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Habían pasado ya algunos días desde que metí mano a mi suegra en la carretera, y las cosas entre los dos marchaban estupendamente, muy cordiales, ella prácticamente se había convertido en mi novia, íbamos juntos a todas partes y convivimos mucho.
Pero no había podido llegar a donde yo quería y ansiaba, a meterle mi gruesa verga en su alucinante puchita, y me conformaba con el espectáculo de sus nalgas, y sus esplendidas carnes.
Ella cambio mucho después de nuestro encuentro, porque se arreglaba mucho más, se vestía más sugerente y cuando estábamos solos usaba por las mañanas su batita de dormir, que cuando se agachaba “despistadamente” se le metía entre las nalgas, y yo suponía que no traía calzones.
Sus tetas sin brasier denotaban espléndidamente sus duros pezones bajo su bata de dormir, pero ella no se inmutaba, y seguía como si nada, yo con la verga tiesa todo el tiempo esperando me diera luz verde para meterle mano, simplemente esperaba.
Hasta que un día amanecí más enjundioso que de costumbre, había estado soñando con ella y eso me excito sobremanera, logrando una erección durísima que me duro muchas horas y así me levante con una carpa en mi pijama.
Fui al baño y me eche agua fría en el rostro y nada, aquello no se bajaba, los huevos me dolían de tanto semen contenido en su interior, y así baje al comedor.
Y ahí estaba ella, empinada buscando no sé qué en la cocina, con su nalgas distendidas y apuntando hacia mí, me agache para ver si miraba algo, y mire sus esplendido culo, no traía calzones, porque pude apreciar su raja y su vello púbico.
Hijuesu, pensé yo, cuanta carne y yo chimuelo, no puede ser, y en un acto desesperado me avente al ruedo, me saque la verga de entre mi pijama, y se la apunte a su rajada, y ella sintió el piquete y se incorporó de inmediato, y volteo a verme enojadísima.
-¿Que chingados traes?, porque te me pegas así, pervertido.
Yo no atinaba que decir no se me ocurría nada coherente, y solo alcance a balbucear.
-Perdón suegrita es que no la mire, que estaba ahí agachada, ando medio dormido.
-¿y siempre andas con esa cosa de fuera y parada?, me inquirió airadamente.
-¿Dónde qué cosa? Me hice el tonto, pero se refería a mi pene bien erecto y apuntando al techo.
-¡Por poco me lo metes cabrón!, casi sentí la punta dentro.
-¡Es que usted no trae calzones suegra! Y ahí está el peligro, jeje.
Ella se acercó a mí y me tomo la verga en toda su extensión y la apretó, luego estiro el elástico de la cintura y me dijo;
-Guárdate eso dentro, por eso te metes en líos, porque no sabes guardar tu cosa en su lugar y siempre andas buscando donde meterla.
Y la verdad es que yo si le había apuntado bien a su rajada, y solo alcance a meter el grande, no me dio chance de empujársela toda, pero algo es algo.
Esa mañana me hice una paja de antología, recordando su tremenda rajada, y sus nalgas suculentas y apetitosas.
Un día tomo sus maletas y se fue a Guadalajara donde tiene una casa propia, y el resto de sus hijos viven ahí, y sin decir nada se fue por algunos días, dejándome solo y desconsolado, solamente con su recuerdo.
Fue entonces cuando intensifique mi espionaje con mi cuñadita Paty, logrando cogérmela varias veces, también a mi sobrina Mariana, y sobre todo a mi amante la bella y sensual Ariana, pero ellas no competían con mi suegra que era de primera división.
Todo un reto, y lo tenía que lograr. Como de que no.
Duro tres meses en Guadalajara y un día regreso, venia más bella que de costumbre, se pintó el pelo de rubio, y como tiene los ojos grises se veía despampanante, mucho más delgada.
-woow, suegrita, ¿que sea hecho usted que la veo más hermosa que de costumbre? Dije yo…
-Pues ya te contare “Yernito” ¿y tú como te has portado? Dijo delante de todos.
-Bien suegra, muy bien, si quiere pregunte a los demás, y vera que no miento.
-¡Esta bien, así me gusta que no seas tan mujeriego!
–¿Yo?
Y bueno así estuvimos un rato platicando en la sala todos en familia, yo admirando a mi suegra que había cambiado su impresionantemente, y ¿cómo lo logro esto?
