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Le voy a quitar la mujer a mi jefe

Ay, madre de los pobres que hemos venido a estrellarnos a este mundo tan cruel, donde unos pocos lo tienen todo y la mayoría estamos jodíos. Los ricos no se conforman con sus riquezas sino que quieren disfrutar de las mujeres de los pobres como yo.

Mi nombre, por desgracia es Cornelio Cabeza de Toro Zapata, para servirles a ustedes y a todos esos granujas que viven como buítres buscando devorar la presa del pobre como hizo el gran salmista David. Poprque miren que en esta vida hay tantas y tantas injusticias que a veces temo pensar que Dios hizo todo esto.

Soy un hombre humilde pero de pendejo no tengo ni un pelo, desde el primer momento supe que mi jefe se quería tirar a mi mujer. No es porque ella sea mi esposa, pero les diré, que cuando cruza las calles los automovilistas se detienen para mirarla, hasta en ocasiones he observado a damitas que la miraban bajo aquel montón, que de seguro debe pesar unas treinta libras. Y se le notaba el gusto que les daba mirarla. No sé que me pasa, pero me gusta salir con ella a esos centros comerciales donde se reunen los ricos a comprar y los pobres a mirar. Es gracioso se miden veinte cosas pero no pueden comprar ninguna, andan con sus carteras repletas de tarjetas de crédito pero no pueden comprar ni un perro caliente o mejor dicho, porque suena con más gusto, un hot dog...

La mujer mía es una de ella, si la viera pidiéndole zapatos caros al muchacho de la tienda, no se cansa, a veces pide hasta quince, el pobre suda la gota gorda pero se deleita tocándole las piernas. Una vez tardaba en pararse y le dije que si le sucedía algo. Me miró asustado y se levantó con la caja de zapatos presionándose la bragueta, tenía aquella daga que echaba fuego... Mi mujer me miró y me hice el que no sabía nada.

Pues como le decía me gustaba que mis amigos me visitaran, no encontraban cómo irse de la casa, a veces se dejaban perder en dominó y que para buscar la revancha, pero sabía que todo se trataba de mi mujer, los veía, cada vez que daba la espalda, como se relamían del gusto al ver aquel cuerpo tan bien formado, aquellas piernas, aquellas curvas, aquellos ojazos verdes, aquel pelo precioso... Ella siempre se ponía unos pantaloncitos cortos.

__ ¡Papi, no te molesta que me ponga los pantaloncitos blancos hoy que vienen los muchachos a jugar dominó contigo!- Me decía sabiendo que le iba a decir que sí-

Eso le puedo asegurar mi mujer nunca me engañó con mis amigos, además ninguno se atrevía a enamorarla porque ella me lo diría. El mono sabe al palo que se trepa. Me conocían muy bien. Podía, en menos que el gallo cante tres veces,
cortarle el cuello con mi navaja de barbero.
Sí, porque saben ustedes que soy barbero profesional, no barbero sino estilista que no es lo mismo ni se escribe igual. Todos conocían la historia de Maelo, lo abrí como a un lechón, solo le dijo a mi esposa un piropo... pero como saben no le permito a nadie faltale el respeto a mi mujer...

Pero ahora la cosa es distinta, no se trata de ningún pendejo de la calle. Panas, se trata de don Antulio Villega Guardarrama, el tipo más rico de esta ciudad. Está podrido de dinero, es dueño de casi todos los negocios de aquí y para colmo soy su empleado de confianza, porque además de ser su estilista soy su chofer.

Ay, ustedes no saben como goza mi culo cada vez que se sienta en ese auto del último año, sólo cuesta doscientocincuenta mil cohetes norteamericanos, hecho en Alemania, a mano, es una obra de arte. No sé cómo don Anto me lo deja guiar... Ahora les diré, me las juego con cualquiera en la carretera... Don Antulio no sólo es mi jefe hace 30 años, ha sido como mi padre, el fue quien me sacó de la cárcel, se compró al abogado, al fiscal y al juez... el fiscal llevó una caso flojo, cometió varios errores, tecnicismos y no pudo probar que cometí un crimen con alevosía, mi abogado si logró convercer al juez de un acto de defensa propia.
Luego del juicio los vi a los tres en el bar de don Antulio bebiendo y disfrutando de las mujeres más hermosas del bar. Sabía que el viejo estaba detrás de todo. Claro eran las personas de la justicia en quienes todos confiaban, era la crema, lo mejor, su reputación era intachable.

Pero como les decía ahora la cosa se me ha puesto dura, el viejo está enamorado de mi mujer, se lo leo en los ojos...Hace unos día me dijo que si quería ir a México para que acompañara a Sarita, su secretaria, a resolver unos problemas comerciales ya que él no podía ir.
Me prometió diez mil pesos para que me quedara varios días disfrutando de unas vacaciones.

