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Con mi vecina en la habitación

~~La historia que os voy a
 contar me ocurrió el verano pasado, y la verdad es que creo que
 es una de las más morbosas que me han ocurrido nunca, ya no tanto
 por la historia en sí, sino por el hecho de haber sido con una
 mujer a la que sigo viendo prácticamente a diario. Como todos
 mis anteriores relatos, es absolutamente real. Vivo en una urbanización
 de chalets en un pueblo cerca de Valencia. Somos 25 chalets y por el
 hecho de tener zonas comunes se ha establecido una buena relación
 entre todos los vecinos. Compartimos piscina y allí se suelen
 celebrar tertulias improvisadas que en verano se prolongan hasta bien
 entrada la noche. Aunque yo no soy habitual de esas reuniones, pues
 por mi trabajo tengo que viajar con bastante frecuencia y estoy poco
 en casa, alguna vez sí que intento forzarme a aparecer por ellas
 porque tampoco quiero que piensen que soy el típico vecino huraño.
 Resumiendo, que es la relación menos habitual entre una comunidad
 de vecinos, donde tan habituales son las movidas por asuntos banales
 que acaban en malas relaciones.Una vez al año, y coincidiendo
 con el principio del verano, solemos hacer una fiesta nocturna en la
 que cada uno aportamos algo de comer y algo de beber y en el borde de
 la piscina comunitaria montamos unas mesas, manteles de papel, botellas
 de refresco de dos litros, litronas de cerveza y platos y vasos de plástico
 y nos pasamos una buena noche bebiendo y comiendo. Como veréis,
 nada sofisticado y con la única intención de pasarlo bien.En
 esta ocasión, la fiesta era una noche de sábado del mes
 de junio que, tal y como había transcurrido el día, daba
 la sensación que iba a ser una noche sumamente calurosa. A la
 hora convenida, las ocho de la tarde, empezamos a acercarnos todos los
 vecinos a la piscina y, en contra de lo que solía ser habitual,
 nos juntamos ese día, entre adultos y niños, más
 de 40 personas.
 Entre ellas había una vecina que vino con su marido y que desde
 el primer día que la vi cuando me mudé a vivir allí
 me llamó la atención. Se llama Esther, tendrá en
 torno a 35 años, casada y con dos hijos que estarán en
 torno a los 8 y 10 años y son el terror de la urbanización
 por sus travesuras. Es bastante seria, de hecho no es una de las personas
 con las que resulta fácil establecer una conversación,
 pues parece que siempre está pensando en cualquier otra cosa
 que es, seguro, mucho más importante que tú y que lo que
 tú le estás contando. Es una persona cambiante, de manera
 que un día te puedes cruzar con ella en el supermercado y lanzarse
 a hablar contigo y no dejarte en paz en tres cuartos de hora y al día
 siguiente, en las mismas condiciones, ni siquiera te saluda. Vamos,
 que no es alguien con quien me iría de vacaciones. Es bastante
 atractiva sin llegar a ser una belleza, castaña, melena corta,
 unas tetas no demasiado grandes pero unas caderas anchas y un culo que
 es algo espectacular. Grande, firme y respingón. Algunas veces
 hemos coincidido en la piscina y ver el culo que se le marca con el
 bikini me pone a 100 por hora, tanto que más de una vez me ha
 servido como inspiración en mis ejercicios autoamatorios
 ;o). Es la típica mujer que en invierno apenas te fijarías
 en ella, pero que la poca ropa a la que nos obliga el calor del verano
 le descubre formas realmente excitantes. Esa noche iba de lo más
 recatada. Llevaba puesto un pantalón largo color verde y una
 blusa a juego. No se adivinaba nada de su anatomía, pero cómo
 yo la conocía ya de verla en la piscina, ni falta que me hacía
 para que me siguiera pareciendo igual de atractiva que siempre.Pues
 bueno, la cena estaba siendo bastante divertida. Cada uno habíamos
 aportado las típicas tortillas de patata, empanadas, bocadillos,
 etc. y mucho de beber. Las cervezas frías eran lo más
 útil para combatir el calor que hacía esa noche y era
 la situación clásica en la que empiezas a beber y a comer
 y cuando te quieres dar cuenta llevas un puntillo alegre muy divertido.
 Como éramos mucha gente, en estas situaciones siempre se da la
 circunstancia de que se forman grupos más pequeños para
 tener conversación más fácilmente, pues entre una
 multitud nunca hay posibilidad de charlar.