Se había metido al gym, y se puso en manos de un nutriólogo, y los cambios fueron evidentes, yo me sentía intimidado por semejante mujer.
Y desde ese día me olvide prácticamente de todas y me concentre en conquistar esa mujer de esplendidas caderas firmes y grandes, tetas abundantes y pezones duros, su rostro perfectamente maquillado, sus cejas delineadas, y su boca rojo carmín, se antojaba darle unos besos candentes.
Ella sentada frente a mí a veces disimuladamente, cuando nadie veía, cruzaba la pierna y me dejaba ver sus piernas y sus bragas, yo estaba alucinado, y mi verga respondió en el acto, y se paró a todo lo que podía.
Mis cuñadas estaban sorprendidas y asombradas del cambio de mi suegrita, y la adulaban de todo a todo, que sus piernas, que sus caderas, que el pelo rubio, que la actitud, y yo sufriendo como un condenado, ¡yo quería cogerla ahí mismo!
Pero lo mejor estaba por venir, solo que yo me desesperaba de no contar con tiempo para atenderla, con Juanita embarazada y mi trabajo, aparte de mis amantes, total hecho bolas.
Pero la paciencia tiene su recompensa, y el solo hecho te tenerla nuevamente en casa ya era súper emocionante, mirarla cada rato, cada instante, escuchar su linda voz, y verla caminar provocativamente, todo un espectáculo que yo debía disfrutar solito.
Y sucedió que un primo de la familia se casaba y fuimos invitados a la boda, pero como fue de improviso la fiesta, a casi todos nos había tomado por sorpresa y probablemente algunos no podrían asistir, debido también a que la ceremonia seria en otra ciudad cercana, y Juanita de disculpo, “No podría ni ponerme tacones, argumento”, “Así no asistiré”.
-¿Me podrías hacer un favorzote amor?, me dijo Juanita, -Podrías llevar a mamá a la boda?
-Ya ves que nadie puede acompañarla y tu ahorita estas de vacaciones, -sobres, pensé yo.
La ocasión estaba de lujo, primero muerto que dejarla pasar, yo me apunté inmediatamente para acompañarla, y ella accedió gustosamente, nos iríamos en una semana, mientras que preparábamos yo el traje, ella su vestido y sus ajuares.
La semana se me hizo eterna, yo mientras comía mariscos, nueces, semillas y cuanto afrodisiaco se me pusiera enfrente, la ocasión lo ameritaba y casi podía oler el dulce olor de su sexo palpitante esperando ser cogido.
Sus hijas la acompañaron a escoger su vestuario, emocionadas con el cambio radical de su madre, y orientándola en que cosas debería usar en la boda, como si fuera ella la novia, yo observando y relamiéndome los bigotes, no dejaría que nadie se le acercara ni un metro.
Por fin se llegó el día, cargamos maletas en el auto y preparamos todo para el viaje, ella y yo solitos, solitos tres días, para ella y para mí.
Llegamos a la ciudad de Guadalajara sin contratiempos, pero a la mitad sucedió algo que me animo un mas, ella me dijo;
-Voy a dormir un rato, no te vayas a aprovechar como la otra vez, ¡entendido yernito!
-Que tanto es tantito, bromee yo, ella me guiño un ojo pícaramente.
Y así paso, ella se durmió plácidamente en el asiento del coche reclinándolo y tapándose con una frazada, yo pensé, meteré mano otra vez, y si le metí mano suavemente a sus tetas, y se las apreté un poco, acaricie su pelo y su rostro, creo me estaba enamorado de ella.
Cuando llegamos, ella despertó y me dirigió una mirada otra vez picara, y me dijo intrigada;
-Ahora no se te pasó la mano yernito chulo, gracias por traerme, y me dio un beso en la mejilla, yo le tome el rostro con las manos y le di un beso en los labios, ella forcejeo un poco y me retiro enérgicamente.
-Nada de eso hijo, no comas ansias. Yo me quede de una pieza, me estaba sugiriendo que habría una oportunidad para mí, solo que con calma, cosa que yo no tenía.
Supuestamente nos hospedarían en casa de los parientes, pero como fueron muchos no encontramos lugar y se disculparon muy apenados con nosotros, y nos fuimos a un hotel del centro, yo encantado, claro que sí, y nos registramos en el lobby como señora y señor Loredo, aunque ella no se dio cuenta, yo conservaría toda mi vida ese papel.
