Comenzaré mi relato diciendo que hace un tiempo descubrí otra forma de gozar y disfrutar del sexo lo más curioso es que sin tocarnos, tuvimos unos orgasmos increíbles.
Tengo que decir que entre nosotros hubo siempre una enorme complicidad, morbo y sobre todo mucho juego, como quizás hayáis adivinado me estoy refiriendo al cybersexo.
Le conocí una tarde de casualidad, una tarde de tantas aburridas que decidí entrar a un chat por primera vez en mi vida, no voy de santa ni mucho menos, pero yo desconocía lo que en realidad se cuece en esos chats, un chat normal pero que a mí, me descubrió otro mundo.
Mu primer contacto con él fue de lo más educado, respetuoso, tanto que yo flotaba y pensaba... aún quedan hombres así, que no buscan nada, solo conversar... ¡que ilusa!
Mi segunda cita ciber ya se puso más interesante, comenzó a removerme cositas por dentro, él sabía cómo y de qué manera sonsacarme y provocar mi curiosidad y mi morbo, yo siempre he sido curiosa por naturaleza y decidí dejarme llevar.
La escena era supermorbosa, ambos en sus respectivos trabajos y con el peligro de que nos pillaran, empezamos una conversación que fue subiendo de tono por minutos y lo curioso era que no podía parar la situación, quería seguir, hasta ver adonde conducía y el morbo de estar jugándomela por momentos, eso era un plus que me mojaba aún más.
Empezamos a imaginar una supuesta cena, con vinito, champan y tocamientos por debajo de la mesa, rodeados de gente de las demás mesas eso me excitaba más, tanto que empecé a notar mis pezones duros y como se empapaba mi tanguita debajo de mi uniforme, estaba extasiada. Le sugerí que imaginara que después de la cena, fuéramos a su despacho y ahí con una botella de champán me regara entera, que corriera por mis tetas, por mi sexo que me bebiera entera (esto era nuestra imaginación).
Pero la realidad era que estábamos en nuestros respectivos trabajos excitados, tocándonos y teniendo que parar cuando venía alguien. En un momento le bajé mi cam y le mostré mis tetas, mis pezones erectos. Él me correspondió bajando su pantalón y después su bóxer, mostrándome lo duro y excitado que estaba su pene, en ese momento juro que hubiera saltado la pantalla y me lo habría follado ahí mismo, sentadito ahí en su sillón, sujetándole las manos y cabalgándole una y otra vez, parando y siguiéndole follando, hasta que me hubiera rogado que no parara, que se correría... cuando yo quisiera.
Pero como no podíamos hacer eso en realidad, me masturbé por y para él. No tengo que decir que él hizo lo mismo, con el riesgo de que nos pillaran a ambos, ¡pero qué más da! era un aliciente más, un plus al juego, que lo descubrí de casualidad y he de decir que me encanta, nos encanta. Después de esa vez ha habido muchísimas más, tenemos mucho feeling, cada día es una historia nueva, una fantasía nueva y ojalá algún día pueda ser realidad.
(Continuará)