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ATENDIENDO A UNOS CLIENTES DE MI MARIDO

"Juan mi marido había salido hace dos días de viaje y aunque me llamaba todas las noches, Esa noche antes de acostarme me llamó y me dijo que no podría volver hasta después del fin de semana, pero que había hecho una cita con el representante de una compañía y que éste llegaría el fin se semana"

 

Por tal motivo me pedía que lo llame al hotel el fin de semana y que lo invitara a cenar a la casa. El previamente le había mandado un mail, disculpándose y diciendo que yo lo llamaría. Yo le comenté que no sabría qué hablar y él me respondió que únicamente había que atenderlo bien para que se fuera contento y tu Amalia sabes como hacerlo. Colgó el teléfono y me puse a pensar de que hablaría con él, ya que creo que en ese país hablan inglés o algún idioma africano. Al día siguiente fui a la oficina de mi marido, comenté con sus secretarias sobre la cena que tendría que dar, y me empezaron a gastar bromas diciéndome que los negros, tienen fama de tener polla inmensas y cosas así ¿que sabrán ellas?. Ese viernes desde la oficina llamé al hotel para averiguar si había llegado y cuando me respondieron que si, pedí que me comuniquen a su habitación.

Me contestó en un perfecto español y me dijo que estaba esperando mi llamada, así que tuve que explicarle la situación nuevamente y decirle que Juan no podría atenderlo, pero que me había pedido que lo invite a cenar a nuestra casa. Él me dijo que no había venido solo, sino con un socio más y me preguntó si no había ningún inconveniente. Le dije que no, pero por dentro yo me decía que iba a hacer yo sola con dos tipos en mi casa. Le dí la dirección, y me contestó que irían en un taxi del hotel como a las 8 de la noche. En el camino compré comida preparada, de tal forma que solo la pondría a calentar cuando llegaran. Me di un baño para refrescarme y fui a mi habitación para escoger qué ropa me pondría esa noche, ya que debía darles una buena impresión y atenderlos cortésmente, según me lo había pedido mi marido. Me puse braguitas y sujetador color negro, además de unas medias de nylon del mismo color. Escogí un vestido, que había comprado para salir alguna noche con mi marido.

Era color celeste acero y modelo Jane, que es más corto de un lado de la pierna y largo por el otro lado. Lo único malo era que por la parte corta, se notaba un poco el encaje de mis medias, así que debía sentarme con cuidado para que no se levantara mucho ese lado del vestido. Me coloqué unos zapatos negros y me miré al espejo para ver que tal estaba. Me miré por detrás y debido a que el vestido es de un material muy fino, en el costado de mis nalgas se notaba muy pegado, pero ya no tenía mucho tiempo para escoger algo más, ya que de un momento a otro llegaron. Mientras me maquillaba y peinaba. Apenas terminé de arreglarme, tocaron a la puerta y fui a atender un poco nerviosa. Esperaba que se llevaran una buena imagen de la atención que les iba a dar. Cuando abrí la puerta me llevé una impresión, ya que eran dos hombres de raza negra, pero su piel era de un negro color aceituna y ambos medían como 1.90 de estatura. Estaban vestidos de manera casual con unas camisetas marca Lacoste.

Los saludé y los invite a pasar. Uno de ellos me entregó dos botellas de champagne que puse a helar, y los tres nos sentamos a hablar en la sala un momento. Ambos me prestaban mucha atención cuando yo hablaba, y yo notaba que ellos disimuladamente aprovechaban para mirar mis piernas. Les pedí que me disculparan que los dejase solos, ya que iba a servir la cena. Desde la cocina podía escucharlos hablar en inglés y como yo no conozco mucho ese idioma, no entendía nada. La cena transcurrió, y en su conversación se notaba que habían bajado mucho, y mencionaron que era una pena que mi marido no estuviese presente, pero que ya habría oportunidad de reunirse con él.

Cuando estábamos cenando, sentí que la pierna de uno de ellos rozó la mía, pero supuse que había sido en forma casual. Terminamos una de las botellas que ellos trajeron en la mesa y luego los invité a pasar nuevamente a la sala, mientras yo retiraba los platos de la mesa. Les pregunté si deseaban que abriese la segunda botella y ambos dijeron que sí. Me senté a acompañarlos y mientras yo bebía mi copa, ellos conversaban entre sí. Los miré con detenimiento y ambos tenían manos grandes y sus pies también lo eran.

Uno de ellos estaba sentado frente a mí, con las piernas abiertas como se sientan los hombres, y yo empecé a divagar imaginando que me sentaba sobre él. Rápidamente alejé esos pensamientos de mi mente, que seguro eran producto de lo caliente que soy, uno de ellos me preguntó si el champagne me había afectado.