 Yo estaba hablando con un grupo entre los que estaban Esther y su marido
 y en el que éramos en total 11 personas entre hombres y mujeres.
 La conversación se iba haciendo cada vez más animada y
 todos habíamos cenado poco y bebido mucho, con el consiguiente
 efecto que eso tiene. Yo me había sentado a su lado y estábamos
 todos compartiendo chistes que con el paso del tiempo iban derivando
 en chistes verdes. Esther no paraba de beber y cada vez se la notaba
 más alegre, lanzándose a contar chistes que no pegaban
 en el aura de antipatía que tenía. Pero se notaba que
 iba un puntito borracha. Aunque el marido estaba cerca y nada indicaba
 que ella podría ser presa para esa noche, no sé por qué
 tenía yo una sensación de que algo podía pasar. .La
 noche continuaba avanzando, y cuando nos dimos cuenta nos habíamos
 quedado en el borde de la piscina sólo los 11 del grupo en el
 que yo estaba. Eran casi las 3 de la mañana y el resto de vecinos
 habían ido progresivamente abandonando la cena. Algunos nos habíamos
 acercado a nuestra casa y habíamos traído botellas de
 whisky, ron, ginebra. . y con la juerga que llevábamos todos
 teníamos un nivel de alcohol importante. Es ese momento de toda
 fiesta donde uno sería capaz de hacer lo que fuera por que no
 terminara, e incluso de hacer cosas que en estado sereno nunca las harías.
 De repente Marcos, uno del grupo, soltó:
 ¿Por qué no nos bañamos?Su propuesta fue recibida
 con entusiasmo. Hacía calor y no era una mala idea.
 Vale, dijo alguien. Vamos a casa a por los bañadores y en
 cinco minutos todos aquí. ¿De acuerdo?
 No, no!!!!! Todos en pelotas!!!!!! –dijo Marcos.Aquello era
 lo típico que nadie iba a secundar. Mucho decir, pero a la hora
 de la verdad, nadie iba a estar dispuesto a despelotarse delante de
 un grupo de tus vecinos con los que te ves a diario.
 Venga gallito, pues tú el primero!!!!! –sonó de
 entre nosotros.Y sin pensárselo dos veces, aquél se quitó
 la ropa en un santiamén, se quedó en pelotas y se lanzó
 a la piscina. Marcos es un hombre de unos 50 años, muy simpático,
 bastante gordo y con una mujer que se llama Amparo de la misma edad
 aproximadamente y también entradita en carnes. Todos nos quedamos
 un tanto cortados, pensando que nunca creímos que lo hiciera
 y mirándonos los unos a los otros esperando a ver quién
 era el siguiente en dar el paso, con esa mirada en la que ruegas que
 sea el otro el que se atreva antes que tú.Marcos estaba ya en
 el agua diciéndonos:
 ¡¡¡Venga, joder, no seáis cortados!!!!! –y
 dirigiéndose a su mujer: ¡¡¡Amparooooo. Metete
 conmigo, venga!!!!!!!!La tal Amparo llevaba un pedete que casi no se
 tenía de pié. Reía a carcajadas sin darle importancia
 a lo que su marido estaba haciendo. De repente dijo entre risas:
 ¡¡Espérame que voy, cariñooooooo!!!!!Y dicho
 y hecho. Se despojó delante de todos del vestido que llevaba,
 del sujetador y de unas bragas que podrían servir como funda
 de un coche y se tiró al agua junto a su marido.Aquello fue la
 chispa que encendió todo. Animados como estábamos por
 el alcohol, todos empezamos a desvestirnos entre risas, tonterías,
 empujones, etc. Yo no quitaba ojo de Esther, que no hacía nada
 y que se mantenía separada de todos sin atreverse a desnudarse.
