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Mis machos del campo (cuarta parte)

Acomode y ordene la casa hasta que quedo impecable. Me costó regresar a mi dormitorio el colchón de cama doble que habíamos usado, las dos sabanas que había colocado sobre él, estaban empapadas con manchas de mis jugos y del semen de mis chicos que aún estaba húmedo, olí varias veces su aroma refregándolas sobre mi cara y a pesar de estar plenamente satisfecha volví a estremecerme. Me dije a mi misma que era suficiente, así que me calme y las puse a lavar junto con mi baby doll que estaba igualmente impregnado de manchas de los jugos mezclados de mis machos y míos, tenía que lavar las huellas del festín. Busque algo para cocinar y pensé en que mis leones estarían hambrientos, así que saque unos bifes y algunas verduras para esperarlos porque por mensaje me habían avisado que habían ido a hacer alguna tarea y regresarían hambrientos. El mensaje terminaba así: “besos de tus papitos, hermosa NUESTRA”, casi me derrito al leer esas palabritas tan hermosas que me dirigían, especialmente el NUESTRA porque era verdad, era SUYA y ellos MÍOS. Me gustaba que además de educados y simpáticos fueran halagadores y cariñosos. Respondí que los esperaba a almorzar, y agregue “besos MIS AMORES”. Luis regresaría a la noche y todavía podíamos compartir unas horas más.



Pasado el mediodía escuche el ruido de los cuatriciclos, mis chicos estaban de nuevo de regreso a casa. Había puesto la mesa a la sombra en el patio, adornada con un vaso lleno de florcitas silvestres que había buscado cerca de casa. Los tres me saludaron con un beso en la boca y se sentaron. Pregunte si estaban hambrientos y el melli Luis respondió: claro que sí, hicimos mucho ejercicio anoche!!! Nos reímos de la ocurrencia y comimos conversando de cosas del campo y sin siquiera referirnos al encuentro que tuvimos. Me daba risa el respeto y el trato de “Usted” cuando me hablaban, ninguno se animaba a tutearme. Los tres devoraron la comida, pero como siempre Ricardo, el más pícaro dijo: muy sabrosa la carne, pero no se puede comparar con la que comimos anoche que estaba exquisita!! Nos reímos y festejamos sus palabras, yo coqueteando le di un suave chirlo en el hombro, como reprendiendo su dicho. Luis fue hasta el naranjo que había detrás de la casa y trajo naranjas de postre para todos. En la sobremesa charlamos cosas triviales de sus trabajos y el mío, que era mantener limpio y ordenado el patio e ir pasando en la PC del escritorio las novedades que ellos y Luis traían del campo: pariciones, algún novillo perdido, fardos de pasto y bolsas de alimento que consumían los animales, estado de los caballos de raza que había en el corral etc. Algo simple y que me llevaba poco tiempo



Rato después les dije que se marchen, que tanto ellos como yo necesitábamos descansar después de semejante noche. Se rieron y se despidieron con un beso, pero el melli Luis no pudo con su genio y metió su mano debajo de mi falda y con mirada picara manoseo suavemente mi culo, le cachetee el brazo y riéndome por la cosquilla que sentí le saque la mano y lo bese en la boca. Los tres fueron hacia su casa y yo empecé a entrar la vajilla y lavarla. Cada vez me gustaba más su compañía.



De verdad estaba agotada y me dolía todo el cuerpo, me acosté y me dormí profundamente. Desperté varias horas después al escuchar el ruido de la camioneta de Luis regresando del pueblo. Salí a recibirlo, nos besamos en la mejilla y conversamos sobre lo que ambos habíamos hecho en estos dos días, Por supuesto que le mentí que hacer las tareas, aburrirme y dormir. El conto algo de la feria pero no le preste mucha atención. Mi mente estaba en otra cosa. Cenamos, me dio un beso en la frente y se fue a dormir. Era un hombre bueno y de verdad yo lo quería, pero casi más como a un amigo que a un marido. Me remordía la conciencia mi comportamiento, pero era algo nuevo que había descubierto y no quería abandonar. Pensé que en parte era su culpa por la monotonía intima a la que estaba acostumbrado y a la que ahora yo no estaba dispuesta a resignarme. En estas semanas que llevábamos ahí yo había descubierto un mundo nuevo de placer y lujuria que no dejaría por nada.



