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mi deseo

Ellos dos se deseaban mutuamente, necesitaban uno al otro ya que tenía las ansias de tenerse cerca uno encima del otro besándose, gimiendo agarrándose y arañazos de placer.

Todo empezó cuando llegaron a la casa, todo se inició cuando tiraron las cosas al suelo, el bolso, las llaves, todo lo que mantenían sus manos ocupadas desapareció de inmediato.

Comenzaron con unos simples besos que se iban intensificando con cada caricia o mordida en el cuello. Él le toma de la cintura con las dos manos e iba bajando hasta llegar a sus glúteos donde agarró con más intensidad. Eso provocó que ella le cogiera del cuello con fuerza y con la otra mano le arañó ligeramente la espalda por encima de la ropa. Después de ese intercambio de deseo, él deslizo su mano por su espalda donde desabrocho el sujetador con un simple chasquido, luego vino ella quitándole la camisa ajustada que llevaba, que le marcaba cada músculo, se lo quitó despacio para poder admirar esas venas hinchadas, los músculos tensos, y sintió un deseo de que le estrujara con esos brazos... tras eso la cogió esta tenerla a la altura de la cintura donde él tenía el control sobre su cuerpo y podía sentir como se arqueaba espalda.

Cuando llegaron al dormitorio él estaba sobre de ella le hizo poner sus manos por encima de su cabeza, allí las entrelazaron mientras él jugaba con la lengua de ella. Le provocaba con sus mordiscos de labios largos y sexy, después de uno de esos mordiscos él decidió separarse para poder empezar verdaderamente la acción.

Fue besando el cuello para ir bajando hasta el escote, donde allí le quito la camiseta que escondía esos senos que tanto deseaba... siguieron sus besos, bajó el escote, lamió los senos, lo que hizo que ella se excitara más y más, con sus manos paseándose por el torso desnudo, fue bajando hasta llegar a la cintura la hizo que la despojara de sus pantalones y después de la prenda que ocultaba su sexo.

Cuando el subió ella le agarró y le dio la vuelta a la tortilla. Él estaba debajo, ahora mandaba ella. Replicó la misma acción que hizo él con sus manos, entre besos fue al cuello donde le mordió que soltara un pequeño gemido después de eso fue lamiendo su cuerpo hasta llegar al cinturón. El sexo de él estaba deseándola de una manera destacable; entonces ella decidió de no privarle de ese deseo, le rebató toda prenda menos la ropa interior ya que le tenía otros planes para su rey... se colocó encima, en ese momento entre los dos sexos solo existía una prenda.

Estaban sentados y siguieron besándose mientras ella iba frotando con su miembro para que empezara a derrumbarse el celo del calor y del pecado que iban a cometer en ese cuadrilátero.

Lo que hizo fue haciéndose paso entre caricias en la cintura y mordiscos hasta llegar al centro del fuego, en el instante que su boca llego a su destino se desató el caos. El caos se veía con cada gemido de ella desando a su hombre se lo demostraba con su manera de aferrarse a sus brazos con cada movimiento y cuando tocaba su zona muy acertada o estaba a punto de llegar a su apogeo de deseo. Rasgaba sus brazos para liberar su ansia de pasar al siguiente paso. Tras saciar parte de su apetito la reina decidió cogerse de sus hombros y hacer que sus caras estuviesen frente a frente. Cuando estuvieron nariz con nariz ella inició un beso apasionado, le quitó la única prenda que tenía su rey.

Allí fue cuando el inferno tembló ya que el deseo que sentían se notaba con cada gemido de ambos, con cada movimiento pasional, mordiscos, lo ¨oh si ¨que salían de sus bocas provocan el anhelo por sentir más. Cuando la reina reinaba sobre su rey llego el primer clímax que se desato con un fuerte gemido que lo acompaño la tensión de los cuerpos tras tal sentimiento de satisfacción que dio pie a desearse más a hacerlo con más ansia de volver a tener esa sensación, ese despojo de pasión entonces llego el segundo a salto que fue cuando el rey cogió el mando y decidió intensificarlo todo, cada beso, cada agarre y cada mordía lo hacía pasional para su reina ya que él quería satisfacerla hasta saciarla plenamente.

Cuando ya estaban los dos en pleno apogeo de sus sentidos, llegó el momento en que los dos deseaban llegar al clímax decidieron entregarse uno al otro con cada beso, con cada acción, esos gemidos y esa conversación erótica:

-te gusta? 

- si dame más 

- oh si 

Todo eso provocó que el infierno se desatara por completo de los dos gimieron con una intensidad y con un anhelo de que el otro notara lo que provocó se arañaran la espalda, cuello y glúteos como no lo había hecho antes y ese mordisco en el labio para que durara más el placer.

Todo acabó con un beso que encendió todos los fuegos que no había encendido
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