevas... quiero más" Y Javier notó cómo aquella mujer hacía pequeñas contracciones que atrapaban su polla y no dejaban que reposara. "Quiero que me folles otra vez... quiero me hagas de todo.. quiero que me pongas de lado, a cuatro patas.. quiero me utilices... " Marta había bajado finalmente todas sus defensas y Javier volvió a ponerse duro como una piedra dentro de su coño. "Sabía que eras una putita..." le dijo al oído mientras empezaba otra vez a balancearse sobre ella. "sí.." dijo Marta "y hoy voy a ser tu putita..."
Javier se apartó y puso su mano en la cadera de Marta, y la hizo girar. Marta se puso boca abajo. Mientras recuperaba la erección empezó a tocar su trasero, grande y redondo, y con su dedo índice buscó su agujerito. Estaba húmedo, seguramente por la cantidad de fluidos que salían de aquella hembra. Empezó a jugar alrededor del ano de Marta y notó cómo se iba abriendo, con la estimulación de su dedo, ella se excitaba cada vez más, y lo metió un poquito dentro. Instintivamente ella levantó su trasero y lo puso en pompa. Javier jugaba con ella e iba retirando lentamente el dedo, y ella le perseguía para no dejarle escapar, hasta que acabó completamente en pompa, con su gran trasero abierto y jadeando como una loca. El joven retiró el dedo y se puso a cuatro patas detrás de ella. Con las piernas abiertas y en esa postura, su coño gordo estaba a tiro, así que empezó a lamerlo. Marta se puso más en pompa, dejando más expuesto su sexo ante la boca de Javier. Lamía de arriba abajo con fruición y con la ayuda de sus dedos, localizó el clítoris de Marta, y empezó a machacarlo a lengüetazos. Marta gemía cada vez más rápido. "Me voy a correr..." y de repente Javier paró en seco. Marta lloriqueó, contrariada, y entonces él se puso de rodillas y dió un golpe seco y sonoro en un cachete de su culo, que retumbó en la habitación. Marta gritó. "sí!" Y Javier le dijo, con tono autoritario: "Ahora te toca chupar a ti, tetona". Y Marta, obediente, y tal y como estaba, a cuatro patas, giró sobre si misma para plantarse delante de la polla de Javier que estaba recuperando la erección con la excitación del momento. Marta se acomodó sentándose sobre sus piernas y acarició el miembro del hombre que tenía ante ella, y empezó a masturbarlo. "Chúpamela.." y, se la metió en la boca mientras le hacía una paja. Javier la agarró de la cabeza, y empezó a mover sus caderas para introducírsela cada vez más, y más fuerte. Marta jadeaba, sus tetazas saltaban, y empezó a tocarse el coño con la mano que le quedaba libre. Hasta que de repente, se la metió tan fuerte que tuvo náuseas y apartó un poco la cabeza. Pero Javier volvió a apretarla contra él, y ante la arcada tan grande que dió, Marta se la sacó de la boca y, sin dejar de masturbarle, le miró con la saliva cayéndole por la comisura y dando cada vez más fuerte en su clítoris. "Para" le dijo Javier, pero Marta no podía parar. "Date la vuelta que te voy a follar". Entonces sí, Marta dejó de tocarse y dócilmente se dió la vuelta, quedando a cuatro patas ante él, con sus inmensas tetas colgando. Javier se inclinó sobre ella y las agarró aplastándolas entre sus manos, duro, fuerte. Y así inclinado le dijo al oído: "Puta tetona.. te voy a follar el culo". Marta notó cómo se le abría todo, y cómo se mojaron sus muslos de lo que se humedeció ante lo que Javier le decía. Él, soltó las tetas de la mujer y, tal y como había dicho, le dió un azote y le metió la polla por el agujero abierto, de golpe, sin miramientos, y empezó a follarsela por el culo, mientras la sujetaba fuerte por las caderas porque de los pollazos la hacían tambalearse. Marta estaba absolutamente descontenida, gritaba entre los jadeos. Javier no había estado nunca tan salvaje con nadie. El hecho de que fuera mayor, su casera, de que tuviera las tetas más grandes que había tocado nunca, los días que ya había pasado allí y que fuera tan puta, le tenían loco perdido. Y volvió a azotarla. Y Marta gritó de placer. Javier pasó una mano por su coño.. estaba chorreando, de repente notó en la mano un chorro, estaba eyaculando, pero seguía aguantando bien. Javier introdujo dos dedos en aquel coño ardiendo y la masturbó colocándose de modo que llenó sus dos agujeros. Marta no podía más, y empezó a masturbar con fuerza su clítoris, duro, sin piedad, amorrada a la cama, bañados en sudor, dándole cada vez más fuerte. Ella gritaba sin pudor alguno: " me estás destrozando, cabrón..." Y eso le volvía a él más salvaje, más duro, más fuerte. Gimió.. " me corro.. me muero.. me corro.." y de repente notó como todo su cuerpo tenía un orgasmo inmenso, y quedó realmente agotada. Dejó de tocarse y siguió allí, quieta, siendo follada salvajemente por aquel joven hombre que la había hecho gozar como nunca. Javier estaba fuera de si, cada vez estaba más excitado, azotaba a Marta y la sujetaba por las caderas con una mano, y con la otra castigaba su coño, que estaba ardiendo y dolorido, mientras su polla no dejaba de entrar y salir de su culo, y de repente, la llenó de leche. Su polla se estremeció y empezó a sacar la corrida más grande que recordaba. Una, dos, tres, y hasta cuatro veces escupió su chorro dentro de las entrañas de su puta casera. Y acabaron sudados, agotados. Javier sacó su pene de Marta y se acostó a su lado bufando... "pufff.. increible..." Marta bajó despacio su trasero.. apenas podía cerrar las piernas... lentamente fue reponiéndose de las embestidas, y recuperando la respiración se dió la vuelta y se acostó junto a Javier, que la abrazó y la acarició. Y se quedaron un rato sin decir nada, sólo reponiéndose de lo que acababa de suceder. Y todavía andaría por allí unas semanas más...
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