-¿Suegrita que cree?, no había habitaciones separadas, nos dieron una para dos personas, usted cree que hay problema?
-Te estás pasando de vivo Peter, me dijo, pero bueno ya que, ya lo pagaste.
Dejamos nuestras maletas en el cuarto y bajamos al comedor del hotel, ambos teníamos hambre, y nos dispusimos a saciarnos, ella me tomo del brazo y yo muy rimbombante, me sentía todo un galán, del brazo de tan bella mujer.
Luego fuimos a pasear un poco por la ciudad, yo le tome la mano, y ella no dijo nada, solo me correspondió, parecíamos una pareja de esposos, nunca había sido yo tan feliz, y eso que aún no me la cogía como es debido.
Por la tarde noche nos preparamos para la ceremonia y ella se metió al baño y cerro por dentro, chin… yo pensaba tallarle la espaldita o algo, pero ella se resistía o estaba guardando el momento.
Luego salió enfundada en la bata de baño y me dijo, metete tú ahora, mientras que me cambio, y así lo hice pero yo no cerré totalmente la puerta, jeje.
Ella como si nada siguió secando su cuerpo y su pelo, y poniéndose crema bajo la bata, sabía perfectamente que yo la estaba espiando desde mi puerta entreabierta, no me dejo ver nada.
Yo en el baño por poco me masturbo de tanta adrenalina contenida, mis huevos suplicaban ya los vaciara un poco, pero yo tenía esa leche destinada para ella, y esta noche seria.
Cuando yo salí del baño, ella ya casi terminada de vestirse, solo le faltaba subir el zipper del vestido, cosa que me pidió de favor, yo con todo gusto le ayude, y pude apreciar esa bella espalda, tersa y suave como la seda, el vestido tenía un escote hasta sus nalgas, ups, que cosa tan erótica, pensé.
Mi verga reacciono violentamente y pensé en darle un arrimón, pero ella lo intuyo y se apartó, siguiendo con su arreglo.
Yo intencionalmente para cambiarme solté la toalla y quede en pelotas, ella me miro de reojo y sonriendo me dijo;
-¿Oye y esa cosa nunca se te baja o qué? –mira nomas como la traes, creo que esta hasta morada.
Y fue donde estaba yo y me la agarro por la base, tanteando el grosor y el tamaño de mis huevos, y me dijo pícaramente, relamiéndose los labios.
-¡Harías muy feliz a cualquier mujer con esa tremenda cosa, cariño!
-Pero vístete anda, que se nos hace tarde, luego veremos qué hacer para remediar tus males, rio escandalosamente, y yo me cambie, necesitaba tiempo para tramar algo.
Nos arreglamos lo más que pudimos, y así vestidos de etiqueta estábamos listos para la boda, ella con un vestido entallado tipo sirena, que marcaba increíblemente sus esplendidas nalgas, y su pronunciado escote, donde sus tetas libraban una batalla por salir.
Su maquillaje perfectamente aplicado y delineado sus ojos, su pelo rubio platino brillaba como plata a la luz de los faroles, sus altas zapatilla marcaban sus piernas de forma alucinantemente perturbadora.
Yo seguía mi lucha eterna con mi pene, siempre tieso, siempre listo.
Llegamos a la boda, que estaba a todo lujo, gente muy distinguida y bellas mujeres por doquier, pero la mía era la más sensual y bella, que todos los hombres volteaban a verla con ojos de lobos hambrientos, pero no les sería fácil quitármela, ella iba de mi mano.
Las miradas hacia ella no cesaban, los tipos descaradamente le miraban su culito y la desvestían con su mirada, yo me estaba poniendo celoso un poco, estaba algo incómodo.
Llego un tipo a saludarla, bien parecido fortachón y de cierta edad, ella se paró y lo saludó con un beso, el aprovecho para abrazarla más de la cuenta porque se la pego contra su cuerpo, ella no dijo nada, y despidió al hombre aquel.
Yo ardía de celos, y la verdad algo se estaba moviendo en mi alma, hasta fiebre creo tenía ya, no soportaría el coso de los hombres hacia ella, terminaría golpeando a alguno.
Esa noche cenamos, bebimos y bailamos como dos recién casados, ella se dejaba adorar por mí, yo en los cuernos de la luna, pegaba su cuerpo al mío sintiendo la fragancia de su perfume, y su aliento candente, su voz tan sensual, su presencia tan perturbadora, y fue mi noche y fue su noche.
