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Categoría: Incestos

LA NOVIA DEL TI0 VICTOR MANUEL PARTE 2

Senti Cuando se vino en un orgasmo lleno de gemidos, sollozos, y contorciones, me balbuceaba cosas al oído, apretaba sus talones en mis pantorrillas y subía las caderas para enterrarse mi pene lo más que podía, iba a correrme y le dije que la sacaría, me pidió por favor que no la sacara, que quería ser preñada, que si no era esa noche sería en las que faltaban para mi partida, le embestí al fondo y le di rápido salía casi todo y entraba de un envión hasta que me vine en ella, ella sintió los borbollones de semen caliente, abundante y espeso que la estaban inundando, sentí como apretó los músculos de su vagina, como tratando de estrangular mi pene, lo que en un lugar de ponerse flácido después de eyacular, se puso más duro aún por la delicia que estaba sintiendo, a mis escasos 18 años, sentí la verdadera satisfacción de la apretada que me estaba dando una hembra en brama, ella seguía empujandose sobre mi pelvis, y seguía bombeando, me pedía más y más, estaba super caliente, yo sabía que le estaba ardiendo y doliendo su vagina, apenas minutos antes rota, pero ganosa de ser puyada hasta el fondo, así pasamos diez, quince o veinte minutos no sé cuanto tiempo, la puse de lado frente a mí. la tenía topada y me entretenía lamiendo, mamando y chupando sus pechos y sus pezones hermosos, ella suspiraba de placer, en un movimiento rápido y sin sacarsela, la puse encima de mi, fundiendonos en un apasionado beso, ella se sentó sobre mí y empezo a cabalagarme con impetú, solo se inclinaba por ratos sobre mí para colocar sus pechos en mi boca, se sacaba el pene, dejando dentro apenas la mitad de la cabeza para luego empujarsela lentamente hasta el tope, sintiendo deslizarse en su canal húmedo y estrecho el largo de mis 8 pulgadas, cabalgaba a veces lento y a de repente empezó a cabalgar rápìdo, sus piernas y brazos temblaban, se le dificultaba ya moverse, estaba fatigada, pero quería tener otro orgasmo, la coloqué entonces de lado pero ahora de espaldas a mi, y empezé a entrar y salir, la oí gemir y decir, me vengo amor, dale, dale, así así. oh que delicia y se quedó inmovil, jadiando, mi pene se había salido y se lo acerqué, pero esta vez a la entrada de su ano, ella con su mano lo colocó exactamente, y poco a poco la empezé a penetrar, al principio dos pulgadas, confome se iba adaptando su culo al grueso de mi verga, me fuí a la mitad y ahí la bombié, sentía sus mano que se movía de abajo arriba se estaba acariciando el clítoris, yo me fuí hasta el fondo y la llené de leche, le eche en su culito el resto de semen que me quedaba. Estabamos bañados en sudor, minutos después nos duchamos. por la mañana me desperté ella estaba dormida boca abajo con sus piernas abiertas, bajo sus nalgas se apreciaba su vulva deliciosa, ya no estaba rosadita, como cuando loe hice oral la primera vez, estaba de un rojo, casi corinto. Al llegar a su casa el día siguiente la madre, doña Carlota, puse el grito en el cielo, su hija que pasó un encierro de doce años, a la semana de andar paseando con el sobrino del novio fallecido, había pasado la noche completa y desvirgada, y deseosa de tener un hijo, como podía ser, no lo concebía. Corina le dijo: Madre, tengo ya 28 años de edad, no pensaba ni pienso casarme con nadie, pero si tener un hijo, o dos los que Pipo quiera tener conmigo, con él tampoco puedo casarme porque está comprometido para casarse, y sabiendas de eso le pedí que me engendrara un hijo y no daré marcha atrás. Ella, la madre, puso las condiciones: Yo saldría de la casa de ella después de cenar, y más tarde por los corrales yo entraría y dormiría en la habitación de