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Mi tío James (3a parte)

En ese beso en la frente se quedó mucho tiempo en mi memoria, Su recuerdo humedecía mi rostro, la ternura conque fue obsequiado rebalzaba mi sensibilidad. El beso y la presión de sus manos, sin más, sólo con la voluntad de calmar unos deseos de una jovencita carpichosa y, sin dudas, enredar su propia juventud en ese regalo que aceptó con tanto amor. Esa ternura vivida, bajo el cariño increíble de mi propia tía Patricia, tuvo para mí un significado muy especial. No me sentí sucia, formaba parte de mi forma de ser. Si hoy alguien quisiera juzgarme, le pediría que se mirara bien ente su propio espejo.

Desde ese día, tío James y sus escritos, cuentos y poemas, le habían hecho adquirir una cierta notoriedad en el campo de las letras... Su “Sueño de paloma” le había abierto las puertas

Busqué dibujar tu aroma
Con los colores del cielo
Pero detuve mi vuelo
En un sueño de palomas.....


Y así su popularidad lo enfrascó necesariamente en un ir y venir sin término, al menos a corto plazo, en entrevistas de todo orden. Las radios y la televisión como los órganos de prensa se disputaban su presencia. Yo estaba felíz.

La fiesta de mis quince años llegó muy pronto, y tal como habían prometido, ahi estaban presentes. Con tía Patricia, nos abrazamos largo rato, tío James también me retuvo en sus brazos y no pudo retener su emoción y volvió a besar mi frente. Un largo estremecimiento me alcanzó por todo el cuerpo. ¿qué tenía ese hombre que causaba tanto desasosiego en mi? Luego, ya les perdí por el resto de la fiesta, todo el mundo adulto se lo acaparaba. Por mi parte, yo lucía un pretendiente. Hugo, un chico de 17 años, demasiado tímido a mi gusto de mujercita, sin embargo de una dulzura inmensa. Me gustaba su compañía, pues poseía una ternura fuera de lo común para chicos de su edad. En nuestros momentos de eterno romanticismo, era el chico perfecto, sin embargo me bastaba que me subiera la presión y mi cuerpo inquieto buscaba en sueños esas manos fuertes y dulces de tío James. Hugo era el favorito de mis padres, su comportamiento era indiscutiblemente paradigma de los mejores salones burgueses de la ciudad. La fiesta llegó a su término, y por estos asuntos tan diferentes, ni siquiera estuve presente cuando tía Patricio y tío James, debieron marcharse. Sus compromisos ya lo hacían esclavo de sus propios éxitos.

Hugo me acompañó hasta mis 18 años, él era ya un joven de 21 que finalmente había aprendido a satisfacer mis ardientes fantasías, respetando si, con sus consabidos miedos o pulcritud extrema, mi sagrada virginidad. Si mi padre y mi madre le tenían gran aprecio, yo sabía que mi cuerpo necesitaba más. Las manos de mi tío, volvían a mis sueños y llenaban mis fantasías, sobre todo cuando Hugo partía y me dejaba inquieta, nerviosa y ardiente. Aprendí, afortunadamente a a masturbarme y esa era la ünica forma de calmar mis ardores.

Pasó el tiemo sin grandes cambios, hasta que;

Sin darme cuenta, me encontré en los albores de mis 18 años, y me había propuesto como requisito sin-e-quanon, y comoperfecto regalo, que esa noche me entregaba a Hugo, sin más.

Había preparado adecuadamente mis ajuares seductores y ese loco pensamiento me hacía reír nerviosamente. No tenía idea que reacción podría provocar en tan delicado varón. Estaba harta de pequeñas caricias y besitos de muñeca. ¡Basta me dije! O lo toma, o lo dejo, reí entre mi.

Tres días antes de celebrar mis 18 años, mi santo varón me anuncia que parte con destino a una Universidad en Francia para continuar sus estudios en una especialidad de la medicina. Me quedé de una pieza, pero no agregué nada. Raro en mi me porté muy fría, y un día antes le dije, Huguito de mi alma, lo siento pero lo nuestro termina aquí. Me di media vuelta y lo dejé medio entristecido y medio desconcertado. Esa misma tarde, sonó el teléfono y tía Patricia me anunciaba que llegarían esa misma tarde, para mi cumpleaños. Un exquisito sobresalto inundó mis sueños, y apasionadamente me aferré a mi ajuar, sabiendo ya necesariamente quien podría agradecer un regalo tan preciado. El corazón me daba vueltas, palpitaba alocadamente en mi y mi alegría era inmensa. Hugo, volvió esa tarde y al verme tan contenta, no se atrevió a pronunciar palabra. Habló con mis padres y les dijo de su viaje, ellos le desearon muy buena suerte y quedaron felices con la idea que yo, luego esposaría a un flamante médico, diplomado de Oxford.

Diez minutos hacía que Hugo se había retirado, para mi definitivamente de mi vida, cuando aparecen con la bulla de dos muchachos, tía Patricia y tío James. Este es tu regalo, mi niña dice tía Patricia, al tiempo que me extiende un billete con destino a París.

Mi júbilo fue enorme, pues supuse que los acompañaría en el viaje. Tío James, estaba feliz de mi reacción, sin embargo me preguntó muy indiferentemente por Hugo. No querrás regalarle un pasaje también, le dije, al momento que reía y agregué casi de inmediato —esa es historia pasada, tío— dije bajando los ojos de manera muy coquetona. Mis padres que escuchaban la confesión, no se decidieron a preguntar nada todavía, supongo. Adiviné la alegría de mi tío y tía Patricia se me acercó a consolarme, yo le seguí el jueguito.

Esa tarde era la víspera de mis dieciocho años. Luego de la comida y una hermosa charla, tía Patricia dijo que subiría a acostarse pues estaba un poco fatigada de su viaje. La acompañé resueltamente, me había propuesto indagar algunos detalles. Estando con ella en el dormitorio me percaté que usaría somníferos, si me dijo hace días que duermo mal, aprovecharé y me tomaré una dosís doble, necesito descansar. Alcánzame ese vaso de agua hija, me dijo. Charlamos largo rato aún, una vez que se durmío, salí despacito del cuarto. Me asomé desde la galería al salón y sólo mi padre y tío James conversaban aún animosamente. Fui hasta la pieza de mamá quien se alistaba para su turno de noche en el hospital. La escena no podía ser más favorable. Me quedé con ella, ayudándola con sus preparativos. Una vez que desendió las escaleras hasta el salón, mi padre le dijo que el la acompañaría hasta el hospital en un gesto inhabitual, pero que causaba bonita impresión en mi tío James. Mi corazón dió un vuelco de ansiedad vertiginoso.

Les acompañamos hasta la puerta mientras tío James me tomaba cariñosamente de los hombros. Despedimos a mi madre, le dijimos hasta pronto a mi padre y cerramos la puerta. Yo había retenido la mano de tío James en mis hombros y él dulcemente me abrazó con toda dulzura, buscó mi boca que lo esperaba, y delicadamente me depositó en el sillón. Quiero ser suya le susurré al oído... —bebi me dijo.... apretándome contra si... al mismo tiempo que le decía: —tío James al fin nuestro "sueño de palomas" será realidad...
Datos del Relato
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