El calor era agobiante, luego de darme otra ducha me acosté en mi cama, allí donde retoce como una perra con mis machos. El coger a oscuras me había despertado el morbo, no me podía sacar de la cabeza el placer que había sentido siendo usada por tres machos no sabiendo cual era cual, y gozando por igual a cada uno. No había sido Isabel, había sido una trozo de carne usada y gozada como un objeto por tres sementales fuertes y jóvenes, que me cogieron despierta y seguramente también luego que me dormí, mis pensamientos volvieron a calentarme, pero tenía la concha y el culo tan irritados que ni se me ocurrió pajearme. El domingo a la tarde los chicos jugaban al futbol entre ellos, bromeando y divirtiéndose sanamente. Desde el patio donde estábamos sentados con Luis los mirábamos y no pude evitar comentarle lo buenos y educados que eran, que de haber podido me hubiera gustado tener hijos como ellos. Luis asintió con la cabeza, ambos sabíamos que yo no podía tener hijos después de los estudios que me había hecho al poco tiempo de casarnos. Por un momento pensé que eso había desanimado a Luis a cogerme mejor, pero descarte esa idea en el acto, él era así, frio y aburrido en la cama. La semana fue monótona, yo intercambiaba mensajes con los chicos a cualquier hora de la madrugada, en la cama ponía mi teléfono cerca de mi cara en vibrador y al sentir un mensaje me despertaba en el acto para leer las cochinadas que me decían, yo redoblaba la apuesta y les respondía más sucio aún. Era fines de febrero y seguía el calor agobiante, yo iba sola al arroyo mientras ellos trabajaban, me gustaba bañarme y tomar sol desnuda, aunque eso me llevaba indefectiblemente a recordar el día del primer encuentro y me calentaba tanto que me pajeaba dentro del agua.



El jueves a la noche estaba tan excitada, que al sentir los ronquidos de Luis les hice un mensaje a mis chicos, les pregunte si les había gustado ver cómo me había pajeado y que si querían vengan a mirarme a la ventana, pero con la condición que ellos hicieran lo mismo y me mostraran sus caras gozando. Me desnude, corrí las cortinas y espere a mis espectadores, nos pajeamos los cuatro mirándonos a la cara con la tenue luz del velador de mi pieza que los alumbraba. Vi su cara de sorpresa cuando me puse boca abajo y me metí el dedo en el culo, mientras me metía un dedo de la otra mano en la concha. Fueron solo unos minutos, pero acabe como si hubiéramos cogido, y estoy seguro que ellos también. A los pocos minutos que se fueron recibí un mensaje diciendo que la paja por el culo los había enloquecido y me recriminaban porque no se lo había hecho así en la fiesta que tuvimos. Les respondí que la profesora era yo y que iba a enseñarles paso a paso, su respuesta fue “Besos profesora NUESTRA”. Ellos sabían que les pertenecía tanto como ellos a mí, creo que los cuatro estábamos locos de lujuria. No podía creer que yo, Isabel, la esposa fiel y resignada a una vida íntima monótona y aburrida me había transformado en una degenerada, lasciva y puta, siendo presa fácil y objeto sexual de tres machos jóvenes, permanentemente pensaba cosas sucias y eso me daba enorme e íntimo placer. Por momentos creí que me estaba volviendo loca, que tenía dos personalidades, pero siempre concluía pensando que en realidad la verdadera Isabel era la actual, la hembra en celo que desesperaba por sexo. Atrás había quedado la otra Isabel. Ahora era una verdadera puta. Pasaron dos semanas sin que Luis tuviera que viajar ya que don Carlos se ocupó de traer los enseres necesarios para nosotros y los animales.



Yo desesperaba porque necesitaba a mis machos, era un síndrome de abstinencia que me ponía de malhumor y no encontraba la forma de verme con mis chicos. Un día mientras Luis dormía la siesta les pedí a los chicos que fueran al bosquecito, me puse un vestido abotonado adelante, debajo estaba toda desnuda, llegue y estaba solo el melli Juan, los hermanos habían salido al campo y el quedo esperando a Luis para hacer otra tarea, mientras me arrimaba a el desabotone mi vestido y quedo todo el frente de mi cuerpo descubierto. Juan en el acto me tiro sobre los yuyos, me lamio los pezones desesperadamente y en un solo movimiento saco la pija y me la enterró toda, mientras cogíamos me decía entre gemidos que me extrañaban, que me necesitaban, yo jadeando le respondía lo mismo y le pedía que no pare, que me coja mucho, el no acababa pero yo si acabe dos veces y le pedí que me dejara ponerme boca abajo, que pasara saliva por su pija y por mi culo y me siguiera cogiendo, necesitaba ser penetrada por todos los agujeros, cuando sentí el chorro de leche tibia dentro mío me calme, le comí los labios y la lengua de un beso y marche caminando rápidamente para mi casa, sintiendo los chorros de leche que me salían por el culo, eso quería, mucha leche tibia dentro y sobre mí. Cuando llegue Luis se estaba despertando, le ofrecí mate nos sentamos y conversamos unos minutos, le grito a Luis que estaba en su casa que se aprestara a salir, el melli Juan llego a casa, Luis lo hizo pasar y yo no quería ni mirarlo, tenía miedo que se me notara o se le notara a él, cuando salieron el me dedico una mirada cómplice y me guiño un ojo. Mi macho se iba a trabajar contento y yo quedaba casi satisfecha, me había faltado chupar pija y tragar leche, me faltaron dos de mis machos, pero me consolé pensando que al menos había liberado algo de mi calentura. Fui a ducharme y sacarme el pegote de leche de mis nalgas y piernas. Por suerte unos días después pasó algo que mejoraría las cosas…


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