 A mí, el hecho de pensar que pudiera verla totalmente desnuda
 me estaba excitando una barbaridad, y la polla notaba como se estaba
 desperezando.En menos de un minuto estábamos todos en el agua,
 desnudos, menos Esther, empezando un improvisado partido de voleibol
 acuático con una pelota hinchable que había llevado yo
 de las que regalan con un bronceador. Todos la jaleábamos desde
 dentro del agua y su marido, Carlos, la animaba para que hiciera lo
 mismo, pero ella de repente dijo:
 Yo no. No me apetece bañarme. Me voy a casa.Y se dio media
 vuelta y se fue a su casa. Aquello desbarataba cualquier esperanza de
 verla desnuda. Mi gozo en un pozo. Quería salir de la piscina,
 correr hacia ella, intentar convencerla de que era una fiesta divertida
 y nada más, que sólo era buen rollo. . pero lógicamente
 eso era algo que en todo caso tenía que hacer su marido, y no
 un vecino en pelotas como yo. Si el marido no hacía nada, a mí
 se me desvanecía cualquier esperanza de verla como Dios la trajo
 al mundo.Carlos se encogió de hombros y, sin darle importancia,
 volvió a buscar la pelota con todos. Yo me quedé un poco
 decepcionado, pero al fin y al cabo me iba a quedar como estaba; es
 decir, nada perdía. . así que lo mejor que podía
 hacer era seguir pasándomelo bien.Allí estábamos
 en el agua 10 personas, 6 hombres y 4 mujeres, en algo que suponía
 un contexto un tanto pintoresco: vecinos y vecinas tan cercanos muchas
 veces pero tan lejanos otras. . y todos como en una nube de irrealidad
 que parecía que aquello no estaba pasando. Nadie sabía
 cómo habíamos llegado hasta ahí ni sobre todo cómo
 nos veríamos mañana.Pero mañana sería mañana
 y en ese momento nos lo estábamos pasando bomba.
 Hicimos dos equipos de 5 personas (de 3 hombres y dos mujeres cada uno)
 para hacer un partidillo en el agua. Aunque el motivo era el juego,
 todos y todas se notaba que estábamos empezando a mirarnos entre
 nosotros sin ninguna inocencia. En mi equipo cayó Teresa, una
 mujer de treinta y largos años, rubia, con el pelo largo rizado
 y pasadita de kilos. No era una vecina con la que hubiera tenido mucho
 trato nunca, sólo la típica relación de hola y
 adiós. Tenía un cuerpo que resultaba sumamente excitante,
 sin ser ni mucho menos un cuerpo 10. pero ni falta que le hacía.
 Lo que más llamaba la atención eran sus tetas: algo realmente
 gigantesco (no entiendo mucho de tallas de sujetadores, pero debería
 gastar una 120 por lo menos). y llevaba una borrachera que la hacía
 reír sin parar y ante cualquier tontería. Las improvisadas
 reglas del partido de voley acuático sin red consistían
 en que perdía el punto el equipo que no consiguiera devolver
 la pelota, con todos situados en la zona de la piscina en la que hacíamos
 pie, con lo que los esfuerzos que hacíamos para llegar a la bola
 provocaban choques entre nosotros en más de una ocasión.
 En uno de los lances del juego Teresa y yo fuimos a buscar una pelota
 al mismo tiempo saltando, y yo salté más que ella de manera
 que mi polla quedó prácticamente a la altura de sus tetas,
 un poco por debajo. Al caer caí encima de ella de forma que no
 pude evitar casi abrazarla, con lo que pude sentir sus tetas pegadas
 a mi cuerpo y cómo ella se agarraba a mí cogiéndome
 del culo con las dos manos. Cuando me separé, ella seguía
 riendo y riendo de una forma casi histérica, con lo que deduje
 que lo había hecho de forma inconsciente en medio del pedal que
 llevaba encima. Además su marido estaba también dentro
 del agua, lo que descartaba cualquier intento voluntario de toqueteo
 por su parte.El partido continuaba, pero yo no dejaba de pensar en ese
 momento. Mi polla se estaba empezando a poner alegre de recordar lo
 que había pasado y cuál había sido mi sensación
 al rozarme con aquél cuerpo de morbo y con aquellas tetas enormes.
 Además, no sé si voluntaria o involuntariamente, me daba
 la impresión que Teresa me echaba miradas con frecuencia, lo
 que me provocaba una tremenda excitación. Mi polla se iba endureciendo
 y yo no quería que se notara porque hubiera cantado mucho y además
 era algo que por su gran tamaño era imposible disimular. Llegó
 un momento en que ya estaba totalmente empalmado. Afortunadamente el
 agua servía de ocultación, pero resultaba evidente lo
 que pasaba si alguien se ponía cerca de mí.Ante la vergüenza
 que me daba estar de esa manera dejé de saltar a por balones
 y sólo le daba cuando me caía cerca. En un momento dado,
 Teresa pasó delante de mí dándome la espalda y
 con sus manos detrás me echó mano a la polla durante apenas
 1 segundo, sin dejar de reír y gritar no sé si por disimulo
 o porque seguía metida en la fiesta. Aquello casi me hizo reventar.
