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"Una joven licenciada lleva varios meses en otro país. Separada de su novio, tras meses sin sexo real, vive su primera infidelidad."
Ella, recién licenciada se fue a trabajar a otro país. Vivir en el extranjero no era algo nuevo. En su último año de carrera estuvo de Erasmus en Irlanda, y ahora le tocaba a un pequeño pueblo a casi dos horas de tren de Londres. Allí trabajaría durante un año como profesora de español en un instituto. En España le esperaba su novio, y desde que llegó a Reino Unido ya habían pasado varios meses sin más sexo que conversaciones subidas de tono y alguna que otra foto ligera de ropa.
En aquel pueblo no tenia más contacto que con sus dos compañeras de casa, sus compañeros de trabajo, alumnos, y a veces con algunas amistades que hizo en una charla de bienvenida para profesores españoles recién llegados. Un día, pasados 3 meses, sus amistades españolas la invitaron a salir de fiesta por Londres un día del fin de semana. Al final se decidió que sería el sábado.
Pasaron los días y llego el sábado. Ella se vistió con un ceñido vestido rosa oscuro, sin escote. Se maquilló y alisó su cabello castaño claro. Una compañera de casa la llevó en coche hasta la estación y allí cogió el tren. Tras dos horas de viaje se encontró con sus amigas. Todas ellas vestidas para pasar una buena noche sin haber decidido aún por donde se moverían. Al final eligieron tres o cuatro locales entre los que pasarían la noche.
Entraron al primer local. Allí tomaron unas copas mientras se conocían un poco más. Después, más animadas, fueron a otro local. Y así fueron de local en local. En el último ya estaban todas desinhibidas. Comenzaron a bailar, tontearon con algunos chicos y de vez en cuando alguna de ellas desaparecía unos minutos y volvía con el grupo más tarde. Después de varias horas decidieron volver a casa.
Fueron a la estación de tren a eso de las 4 de la madrugada. Allí coincidieron con un grupo de chicos que una de sus amigas conocía. Se sentaron ambos grupos juntos en el vagón. Hablaban y reían, y la chica del vestido rosa se dio cuenta de que un chico no le quitaba ojo de encima. Él miraba sus labios, sus pechos y el borde de su vestido; y eso a ella parecía gustarle. Poco a poco fueron bajándose las chicas y los chicos, él y ella eran los últimos de su grupo en bajar. Al final ambos se quedaron a solas mirándose.
Tras unos minutos mirándose, él se acercó y se sentó junto a ella. Le preguntó su nombre. Carolina fue su respuesta. Comenzaron a hablar y cogerse confianza. Entre risas él puso su mano sobre la rodilla de Carolina y lentamente la fue deslizando hacia el interior de su muslo hasta que se hundió levemente sobre la ropa interior de Carolina. Ella suspiró con mirada encendida y retiró su mano. Él se disculpó. Carolina, sin soltar su mano, la llevó a su pecho y allí apretada la soltó. Se recostó ligeramente sobre su asiento, abriendo ligeramente sus piernas. Él trató de besarla y fue rechazado. Ella dijo que nada de besos y el aceptó mientras acariciaba su pecho. Era un pecho redondo, ni grande ni pequeño, y el sostén no dejaba notar nada más. Él insistió en besarla aprovechando que ella estaba en ese punto en el que el alcohol aun deja saber lo que se hace. Al final consiguió que se besasen. Ella, en el fondo, tenía muchas ganas. Es posible que ya hubiese besado a otro en alguna de desaparición al baño durante aquella noche.
Él la siguió acariciando por todas partes. Su cuello, sus pechos… No se atrevía a bajar más. Después de un buen rato, Carolina cogió su mano y la puso en su muslo. Ella abrió sus piernas lo poco que le permitía el vestido. Él fue rápido y comenzó masturbarla sobre la ropa interior ya humedecida. Carolina no tardó en bajar un poco su braguita y él comenzó a masturbarla, mientras miraba atrás y veía que había gente que podía verles si se acercasen. Tenían 6 paradas por delante. Él no paraba de masturbarla. Primero acarició su raja, después buscó su clítoris y acabó metiendo sus dedos. Uno era poco para un hueco tan húmedo, y le siguieron dos, tres, hasta los cinco dedos hasta el nudillo. Era la primera vez que Carolina sentía cinco dentro hasta los nudillos dentro de ella. Carolina no dejaba de jadear hasta el punto que él no dejaba de repetirle al oído que se sentase sobre sus piernas para follársela. Carolina se negó a follar.
Él se desabrochó el pantalón y Carolina comenzó a masturbarle muy rápido. Mientras gemían muy bajo, él propuso que fuesen a su casa a follar diciéndole que tenia ganas de desnudarla y hacerla gritar. Carolina se negó diciéndole que no le conocía tanto como para eso y que tal vez otro día podrían quedar. El se resignó mientras se masturbaban.
A él ya le quedaba 3 paradas y no dejaba de repetir que se iba a correr. En ese momento, cogió la cabeza de Carolina y la llevó entre sus piernas y le dijo que al menos se la mamase hasta el final. Ella accedió. Al principio se lamió la punta. Poco a poco fue metiéndola toda en su boca hasta que su mano hizo tope. Él quitó ese tope y apretó su cabeza, hasta que poco a poco la tenía toda dentro. Durante varios minutos, Carolina no apartó su cabeza hasta que le dijo que se iba a correr. En ese momento, a falta de una parada, ella se arrodilló entre las piernas de él y lo masturbó. Él volvió a coger con fuerza su cabeza y la acercó a su miembro. Carolina pegó su lengua a su prepucio. Él se corrió sobre su lengua, y ella mirándole a los ojos la escondió y cuando la volvió a sacar no había nada.
Carolina no había terminado pero él tenía que bajarse en la siguiente estación. Se abrochó rápido e intercambiaron sus teléfonos mientras Carolina seguía con su braguita en sus rodillas. Quedaron en verse otro día.
Carolina se quedo sola, mientras trataba de subir su braguita. No podía dejar de pensar en lo que acababa de ocurrir. Por un momento dejó de subirse la ropa y siguió masturbándose a solas, no dejaba de hacerlo mientras vigilaba que nadie la pillase así. El tren corrió más que ella y no pudo terminar. Se tuvo que quitar la braguita para nadie supiese nada, y una vez en la estación solo pudo pensar en el momento de llegar a casa para terminar a solas lo empezado.
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