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los poderes de mi mente (debutando con mi profesora)

Mi nombre es Gabriel, y deseo contarles cómo ha sido mi vida desde los 14 años. Y es porque a esa edad descubrí que tenía el don de dominar a otros con mi mente. Nunca supe bién cómo adquirí ésta facultad, pero puedo leer mentes y emociones, puedo dar órdenes mentales y hacer que otros hagan lo que yo quiera, y hasta que sientan lo que yo desee. Como se imaginarán, todo un universo de posibilidades se abría ante mí, pero a esa edad las hormonas nos empujan en una sola dirección: el sexo.

Y es que a esa edad yo aún no había debutado. Sí había tenido alguna que otra noviecita, pero nada mas allá de unos besos y caricias. Pero ahora no importaba. Con mis nuevos poderes podía elegir para mi debut a la mujer que se me antojara, y no tardé mucho en elegir quién sería: mi profesora de castellano, Mariel. Se trataba de una rubia espectacular, dueña de unos pechos descomunales, un culo encantador, y las piernas mejor formadas del colegio. Lógico, yo ya la había hecho protagonista de varias de mis pajas, pero ahora tendría la oportunidad de hacerla gozar de verdad. Pero antes, necesitaba hacer una prueba. Era necesario saber si realmente podía dominar otras mentes, hacer gozar a una mujer con solo concentrarme en ello, y decidí hacer una prueba con una compañera de clase llamada Cristina. Era una muchacha morena, de buenos pechos, y un buen culo también. El día de mi experimente precisamente estábamos en clase de castellano, con mi profesora favorita. En un determinado momento de la clase, mientras todos estábamos en silencio escuchando, comencé mi prueba.

Cristina llevaba una camiseta blanca, que marcaba sus pechos, y una falda larga de algodón, además de sandalias blancas. Sin saber muy bien cómo empezar, con mucha suavidad, "acaricié", con mi mente, su mejilla. De reojo pude ver como ella se llevaba la mano a donde yo la había tocado. Sin duda lo había sentido. Entonces, suavemente, "presioné" el contorno de sus pechos. Pude ver que lo había sentido, ya que reaccionó con un pequeño movimiento de su cuerpo. Mi erección estaba al tope, así que traté de disimular al máximo. Animado por los resultados, aumenté la presión, moviendo mis "dedos" alrededor de sus pezones. Cristina no entendía por qué experimentaba esas sensaciones, pero era evidente que le gustaban. Su boca, antes cerrada, estaba ahora entreabierta, y en sus ojos había una mirada especial.

Durante un rato seguí dedicándome a sus pechos, mientras yo hacía como si prestara atención a la clase, como todos los demás. Al presionar mas sus pechos, noté como a Cristina se le había acelerado la respiración. Entonces me atreví, y bajé hasta su sexo. Casi podía sentir su calentura y humedad. Ella lanzó un gemido contenido, que intentó disimular con una falsa tos, y yo me dediqué a masajearla en ese punto, sin descuidar sus pechos. Así, masajeando, pude sentir su clítoris, hinchadito, y me dediqué a acariciarlo repetidamente. Cristina estaba muy exitada, empezaba a sudar, y su sexo chorreaba. De forma lenta, disimulando, comenzó a mover sus caderas al ritmo de mis caricias. Ví como cerraba los ojos y apretaba los puños, y entonces todo su cuerpo se tensionó mientras una ráfaga de placer la recorría experimentando un orgasmo terrible. Cuando se recuperó, miraba a todos lados, para ver si alguien lo había notado. Yo me hice el distraído, por supuesto, y pidió permiso para ir al baño. Supongo que intentaba refrescarse después de tanto calor.

La experienca había sido bestial. Había manejado a mi antojo a esa chica, y le había hecho alcanzar un orgasmo alucinante. Ahora era yo el que estaba exitadísimo. Necesitaba follar de forma urgente, así que me concentré en la mente de mi profesora. Así, "leí" en su mente que sus padres estarían fuera de casa hasta tarde, y que su novio recién la visitaría el dia siguiente. Sin perder tiempo, hurgué en su mente hasta encontrar su dirección. Resultó que vivía solo a 3 calles del colegio. No lo dudé un instante: la visitaría ese mismo día.

Esa tarde, a las 3 en punto, mi dirigí a su casa. Con los nervios de punta, toqué el timbre y esperé. Cuando salió a atenderme, el corazón casi me da un vuelco de solo verla. Vestía una blusa blanca, ajustadísima, de modo que permitía notar bien la forma de sus hermosos pechos, y una pollera floreada amplia, que le llegaba a las rodillas. Al verme, se sorprendió.