Ella de pronto bajo una mano y me toco deliberadamente el paquete, y lo encontró tremendamente duro;
-Los suponía me dijo susurrante, este amiguito tuyo no se raja, a ver si de verdad aguantas cariño, vamos al hotel, ya me siento muy mareada por el alcohol
-¡Encantado suegrita!, -No me diga suegrita, dime por mi nombre, -Lucia¡
-Claro que si Lucia, vámonos yo también me siento igual, y no quiero manejar así por la ciudad, esta noche no quiero percances.
Y nos fuimos al hotel, yo ansiaba el momento, yo soñaba el momento, y el corazón me latía apresuradamente, y mi amiguito igual de tieso.
Subimos tambaleantes al quinto piso donde estaba nuestra reservación, y en el ascensor ella me abrazo, argumentando que se sentía muy mareada, yo también la abrace y busque su cuello y aspire su fragancia que me excitaba mucho, ella suspiro.
Ya en el cuarto ella se tiró en la cama y se deslizo como una gatita ronroneante y me dijo, -ven.
Yo nervioso pero algo envalentonado por el alcohol, me decidí aventarme al ruedo están noche seria mía, no había alternativa.
-Ella me ofreció sus labios sugerentes y provocativos; -¡bésame Peter! Y yo la bese por primera vez en los labios gruesos y jugosos, y me prendí de ellos bebiendo su aliento alcoholizado y dulce.
-y nos fundimos en un abrazo fervoroso y ansiosos los dos de saciar nuestras carnes, en forma frenética, por fin había caído en mis manos.
-le quite como pude el vestido, y quedo en ropa interior, llevaba puesto una lujuriosa lencería negra, con media y liguero, un brasiere del mismo color, yo me sentía morir de la ansiedad, presa del deseo contenido.
Me quite torpemente mi ropa, arrancando los botones de la camisa, y quede en pelotas y con la verga chorreando de mecos, siempre apuntando al piso, palpitante como si tuviera vida propia.
Ella me indico que me recostara, y así lo hice, acto seguido se acercó lentamente a mí, y puso su boquita en mi verga y al empezó a mamar, nunca pensé que fuera tan buena para eso, pero me estaba demostrando que era toda una experta.
Sus labios subían y bajaban envolviendo mi verga en su boquita tan sensual, yo suspiraba y me aferraba su cabeza empujándola más para que se tragara mi pene.
Sus manos buscaron mis huevos ansiosamente, acariciándolos suavemente, y se comió súbitamente uno de ellos, nunca había sentido esa sensación, eran tan grandes que apenas le cupo en su boca.
La hembra más deseada del baile, la más esplendorosa y sensual, provocativa y puta, estaba punto de ser mía, y solamente mía.
Luego abrió sus piernas y me las ofreció; -vente, vamos a ver qué es lo que sabes hacer.
-Y me metí entre sus piernas en busca de esa cueva ardiente y palpitante, estaba perfectamente depilada, tersa y suave como seda, sus labios vaginales abriéndose como flor, palpitante como si tuviera vida propia también, igual que mi verga.
Busque ansiosamente su clítoris entre sus pliegues, y lo encontré tremendamente grande y excitado, su rajada emitía líquidos lubricantes en forma abundante, su puchita pedía ya la verga adentro, casi suplicaba.
Ella arqueaba su cuerpo presa de los espasmos que le provocaban sus orgasmos, y gemía como una puta en celo, mientras que hundía sus dedos en mi pelo, y a veces me arañaba.
-Tanto tiempo deseándote suegrita, tanto tiempo queriendo tenerte así, gemía yo también. Y así como sediento prendido a su pucha estaba mi cabeza, lamiendo, chupando, oliendo, y sobre todo complaciendo a mi hembra.
-¡Métemela ya Peter!, suplicaba mi suegrita linda.
-¡Ahí te va toda, ahí te va toda amor!
Y se la metí de un golpe certero, hasta el fondo se fue mi verga tiesa y gruesa, por fin había conseguido penetrarla, ahora a disfrutar de la gloria.
Bombeaba intensamente su vagina, mi pene entraba y salía con un ritmo frenético, ella me dejo hacerlo a mi manera, sabía que yo estaba urgido, así que había que desalojar un poco las gónadas.
