2da Parte
No dormí en toda la noche, las espectativas del día siguiente eran de una ansiedad recíproca, con la diferencia que mi tí James podía disimular su febrilidad y estado emocional, simplemente con su encierro bibliotecario. El día de mañana se anunciaba deuna exquisita emoción, yo con mi capricho de bebé-lala y él imagino con todas sus últimas luces al sentirse tan sanamente deseado y nada menos que por su sobrina. Así es que estuvo hasta altas horas de la noche en su recinto de privilegio. Sin embargo, tía Patricia prefirió hacerme compañía en mi dormitorio. Yo trataba de disimular mi impaciencia lo que mejor podía. Hablábamos de todo y de nada al mismo tiempo. En la intimidad y mi desasosiego, yo amplificaba todos sus gestos y dichos, femenino que le produjo al verme tan livianita de ropas, se le soltó una agradable exclamación: — estás convertida en una exquisita jovenzuela— dijo, lo que me encarnó hasta las uñas y agregó con magistral encanto —tus formas de mujercita progresan muy generosamente— mirando con cierta ternura la forma de mis incipientes senos, al mismo tiempo que sonreía pícaramente al verme sonrojada y casi paralizada por el temor de haber sido descubierta. Estaba en espera de un desenlace brutal y mu nerviosa y pensaba entre mi “tíita, no pienses nada malo ni sospeches nada, te lo suplico” Pero luego vino a tranquilzarme con un beso en mi frente y desearme mis buenas noches, sin antes pronunciar un inocente —pórtate bien mañana con tu tío— suspirando y llena de intranquilidades no pude dormir por temor de haber delatado toda mi ansiedad de pendeja.
Al retirarse mi tía, quedé con una necesidad bárbara de sentirme protegida en los brazos de mi tio James. Con ese pensamiento, y para tranquilizar mi ansiedad hice un suave paseo por zonas erógenas de mi incendiado cuerpo de mujer. Tenía razón mi tía, en sus sabios consejos. Luego de un dulce espasmo me dormí soñando quedamente con todo y con nada.
El teléfono me despertó de un sobresalto, sentí los pasos de tía Patricia y el descolgar del auricular, se sucedieron unos segundos de inquietud y luego la escuché decir, un tanto dormida aún —entonces no será necesario que viaje hoy;...... ¡qué excelente noticia! ..... la traen de vuelta esta misma tarde.... James se va a poner muy contento— dijo, o que me sonó a aguafiestas...Mis sueños de bribona, volvían a la triste realidad.
Sin darme cuenta, me angustié tanto y fue tan grande mi ansiedad que me sentí enferma y llena de escalofríos, quise regresar lo mas pronto a mi casa, esa ansiedad y esa forma de vivir me tenían extremadamente nerviosa... Tía Patricia se alarmó de mi estado, y con miles de caricias logró calmar mi angustia y llamando a tío James, le suplico, que me llevara de regreso a casa. Él no se opuso, le vi un poco contrariado pero comprendió exactamente lo que me ocurría. Para él, este hecho vino a aliviar su debilitada conciencia. Sentí en su mirada una cierta tristeza. En nuestra congoja, me acordé que tío James debía conducirme de regreso a casa y volví a sentir una sensación cuasi inexplicable que me recorrió comn la fuerza de un enorme escalofrío. Tía Patricia al verme, lo único que agregó fue —apúrate James, la niña necesita estar en su casa; ¡ah! Y quédate todo el tiempo que sea necesario hasta que ella se sienta bien, ¿quieres?; yo voy a esperar lo que suceda con mi amiga Estela.
Me llenó de alegría la espectativa y mi tío aceptó encantado al tiempo que me decía: — arregle sus cosas Pame, que nos vamos de regreso a su casita, alí se sentirá mucho mejor.
Arreglé rápidamente mis cosas y nos decidimos a partir, al momento de salir, tía Patricia dijo en voz alta —No olvides de comprarle algún regalito en el camino a la niña. Nos despedimos cariñosamente de tía Patricia y yo subí al auto pretextando sentirme delicada. Tío James parecía recibir las últimas instrucciones de la tía y lo ví aceptar todas las indicaciones, para no demorar nuestra partida. Al fin subió aql auto, y empezamos a alejarnos suavemente del lugar, yo saludaba a la tía de mis manos, hasta que la vi desaparecer.... Una vez distanciados, fue tío James que busco mis manos diciendo, nenita es insensato que yo me aproveche de tu exquisita ansiedad, comprendes.... le miré con una sonrisilla burlona y me lleve sus manos a mi boca, besándolas con suavidad...Me encantaban esas manos grandes y velludas. ¡No descuides el auto tío! Grité mientras un enorme camión casi rozaba nuestro auto. Desde ese momento condujo lentamente como queriendo aumentar de ese modo el tiempo de nuestra intimidad. Por momentos me acariciaba el pelo, se acercaba y me besaba la frente. Yo deseaba su boca y mientras mi ansiedad aumentaba considerablemente, aumentaban tambien mis sustos. Tenía una idea fija en mi mente, tomar sus manos y llevarlas a mi sexo o llevar las mías al propio. Tomé su mano decididamente y la apoyé en mis piernas al tiempo que las apretaba contra ellas, sus yemas rozaron la piel de mis rodillas descubiertas y me sentí embelezada por esa caricia robada. Me adormecí cerrando los ojos para mostrarle que estaba a su disposicioón y que un enorme placer me invadía. Sus dedos los senti caminar lentamente por debajo de mi pequeña falda. Abrí ligeramente mis pierna como una manera de invitación a continuar su sensual acercamiento. —Tío, deten el auto un momento— le supliqué. Mi súplica fue una orden, nos detuvimos y me acerqué a sus labios y le pedí groseramente bésame tío. Su reaccion fue dulce y llena de ternura, —chiquita— dijo esto es muy peligroso, no te das cuenta que eres una nenita todavía, mientras acercaba dulcemente su boca y buscaba la mía. Su mano busco atropelladamente pero con suavidad mi sexo, el beso que nos dimos fue espectaculamente hermoso, sentí un maravilloso flujo recorrer mi cuerpo y venir a mojar mis diminutos bikinis. Al retirar su mano, la llevo con emoción hasta sus labios, pareciendo acariciar ese perfume virgen de una niña-mujer. Puso nuevamente en marcha el auto y nos dirigimos a un centro de compras, era evidente el regalo que tenía que ofrecerme. Una vez en la tienda, y satisfecha de mi regalo, le tendí a él los míos y le dije, guárdalos como una prueba de mi sentir. Él sonrió con una lágrima en sus ojos y volvió a besar mi frente.
este cuento es tan bueno como su antesesor, pero es casi inevitable que siempre un pariente nosostros nos resulte un poco atractivo, aunque no sea mi caso meresulto fascinante por el buen lenguaje empleado les recomiendo