Cuando me dijo eso casi me vuelvo loco, no por los diez mil pesos sino porque iría con aquella mujer que me tenía loco, por mi madre casi me da un derrame cerebral, un ataque fulminante del corazón, no le pude responder al momento, en el camino le dije que lo pensaría, me estaba haciendo el pendejo, quería que el viejo creyera que todo estaba planchado, que me iría a México y así quedaba la vía despejada para el mojar aquella pinga asquerosa en el lindo monte de Venus de mi sagrada mujer... No había dinero en este mundo que pudiera comprar mi conciencia menos vender a mi amada esposa que tanto bien me había hecho...
Pero lo que no podía soportar era pensar en la secretaria, la veía con aquellos trajes de baños, los hilos dentales, era algo que me quemaba las neuronas y mi pobre potro estaba muy nervioso, ahora la veía y se ponía mi tranca como cohete listo para ser lanzado al espacio. Eso sí tenía una fuerte convicción religiosa, mis padres me enseñaron valores y cuando venía la debilidad pensaba en ellos y así pude calmar aquella agonía que me estaba matando.

Hablé con mi señora esposa de la propuesta del jefe. Ella le pareció justo que tomara unas vacaciones pero no le gustó mucho la idea de que la secertaria fuera conmigo. Lo que no sabía era que don Antolio había hablado con mi esposa por teléfono para proponerle que ella fuera su chofer mientras yo estuviera en México. Pero como le dije, mi esposa me lo dice todo, me contó lo que el viejo le había propuesto. Le pagaría cinco mil cohetes verdes norteamericanos por sólo guíar aquella máquina.

Nunca había pensado en tanto dinero. Los diez mil que me ofrecía más los cinco mil de mi esposa. Con un poco más podíamos vivir como ricos y decirle adios a la pobreza, a las limitaciones, al aburrimiento...

Me senté con ella una tarde. Le dije que el viejo estaba enamorado de ella, que sólo deseaba llevarla a la cama, que se le notaba, cuando la veía se le salían las babas, era un viejo que creía que el dinero podía comprarlo todo, era un negociante, todo tiene un precio, la salud, la justicia, la libertad, los placeres, el sexo, todo se compra y estaba seguro que nos podía comprar con quince mil dólares...

Llegó el día de la partida, mi mujer, ya chofera del viejo, buscó a la secretaria y nos condujo al
al lugar de partida. Don Antulio estaba presente. Sus ojos brillaban de alegría, pues el lobo rapaz tenía a su presa segura...

En la mañana siguiente toda la ciudad estaba escandalizada por la tragedia. El avión había estallado en mil pedazos apenas había comenzado a levantar el vuelo. La noticia llegó a Don Antulio primeramente. Lo primero que hizo fue ordenar unas coronas para mí y para la secretaria. El pobre viejo no sabía disimular, muchos sospecharon que él era el autor intelectual de aquel accidente, sólo quería la vía libre para poder conquistar a Leslie, mi mujer...

A la semana, el viejo Antulio no sabía nada de Leslie, no había ido a trabajar, el viejo se volvió loco, ordenó que la buscaran por todas la ciudad, utilizó su influencia en la policía para que asignaran a varios agentes para que la buscaran...

El lunes en la mañana, era el 3 de septiembre de 1992 a las 10:00a.m. el viejo rccibió una llamada en la cual le anunciaban del secuestro de Leslie.
Le ordenaban pagar 500.000 cohetes... aquello era una miseria para el viejo... así que los retiró de su caja fuerte, pues no pagaba contribuciones de varios negocios... además no deseaba levantar sospechas ni tampoco poner en peligro la vida de mi mujer...

Todo se llevó a cabo como lo indicado. El viejo pagó la recompensa. Así Leslie fue libertada.
A los cinco día mi mujer le pidió al viejo que le permitiera irse de vacaciones unos días ya que estaba muy deprimida con el secuestro. Le prometió que se iría a vivir con él ya que había sido muy bueno con ella y con su desaparecido esposo.

El pobre viejo, el tipo más rico de la ciudad, le entregó veinticinco mil estacas para que se divirtiera y disfrutara de un mes de vacaciones.
El viejo estaba que la leche le rodaba por las piernas aunque apenas se le paraba por la diabete.

Y Leslie sacó sus dos pasajes a México. Le dijo al viejo que ella, antes de irse tenía muchas cosas que resolver, así el viejo le dio el día libre. Ella le dijo que el vuelo sería el miércoles y deseaba que él la llevara al aeropuerto.

Entonces mi mujer, astuta al fin y en coordinación conmigo, que no había muerto, pues no tomé el avión aquella tarde, nos fuimos temprano el martes, un día antes...nos fuimos para México a disfrutar de una merecidas vacaciones con el dinero del secuestro y de lo que el viejo nos había dado anteriormente.

Les digo que hoy creo que el viejo espera a mi esposa con la tranca caliente como la plataforma de la NASA cuando se lanza un cohete...¡ja,ja,ja!

Fin


__
Datos del Relato
  • Categoría: Infidelidad
  • Media: 3.93
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