Pude sentir lo ajustado de su vagina, tanto tiempo sin actividad habían hecho el milagro de volver a ser casi virgen, yo podía sentir cada centímetro de su interior, como dedos excitando mi pene, masturbándolo, ella sabía moverse muy bien, era toda una puta.
Sus gemidos se intensificaban cuando estaba a punto del orgasmo, y me susurraba palabras cachondas al oído, y yo le confesaba toda mi pasión por ella, pero al fin cogíamos como locos.
Eyacule dentro de ella, aventando más de siete intensos chorros de semen, que inundo su puchita, ella se corrió intensamente junto conmigo, ambos quedamos tirados y satisfechos por el momento.
Ella fue al baño y arrojo los restos de mi leche, y se lavó perfectamente con agua su vagina, luego volvió conmigo y me abrazo tiernamente, yo seguía extasiado sin dar crédito a lo que sucedía.
-Pues bueno Peter, ya estas a gusto, ¿me cogiste como querías o no?
-Si Lucia gracias, todavía no lo puedo creer, que eres mía, toda mía, y todavía no acabamos la faena apenas estamos comenzando le indique fanfarroneando.
Y le quite su brasiere y quedaron sus tetas libres, en todo su esplendor, grandes y duras, con unos pezones, duros y excitantes, yo me prendí como becerro a su ubre.
Luego supe que es la parte más erógena de su cuerpo, donde despierta el libido de mi suegrita, por eso se volvió a prender la hoguera.
Mi verga otra vez estaba lista y presta a matar, su puchita palpitante y lista también para la estocada de mi pene deseoso de cogerla.
Y se la metí otra vez de una pieza, mis huevos rebotaban en sus nalgas, y se intensifico otra vez la folladera, gemidos y gritos de pasión inundaron el cuarto del hotel, dos cuerpos fundidos como agua y tierra.
Nuevamente explotamos ambos al unísono, vertiendo caliente leche en el interior de su vagina, ella suplicaba por más, está súper caliente mi suegrita chula.
Quedamos otra vez exhaustos pero tremendamente felices, la cogida había sido de larga duración, corriéndose ella muchas veces, y le faltaba más, claro que sí.
Estuvimos hablando de lo rico que estaba esto, y ella me dijo que hacía mucho tiempo que no cogía y que se habia perdido de mucho, pero que ahora estaba dispuesta a disfrutar la vida.
-¡Yo te ayudo Lucia, con todo gusto ya sabes, juntos disfrutaremos la vida y el sexo.
Dicho esto mi verga volvió a la vida, y se levantó otra vez, quería más, mis huevos habían trabajado a marcha forzadas para producir la lechita que se requería para la entrega.
-Ponte en cuatro amor, le pedí cariñosamente, ahora te daré por tu chiquito.
-¡Ay no, por ahí no como crees, nunca lo hice por ahí!
-Te va a gustar corazón, ya verás que sí.
La estuve convenciendo y cachondeando con beso y caricias en todo su divino cuerpo, amén de restregarle mi pene en sus nalgas, ella se resistía, pero este sería la cereza sobre él, pastel.
-¡Bueno pero si me duele lo sacas, de acuerdo! –si claro amor.
Le unte en su hermoso ano, líquido seminal que emanaba de mi verga, y de la puchita de ella, quedando suficientemente lubricado su chiquito.
Le apunte la verga a ese agujerito, y lo fui penetrando lentamente, sus carnes se abrieron para alojar mi verga gruesa y tiesa, ella gemía de dolor un poco, -aguanta amor ya casi está dentro
-Ella maldecía y gritaba pero no quería que se la sacara, luego de un rato su ano se dilato y pude penetrarla bien, y empezamos a coger rico por su colita, ella me comento que era virgen de ahí, que era el primero que se la metían por ahí, y le gustaba.
Y gozaba como una puta con la verga dentro de su culo, y gemía como como leona cogida, y yo haciendo mí mejor esfuerzo por dejarla satisfecha, no todos los días se coge uno a la suegrita.
Después de un buen rato explote en su ano, llenándole de leche su lindo agujerito, ella se tumbó sobre la cama desfallecida y pidió paz, ya no quería más.
Nos metimos al baño para ducharnos y dormir, y ahí siguieron los besos y las caricias, parecíamos recién casados.
Esa noche fuimos a una boda, y a una luna de miel entre mi suegrita y yo.
Continuará….
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