Corina, no quería habladurías de la gente. yo no me quede un mes, fueron quince días de los previstos, Corina se embarazó y nació un hermoso niño. Yo llegaba cada mes a visitarlos, Corina cada vez estaba más hermosa y felíz. Dos años después tuvo su segundo hijo, otro varón ella tuvo complicaciones era un bebé robusto, y tuvo que hacérsele una ceserea. Se quedó por seís días en el hospital, en uno de esos días estabamos cenando con doña Carlota, y me dice: Usted si debe ser un estupendo amante, hasta mi habitación he escuchado las gozadas que dá mi hija, y le agradezco que la haga felíz, así como a mi nietecito que lo adora, pero creo que al menos por una vez, y aprovechando que estamos sólos me dé un poco de placer, recuerdese que cuando murió mi esposo, Corina tenía aènas dos añitos, ya son casi treintidos años, que no tengo un orgasmo y si bién tengo 55 años, usted despertó ese deseo en mí. La verdad es que nunca imaginé tal embrollo, y además con la abuela de mis hijos, claro después me pizé a suegras, tías y familiares, pero era mi primera experiencia en estas circunstancias. Doña Carlota de 55 años, de mucha presencia, guapísima, alta. de pechos talvéz si no duros, erguidos y puntudos, no caídos, cintura delgada y caderas anchas, piernas esbeltas, su cabellera color castaño que ya necesitaba tinte, ondulada, le daba un aire muy especial. La noche era fresca, en el patio de su casa, tomamos un poco de whisky, abordó de nuevo el tema pero la excitación hizo mella en mí, fuimos a su habitación, con una luz suave empezamos a desnudarnos, realmente a sus años la señora tenía lo suyo, era espectacular su cuerpo, le besé suavemente en la boca, su lengusa netro en la mía, besé sus pechos y sentí endurecer sus pezones grandes y oscuros, quité su calzón y apareció una mata de vellos negros, espesos y rizados, su vagina era larga de labios gruesos y clítoris de regular tamaño, en medio de un capullo rugoso, estaba mojada, al contacto de mi lengua, se erizó todo su cuerpo, temblaba de deseo, no tardó mucho en venirse, me quitó bruscamente el calzoncillo, se moría por chuparme la pija, al bajarlo frente a su rostro se balaceo mi pija, y con sorpresa lo tomó en sus manos, para luego decirme que ella siempre pensó que no había pene más grande que el de su marido, pero que era insignificante ante el mío. se lo llevó a la boca, y me dió una señora mamada, le eché mi leche en su boca, se la tragó y siguó mamandolo, cuando estaba nuevamente a tiro, se puso en cuatro, dejandome ver ese canal rojito, que estaba empapado, la penetré suavemente, se la topé, se quejó de un poquito de dolor, pero instantes después la estaba penentrando del todo, se vino dos o tres veces más, para luego dejarme venir dentro de ella. El resto dela noche y madrugada casi no dormimos follando a lo loco, estaba insaciable, como sabíamos los dos que iba a ser la primera y última vez, tratamos de complacernos en todo los dos, por lo que no se negó, a que la cogiera por el trasero, le dolió mucho, pero luego se acostumbró y terminó gustandole, al menos le rompí el culito lo que su marido no quiso hacer. Y efectivamente fué el único encuentro sexual que tuvimos, los niños crecieron, yo ya me había casado, pero con Corina teníamos una relación marido y mujer estupenda, en el pueblo la gente creía que estábamos casados por la constancia que yo llegaba, la madre adoraba a sus nietos, y cuando ya nos retirabamos a dormir se acercaba a mí y me decía, no les digo que descansen porque no lo van hacer, pero hágame felíz a mi niña esta noche, como siempre lo ha hecho, porque a mi consta de que es capáz de eso y mucho más.
Datos del Relato
  • Categoría: Incestos
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