 Tenía ganas de cogerla allí mismo, sobarle las tetas y
 follármela dentro del agua. pero como era algo imposible decidí
 irme de la piscina porque sabía que me iba a poner enfermo si
 no me hacía una buena paja de inmediato.Lo complicado entonces
 era salir del agua con la polla a tope como la tenía. Mi erección
 era tremenda. Con el tamaño de mi rabo (me mide casi 26 cm en
 ese estado) no podía hacer nada para disimular, con lo que la
 única opción era armarse de valor y salir de la piscina
 para llegar cuanto antes a la ropa a taparme. Así que dije:
 ¡¡¡¡ Bueno, yo me marcho ya a casa !!!!Los
 reproches en broma de cobarde, rajado. etc.. me los esperaba y aparecieron.
 Pero a mí lo que más me preocupaba era tardar el menor
 tiempo posible en hacer el tramo entre el borde de la piscina y mi ropa
 tirada en el césped. Salí y corrí hacia la ropa
 con mi erección a la vista de todos que provocó algún
 comentario jocoso del estilo cuidado no tropieces, etc. .
 Me moría de vergüenza, de verdad. En cuanto me pude poner
 el boxer, mojado y todo como estaba, miré a la piscina y vi como
 ya pasaban de mí todos y habían vuelto al partidillo excepto
 Teresa que me miraba fijamente con una sonrisita en la cara.Llegué
 hasta mi casa en menos de 30 segundos, y lo primero que hice fue tumbarme
 en el sofá y hacerme una paja pensando en las tetas de Teresa
 que me provocó chorros y chorros de semen que saltaron hasta
 mi pecho y me lo inundaron como nunca lo había visto. Me quedé
 un rato allí tumbado y me dormí para a la mañana
 siguiente amanecer con bastante resaca y una sensación de calentura
 todavía importante.Era domingo y me quedé en casa todo
 el día. No se fue de mi cabeza lo que me había pasado
 con Teresa, su insinuación cuando me cogió la polla, sus
 tetas. aunque con el transcurso del día acabé convenciéndome
 de que no había sido una insinuación como tal, sino una
 consecuencia de la borrachera que ella llevaba y que seguramente hoy
 ella habría defendido ante un juez y plenamente convencida que
 nada de aquello había pasado.Dos días más tarde,
 cuando volvía del trabajo a las ocho de la tarde, paré
 en el pequeño supermercado que hay cerca de la urbanización
 a hacer una compra de última hora. Entré, y en la cola
 para pagar, a punto que la atendieran, estaba Teresa con una cesta llena
 de productos. Iba vestida con un pantalón blanco holgado y una
 camiseta ajustada que le marcaba enormemente sus tetas. A pesar de que
 me moría de vergüenza sólo de pensar en lo del sábado,
 no quería darle al asunto más importancia de la que tenía
 sobre todo si ella seguramente, por lo que había bebido, ya no
 se acordaba de nada, y por eso me acerqué a saludarla:
 Hola vecina , le dije
 Hola Javier , me contestó
 ¿Haciendo compras de última hora? , pregunta
 evidente, pero de algo tenía que hablar.
 Si , me dijo. Necesito algo para el desayuno
 de los niños. Por cierto. el sábado te rajaste pronto
 eh? Dios mío. . había sacado el tema. Pero ya que
 lo había hecho, decidí no esconder la cabeza debajo del
 ala. ¿Y si por casualidad sonaba la flauta?
 Pues sí. Se estaba poniendo el agua muy caliente Ella
 sonrió a medida que se sonrojaba un poco, y me dijo:
 Al final nos quedamos con tu pelota. porque era tuya, no?
 Si. Pero no te preocupes. No le tengo ningún cariño.
 Bueno, voy a comprar 4 cositas y me voy a casa. Me alegro de verte.
 Hasta luego
 Hasta luego Compré lo que necesitaba y me marché
 a casa. Apenas había llegado cuando sonó el timbre de
 la puerta. Abrí y me encontré a Teresa con la pelota con
 la que habíamos jugado el sábado en la mano.
 Vengo a devolvértela El hecho de que hasta entonces
 hubiera sido una vecina más o menos lejana y que desde el sábado
 se atreviera incluso a venir a mi casa con una excusa bastante forzada
 me hizo pensar en darle cuerda a ver qué pasaba.
 ¡Mujer, no hacía falta! Pero pasa, no te quedes
 ahí. Ella entró y la invité a sentarse en
 el sofá del salón.
 Tienes una casa muy bonita. Fíjate que todas las casas
 de la urbanización son iguales por fuera pero tan diferentes
 por dentro , me dijo.