Riéndome le dije que no y cambie de tema rápidamente, preguntándoles si les había gustado la ciudad. El que estaba sentado junto a mí, me dijo que ellos cada vez que llegaban a un país, no se iban contentos si es que no probaban la comida típica, el trago típico y la mujer típica. Su amigo se rió de la ocurrencia y yo también sonreí y tragué saliva, ya que parece que estos negros querían comer algo más que la cena. El negro que tenía al frente me dijo que mi esposo era muy afortunado en tener una mujer tan bonita como yo, y el otro puso su mano en mi pierna derecha, añadiendo que estaba de acuerdo.

La mano de este negro emanaba un calor que me hizo estremecer y no la apartaba, dejándola sobre mi pierna un buen rato. Uno de ellos mencionó que mi marido le había contado que yo sería muy hospitalaria con ellos, con el fin de concretar negocios muy pronto. No sabía qué hacer en ese momento, ya que no quería echar por la borda los sueños de mi marido, pero por otro lado quería follarme a los dos tenia ya el chocho chorreando.
Ellos al ver que no mostraba rechazo, empezaron a insinuarse aún más. El que tenía al costado se pegó a mí y llenaba una y otra vez mi copa, logrando que el licor me desinhiba y en un momento hablábamos como si fuéramos amigos de toda la vida. Tanto así, que en un momento el negro quitó su mano de mi pierna y me pasó su brazo por la espalda, y sentí que su mano llegaba a tocarme una teta por lo largo de su brazo.

El otro negro nos miraba, y lo noté inquieto por los toqueteos que su amigo me daba. El que me abrazaba me dijo que yo tenía una piernas hermosas y cuando voltee a mirarlo me besó en la boca, rodeando mis labios con los suyos que eran enormes. Yo no hice nada por separarlo y mientras me besaba y metía su lengua en mi boca, el otro no aguantó más y también se acercó a mí. Se inclinó y con sus manos separó mis piernas, para ver mis braguitas. Yo pensaba cómo era que había llegado a este punto, y me preguntaba también que esta era la hospitalidad que mi marido esperaba que les brindara sabiendo él lo que me gustaba una polla. Mientras pensaba esto me hicieron poner de pie, y empezaron a meterme mano sobando las nalgas y mi chocho. Uno de ellos me sacaba el vestido, mientras el otro se bajaba los pantalones. Cuando se quedó sin ellos, pude ver que tenía una polla enorme. Era larga y gruesa y me daba la impresión de estar viendo la de un burro,era como la del mulato, se me hizo el coño agua.
El otro también se quitó la ropa y quedó desnudo ante mí. Entre los dos me quitaron el sujetador y las braguitas, dejándome solo los zapatos y las medias negras puestas. Se notaba fuertemente el contraste entre la piel negra de ellos y la mía. Estaba super cachonda ya, y a la vez muy alegre de ver la envergadura de sus pollas. Ambos me lamían todo el cuerpo, y mientras uno separaba mis nalgas para lamer mi culo, el otro se encontraba delante lamiéndome el coño. Los tres nos fuimos a mi habitación y me senté al borde de mi cama, poniéndose ellos frente a mí con sus pollas apuntando a mi cara. Se las empecé a chupar, sin lograr que entren totalmente a mi boca.

Me eché sobre la cama y uno de los negros se puso a metermela. Su polla era tan gorda, que mis labios del chocho la rodeaban a duras penas y me hizo sentir en la gloria de tanto que metía y sacaba. El otro se puso de rodillas a la altura de mi cabeza y puso su polla dentro de mi boca para que se la chupe.

Así me tuvieron un buen rato, hasta que ambos se corrieron llenando el interior de mi coño y mi boca. Yo solo quería que me follasen más y les pedí que me follasen entre ambos. Se acostaron en la cama cada uno a un costado mío y me puse de rodillas en la cama, y se las chupaba alternadamente, dejándoles ver mi culo mientras lo hacía. No tardaron mucho en ponerse como un par de trancas y me puse encima de uno de ellos, mirándolo de frente. Nos besábamos en la boca, mientras me metía su polla en mi chocho y le dije al otro que me la metiera por detrás. Se puso de pie en la cama y dobló un poco sus piernas, hasta poner la cabeza de su polla en mi culo. Poco a poco empezó a empujar hasta meterla,y así ambos me follaban por delante y por detrás.Estos dos negros me estaban haciendo gozar como una cerda. Mientras me follaban sonó el teléfono, que se encontraba en la mesita de noche y estiré mi brazo para alcanzarlo.

Contesté y era mi marido. Me preguntó si sus clientes habían ido a la casa, y yo le dije que si. Me dijo que si los estaba atendiendo como me lo había ordenado, y les respondí que los estaba atendiendo en ese momento,me la estaban metiendo por los dos agujeros y que por eso debía colgar el teléfono que ya sentía que la leche de ambos negros se derramaba en mis dos agujeros.

Una vez que terminamos les limpie sus pollas con mi boca, chupando toda la leche que aún les quedaba. Luego nos vestimos y volvieron a su hotel. Me llamaron al día siguiente para que los visite, pero esa ya es otra historia.

Datos del Relato
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