-Hola, Gabriel, ¿qué haces por aquí? ¿Cómo conseguiste mi dirección?

Sin más preámbulo, le ordené:

-Llévame a tu habitación.

Ella me obedeció. Se dió la vuelta, me tomó de la mano, y me llevó caminando directamente a su cuarto. En el camino, me fuí quitando la camisa, el pantalón, las medias, los zapatos, el slip... todo. Al llegar, ya estaba totalmente desnudo. Al entrar, me dediqué a contemplarla un rato. ¡Qué hermoso cuerpo tenía! A sus 34 años, era toda una diosa. Entonces, mientras mi poya se endurecía como un palo, le ordené:

-Desabróchate la blusa.

Me obedeció al instante. Quedó a la vista un corpiño blanco que ocultaba sus enormes tetas. "Quítate el sujetador", le dije, y ella pasó sus manos por su espalda, y quitó el broche. Pude ver en directo sus hermosos pechos, los miré fijo... los acaricié... podía sentir toda su suavidad. Las tomé con mis manos, y levantándolas al mismo tiempo me las llevé a la boca, primero una, luego la otra, y luego me metía los dos pezones a la vez. Se los pellizcaba, los chupaba, los amasaba, mientras que con la otra mano me iba masturbando. Entonces, decidí ir mas lejos, y le ordené pararse frente a mi.

-Súbete la falda, lentamente.

Entonces pude ver su tanguita blanca, y... ¡estába húmeda! ¡Mi profe estaba cachonda con todo el toqueteo! Muy despacio, le bajé la tanguita, y de a poco vi sus pelillos rubios, su raja... sin mas, le dije: "ábrete el coño". Sin dejar caer la falda que tenía en la otra mano a la altura de la cintura, con la otra mano separó sus labios vaginales, y me mostró el interior de su conejo rosado. Yo me humedecí el dedo mayor con saliva y se lo hundí en el coño. La masturbé un rato, y luego le terminé de quitar la ropa yo mismo.

-Acuéstate en la cama, boca arriba, y abre las piernas.

Ella obedeció. Yo me acosté sobre ella, y muy lentamente, temblando como una hoja, la penetré...

¡Qué placer! Empujé de golpe, y sentí por primera vez mi poya envuelta en carne. LLegué hasta el fondo, la retiré un poco, y la volví a enterrar hasta el tope. Seguí embistiendo cada vez con mas furia, toda la furia contenida por tanto tiempo esperando debutar, y ahora estaba debutando con mi profesora favorita.


-Ahora gózalo, ten un orgasmo, y grítalo.

-¡¡Ahhh...!! ¡¡Mmmmmmmmmm...!! ¡¡Ahhhhhh!!


La tomé de las caderas con las dos manos, presionándola aún mas contra mi pene, y entonces sentí que me iba a correr. Empujé con fuerza, y entonces exploté. Sentí una cantidad inmensa de leche hirviendo saliendo de mi poya, poniéndose dura hasta extremos increíbles, llenándola de chorros y chorros. Entonces sus ojos se abrieron como platos, alcanzando el orgasmo mas largo y profundo de toda su vida.

Acabamos los dos al mismo tiempo. Quedé agotado. Estaba recostado sobre su cuerpo desnudo, sobre ese hermoso cuerpo al que había hecho mío. Me vestí rapidamente, y por las dudas, borré todo recuerdo de su mente. Me dió algo de pena hacerlo, pero no importaba. Esa tarde la pasé con mis amigos, pero en mente tenía muchos planes para mi nuevo juguete sexual.

Pero ya estaba pensando en la manera de conseguir mas "juguetes".

(¿Quieres que te hipnotice, te haga gozar, y luego publique aquí nuestra experiencia? escríbeme a eld_33 arroba yahoo punto com punto ar, déjame tu mail, y pronto conoceras el auténtico placer)
Datos del Relato
  • Categoría: Dominación
  • Media: 4.49
  • Votos: 59
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Comentarios


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1 comentarios. Página 1 de 1
lalos
invitado-lalos 19-09-2007 00:00:00

hola todo el tiempo me gusta entrar y leer cuentos y mas los eroticos pero tu cuento no es una realidad para mi que el que esta ipnotisado eres tu mismo ya des pierta lalos.................

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