 Muchas gracias , contesté. ¿te
 apetece tomar algo? Estaba sacando las cosas del supermercado de la
 bolsa
 Algo frío me vendría bien, gracias Me fui
 a la cocina a preparar dos cervezas. Mientras estaba allí trajinando
 con los botes y los vasos le daba conversación en voz alta sobre
 lo innecesario de devolverme la pelota, que no hacía falta, que
 se la podían haber quedado sus hijos, bla, bla, bla. .. Volví
 al salón con dos cervezas y unas servilletas de papel.
 Desde luego que el sábado lo pasamos bien eh? ,
 dijo Teresa.Vale. Has vuelto a sacar el tema. Tú lo has querido.
 Muy bien. Creo que todo lo que bebimos fue lo que nos ayudó
 a no cortarnos.
 Pues tú si que te cortaste. Te fuiste enseguida y nos
 dejaste al equipo en minoría.
 No podía estar más tiempo en el agua ,
 dije.
 Ya te vi. Hay que ver como te pusiste , contestó
 sonriendo.El asunto se calentaba. Teresa bebía de la cerveza
 sin dejar de mirarme a los ojos y me daba la impresión de que
 aquello iba a terminar de una forma lógica.
 Y por cierto, , añadió, no me
 imaginaba que la tienes tan grande .Joder, sí que iba rápido
 la vecina. La verdad es que me quedé sin palabras, sin saber
 qué responder en ese momento. Al final sólo se me ocurrió
 soltar:
 ¿Y por qué no te lo imaginabas? Era una
 pregunta bastante estúpida, y lo que es peor, cuando la dije
 pensé inmediatamente que podía provocar un corte de rollo
 que yo de ninguna manera quería que se produjera.
 No sé . contestó. Tienes carita
 de buen chico Decidí compensar mi pregunta estúpida
 de antes y cambiar el tono a uno más directo y rudo:
 Puedo ser un buen chico y tener una polla enorme no? En
 aquel momento ella dejó la cerveza encima de la mesa y acercó
 su mano a mi pierna al tiempo que se lanzaba sobre mi boca y me plantaba
 un beso metiéndome su lengua hasta las amígdalas.Empezamos
 a morrearnos mientras ella gemía y empezó a deslizar su
 mano hacia mi paquete, que ya estaba creciendo de forma considerable.
 Me tocaba la polla por encima del pantalón y comenzó a
 bajarme despacio la cremallera para meter su mano. Yo, mientras tanto,
 le sobaba las grandísimas tetas por encima de la camiseta, notando
 unos pezones rígidos como piedras. Cuando me hubo bajado la cremallera
 del todo, metió la mano dentro del pantalón y me sacó
 la polla que ya estaba dura y grande como una piedra. Sin decir nada,
 se bajó del sofá y se puso de rodillas delante de mí.
 Llevo pensando en esta polla desde el sábado, cabrón ,
 me dijo.Aquella mezcla de sensualidad y rudeza, con esas palabras,
 me terminó de poner a 1000 por hora. Teresa había comenzado
 una lenta mamada que la concentraba en mi capullo, manteniendo los labios
 quietos y jugaba con la lengua dentro de la boca, mientras que con las
 dos manos me desabrochaba el cinturón y soltaba el botón
 y se concentraba en desabrocharme la camisa.
 Yo la cogía la cabeza, acariciándole el pelo rubio y rizado
 y con la otra mano intentaba inútilmente alcanzar las tetas que
 me moría de ganas de tocar.Sacó mi polla de la boca y
 me dijo:
 ¿Quieres vérmelas, verdad, cabronazo?
 Lo estoy deseando, zorra .Había decidido jugar
 a su juego de brusquedad.En eso se levantó y apartó la
 mesa que hay delante del sofá. Se plantó delante de mí,
 que seguía sentado, y lentamente comenzó a soltarse el
 sujetador por debajo de la camiseta, sin quitarse ésta. Con dificultad
 pero con habilidad (las mujeres esto lo saben hacer muy bien) se sacó
 el sujetador por el cuello y sus tetas llenaron la camiseta marcándose
 claramente los pezones. Empezó a desabrocharse el pantalón
 que dejó caer a sus pies, mostrándome unas bragas bastante
 pequeñas para las carnes que Teresa tenía. Se le notaba
 que la humedad de su coño había traspasado la tela de
 sus bragas.
 ¿Has visto como me pone tu pollón? , me
 dijoMe levanté del sofá y me quité lo que me quedaba
 de ropa tan rápido como me fue posible, mientras ella se despojaba
 de las bragas y se quedaba sólo con la camiseta y sin sujetador.
