Trabajo en un banco, y tengo un cliente que va a mi oficina muy a menudo. Es un tipo de 30 y algo de añoS. Súper serio, muy decente y nada coqueto... siempre he tenido una fijación por los hombres serios como el. Además de que resulta un reto para mi, que un hombre no me mire o coquetee. Un día el señor pidió mi número de teléfono para algo específicamente laboral (eso pensé yo), sin embargo un día me escribió con excusa de una cuenta bancaria. Y seguimos chateando por toda la semana. Aún cuando yo moria de ganar por insinuarme le y decirle lo antojada que estaba de el... el súper educado nunca me dijo nada. Fue un día que debí llevarle unos papeles para que firmara a su Lira de trabajo, que, vi como me miraba. Con ojos de querer comerme allí mismo. No quitaba su mirada de mis labios mientras hablaba y humedecía los labios constantemente. Así que decidí lanzarme y exponerme si Yam vez el me rechazaba. Me puse de pie, rodeé el escritorio y mirándolo fijamente, le di vuelta a su silla. El, con una sonrisa pícara y seductora, no dejaba de mirarme. Me acerqué y me senté en sus piernas. Donde logré sentir en mis nalgas su verga tan dura como roca. Justo ahí enloquecí de deseo y le di la espalda aún sintiendo tremenda ereccion en mis piernas. El Verme deseosa, este cliente común y desente, se convirtió en un depravador y morboso hombre. Pues me tomó fuerte del pelo, y comenzó a morder mi cuello, mientras me susurraba cuánto tiempo llevaba deseándome e imaginándome en 4 sobre su escritorio. Yo, con la concha empapada, me bajé el pantalón y me quite la blusa. El de alejo de mi, para apréciales mi cuerpo, desnudo, completo... se acercó mirándome fijamente y me levanto sobre sus brazos, me tiró encima de la mesa y separo mis piernas para observar con concha escurriendo por el. Se mojo los labios y se pegó a ella como perro lame cucas. Succionó y lengüeteó sin pausa. Bebiendo todo lo que producía mi explotación. Esporádicamente subía y me besaba, y en su lengua podía sentir el sabor a mi. Me hizo terminar después de un buen rato de lengua y de palabras cochinas. Ahora era mi turno, pues estaba babeando por descubrí el sabor de esa verga que tenía a punto de estallar. Tenía una verga deliciosa. Grande, cabezona y babosa. Fue mía tanto como quise. Y cuando ya noté en su mirada que no podía resistir más, lo cabalgue. Moví mi culo hasta sentir su pija tan adentro como nunca había sentido a nadie. Me culió como si fuese una puta guarra. Le puse mis pantis chorreados en la cara y eso fue suficiente para que estallara dentro de mi, llenándome de su esa leche que tanto deseaba.