 Quítate la camiseta , le dije. Quiero
 ver tus tetas
 Si las quieres te las tendrás que ganar , me
 dijo sonriendo maliciosamente.En eso la cogí y la lancé
 al sofá. La abrí las piernas y acerqué mi boca
 a su coño, con el vello corto aunque sin recortar. Olía
 a flujo muchísimo y se notaba que estaba caliente como una perra.
 Lentamente le abrí los labios y comencé a lamerle el clítoris.
 Teresa gemía mordiéndose los dedos de la mano izquierda.
 Como me di cuenta que le gustaba bajé hasta la parte de abajo
 de su vagina y empecé a subir muy lentamente la lengua lamiendo
 todo el coño y terminando en el clítoris al que le dedicaba
 un ratito. Esto lo repetí varias veces hasta que de repente Teresa
 soltó un grito largo y mantenido y mi boca se inundó de
 flujo. Se acababa de correr.
 Joder que comida de coño me has dado!!!! , me
 dijoYo estaba ardiendo todavía y el lenguaje que utilizaba Teresa
 me ponía más aún.Se levantó y me hizo sentarme
 en el sofá a la vez que me decía:
 Ahora quiero que me la metas toda. Hasta los huevos. No dejes
 ni un centímetro fuera, cabrón Y se puso encima
 de mí y empezó a meterse mi polla despacio, muy despacio,
 pero sin parar. Parecía que no iba a entrar toda, pero un golpe
 de caderas gordo acabó por enterrarla toda dentro de su coño
 empapado.Seguía con la camiseta puesta y empezó a moverse
 muy despacio arriba y abajo mientras yo con una mano le sobaba las tetas
 y con la otra le acariciaba el enorme culo que estaba cabalgando encima
 de mí. De repente empezó a quitarse la camiseta diciéndome:
 Ahora sí te las has ganado Y se quedó totalmente
 desnuda. Las tetas eran evidentemente las mismas que el día de
 la piscina pero a mí me parecían aún más
 grandes. Con el movimiento saltaban y yo era incapaz de abarcar una
 con una mano. Pero eran absolutamente excitantes. Su cuerpo se movía
 ensartado en mi polla, cada vez más rápido, y sus tetas
 saltaban desafiando a la gravedad. Mi polla estaba cada vez más
 larga y mas dura y notaba como chocaba la punta con el interior de su
 cuerpo, lo que le hacía gemir de placer a Teresa.Yo estaba a
 punto de correrme, y por si acaso lo que pudiera pasar, preferí
 advertirla:
 Teresa. . me voy a correrrrrrrrrrrrrrrrrr!!!!!
 Siiiiiiiiiiiiiiiii. Hazlo dentro de mí. Dame toda tu
 leche, cabrón!!!!!! Y dicho y hecho. Empecé a soltar
 chorros de lefa mientras ella entró en otro orgasmo que la hizo
 chillar aún más fuerte que en su primera corrida. Mi semen
 caía a través de mi polla al exterior mojándole
 la cara interna de los muslos, y ella quedó como en éxtasis
 con su cabeza apoyada en mi hombro.
 Cuando nos recobramos un poco, me miró a la cara y me dio un
 beso en los labios diciéndome:
 Me ha encantado. Me tenías enferma desde el sábado Se
 levantó, sacó mi polla de su coño y cogió
 una de las servilletas de papel para limpiarse la leche que le chorreaba
 por los muslos y empezó a vestirse con prisas.
 ¿Ya te vas?
 Sí. No me puedo quedar. Tengo que preparar la cena a
 mis hijos. Es tarde
 ¿Lo repetiremos?, le pregunté yo
 Ya veremos. Me ha gustado mucho pero no te prometo nada. Soy
 una respetable señora casada. , contestó sonriendo.
 Antes de abrir la puerta para irse me volvió a dar un beso en
 la boca, aún más ardiente, a modo de despedida, y se fue
 dejándome con una agradable sensación.No hemos repetido
 lo de aquella tarde. Desde entonces nos hemos cruzado infinidad de veces
 por la urbanización o en el súper pero sólo nos
 saludamos discretamente como si nada hubiera pasado entre los dos. Espero
 alguna vez volver a repetirlo y si no, pues nada. Aquel polvo no se
 me ha olvidado.

Datos del Relato
  • Categoría: Varios
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  • Envios: 0
  • Lecturas: 1971
  • Valoración:
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